viernes, 26 de octubre de 2018

Necesidades básicas y sus concomitantes culturales: Abasto

Partiendo de la base de la necesidad de nutrirse, hallaremos que los seres humanos comen y beben, no gracias a exclusivos recursos de la naturaleza, ni tampoco en completo aislamiento, ni, en fin, por simples exigencias anatómicas o fisiológicas. Ya nos volvamos hacia los más primitivos, como una tribu de aborígenes australianos, ya hacia una comunidad europea o americana notablemente civilizada, hallaremos siempre actos de comensalía. Con frecuencia los individuos comen juntos en una estera común o en un sector de terreno reservado para ese fin, rodean el hogar, se sientan en torno a una mesa o se congregan en el bar. En todos los casos sabemos que la comida ha sido ya preparada, es decir, elegida, cocinada y puesta en sazón. Se usan ciertos utensilios para comer, se observan actitudes en el mesa y así las condiciones sociales del acto aparecen claramente definidas. Sería posible mostrar que en toda sociedad humana, y con respecto a cualquier individuo, el acto de comer se cumple dentro de una institución determinada: puede ser la familia, un establecimiento comercial o un hotel. Siempre es un lugar fijo, con una organización para proveerse de los alimentos preparados o decidir las oportunidades de su consumo. A veces la cocina funciona separadamente, aun en las comunidades primitivas.
A veces el lugar donde los alimentos son almacenados es un establecimiento mercantil o comunal. Pero aun la transferencia al consumidor de las sustancias alimenticias ya producidas, se hace invariablemente por medio de una serie más o menos complicada de sistemas de actividades, es decir, de instituciones. En nuestra propia cultura, puede ocurrir que se les cocine a miles de millas de distancia, como en el caso del salmón, que es envasado en Alaska, o la langosta en África del Sur, o el cangrejo en Japón, y llegan por fin, a través de varias etapas en la vasta serie comercial, al consumidor. Este acto se hace posible gracias a la muy complicada cadena de empresas destinadas a la preparación y distribución de alimentos.
Es menos difícil demostrar que tanto la preparación como la distribución de víveres son sistemas organizados de actividad que forman parte del abastecimiento local o nacional. Con mucha frecuencia el estado o el grupo intervienen, en la medida en que las grandes empresas son controladas, sujetas a impuestos y ocasionalmente hasta organizadas. Por otra parte, existen condiciones culturales en las cuales la producción, distribución, preparación y consumo de los alimentos se llevan a cabo dentro de la misma institución, la familia, por ejemplo. Tal es el caso aun en las culturas muy adelantadas, cuando una granja distante depende principalmente de sus propios productos para la mayor parte de sus necesidades, por lo menos en cuanto al sustento se refiere. Es bastante notable que esto resulta menos verdad con respecto a muchas comunidades agrícolas primitivas, donde la ayuda mutua y el intercambio de servicios y mercancías son necesarias con frecuencia, debido precisamente a las rudimentarias técnicas usadas.
Vemos ya que el concomitante cultural de la necesidad o necesidades impuestas por el metabolismo consiste en una serie de instituciones. De las enumeradas aquí, pocas se relacionan exclusivamente con la nutrición. Al mismo tiempo, la estructura misma de la familia y del hogar, hace indispensable que sea el grupo el marco predominante para los procesos de consumo y, como regla general, también de preparación de alimentos. Si reflexionamos sobre estos hechos, veremos claro que, bajo condiciones de las cuales la alimentación depende de la acción efectiva de una cadena de actividades preparatorias e instituciones ligadas entre sí, cualquier factor que perturbara este encadenamiento de alguna manera, afectaría también la satisfacción de aquella necesidad. Así, todas las condiciones de las cuales depende la actividad regular de la serie, llegan a ser tan necesarias, tan indispensables para el cumplimiento del acto biológico, como el llevar la comida a la boca, masticar, salivar, tragar y digerir.


En una comunidad en la cual la densidad de la población ha alcanzado un grado tal que es preciso un abastecimiento muy complejo y bien organizado, todos los factores que determinan su funcionamiento son igualmente importantes para lograr el efecto último. En una tribu que lleve una existencia imprevisora, la complejidad es menor, pero la estrechez es tanto o más grande, puesto que no hay excedente ni esperanza de una ayuda suplementaria y las reservas culturales deben actuar efectiva y persistentemente, vale decir, bajo el pleno determinismo de sus factores constitutivos. Vemos entonces cómo la verdadera eficacia del concomitante cultural, el hecho mismo de que provea a los seres humanos de más variadas clases de alimentos y los haga más adaptables y digeribles a través de su preparación culinaria, exige su precio imponiendo nuevas limitaciones y requerimientos a la conducta humana. Los métodos de producción, simples o complejos, demandan incrementos agrícolas, armas para la caza, redes, cercos de caña y trampas para la pesca.
Los métodos para preservar y almacenar los alimentos y cocinarlos, requieren evidentemente útiles suplementarios. En resumen, la serie total de los procesos englobados aquí con el término de abastecimiento, carga en la cuenta de las necesidades derivadas, pero indispensable, un extenso surtido de utensilios materiales, dispositivos y máquinas. Éstos a su vez deben ser renovados en la medida en que se deterioran o desgastan. Se puede ver que una de las consecuencias inevitables que se infieren de la práctica del aprovisionamiento organizado, es que impone un suplemento de constantes actividades productivas, tanto en la preservación de los víveres como en la fabricación de las herramientas para las tareas de producirlos y proveerlos.
Sobre todo esto, desde que, como hemos visto, la alimentación se realiza gracias a una organización determinada, tenemos aquí otro elemento: el de las reglas mínimas de conducta y las sanciones necesarias para mantener el orden, la ley y la costumbre del grupo, que deben ser establecidos y conservados a fin de que la cadena total de actividades marche fácilmente. Cada etapa parcial en el proceso de provisión de los alimentos, está regulada, desde que se planta la semilla o se cobra la presa hasta que se muerden, mastican e ingieren. Normas de conducta referentes a la técnica de cada actividad particular, disposiciones legales que definen la propiedad en su aspecto contributivo, reglas que atañen a la regulación del apetito, al reparto en porciones del producto preparado y a las maneras de consumir la comida, son tan indispensables para el sistema como sus funciones materiales. En verdad, no pueden separarse unas de las otras. Un objeto, ya sea una olla o un azadón, un plato o una hornalla, debe ser hábil, recta y cuidadosamente manipulado, desde que esto es con frecuencia importante, no sólo desde el punto de vista de la mera técnica, sino también de las normas éticas. Una nueva dimensión, la de la conducta prescripta, aparece así como una necesidad derivada, o imperativo cultural, que debe conservarse en vigencia dentro de cada grupo humano.
Si indagáramos los medios en virtud de los cuales la conducta regulada aparece y se sustenta, los encontraríamos en dos procesos: el del adiestramiento y el de la autoridad. Los sistemas educativos, la inculcación gradual de prácticas, nociones, costumbres y principios éticos, deben existir en toda cultura. Sin la enseñanza, el trabajo personal en todas y cada una de las instituciones no podría ser mantenido cuando los miembros más viejos son descartados por causa de muerte, edad o falta de aptitud para cooperar, y deben ser reemplazados por nuevos individuos. El fortalecimiento de las reglas, así como el poder que actúa detrás de toda educación, implica el elemento de coerción o autoridad. Podemos definirlo como la dimensión política, que nunca falta en ninguna cultura, y constituye el cuarto imperativo instrumental, junto con la educación, la economía y el mecanismo jurídico.  

domingo, 21 de octubre de 2018

Elementos del sistema educativo e interconexiones

La enseñanza debe constituir en cada país un todo unificado desde los niveles más elementales a los superiores. Debe responder a un conjunto coherente, equilibrando los diversos componentes y teniendo en cuenta tanto las demandas de la sociedad como los recursos disponibles; sin olvidar, como es lógico, a los destinatarios. Son, pues, los alumnos y sus necesidades quienes deben estar en el centro de todo sistema educativo.
¿Qué entendemos por sistema? "Un conjunto de atributos amén de la historia de los cambios que ocurren por la mutua interacción" (N. Moray, 1967), o bien "un conjunto de elementos en interacción" (L. Bertalanffy, 1973). Partiendo de estas afirmaciones y siguiendo a Alejandro Sanvisens (1972), podemos considerar que:

El hecho educativo y por ende el sistema que lo representa, se inserta en un medio humano y sociocultural a su vez complejo, multiforme, en cuya funcionalidad intervienen entre otros factores más o menos determinativos la misma educación como hecho, al tiempo que éste es influido y en muchos aspectos determinado, por dicho medio contextual y ambiental.

Si queremos avanzar el análisis del sistema educativo debemos preguntarnos por los inputs, los componentes del proceso y los outputs. Entre los factores de entrada o inputs hallamos los alumnos, los profesores y los recursos materiales. ¿Y cuál es la problemática general que presentan estos elementos?
Referente a los alumnos: el rápido aumento de la demanda social de educación y por lo tanto de la tasa de matriculación en todos los niveles, con el consiguiente desnivel entre la demanda social y la capacidad educativa tanto en la posibilidad de plazas escolares (con sus secuelas: clases que sobrepasan los índices de calidad, selectividad, etc.), como en la absorción social de graduados (problemas del paro y del subempleo).
En lo que concierne a los maestros, hay escasez de profesores bien cualificados en algunas áreas y deficiencias en la capacitación pedagógica de los mismos.
La problemática principal que representan los recursos materiales es que la educación es una industria de costes crecientes, cuya eficacia en la mejora cualitativa de la enseñanza no aparece clara.
Como componentes del proceso educativo podemos considerar los citados por P. H. Coombs (1971): 1) Propósitos y prioridades; 2) Estudiantes; 3) Dirección; 4) Estructura y horario; 5) Contenidos; 6) Profesores; 7) Material didáctico; 8) Edificios; 9) Tecnología; 10) Controles; 11) Investigación; y 12) Costos. Y finalmente, los mismos estudiantes, variados por el proceso, serán los outputs.
Estos componentes del proceso actuarán sobre los inputs que se tomen en cuenta (generalmente los estudiantes), y producirán resultados de la enseñanza (sobre los propios estudiantes) de cierto criterio o nivel de aceptabilidad que será medido, bien por criterios internos (establecidos por el propio centro o sistema), bien por criterios externos (establecidos por la sociedad o por personas ajenas al centro o sistema).
Esta interacción entre el sistema educativo y la sociedad es fundamental, porque cualquier modificación en uno de sus aspectos conlleva necesariamente modificaciones en los demás, ya que las relaciones entre unos y otros son la clave de su funcionamiento y afectan a los resultados, o bien para obtener parecidos resultados hay que modificar algunos otros de sus componentes. Veamos el clásico gráfico de Coombs:

  
Los alumnos se incorporan al sistema educativo a una determinada edad (a partir de la cual, y en cada país, se considera la enseñanza obligatoria y en la mayoría gratuita) y van recorriendo sus diversos grados, cursos o años agrupados formando niveles: primario, secundario y terciario o superior de acuerdo con la edad de los estudiantes o la superación de determinados niveles académicos. 

domingo, 14 de octubre de 2018

El relieve de Europa


Europa es un continente relativamente pequeño, ya que apenas ocupa 5.000 kms de Este a Oeste y unos 4.000 kms de Norte a Sur.
Al ser una gran península del continente euroasiático, Europa está rodeada de diversos océanos y mares: el océano Glaciar Ártico, al Norte; el océano Atlántico, al Oeste; y el mar Mediterráneo, al Sur.
En el relieve de Europa destacan tres grandes conjuntos.
  • La Gran Llanura Europea: Se extiende por casi todo el continente, desde una estrecha franja en el sector occidental (en Bélgica y los Países Bajos), y se ensancha ampliamente en el oriental, hasta ocupar la práctica totalidad de la Rusia europea. En general, se trata de una zona de pequeñas y monótonas colinas surcadas por grandes ríos, como el Rin, Vístula, Volga, Don y Dniéper.
  • Las mesetas y macizos montañosos antiguos: El relieve se caracteriza por una sucesión de montes muy desgastados y de poca altitud, separados por extensos valles: la Meseta Castellana, en la Península Ibérica; el Macizo Central Francés (se extiende por el centro y el sur de Francia, con montañas de poca altitud); la Cordillera Escandinava (atraviesa la Península Escandinava de Nordeste a Sudoeste; las altitudes máximas se encuentran en territorio noruego: Glitterlind, 2.452 ms; Galdhopiggen, 2.469 ms); los montes de las Islas Británicas; los Montes Urales (forman una extensa cordillera de 2.500 kms de longitud y poca altitud, pues no superan los 2.00o ms).
  • Las cadenas de montañas jóvenes: Se localizan principalmente en el Sur de Europa y presentan un relieve elevado y abrupto que dificulta las comunicaciones: Pirineos (se extiende a los largo de 415 kms entre el mar Mediterráneo y el Cantábrico; presenta sus máximas altitudes en el sector central y desciende a medida que avanza hacia el mar); Alpes (se extiende sobre una superficie de 300.000 kms² repartidos entre siete países; se divide en tres sectores: occidental, central -donde están las cumbres más altas, de más de 4.000 ms-, y oriental -más bajo, pues no supera los 2.500 ms-); Cárpatos; Apeninos; Balcanes; Cáucaso (está situado entre los mares Negro y Caspio; presenta sus altitudes máximas en la zona central: Elbrus, 5.633 ms; Dykh-Tau, 5.203 ms; Chkhara, 5.068 ms).

sábado, 13 de octubre de 2018

Fundamento del aprendizaje

Sería prolijo comenzar estudiando las teorías psicológicas del aprendizaje y las diferencias que existen entre este concepto y maduración, adaptación sensorial o instinto. Es suficiente ahora notificar que el aprendizaje supone la adquisición de unas conductas de cierta permanencia mediante la práctica individual de actividades relativas a ellas. Multiplicar, por ejemplo, no es una conducta que aparezca con la maduración, no es algo específico de la especie humana (instinto), ni tampoco se debe a la necesidad del individuo de adaptarse a una situación determinada. El sujeto multiplica, simplemente, porque ha aprendido la mecánica y la lógica de la operación matemática "multiplicar".
Si acudimos a Fernández Huerta, tras analizar los estudios de psicólogos de la educación, psicólogos del aprendizaje y psicodidactas, el aprendizaje se diferencia por los siguientes descriptores: a) modificación o cambio duradero de la conducta -no es necesaria una permanencia total-; b) de las disposiciones o aptitudes individuales; c) que se manifiesta en el cambio, variación o extinción de respuestas o comportamientos; d) que se produce gracias a la práctica intencional y reforzada; e) de un contenido que puede ser integrado.
Lo importante para el didacta es que todo aprendizaje requiere para ser tal:

 1º)  Una situación "materialmente apta" para que se produzca. A esto lo denominamos maduración discente.
 2º)  Una actividad intencional y sistemática sobre los contenidos de aprendizaje o paquetes didácticos. Es el trabajo personal que siempre exige esfuerzo.
 3º)  Un conjunto de incentivos que provoquen en el interior del sujeto la suficiente fuerza motivacional. Si no hay motivación no existe aprendizaje integrado.
 4º)  Una modificación (mejora o corrección) de la conducta que se especifique en aptitudes, actitudes, creencias, hábitos, etc.

La ausencia de cualquiera de estos elementos prohíbe el verdadero aprendizaje, según el antiguo principio: todos son necesarios y ninguno suficiente. Se puede, por ejemplo, y aunque no se deba, explicar a un niño de nueve años el concepto de "derivada"; garantizamos la motivación y la calidad y cantidad de actividades, y hasta ha habido un mejoramiento conductual en cuanto que es capaz de decir: "límite hacia el cual tiende la razón entre el incremento de una función y el correspondiente de la variable cuando éste tiende a cero". Se cae en uno de los graves defectos de la didáctica: el memorismo. Como tal se olvidará en breve, incumpliendo el requisito del aprendizaje que habla de "cierta permanencia". No ha habido verdadero aprendizaje porque estaba ausente la adecuación a la maduración del individuo. Similares ejemplos pueden aclarar el concepto si se juega con la irregularidad o nulidad de existencia de los otros componentes.
Conviene también tener conciencia de los niveles de aprendizaje. Como tal aprendizaje, sea cual fuere el nivel, hay siempre cambio de comportamiento; pero según sea su entramado, es decir, conforme ponga en juego más conductas nuevas y poseídas, será cualitativamente más optimizante. Como decía Arsenio Pacios (1980):

La actividad instructiva formativa es aquella que, además de la adquisición del saber, se propone el aumento de la perfección del entendimiento del docente y que se hace con un determinado grado de perfección, capaz de producir el logro de dicho objetivo.
Arsenio Pacios, Introducción a la Didáctica

Es decir, hay un primer grado de instrucción que es la adquisicón del saber y que vamos a denominar interiorización. Los contenidos se instalan en el interior de la personalidad y están dispuestos para ser usados, pero sin relacionarse con otros contextos similares del saber. De todos modos, el sujeto es capaz de hacer algo, pero sin el suficiente sentido de una personalidad global y definida.
Un segundo grado lo representa la asimilación. El aprendiz estructura los nuevos aprendizajes dentro de un contexto que tiene características comunes. Es el caso del aprendizaje que relaciona la mecánica con la electricidad o el análisis morfológico con el sintáctico, por ejemplo, en otro orden de transferencia. 
Finalmente, el grado de integración, gracias al que se forma un sistema reticular total, en una perfecta urdimbre, donde todo se relaciona con todo. Es así como se producen los procesos de transferencia tanto horizontal como vertical, cuando el aprendiz trasvasa aprendizajes genuinos de la física al dibujo lineal o de la sociología a la psicología. Este último grado es garantía de conductas creativas o como mínimo originales.


sábado, 6 de octubre de 2018

Edad Media: Campesinos, monjes y nobles

El campesino vivía en una choza de adobe de una sola habitación, iluminada por un ventanuco por donde salían los humos del hogar. Únicamente comía carne ahumada o en salazón en fechas señaladas y en época de matanza. Condimentaba mucho los alimentos con especias para enmascarar su mal gusto. Apenas disponía de agua para beber y lavarse y tenía que trabajar de sol a sol para alimentar a sus hijos.


Los monjes vivían en monasterios; se dedicaban a rezar, pero también al trabajo intelectual y a las tareas agrícolas. Alrededor del claustro se situaban las celdas (habitaciones de los monjes), la iglesia, el refectorio (comedor), la biblioteca, los talleres, la cocina, el molino, el granero, los establos, la forja, la enfermería, la hospedería (habitaciones para huéspedes) y, finalmente, los jardines y huertas.
La campana repicaba ocho veces al día llamando a oración. La dieta de los monjes era muy ligera. Dormían en un camastro en su pequeña celda; el frío era constante entre los muros del monasterio.
Algunos nobles, siguiendo la moda del momento, calzaban zapatos de un tamaño hasta tres veces mayor que la longitud de su pie. Para evitar el mal olor, pues se bañaban una o dos veces al año, usaban una mezcla de almizcle, clavo y nuez moscada.
Los banquetes eran amenizados por juglares y trovadores. Comían con las manos, procurando utilizar los tres primeros dedos; empleaban una escudilla por pareja y cubiletes para beber.
Cuando no había festejos, las mujeres vivían enclaustradas en sus habitaciones, dedicadas a la costura y la oración.
Con las Cruzadas, Occidente entró en contacto con la vida oriental: comenzaron a construirse lujosos palacios para los nobles y los reyes, rodeados de jardines por donde discurría el agua. Los hombres y las mujeres se adornaban con sedas y joyas, y el baño y los perfumen entraron a formar parte del aseo diario. Las comidas se sazonaban con especias exóticas, y los postres consistían en frutas variadas, desconocidas en Europa. Los adornos y vajillas eran de porcelana y cristal. La luz y el color invadieron todas las estancias de los palacios y de las casas acomodadas.