lunes, 6 de abril de 2020

Lagos endógenos y exógenos

Las formas y dimensiones de los lagos, así como hasta cierto punto las características de sus aguas, dependen en gran parte de la forma de originarse. El estudio de los lagos debe empezar, pues, por su génesis.
Fundamentalmente, existen dos tipos de lagos: los de origen endógeno, es decir, originados por agentes geológicos internos, como por ejemplo los volcanes; y los lagos de origen exógeno, cuya formación depende únicamente de agentes exteriores, como la erosión del viento, el agua, el hielo, etc.
Los lagos más importantes y profundos de la Tierra son, sin lugar a dudas, de tipo endógeno, debidos a plegamientos o roturas de la corteza terrestre, que han hundido algunas dovelas continentales en las que posteriormente se ha acumulado el agua, tal como sucede en los grandes lagos de Suiza o de Canadá.
Mucho más abundantes son los lagos de tipo exógeno, que según el agente generador pueden ser glaciares (producidos por la acción de los glaciares) o cársticos (excavados por disolución del agua en rocas solubles).

El lago de Sanabria (Zamora) es el lago glaciar más grande de la Península Ibérica.