lunes, 21 de abril de 2014

La transmisión de la cultura

La herencia cultural hace posible la evolución cultural; esto es, la evolución del conocimiento, la ética, las estructuras sociales y todos los demás elementos que constituyen la cultura, haciendo posible un nuevo modo de adaptación exclusivo de los seres humanos: la adaptación por medio de la cultura. Los organismos, en general, se adaptan al ambiente por medio de la selección natural, cambiando su constitución genética a lo largo de las generaciones de acuerdo con las exigencias del ambiente; pero el hombre, y sólo el hombre, puede también adaptarse cambiando el ambiente, de acuerdo con las necesidades de sus genes. De hecho, durante los últimos milenios, los seres humanos han adaptado los medios ambientes naturales a sus genes mucho más frecuentemente que sus genes a los ambientes.
Partiendo de un humilde origen africano, el hombre se ha convertido en el mamífero más abundante de la tierra. La aparición de la cultura, que un modo superorgánico de adaptación, ha hecho de la humanidad la especie más próspera del planeta.
La adaptación humana por medio de la cultura ha prevalecido sobre la adaptación biológica, por tratarse, la primera, de un modo de adaptación más rápido y porque puede ser dirigida.
Francisco José Ayala, Origen y evolución del hombre (adaptado)

La cultura es algo peculiar y propio del hombre y de la mujer. En ella se incluyen aquellas actividades humanas que no son meramente biológicas y sus resultados. La cultura abarca las estructuras sociales y políticas, las maneras peculiares de satisfacer las necesidades, los comportamientos sociales y religiosos, y otras actividades, como el lenguaje, la literatura, el arte, los conocimientos cientificotécnicos y todo lo que es fruto de la creatividad humana.



 Clases de cultura 
En la humanidad existen dos clases de herencia: la biológica y la cultural. La primera es en el ser humano semejante a la de los demás organismos dotados de reproducción sexual y está basada en la transmisión de la información genética codificada en el ADN. La herencia cultural es exclusivamente humana y reside en la transmisión de información mediante un proceso de enseñanza y aprendizaje, que es independiente de la herencia biológica.
El hombre es un animal que debe saber para ser lo que es y para poder subsistir; además ha evolucionado en el sentido de incrementar progresivamente su capacidad de saber y puede aprender de forma rápida. Mientras que la información que se incorpora a los genes se realiza al ritmo de la evolución, es decir, en un proceso que puede durar varios miles de años, el aprendizaje humano marca un nuevo ritmo evolutivo: mediante el lenguaje, la persona aprende e incorpora nuevos saberes a un ritmo extraordinariamente rápido.
Y en la medida en que ese saber se aplica a la transformación de su entorno, el ritmo de cambio del propio entorno se acelera de forma considerable planteando nuevas exigencias adaptativas, lo que da a la vida humana un dinamismo extraordinario. De algún modo, la "evolución" del mundo se ha acelerado desde la aparición del hombre.
La cultura se transmite mediante lo que se conoce como proceso de socialización, es decir, no sólo como resultado de un proceso de enseñanza y aprendizaje reglado, sino además por imitación y por interacción con el entorno familiar y social, por los distintos medios de comunicación: el lenguaje oral, escrito o icónico, y mediante cualquier tipo de soporte: medios de comunicación de masas, cine, prensa, radio, televisión, etc.
La herencia cultural hace posible para la persona algo que no pueden realizar los animales: la transmisión acumulativa del saber de generación en generación y su difusión a todos los miembros de la especie por distantes que éstos estén. Los animales pueden aprender e, incluso, puede darse una cierta difusión de lo aprendido siempre de carácter inmediato y por imitación y, por ello, ligado a una experiencia individual y concreto. Por el contrario, el ser humano es capaz de transmitir sus experiencias y su saber a las generaciones futuras creando un acervo de saber que se va ampliando progresivamente.
Esto hace posible la evolución cultural, es decir, el cambio de las estructuras sociales y políticas, del arte, de la ética y las normas sociales, y de todas las realizaciones sociales que constituyen lo que hemos llamado cultura, haciendo posible un nuevo tipo de adaptación al medio, exclusivo del ser humano: la adaptación por medio de la cultura.

viernes, 18 de abril de 2014

El problema teleológico

1. Importancia de los fines de la acción educativa
El problema del fin es, indiscutiblemente, el más importante dentro de la teoría educativa. De este problema esencial derivan los problemas de contenido, de método y de organización escolar. La acción educativa supone, pues, un sistema organizado de medios para lograr un fin determinado.

2. La concepción del mundo y la finalidad de la educación
¿Qué es el hombre y qué aspira a ser? Tal es, en esencia, el problema capital de la educación. Todo lo demás se reduce a medios, a problemas de contenidos y de técnicas educativas para alcanzar esa imagen del hombre.
La idea del hombre varia con las épocas y los pueblos, por consiguiente, varia también el concepto de la educación. Por ello, no puede ser dado en conceptos universalmente válidos. Los ideales educativos están vivos, aparecen y desaparecen a través del tiempo, en relación con los ideales de vida de la generación que educa.

3. Clasificación de los fines

 El fin general humano y los fines particulares de la educación 
Al hablar de fines educativos hay que distinguir entre el fin general, último de la educación, y los numerosísimos fines particulares.
El fin general de la educación es la conquista del ser espiritual que se alcanza en el mundo de la cultura. La educación no puede ser sino un proceso de humanización. Debe preparar al ser para que cumpla su destino de hombre según sus posibilidades y exigencias.
Los fines particulares de la educación son innumerables: fines cívicos, políticos, económicos, éticos, estéticos, utilitarios; fines que tienden al individuo como miembro de una determinada clase social o profesión, fines que conciernen a la vida práctica, etc. Pero todos estos fines particulares han de estar subordinados siempre al fin general de la educación.

 Fines inmanentes y fines trascendentes 
Los fines de la educación pueden dividirse además en dos clases: los fines inmanentes son aquellos que se dirigen al desarrollo individual (aptitudes, vocación, capacidad), y los fines trascendentes que se imponen desde fuera y están más allá de la individualidad del sujeto (Dios, justicia, verdad, belleza).
Algunas doctrinas pedagógicas (por ejemplo, Rousseau), identifican el fin con el desarrollo: la educación no puede crear nada, no puede imponer ninguna finalidad desde fuera. El fin de la educación no puede buscarse sino en el desarrollo de la vida misma.
Otros pedagogos contemporáneos (por ejemplo, Natorp) postulan fines que miren más allá del mero desarrollo natural y espontáneo. Estos fines deben ser buscados en el mundo de la cultura, en un orden de valores sociales y espirituales superiores al individuo mismo.

 El fin general, según Jonas Cohn 
Para Jonas Cohn, los fines de la educación dependen de la concepción de la vida, del sentido de la existencia humana, de la opinión que se tenga acerca de los valores. Y entre todos los valores, propone los valores morales, por lo que plantea que la finalidad general de la educación es la moralidad.
Obedecer conscientemente a una ley reconocida objetivamente como justa y que está cimentada en lo más íntimo de uno, significa obrar con autonomía. La heteronomía, en cambio, significa la sumisión ciega a la voluntad ajena, a la ley exterior, sin que ésta esté apoyada por el propio entendimiento. La anomía es la falta de ley, la ausencia de toda norma. Obra con anomía el que obedece a la mera impulsividad, a los instintos, a las fuerzas ciegas de la naturaleza, arbitrariamente.
La formación para la voluntad moral del hombre sólo es posible dentro de una comunidad. El hombre sólo llega al entendimiento de su deber mediante el conocimiento de su posición en un conjunto social y cultural. Desde el punto de vista social, el objeto de la educación será incorporar al individuo a la comunidad histórica a la que pertenece, pero garantizando al mismo tiempo su personalidad autónoma. Es decir, que la educación debe cumplir plenamente dos requisitos: lograr la autonomía del educando y su integración a la comunidad. 

El planteamiento de Dewey en el problema de los fines
Dewey modifica sustancialmente la postura tradicional que desvinculaba el proceso, la actividad educativa, del fin mismo. Los fines están implícitos en el proceso educativo; no constituyen algo externo ni agregado. Si la educación tiene un fin, éste no puede consistir en otra cosa que en capacitar al ser joven para continuar su propio desarrollo, para despertar sus capacidades creadoras en la continuidad del proceso formativo. Los fines y los medios están, pues, estrechamente conexionados. Todo medio es un fin hasta su logro. En realidad, los medios no son sino secciones fraccionadas de fines.
Dentro de la pedagogía activista y experimentalista de Dewey, esta concepción acerca de los fines, es, posiblemente, la que más ataques ha recibido por su rechazo de toda aspiración fundamentada en ideales morales superiores y la negación de la existencia de valores absolutos. Así, su posición es muy cercana a la concepción de Rousseau. Sin embargo, hay diferencias fundamentales: para Rousseau, la finalidad de la educación está dado por la naturaleza individual, sin el contexto social que para Dewey tiene toda experiencia.

jueves, 17 de abril de 2014

Platón: El conocimiento

En la concepción platónica conocer consiste en recordar; el conocimiento es reminiscencia (anámnesis); el alma, cuya existencia precede a su unión con el cuerpo, contempló en dicha preexistencia la auténtica realidad, las ideas; mas en el momento de su unión corporal olvidó lo contemplado y, posteriormente, al entrar en contacto por medio de los sentidos (oído, tacto, etc.) con las cosas de este mundo, recuerda las vistas con anterioridad. Por ejemplo, en este mundo observamos caballos más o menos perfectos e imperfectos y, de este modo, nos acordamos del auténtico caballo, del caballo del mundo ideal; en este mundo contemplamos acciones más o menos justas y este hecho hace que recordemos la auténtica justicia, etc.

1. Clases de conocimientos
De igual manera que distinguió dos mundos, uno aparente y otro auténtico, Platón también discernió entre dos clases de conocimientos: el verdadero saber, la auténtica ciencia (epistéme) y la opinión o saber aparente (dóxa).


La escuela de Platón
(mosaico romano)
Según este filósofo, la calidad del conocimiento depende de la naturaleza de los objetos conocidos, de este modo, el conocimiento de los objetos del mundo sensible será también inauténtico o aparente: dóxa. Este tipo de conocimiento nos es suministrado por los sentidos; pero éstos nos engañan. En cambio, cuando el alma logra evadirse de las realidades sensibles y elevarse al mundo de las ideas, entonces tiene lugar el verdadero conocimiento: epistéme.
Así pues, el auténtico conocimiento, la verdadera ciencia (epistéme) se refiere al mundo inteligible, a los seres que siempre son, que ni nacen ni perecen; en cambio, el conocimiento aparente o simple opinión (dóxa) alude al mundo sensible, a las cosas que se encuentran en continuo devenir, que nacen y mueren. De este modo, en paralelo con las distintas clases de seres de cada nivel, Platón distinguía en cada nivel dos tipos de conocimiento, a saber: a) a nivel de la simple opinión, establece la conjetura o imaginación (eikasía), que se limita al conocimiento de las simples apariencias sin intentar penetrar en su sentido, y la opinión plausible (pístis), que tiene por objeto la "comprensión ordenada de las cosas naturales y artificiales"; b) a nivel de la ciencia diferenciada entre el pensamiento discursivo (dianoia) o actividad racional, cuya finalisad son los números, los entes matemáticos; y el conocimiento supremo o ciencia suprema, que pretende captar las ideas en sí mismas.

2. La dialéctica
La ciencia suprema, cuyo objetivo es el conocimiento de la suprema realidad, procede dialécticamente. Sólo puede existir auténtico conocimiento de la verdadera realidad; ahora bien, en el mundo sensible los seres humanos se encuentran enormemente alejados de dicha realidad; se impone, por consiguiente, realizar el esfuerzo adecuado para ascender desde el conocimiento del mundo sensible al conocimiento del mundo inteligible. Esta elevación recibe el nombre de dialéctica.
La dialéctica, pues, consiste, en un primer momento, en ascender cognoscitivamente desde el mundo sensible al mundo inteligible; pero este proceso no basta, y, en segundo lugar, es preciso que una vez llegados al mundo inteligible, continuemos subiendo de idea en idea hasta suprema idea (o lo que es lo mismo, de realidad en realidad hasta la suprema realidad): la Idea de Bien. El motor de la dialéctica es el amor (eros).

Eros, empezando por las cosas bellas de aquí y sirviéndose de ellas como de peldaños, va ascendiendo continuamente: de los cuerpos bellos a las bellas normas de conducta y de las normas de conducta a los bellos conocimientos y, partiendo de éstos, terminar en aquel conocimiento que es conocimiento no de otra cosa, sino de aquella belleza absoluta, para conocer finalmente la belleza en sí.
Platón, El banquete

Para Platón, el citado ascenso cognoscitivo es, al mismo tiempo, una elevación en el ser o, expresado de otro modo, el ascenso es simultáneamente epistemológico y ontológico; pues en él, el alma elevándose hasta la contemplación de las ideas se perfecciona a sí misma, adquiere su auténtico ser. En este aspecto, por tanto, Platón superó a su maestro; en Sócrates la dialéctica consistía en el arte del diálogo, mediante el cual se ascendía en el conocimiento de los datos particulares y sensibles a la esencia universal; en Platón, de distinto modo, se trataba también de una elevación en el ser: en este ascenso el ser humano se realiza, consigue su plena entidad.

miércoles, 16 de abril de 2014

El problema antropológico

1. Antropología científica y antropología filosófica
La antropología es la ciencia del hombre. Por su enfoque y por los métodos empleados para su investigación, pueden considerarse dos disciplinas distintas: la antropología científica y la antropología filosófica. Ambas fundamentan la pedagogía.
La antropología científica intenta darnos una visión científica de "todo el hombre"; pero su enfoque es fragmentario, unilateral, según el punto de vista parcial de la ciencia que contribuya al esclarecimiento de la naturaleza del hombre.
La antropología filosófica no es parcializadora; intenta dar una visión global, unitaria y esencial del hombre. Le preocupa el ser del hombre, su destino, su puesto en el cosmos.

2. Concepciones cosmológicas y concepciones antropológicas
En las concepciones cosmológicas el hombre se nos aparece en función de la totalidad del universo; vale decir, que interesa aquí más la estructura del mundo que la ubicación del hombre en él. El hombre no es más que una parte dentro del universo.
En las concepciones antropológicas, el universo está dado en función del hombre. La reflexión se torna antropocéntrica. El centro de referencia es siempre el hombre.



3. Los orígenes de la antropología filosófica y sus implicaciones pedagógicas
La reflexión del hombre acerca del hombre se remonta a los comienzos mismos de la meditación filosófica. Con Sócrates adquiere primacía e independencia con respecto a la concepción cosmológica. El problema antropológico separa la filosofía socrática de la presocrática.
El sentido de la vida humana radica, para Sócrates, en el permanente escrutinio de su existencia; en una continua actitud indagatoria acerca de las condiciones de su diario vivir. Este constante autoexamen se realiza con miras a la búsqueda de la virtud y de la perfección moral. Deber ineludible del hombre será el de buscar la ley dentro de sí mismo y actuar de conformidad con la razón.
¿Cuáles son las implicaciones pedagógicas de la concepción antropológica socrática?
Para Sócrates, el fin último de la filosofía es la educación moral del hombre. La pedagogía socrática se fundamenta en su concepción subjetiva del problema del conocimiento. Dentro de sí mismo, en su interioridad, el hombre encuentra su norma de conducta y la determinación de los fines de la vida. Sócrates hace del diálogo su método de enseñanza. Por medio de la mayéutica trata de guiar, mediante la propia reflexión, al descubrimiento de la verdad. El acto educativo, que supone una relación bipolar entre educando y educador, se realiza eminentemente en la intimidad del ser que se educa (como autoeducación); el estímulo externo del educador sólo adquiere aquí valor cuando supone una invocación, un llamamiento a la espontaneidad del desarrollo personal del educando.

4. Algunas concepciones antropológicas contemporáneas y su repercusión en la pedagogía
Es en nuestro tiempo cuando el hombre más se ha esforzado en su propia comprensión, precisamente por la crisis en la que está sumergido. Ilustremos con algunos ejemplos las consecuencias pedagógicas de concepciones antropológicas contemporáneas:

 a - La doctrina de Max Scheler 
Max Scheler (1874-1928) considera que el hombre no representa simplemente un grado más elevado en la evolución del reino animal. El hombre posee una esencia que lo determina y que le concede un puesto singular frente a todos los demás seres vivos. Esa esencia es el espíritu. Scheler determina una serie gradual de fuerzas y facultades psíquicas en el ser biopsíquico:

- El impulso afectivo, como la energía que lo mueve todo.
- El instinto, como conducta innata y hereditaria, al servicio de la especie y no para la experiencia particular del individuo.
- La memoria asociativa, que determina la conducta por el hábito que se logra mediante la repetición de los hechos.
- La inteligencia práctica, que se da en el hombre y otros animales superiores, por la cual se pueden afrontar nuevas situaciones, sin necesidad de tanteos o ensayos anteriores.
Scheler sostiene que la esencia del hombre está por encima de la inteligencia práctica. Los griegos ya la denominaron con el nombre de razón. Scheler prefiere utilizar la palabra espíritu, que abarca el concepto de razón, pero además comprende una determinada especie de intuición y de actos emocionales y volitivos (amor, bondad, veneración, etc.).
Por último, para Scheler el hombre es el único ser que posee conciencia de sí mismo. Es el ser que es capaz de decir "NO" a sus impulsos y tendencias de la esfera orgánica, y de canalizarlos para ponerlos al servicio de la actividad espiritual.
La pedagogía que emerge de la concepción de Scheler se dirige a la plenitud humana, no al desenvolvimiento unilateral del intelecto que se centra en el saber enciclopedista. Es una pedagogía que tiene como finalidad de la educación la formación total del hombre, en su individualidad psicobiológica y en su ser sociocultural.

 b - La antropología filosófica de Ernst Cassirer 
Para Cassirer (1874-1945), el hombre se caracteriza y se diferencia de los demás seres vivos por su capacidad de crear y captar símbolos. A medida que progresa la actividad simbólica humana, retrocede la realidad natural.
Cassirer no define al hombre mediante una esencia metafísica, sino que lo define por su obra, por su sistema de actividades. Su definición como animal simbolizante es funcional, no sustancial. Es su obra, en definitiva, lo que caracteriza y determina el círculo de la humanidad.
Cassirer afirma que, a través de la actividad simbólica, el hombre organiza su propio universo, que le permite comprender, interpretar y universalizar su propia experiencia. Ahora bien, sólo la educación podrá hacer progresar esta actividad simbólica, y posibilitará por tanto una mayor comprensión de la realidad.

 c - Existencialismo 
En líneas generales, diremos que el existencialismo es la filosofía de la existencia humana concreta. Es la filosofía que se ocupa del "yo existente", del "yo individual", y no del "yo pensado" considerado en abstracto. El existencialismo coloca en el centro de toda indagación filosófica al hombre concreto, que sufre, que vive, que se angustia con la inevitabilidad de la muerte, que lucha aquí y ahora.
El punto de partida de la investigación filosófica existencialista no es la esencia sino la existencia. Según Heidegger, la esencia del ser humano consiste en su existencia. El hombre no es un ser racional, o social, o natural: es un ser existente.
Una característica de la existencia humana es "estar-en-el-mundo". El hombre es el ser por quien las cosas adquieren sentido. Sin nosotros, el mundo existe como una simple totalidad de cosas sin sentido. El hombre es quien realmente crea el mundo. Nuestra angustia proviene de que tenemos conciencia de haber sido "arrojados" al mundo; que estamos como abandonados en el mundo y que hemos de asumir plena responsabilidad de todos nuestros actos.
El hombre es el único ser que sabe que ha de morir inevitablemente. Cuando el hombre olvida su muerte, cuando rechaza la idea de la muerte como si a él no le afectara personalmente, se olvida de su yo auténtico, de su verdadera existencia, para sumergirse en una vida inauténtica, en una existencia deficiente. El hombre que lleva una existencia auténtica no se conforma con vivir simplemente, y toda opción que hace la realiza como si ella fuera la última de su vida.
Para la pedagogía que brota de la filosofía existencial, sólo el autoesclarecimiento y la reflexión personal auténtica pueden ayudarnos a descubrir las normas que deben regir nuestra conducta ética. El hombre, ser absolutamente libre, se hace continuamente; él es su propio educador. El hombre auténtico es el ser autodidacta. La función del educador residirá en estimular y ayudar al alumno a abrirse camino hacia su propia realización personal y a la búsqueda de una verdadera autenticidad.

lunes, 14 de abril de 2014

La vegetación de la España mediterránea

1. Características de la vegetación de la España mediterránea
Dos son los aspectos más sobresalientes:
 a)  El predominio de la asociación constituida por la encina o carrasca como especie dominante.
 b)  La intensa deforestación experimentada por el bosque esclerófilo.


La colonización del encinar (querción illicis) se produjo en el período óptimo postglaciar. Las condiciones originarias (mayor humedad y temperatura) fueron distintas a las actuales; por ello, la encina tuvo que crear unas condiciones especiales para adaptarse a una mayor aridez. Está, pues, en condiciones desbióticas. Para resistir creó un suelo umbroso y ácido. Rotas por el hombre estas condiciones inestables es difícil reconstruir el antiguo monte. Los habitantes de la Península han roturado extensos espacios, las mejores tierras, pero además, mediante talas y rozas abusivas no sólo han alterado la fisonomía de la formación, sino que han favorecido el desarrollo de formaciones regresivas subseriales, arbustivas o matorrales, como el romero, jaras, tomillares, etc.

2. Las asociaciones vegetales
La encina es la especie más característica del bosque esclerófilo. En su etapa clímax era una formación cerrada, con árboles de gran porte y un subsuelo de especies umbrógenas (madroño, lentisco, durillo), entremezcladas por lianas. Hoy es una asociación muy modificada de gran ubicuidad; se encuentra tanto en el norte como en el sur.
Cuando las precipitaciones son mayores, las temperaturas de invierno más suaves y los suelos silíceos, es sustituida por el alcornoque, que se extiende por el sudoeste, en la zona montañosa del Estrecho y en las penillanuras del oeste. En las zonas con mayor humedad y temperaturas más bajas, dos robles compiten con la encina: el rebollo y el quejigo o roble enciniego, dos especies que se extienden por los páramos y bordes marginales de las cuentas terciarias. Las zonas con inviernos más fríos y aridez más acusada, son colonizadas por la sabina albar, que se desarrolla ampliamente por los núcleos ibéricos. Por último, los pinares ocupan suelos silíceos y calcáreos. Los más difundidos son el piñonero, el rodeno o negral y el pino carrasco, los dos primeros en Castilla-León y el último, termófilo y resistente a la aridez, en el Levante.
Las etapas regresivas del querción illicis se producen a través de formaciones pinariegas y de matorrales. Estos últimos pueden representar una primera etapa conservadora o una regresiva. En suelos silíceos y clima relativamente lluvioso y cálido se desarrolla el maquis: formación frutescente y densa formada por madroños, acebo y brezo arbóreo. Por el contrario, en etapa más regresiva, y en condiciones ecológicas más severas, las formaciones rastreras de labiadas (romero, tomillo, espliego, lavanda), con calveros en las etapas más regresivas, ocupan una gran extensión.

3. El área del palmito
Esquivando palmitos
en la subida a La Huma (Málaga)
Desde el bajo valle del Llobregat hasta el estrecho de Gibraltar, extendiéndose por el Algarve y las Baleares, existe una formación vegetal, cuya especie dominante es una palmácea -el palmito-, que por su significación constituye un conjunto botánico distinto al de la encina. Es el piso infrailicínico, de interpretación dudosa. La formación de matorrales y arbustos, es de clara tendencia termófila y acusada xerofilia, en estrecha relación con las condiciones ecológicas: el palmito, el pino carrasco, el lentisco, la maraña o coscoja, el acebuche, algarrobo, y especies de abolengo africano como el araar o tuya y el azufaito tunecino, son las más representativas de la formación. Son especies litorales; por ello, se ha tratado de interpretar o bien como etapa regresiva de la encina en un medio de acusada aridez, o como una asociación especial. De cualquier manera, el sureste árido presenta, además de la asociación del palmito, una xeroestepa constituida por espartizales (esparto, albardín) favorecidos por el hombre (fibras textiles), que se extiende también por Aragón.

4. La vegetación de las montañas
Las montañas introducen condiciones distintas a las llanuras: mayor humedad, insolación, temperaturas más bajas, vientos fuertes. Por ello, desde la base hasta las zonas cacuminales existe un cambio en las formaciones y asociaciones vegetales.
En las montañas cantábricas se suceden en altura al roble común, el rebollo, las hayas y la pradera alpinizada. En los Pirineos es más compleja: encinas, alcornoques y pinares en el piso basal; robles y pinos (laricio) en el montano inferior; pino silvestre y hayas, en el medio; abetos y pinos negrales, en el superior; matorrales (rododendro, piorno) y praderas alpinas. En las montañas más meridionales desaparecen las hayas y abetos y se reducen a encinas y robles.

domingo, 13 de abril de 2014

El problema de la educación

La educación es un hecho, un fenómeno o realidad dinámica en la vida de los pueblos. Pero la educacion es algo más que un hecho condicionado sociológicamente. Es también una aspiración, una continua tendencia hacia el perfeccionamiento espiritual del hombre. La educación no puede ser entendida como una solución definitiva. Por su esencia, es un problema complejo que reclama constantemente soluciones.
Ya lo dijo Kant, la educación es el problema mayor, porque está ligado a todos los aspectos fundamentales de la existencia del hombre, considerado como individuo y como miembro de la comunidad; tiene la complejidad de la vida misma, en su indivisible unidad de naturaleza y espíritu.
Podríamos considerar tres tipos de problemas:
 a)  Los problemas previos de la educación: constituyen el problema de la posibilidad (¿se puede educar?, ¿en qué medida?) y el problema de la legitimidad (¿se debe educar?).
 b)  Los problemas centrales o fundamentales, que abarcan a su vez: 1) El problema primario, relativo a los fines de la educación (problema teleológico); 2) Los problemas derivados de los medios (de contenido, de método, de organización y administración escolar).
 c)  Los problemas secundarios o accesorios implican numerosísimos e intrincados problemas menores, que derivan a su vez de los fundamentales (problemas de horario, de material didáctico, etc., etc.).


1. El problema de la posibilidad de la educación
¿ Se puede educar ? ¿ Cuáles son los límites de la influencia del educador sobre el individuo ? Es obvio que la negación de toda influencia de la acción educadora intencional haría inútil todo esfuerzo educativo y sería estéril toda concepción pedagógica. Ahora bien, ¿ todos los pensadores han estado de acuerdo en proclamar la eficacia de la educación ? 
La historia nos muestra dos teorías contradictorias: la optimista, que admite la posibilidad ilimitada de la educación; y la escéptica, que niega rotundamente a la acción educadora toda influencia decisiva sobre el individuo.
La teoría optimista, llamada también dogmática, considera la educación como omnipotente: el hombre no es sino lo que hace la educación de él. Esta concepción se basa en la teoría psicológica según la cual el alma es originariamente una tabla rasa que se va construyendo poco a poco mediante las representaciones del mundo exterior que surgen de los sentidos. Esta doctrina fue desarrolla con toda amplitud por Locke.
La teoría escéptica o pesimista parte del supuesto de que el carácter es congénito, y se desarrolla con o a pesar de la acción educativa. Schopenhauer cree que la herencia es algo todopoderoso que marca de forma inexorable la naturaleza de cada individuo y determina con antelación sus conductas.
Sin embargo, las posiciones referidas son exageradas. Ninguna de las dos encierra toda la verdad.
Esta se halla en medio de ambas: afirmamos la educabilidad del hombre, pero reconocemos sus limitaciones. La educación es posible, pero tiene sus limitaciones en la naturaleza del educando. La educación no lo puede todo, pero ejerce una influencia tan grande que puede llegar a crear una segunda naturaleza. La educabilidad está para cada educando en razón directa de la riqueza, variedad, magnitud y cualidad de sus aptitudes.

2. El problema de la legitimidad de la educación
¿ Es lícito educar ? ¿ De dónde proviene el derecho a ejercer determinadas influencias sobre los jóvenes ?¿ Educar no es en cierto modo forzar a otro ser ? ¿ No supone violentar, coaccionar la naturaleza originaria del educando ? El educador tendría que preguntarse si la acción educadora consciente y sistemática es necesaria para ayudar al joven a desenvolver su naturaleza originaria y elevarse al plano espiritual auténticamente humano, o si, por el contrario, debe dejar obrar libremente a esa naturaleza originaria para no lesionar los derechos a la libertad individual.
El problema del derecho a educar no puede ser resuelto en un plano exclusivamente individual. Es preciso plantearlo desde el punto de vista social. La educación legítima es aquella que no considera al individuo aislado sino inserto en colectividades, que no alienta la formación del hombre como mera individualidad egoísta sino que lo afirma como ser social que desarrolla su conciencia moral y su sentido de la responsabilidad mediante la convivencia con los demás hombres.

sábado, 12 de abril de 2014

El estudio de la guerra

La guerra primitiva no es ni caprichosa ni instintiva; constituye simplemente uno de los mecanismos de interrupción que ayudan a mantener las poblaciones humanas en un estado de equilibrio ecológico con sus hábitat. Si las guerras son provocadas por instintos homicidas innatos, entonces poco es lo que cabe hacer para impedirlas. En cambio, si son provocadas por relaciones y condiciones prácticas, entonces podemos reducir la amenaza de guerra modificando estas condiciones y relaciones.
Únicamente un conjunto sumamente poderoso de fuerzas culturales puede explicar la práctica del infanticidio femenino y tratamiento preferencial otorgado a las criaturas de sexo masculino. Desde un punto de vista estrictamente biológico, las mujeres son más valiosas que los hombres. La mayor parte de los varones son, en lo que se refiere a la reproducción, superfluos, puesto que basta un sólo hombre para dejar embarazadas a cientos de mujeres. Sólo las mujeres pueden dar a luz y amamantar a los niños (en sociedades que carecen de biberones y de fórmulas que sustituyan a la leche materna). De existir algún tipo de discriminación sexual contra las criaturas, predeciríamos que los varones serían las víctimas. Pero sucede al revés. Esta paradoja es muy difícil de comprender si admitimos que las mujeres están capacitadas física y mentalmente para realizar todas las tareas básicas de producción y subsistencia con independencia total de cualquier ayuda de los varones.
La presunta base biológica de la división sexual del trabajo es completamente absurda. Mientras todas las mujeres de un grupo no se encuentren al mismo tiempo en el mismo período de embarazo, las mujeres podrían administrar perfectamente por sí solas las funciones económicas consideradas como prerrogativa natural de hombre, como, por ejemplo, la caza o el pastoreo.
La única actividad humana, aparte de la sexual, para la cual es indispensable la especialización del varón es el conflicto bélico que requiere armas de mano.
La guerra invierte el valor relativo de la aportación que hombres y mujeres hacen a las perspectivas de supervivencia del grupo.

domingo, 6 de abril de 2014

Adolescencia: la crisis necesaria

Presentamos a continuación un interesante dossier sobre adolescencia elaborado por Isabel Menéndez Benabente, psicóloga con una larga trayectoria en formación con padres, docentes y adolescentes en situaciones de conflicto.



 
En este trabajo reflexionaremos sobre algo que nos interesa a todos, absolutamente a todos, bien porque lo hemos pasado, o lo estamos sufriendo, o tenemos recuerdos afortunadamente lejanos, pero lo que está claro es que como padres nos ha tocado o nos tocará alguna crisis adolescente... Nosotros como adultos la hemos ya pasado, algunos hace mucho, pero ¿la recordamos todavía? ¿O se nos ha olvidado totalmente, hasta el punto de no comprender qué pasa con nuestros hijos adolescentes? ¿Creemos realmente que son totalmente diferentes a los adolescentes que fuimos nosotros, no nos damos cuenta de que pueden sentir igual, y que sólo han cambiado las circunstancias? Empezaré leyendo una carta de una madre que creo es muy significativa, estoy segura de que muchos de ustedes se van a sentir muy identificados:

"Empiezo a pensar que esto no tiene solución. La conducta de mi hijo es incomprensible. Y lo triste es que siempre ha sido un niño feliz, pero ahora... Todo esto me hace sentirme muy mal, pienso que no he sabido educar bien a mi hijo, y ya no sé qué hacer, lo he probado todo y creo que no tiene solución. Nos sentimos fracasados como padres y esto nos causa tristeza y desesperación. Nuestros hijos han sido siempre lo más importante, nuestra vida ha girado siempre en torno a ellos, les hemos dado de todo, hemos intentado hablar, pero es imposible, nos sentimos incapaces de comprenderlo".

Esto podría haberlo dicho cualquiera de los padres de un chico o una chica de los 13 a los 18 ó 19 años. Porque también es verdad, que la adolescencia como tal, cada vez se alarga más y nuestros hijos pueden convertirse en los eternos adolescentes...
Pero esta crisis no sólo afecta a los propios hijos... La adolescencia está considerada como una de las etapas de mayor estrés para los padres. Los hijos atraviesan un momento difícil, en el que la rebeldía, el inconformismo, la crisis de identidad, multiplican los conflictos. La preocupación de los padres por el futuro de sus hijos, su educación, la influencia de sus amigos, que no tomen alcohol, ni drogas ni hagan mal uso del sexo, se añade al propio conflicto generacional...
¿Es necesaria la crisis de adolescencia para un desarrollo normal? ¿Cuándo debemos alertamos? ¿Es normal lo que le pasa a mi hijo?
La adolescencia es una época que sólo se recuerda feliz cuando se ha pasado y estamos en plena madurez, e incluso puede añorarse simplemente porque la hemos olvidado... No hay que olvidar que etimológicamente, adolescencia quiere decir padecimiento. Encontrarse a sí mismo de nuevo es la difícil tarea en la que está inmerso todo adolescente. Jean Jacques Rousseau, el filósofo francés, decía que " la adolescencia era como un parto, en el primero nace un niño y en el segundo, en éste, un hombre o una mujer". Y yo añado que como todo parto, conlleva sufrimiento por ambas partes, inseguridad y miedo, pero que todo resulta más fácil si tenemos más información, y podremos llegar con las técnicas adecuadas al " parto sin dolor". Por eso, el hecho de conocer qué es lo normal y qué no lo es, establecer un diagnóstico precoz de cualquier anormalidad en dicho parto, puede sernos muy útil... El estar preparados, relajados para ese momento, informados, puede ser la clave para que ese paso difícil para todos, de la niñez a la edad adulta, sea lo menos traumático posible...
Por ello es imprescindible saber cuáles son las características normales de esta crisis de adolescente que tiene unos síntomas comunes, como vamos a ver a continuación: Empezaremos hablando desde el punto de vista fisiológico, que es lo que caracteriza a la adolescencia. Hablamos de cambios físicos que el niño va a experimentar y para los que debemos ya haberles informado, para que no les coja desprevenidos. Cuando hablamos de la adolescencia desde el punto de vista exclusivamente físico, hablamos de pubertad. Se puede dividir en dos estadios:
Prepubertad: Comienza con la aparición de los caracteres sexuales secundarios, como vello pubiano y en axilas, aumento de las mamas, etc....
Pubertad propiamente dicha, que comienza en el chico con el cambio de voz, la primera eyaculación y en la chica con la primera regla o menarquia.
Los límites de edad entre los que nos manejamos, varían mucho. La media de aparición de la pubertad es de 13 años para la chica, y 14 para el chico... Estos límites varían mucho y pueden considerarse como límites extremos de los 10 a los 15 años la aparición de la menarquia en la chica, y entre los 11 y 17 para los chicos...
Pero, ¿cuánto dura la pubertad? Pues también aquí existen diferencias entre ambos sexos. En las chicas el proceso de madurez se completa mucho antes. Por esto ustedes notan esa increíble diferencia entre un chico y una chica de 15 años. Mientras que la primera ya nos está volviendo locos, el segundo es aún nuestro niño, sin problemas, como siempre.
Además de estos cambios fisiológicos que son conocidos y aceptados por la mayoría de los padres por poca que sea su información, se producen otros cambios psicológicos, que son considerados como normales, pero que cogen desprevenidos a muchos padres que consultan a profesionales porque su hijo no es el mismo de hace un año, y tienen miedo de que le suceda algo malo. Los cambios son lo suficientemente importantes como para que los reconozcamos sin problemas:
Crisis de oposición, en cuanto a la necesidad que tienen de autoafirmarse, de formar un yo diferente al de sus padres a los que han estado estrechamente unidos hasta ahora, con necesidad de autonomía, de independencia intelectual y emocional. Por eso nuestro niño, deja de ser nuestro, para ser de los demás, especialmente de los amigos.
Desarreglo emotivo: a veces con la sensibilidad a flor de piel y otras en las que parece carecer de sentimientos. Es por eso que un día nuestra hija nos sorprende con un abrazo y otro día rechaza cualquier muestra de cariño. Un día sin motivo aparente se despierta dando gruñidos, simplemente porque sus hormonas posiblemente le estén jugando una mala pasada.
Imaginación desbordada: Sueñan, y esto no es más que un mecanismo de defensa ante un mundo para el que no están preparados. Es un modo de transformar la realidad, pueden imaginar un porvenir, como modelos, o futbolistas de élite, o campeones de surf, actores, etc. Ellos pueden cambiar el mundo, hacerlo mejor.
Narcisismo: Se reconoce al adolescente cuando a dedicarle muchas horas al espejo. Le concede una importancia extrema a su físico: puede lamentarse por un grano en la nariz, obsesionarse por la ropa, por estar gordos o delgados... quieren estar constantemente perfectos aunque su visión de la estética no tenga nada que ver con la nuestra.
Crisis de originalidad, que presenta dos aspectos:
 a)  Individual: como afirmación del yo, con gusto por la soledad, el secreto, las excentricidades en el vestir, o en su forma de hablar o de pensar. Necesita reformar, transformar el mundo, ser distinto y especial.
 b)  Social: aquí está la rebelión juvenil, rebelión en cuanto a los sistemas de valores de los adultos y las ideas recibidas. Achacan al adulto sobretodo su falta de comprensión y el hecho de que atenta contra su independencia. Hay una necesidad clara de participación, la uniformidad en lenguaje y en vestimenta de los adolescentes, no es más que la necesidad de afecto, de ser considerado, aprobado por el propio grupo, y que a veces lo viven de una forma obsesiva. 
Veamos ahora qué sentimientos reales acompañan a estas manifestaciones, y que son consecuencia directa de las crisis que está atravesando:



Sentimiento de inseguridad: sufre a causa de sus propios cambios físicos que no siempre van parejos con su crecimiento emocional, puesto que la pubertad, es decir, la madurez física, siempre precede a la psíquica, con lo que a veces se encuentran con un cuerpo de adulto, que no corresponde a su mente, y por lo tanto no se reconocen, y desarrollan una fuerte falta de confianza en si mismos.
Sentimientos de angustia: puesto que existe una frustración continua. Por una parte le pedimos que actúe como un adulto (en sociedad, con responsabilidad) y por otra se le trata como un niño, se le prohíbe vestir de una u otra forma, o se reglamentan sus salidas nocturnas, etc. Esta angustia es la manifestación de la tensión que el chico soporta y que se manifiesta por:
 a)  Agresividad: como respuesta a dicha frustración, la agresividad es un mecanismo habitual. La cólera del adolescente ante nuestra negativa a sus exigencias, la irritabilidad, la propensión a la violencia, que de momento les supone una bajada de tensión pero que por supuesto es sólo momentánea, las malas contestaciones, los portazos, las reacciones desmedidas en las peleas con los hermanos, etc., son claros ejemplos.
 b)  Miedo al ridículo: que como sabemos se encuentra exageradamente presente. Es un sentimiento social de vergüenza, atravesar un sitio con mucha gente, ir con ropa poco apropiada para el grupo, etc..., y que puede tener manifestaciones físicas: taquicardia, trastornos gastrointestinales, etc....
 c)  Angustia expresada de modo indirecto: el miedo al examen (quedarse en blanco), timidez extrema, miedo a desagradar, reacción de rechazo cuando se le dan muestras de cariño, tanto en público como en privado...
 d)  Sentimientos de depresión: por la necesidad de estar solo, de melancolía y tristeza que pueden alternar con estados de verdadera euforia...
Bien, estas características entran dentro de la normalidad de un chico o una chica adolescente, pero por supuesto, dentro de unos límites. La angustia, la depresión, la irritabilidad, el ir contra las normas, puede volverse patológico cuando es exagerado, cuando vemos que el adolescente está sufriendo mucho o hace sufrir a los demás, cuando vemos que se altera toda su vida y que esos sentimientos le condicionan absolutamente, que de alguna forma le alejan en exceso de la realidad.



 PSICOPATOLOGÍA DEL ADOLESCENTE  
Estaríamos hablando de crisis complicadas. Estaríamos hablando de patologías que por su extensión paso simplemente a enumerar y a realizar una pequeña descripción:
Patología de las conductas centradas en el cuerpo. Estaríamos hablando en casos extremos de anorexia y bulimia, perturbaciones, alteraciones de las conductas alimentarias, obesidad etc... Conductas fóbicas con respecto a una parte del cuerpo, con una preocupación obsesiva sobre la silueta, sobre los caracteres sexuales, tamaño del pene, de los pechos, el acné, etc. 
Inhibición intelectual, es decir, freno de sus capacidades intelectuales. Puede considerarse hasta normal, un bajón en las notas a partir de 2º ESO, y durante todo el bachillerato. Siempre que sea algo momentáneo, no excesivamente preocupante, es considerado como normal, y los psicólogos lo hemos llamado inflexión escolar, que es superada sin problemas por el adolescente, a medida que se va equilibrando. Sin embargo existen casos en los que el cambio es brutal, el fracaso total, y existe un cambio radical en su rendimiento. En estos casos suele haber una etiología, es decir, unas causas, más profundas y que pueden indicar desde una depresión, hasta un estado de ansiedad o angustia extremo.
Trastornos de ansiedad: Estados de ansiedad, fobias escolares o sociales, ataques de pánico, que a veces y dada que la sintomatología es muy diferente, no se reconocen a primera vista.
Depresión. En este punto voy a detenerme un poco, por la incidencia de este trastorno en la adolescencia española, en los últimos años. La depresión va aumentando, en una proporción muy alta con respecto a estudios anteriores. Las características diagnósticas son las siguientes:
• Tristeza y desaliento. Llanto frecuente.
• Aburrimiento. Apatía ante todo, ante el estudio y ante las cosas que antes le gustaban.
• Cansancio. Sensación constante de fatiga psíquica y física.
• Trastorno del sueño y del apetito. Pueden adelgazar o por el contrario comer continuamente aunque en depresión es más frecuente lo primero.
• Sentimientos de inferioridad. Baja autoestima, se sienten menos que los demás, creen que todos se dan cuenta de sus problemas y limitaciones.
• Dificultad para mantener relaciones sociales. Empiezan a salir poco, hasta que se quedan todo el fin de semana en casa, habitualmente sin hacer nada. En los adolescentes esta depresión puede no manifestarse como en un adulto, sino con equivalentes que enmascaran dicho trastorno.
EQUIVALENTES DEPRESIVOS EN LA ADOLESCENCIA 
 1.  Trastorno del comportamiento (desobediencia total, faltar a clase, fugas).
 2.  Problemas escolares graves habiéndose descartado problemas intelectuales, de aprendizaje o de mecánica de estudio.
 3.  Tendencia a adicciones, drogas, alcohol.
 4.  Conducta sexual anárquica.
 5.  Delincuencia.
 6.  Quejas psicosomáticas.
 7.  Trastornos del apetito y del sueño.
Estamos por supuesto hablando de situaciones extremas, pero que se dan y a veces no somos capaces de detectar a tiempo. Hablaríamos de crisis complicadas, que se salen de la norma. Parémonos a evaluar el porqué de las conductas adictivas en los jóvenes.
Las estadísticas tampoco incitan a los padres a estar muy tranquilos. Según el instituto de la juventud, de los dos millones de estudiantes de enseñanza media, 25.000 pueden ser considerados alcohólicos y 70.000 están en riesgo de serio. Según este mismo informe la primera borrachera se suele tener hacia los 13'7 años de edad. El consumo se centra en los fines de semana. El 76% de los jóvenes entre 14 y 18 consume alcohol.
En cuanto al consumo de cannabis, ha aumentado progresivamente hasta encontramos con un consumo habitual de casi un 20%. El consumo de las drogas de diseño también sigue creciendo.
¿Por qué hay mayor riesgo de consumo en la adolescencia? Todos nos movemos por un complejo sistema de recompensa neurológico. El de recompensa en el cerebro del adolescente no se desarrolla completamente y por lo tanto responde tan rápidamente como el del adulto. Además esto explica por qué los adolescentes desarrollan un comportamiento de riesgo como el uso de alcohol y drogas: ofrecen una fuerte recompensa con poco esfuerzo. Diversos estudios nos ratifican por tanto algo que ya sabíamos: los adolescentes buscan la recompensa de una forma muy distinta a la de los adultos y evidentemente también a la de los niños. Es por tanto importante señalar que los cerebros todavía se están desarrollando, y no son sólo adultos pequeños. Los adolescentes rara vez consideran a largo plazo. Su sentido del futuro se procesa de forma diferente al de los adultos. Trabajan mucho mejor con consecuencias a corto plazo. Es por esto que necesitan una recompensa inmediata, por eso las metas deben ser a corto plazo y por eso las conductas adictivas son mucho más frecuentes a estas edades.
Por otra parte es un tiempo de mucho tumulto, los sentimientos influyen en la percepción del mundo. Los adolescentes son curiosos y quieren experimentar. Se sienten abrumados por los cambios de humor y los hormonales y el alcohol les ayuda a cambiar su estado de ánimo. Ese sufrimiento del que hablamos y que forma parte del momento evolutivo, se mitiga a veces con el alcohol, que es una droga que, como el cannabis, modifica el estado de ánimo, y por tanto su consumo está relacionado con las respuestas psicológicas positivas que produce... ¿Por qué consumen nuestros hijos?
- Se encuentran mejor. Consiguen que desaparezcan las dificultades diarias o parezcan más pequeñas y superables.
- Se pueden relacionar mejor con los demás. Ligan mejor.
- Se desinhiben, pierden el miedo al ridículo, se vuelven más locuaces, menos tímidos, más espontáneos. Surge más fácilmente el sentido del humor. Les importa menos la opinión de los demás.
- Porque no saben decir no. Tienen miedo a ser rechazados.
Todo esto hace que sea una grave tentación para los jóvenes que desean superar sus problemas de relación personal, su timidez o inhibición... Según Rojas Marcos, el alcohol es una salida para muchas depresiones solapadas, para muchas deficiencias en autoestima, fobias sociales, etc., opinión en la que estoy de acuerdo al 100%. Sin embargo es un hecho que acaba produciendo a largo plazo una mayor depresión.
Las motivaciones habituales para consumir son:
- Para olvidar el estrés y el fracaso escolar. Es realmente una de las motivaciones más frecuentes. Es la pescadilla que se muerde la cola.
- Para descansar y hacer unas risas.
- Para escapar de una familia que presiona o que pasa.
- Para no sentirse diferente. y ser parte del grupo.
- O bien poder seguir la marcha de sus amigos, que sería el caso del consumo de las famosas pastillas.

 EDUCAR AL ADOLESCENTE 
Hablemos ahora de nosotros. De los padres. ¿Qué hacer ante un hijo adolescente? ¿Debo ser autoritario, amigo? ¿Debo consentir, prohibir...?
Los padres deberán " formarse" para afrontar esta etapa evolutiva. Deberán seguir las pautas de educación adecuadas para controlar y evitar el conflicto. Es importante que lean mucho sobre adolescencia. Lea libros sobre la adolescencia. Piense en su adolescencia. Espere cambios de humor en el hijo que normalmente es muy alegre y prepárese para más conflictos en el futuro que surgirán a medida que su hijo encuentre su lugar como persona. Los padres que saben lo que les espera pueden enfrentarse mejor a ello. Y cuanto más informados estén los padres, menor será el dolor.
Es muy difícil conseguir en estos años una buena relación... Yo diría que es utópico, pero siempre podremos paliar un poco las consecuencias de la crisis en nuestra comunicación con ellos... Es evidente que con unos padres autoritarios que toman ellos las decisiones unilateralmente, los hijos serán incapaces de hacer nada porque siempre tendrán miedo, y si la rigidez ha sido mucha, lo más probable es que la crisis de oposición del chico o la chica sea mucho más grave. No olvidemos que el temor y el miedo nunca han sido formativos. Debemos enriquecer su personalidad, no anularla.
Aquellos que son superprotectores tampoco favorecen a los adolescentes que serán chicos tímidos, inseguros, incapaces de tomar decisiones, con un exceso de control paterno afectivo, que no es más que una forma de chantaje emocional: "¿te vas a ir?, ¿me dejas sola?, yo que siempre me sacrifiqué...".
El otro tipo de padres permisivos o muy permisivos, igualitarios, hacen que casi no se distinga quién es quién. En realidad suelen ser padres inmaduros, que no asumen la responsabilidad de la educación, son despreocupados, negligentes, o con pocos recursos educativos... Padres que por propia comodidad o por temor a ser impopulares ante sus hijos, mantienen actitudes de concesión constante. Ceden ante cualquier petición de los hijos. Esto es sin duda muy perjudicial, pues los niños crecerán sin patrones adecuados de conducta, no podrán identificarse con un modelo paterno, puesto que son colegas, y no podrán enfrentarse al mundo con la responsabilidad y la formación adecuadas porque sus padres no la han tenido.
¿Cuál sería pues el tipo de padres que pueden educar sanamente a sus hijos? ¿Qué postura es la adecuada para un buen desarrollo psicológico, emocional e intelectual del adolescente?
Padres moderadamente autoritarios:
• No se debe mandar hoy una cosa y mañana otra, con contradicciones porque evidentemente nos hará perder credibilidad.
• Cuando se toma una decisión hay que mantenerla. Previamente hay que razonarla, pero una vez tomada debemos mantenerla aunque cueste trabajo o sacrificio...
• No se puede exigir a los hijos lo que no somos capaces de hacer. Mantener una congruencia de vida, no podemos pedir orden si somos un desastre....
• Se debe mantener el control. No dejarse llevar siempre por la ira, el enfado, puesto que nos puede llevar a dar órdenes que luego tendremos que corregir.
• Ser tolerantes con las pequeñas cosas (la ropa, el tatuaje, el pendiente...) y poder exigir en las fundamentales.
• Mostrar interés por todas sus acciones. No exigir, dar órdenes y desaparecer de la escena, leer el periódico o marcharse de casa, desatendiéndose del hijo.
• Disponer de muchísima paciencia. No debemos olvidar que ellos tratarán de imponer sus criterios y aprovecharse de nuestras debilidades. Debemos ser perseverantes, no claudicando nunca, y cuando nos veamos desbordados pedir ayuda a un profesional que nos oriente.
• Valorar todo lo bueno, lo responsable que sea, aunque sea mínimamente, pues así será estimulado, procurando estar siempre para ver también lo que ha hecho bien, aunque sea su deber (como estudiar o recoger su habitación), puesto que en esta crisis al adolescente esto supone un esfuerzo.
• Forman hijos con confianza en sí mismos, con altos niveles de autoestima e independencia. Valoran la autonomía. 
 Refuerzan la conducta disciplinada. Saben decir no.
• Dan los consejos adecuados, pero no imponiendo siempre su criterio.
 Son padres, no amigos, pero no son inaccesibles.
 Mantienen una comunicación amplia y pueden detectar problemas.


RECETAS PARA EDUCAR A UN ADOLESCENTE 
Los tres ingredientes principales y básicos son empatía, sentido común y sobre todo mucho, mucho amor: ponerse siempre en el lugar de su hijo, llegar a sentir como siente él, quererle sin condiciones...
Otros ingredientes:
Toneladas de información: Informe a su adolescente y manténgase informado. La adolescencia es a menudo una época para experimentar y a veces esto incluye comportamientos arriesgados. No eluda los temas relacionados con el sexo, las drogas, el alcohol y el tabaco; conversar con su hijo abiertamente sobre estos temas antes de que se vea expuesto a ellos aumenta las probabilidades de que su hijo actúe de forma responsable cuando llegue el momento.
Kilos de respeto a su privacidad: Para algunos padres esto es algo muy difícil. Creen que todo lo que hacen sus hijos es asunto suyo. Si existen señales de alerta que indican que puede haber problemas, usted se podría ver obligado a invadir la privacidad de su hijo hasta que llegue al fondo del problema, pero de lo contrario, manténgase al margen. Respete su espacio. El dormitorio de un adolescente y sus llamadas telefónicas, mensajes, emails, deben ser algo privado y no hay necesidad de compartir con los padres todas sus ideas o actividades.
Kilos de supervisión, pero sin tercer grado: Todos los niños, adolescentes o no, requieren supervisión de los padres y usted tiene derecho a saber dónde estará su hijo y qué hace. Pero no espere que le dé todos los detalles ni que lo invite a ir con él/ella. Establezca la costumbre de que explique con quién sale y dónde podríamos buscarle en caso de necesidad.
Respetar su intimidad y sus silencios, sin intentar hacerle hablar de algo que no quiera. No presionarlo y mantenerse receptivos para que el joven sepa que puede contar con el apoyo de los padres.
Mucha cantidad de escucha activa: Escuchar con atención lo que quieren explicarnos o preguntar. Cuando hable con él, concéntrese en lo que dice. Hágale alguna pregunta sobre lo que explica para demostrar que realmente se quiere enterar bien. Y sobretodo nunca diga "ahora no tengo tiempo". Hablar también de lo que les interesa a ellos. Dar tiempo para abordar los temas que nos interesan a nosotros.
Una pizca de establecer de antemano reglas apropiadas: Sepa ceder y ser flexible. Si su hora de llegada no es la que él quiere, trate de negociar. Si se porta bien, el aumentar la hora de llegada puede ser un premio. Tenemos que fijar normas y límites pero a través del diálogo para que nuestros hijos acepten y asuman compromisos. Tenga previstas las sanciones.
Crítica + elogios: En primer lugar, la crítica y la corrección debe combinarse con el uso frecuente de elogios. Es decir, debes ser capaz de ver también lo que tu hijo hace bien y decírselo. Por muy desastre que te parezca tu hijo, seguro que tiene también valores positivos que debes esforzarte en reconocer. Además es necesario corregir con mucho cariño. Por tanto la crítica debe ser serena y ponderada, sin precipitaciones y sin apasionamiento; cuidadosa, sin ironía, sin sarcasmo, como se corrige a un amigo.
Otro poco de... 
• Tomarlos en serio, no tratarlos como seres inferiores que explican cosas de las que estamos de vuelta. 
 No sermonear... No aprovechar cualquier ocasión para soltarles "el mismo rollo".
 No hacer comparaciones. Es importante evitar, tanto cuando les hagamos propuestas como cuando los censuremos, ponernos a nosotros mismos como modelos ("A tu edad yo...") o poner como ejemplo a otras personas ("Mira tu hermano como..."). Es injusto, ofensivo y un camino seguro para conseguir su animadversión. En todo caso compáralo con él mismo ("Seguro que lo conseguirás, como cuando hiciste...'').
No se olvide de:
 Libertad según responsabilidad. A mayor responsabilidad, mayor autonomía, y ante faltas de responsabilidad, restricciones de autonomía. Si le engaña o falta a sus compromisos, no le grite ni le riña. Explíquele con toda la calma de que sea capaz, que ha faltado a nuestra confianza, por lo cual tendrá menos autonomía hasta que demuestre que es digno de confianza.
 Explique siempre por qué. Siempre que pida a su hijo que haga algo, explique por qué se lo pide. No use expresiones como "porque lo digo yo" o "porque sí". 
 No dude siempre. Deje que se explique. Dar crédito a lo que dice salvo cuando tenga evidencia de lo contrario.
Espolvoree con... 
 El perdón, cuando sea necesario. Usted puede perdonar y también pedir perdón, eso no le hace más pequeño ante sus ojos sino más grande.
 Tiempo, para él, para los dos. Él debe ser lo más importante. Compartan alguna actividad (acompañarle a partidos, o actividades extraescolares, ver la Fórmula 1, escuchar música, ir de compras, etc., meterse un poco en su mundo).
 Compartir alguna preocupación personal con su hijo, pidiéndole su opinión (temas al alcance de su nivel madurativo: problemas de trabajo, de salud... puede facilitar la comunicación entre ambos).
Y el toque final para conseguir un buen resultado: Asegurarle nuestra cercanía y afecto incondicional, independientemente de sus logros y comportamiento. El adolescente también necesita sentirse seguro y querido por sí mismo. No dé por supuesto que su hijo lo sabe. Se puede expresar también físicamente cuánto le quiere, con abrazos o besos, independientemente de la edad que tenga. Especialmente: Quiérale... digáselo y demuéstreselo...
Recuerde que eso es lo único importante para que su hijo sea una persona feliz... y recuerde que ése tiene que ser nuestro objetivo como padres... ¡¡¡No lo olvide nunca!!!

 EN RESUMEN 
En fin, educar es por tanto ayudarles fomentando su independencia, su libertad, enriqueciéndolos sin anularlos, estando al lado, y no encima.
Con esta información sólo querría que quedara bien claro que la adolescencia es esa edad en la que todos juramos que seríamos distintos a nuestros padres, para acabar con el tiempo pareciéndonos y acercándonos absolutamente a ellos. Esa edad en la que ustedes se reconocerán en estas frases:
• Miente respecto al colegio.
• Deja la habitación como una pocilga.
• Quiere volver tarde.
• Tiene una actitud agresiva. Incluso amenaza o insulta.
• No hace más que ver la tele.
• No ayuda en casa.
• Siempre quiere estar solo.
• Sé que bebe o fuma.
• Está siempre en bares y discotecas.
• Exige continuamente cosas caras, de marca y tiene rabietas si no lo consigue...
• Quiere vestirse de la forma más rara del mundo.
• Está apático, parece no importarle nada.
Todos estos problemas, siempre que no se desborden como ya hemos visto, forman parte de su evolución, de su crisis de oposición, que como toda crisis es madurativa y cuya ausencia es patológica. Es decir, es básica le rebelión contra la familia, puesto que ésta tiene que ser negada para que el adolescente llegue a la madurez real, por ello una hiperautoridad paterna que aplasta sistemáticamente todo intento de afirmación del adolescente o por el contrario la superprotección y el exceso de permisividad hacen que el adolescente no sepa a qué atenerse y pueda por tanto complicarse su crisis hasta hacerse patológica y necesaria de tratamiento.
Para que esto no suceda es imponente tener grandes dosis de amor, de paciencia, de comprensión y de recuerdos... Quizás es por esto por lo que los padres no suelen comprender a sus hijos en esta edad, no se acuerdan. Por mi profesión trato continuamente con ellos y he descubierto que me encantan. Creo que lo importante es volver la vista atrás... y recordar... No, no está tan lejos. Sólo hay que recordar las riñas con los padres por la hora de llegada, las amenazas de cortar el teléfono, que en la actualidad puede ser desconectarlos de internet, los suspensos, los novios, las copas de más, la responsabilidad de menos, el egoísmo de creer que el mundo era nuestro y que todo debería estar a nuestra disposición...
Volver la vista atrás y recordarnos a nosotros mismos cómo nos sentíamos, la incertidumbre ante el fututo, el no saber bien quiénes éramos, el cuestionar todos los valores de nuestros padres... Es sólo un ejercicio de memoria... no queda tan lejos... sólo hay que intentarlo.