lunes, 30 de abril de 2012

Los alfabetos

En torno al año 1500 a.C., se produjo una auténtica revolución en la escritura. Aparecieron los alfabetos, que son sistemas de escritura con pocos signos, con los que se pueden formar todas las palabras de un idioma. Las investigaciones actuales no han permitido establecer claramente cuál es el origen del alfabeto. Únicamente se coincide en la idea de que todos los alfabetos actuales tuvieron un origen común.
El alfabeto aparece como un paso más en la simplificación de la escritura, a partir del avance que ya supusieron los silabarios, y en un proceso en el que la fonética desempeña un papel fundamental. El objetivo parecía claro: un signo para un solo sonido, y no para un par consonante-vocal, como en los silabarios.
En lugar de los miles de ideogramas, o las decenas de sílabas, los alfabetos cuentan con un número mucho más reducido de símbolos, que oscilan habitualmente entre veinte y treinta.
El primer alfabeto conocido, en escritura cuneiforme, data del año 1400 a.C., y fue encontrado en Ugarit, Siria. La escritura cuneiforme (esto es, con forma de cuña o de clavo) es más una técnica de representación que un tipo de escritura. La particularidad de la técnica contribuyó al proceso de abstracción.


El dibujo propio de los pictogramas e ideogramas se fue simplificando progresivamente hasta convertirse en simples líneas, en representaciones cada vez más esquemáticas y abstractas, que posiblemente allanaron el camino para la difusión de los caracteres alfabéticos.
El descubrimiento de este primer alfabeto se produjo en 1929. Fueron encontradas más de dos mil tablillas con textos de todo tipo, cuyo contenido fue traducido rápidamente.
Se trata de un alfabeto formado por tan solo treinta letras consonantes, que posteriormente se redujeron a veintidós. El hecho de que careciera de signos para las vocales no ha podido ser explicado aún de forma satisfactoria.
Este alfabeto sirvió de base para el posterior alfabeto fenicio. Los fenicios, hacia el año 1400 a.C., desarrollaron un abecedario formado por veintidós signos consonánticos que se difundieron por todo el Mediterráneo, y que es el origen de los alfabetos posteriores. Del alfabeto fenicio nacen el alfabeto hebreo, el arameo (y de éste, el árabe) y el griego.

1. El alfabeto griego
El alfabeto griego procede del fenicio, con algunas modificaciones; por ejemplo, se incorporaron las vocales.
Todos los alfabetos utilizados hoy en Europa proceden del alfabeto griego, que, según narraciones míticas, fue introducido en Grecia hacia el siglo IX a.C. por el príncipe fenicio Cadmo. El alfabeto griego consta de 24 letras (ver tabla a la derecha).
Posteriormente, algunos de las letras griegas han pasado a tener un significado simbólico en religión, matemáticas y otras ciencias. Por ejemplo, en religión, las letras alfa y omega simbolizan el principio de totalidad de Jesucristo: principio y fin de todas las cosas, vida y muerte.
En matemáticas, las letras alfa y beta se utilizan en trigonometría y otras como delta, pi u omega, para otras operaciones de cálculo.

2. El alfabeto latino
El alfabeto latino no procede directamente del alfabeto griego, sino del etrusco, que a su vez es una variante del griego. El alfabeto latino consta de veintitrés letras. La principal novedad de este alfabeto consistió en adoptar la grafía C para el sonido k.
Los romanos difundieron este alfabeto latino junto con su lengua y su civilización. Con algunas modificaciones realizadas en la Edad Media, es el alfabeto que se utiliza hoy en casi todo el mundo.

viernes, 27 de abril de 2012

La personalidad de la Península Ibérica

De las penínsulas que se adentran en el Mediterráneo, la Ibérica, en el occidente, es la que presenta una mayor personalidad. La gran variedad de sus influencias y matices, tanto físicos como humanos, ha inclinado a calificarla como un pequeño continente. La originalidad se deriva tanto de su situación como de la especial configuración fisiográfica que presenta.


1. El valor de la situación
La Península es la más meridional de las tierras europeas y la más occidental del dominio mediterráneo. Se extiende entre los 43º 47' y los 36º de latitud Norte; al sur de los 43º se desarrollan las penínsulas Itálica y Balcánica, pero por debajo de los 36º no existen tierras de la Europa mediterránea. Es también la más occidental del mundo mediterráneo, lo que le confiere el carácter de un finisterrae marginal y de gran personalidad. Por su posición no es Europa, si con ello deseamos significar la Europa Atlántica Occidental, ni tampoco es África, entendiendo ésta como el medio tropical seco. Es una síntesis, una mezcla de caracteres, original, dentro del dominio mediterráneo.
Por su posición, la Península se ve afectada por los mismos frentes y masas de aire que Europa Occidental, aunque sus influencias sean matizadas, e igualmente por las masas que afectan al norte de África. Es, por tanto, un país mediterráneo, caracterizado por la aridez estival, la irregularidad de las precipitaciones, y por la termofilia, representada por el elevado número de horas de sol anuales y por las altas temperaturas del verano. Estos caracteres mediterráneos son más nítidos en el Levante y en el Sur que en el interior y en el Norte.


2. El papel de la configuración
Iberia es una península maciza. El carácter peninsular es más acusado que en las otras dos mediterráneas. Tan solo un istmo de 435 kms. la une a Europa, y el desarrollo costero alcanza 4.118 kms. También es la que presenta una mayor altitud y litorales más rectilíneos, sin escotaduras. Este carácter macizo del extenso cuadrilátero peninsular (581.353 kilómetros cuadrados) y la disposición de las grandes unidades estructurales del relieve, refuerzan la variedad de condiciones ecológicas introducida por la posición.
La existencia de un extenso macizo central (Macizo Central Ibérico), profundamente dislocado por la orogenia alpina y a gran altitud, es el que le confiere su gran personalidad.
Es el responsable, junto con las otras unidades del relieve peninsular, de los matices y variedades climáticas y ecológicas. Su influencia afecta a precipitaciones y temperaturas. El relieve al actuar de pantalla condensadora o de sombra hídrica es el determinante de la existencia de una Iberia atlántica húmeda, de la Iberia mediterránea de veranos secos, y del Sureste español de acusados rasgos de aridez. La continentalidad y altitud influyen decisivamente en las temperaturas del invierno, introduciendo una amplia variedad térmica que se refleja en una diversidad ecológica, tanto en los paisajes vegetales como en los agrarios.
La influencia conjunta del clima y del relieve han determinado las características de nuestros ríos (torrencialidad, modesto caudal, irregularidad), que más que avenar erosionan el suelo peninsular, y son también responsables, en buena parte, de la intensa deforestación del país.


3. La Península es una encrucijada de influencias
Abetos de los Pirineos
Por su situación, la Península ha sido una encrucijada de variadas influencias tanto físicas como humanas. Como influencias físicas europeas podemos destacar la mayor humedad (Iberia húmeda) y las bajas temperaturas invernales, así como la influencia del glaciarismo cuaternario. Condiciones que se reflejan en la existencia de especies botánicas comunes con Europa, como los caducifolios de elevadas exigencias hídricas de la Iberia húmeda (robles, hayas), o las más resistentes a las bajas temperaturas (abetos de los Pirineos). El Mediterráneo representa aridez estival y formaciones vegetales representadas por el bosque esclerófilo de cupulíferas (encinas). La influencia africana, de más acusada aridez, tiene su exponente en un paisaje vegetal de arbustos, matorrales y estepas xerofilas (palmito, araar, azufaito tunecino, esparto).
Palmito, en el Parque de Cabo de Gata (Almería)
Y si las tierras peninsulares son encrucijadas de fenómenos físicos también lo son de hechos humanos. La Península no ha actuado como bastión inexpugnable; el estrecho de Gibraltar y los Pirineos no han sido muro ni fronteras. Desde los tiempos prehistóricos las influencias europeas, mediterráneas y africanas se han sucedido a lo largo de la historia.
Las ciudades andaluzas, como Córdoba,
conservan rasgos de la cultura islámica, con
las calles angostas y las plazas ciegas. 
El ser un nexo marino entre el Atlántico y el Mediterráneo, el disponer de un litoral desarrollado, y el beneficio de corrientes marinas mediterráneas y atlánticas, han favorecido la arribada de corrientes culturales foráneas o el impulso colonizador. La existencia de dos plataformas en los dos mares (Canarias y Baleares) la facilitaron.





martes, 24 de abril de 2012

La Edad de los Metales

El cobre se empezó a utilizar hacia finales del Neolítico en el Próximo Oriente. El comienzo de la metalurgia de este material dio paso a la Edad de los Metales (Edad del Cobre, 3000-2000 a.C.; Edad del Bronce, 2000-1000 a.C.; Edad del Hierro, 1000-600 a.C.), aunque este proceso no se produjo en todos los lugares a la vez. Sin embargo, el gran avance de la metalurgia tuvo lugar con la invención del bronce (mezcla de cobre y estaño). Con él se fabricaron piezas de gran dureza y resistencia: herramientas, armas y diversos utensilios. La técnica del trabajo del hierro apareció hacia el II milenio a.C. Este material es más duro y resistente que el bronce, por lo que resultó también más eficaz.


1. Economía y sociedad
Los metales llegaron a hacerse imprescindibles porque eran un símbolo de riqueza y un bien que se podía intercambiar, con lo cual fomentaban el comercio, de modo que los pueblos que no disponían de ellos iniciaron su búsqueda en otras regiones y extendieron la metalurgia por Europa y Asia. Estos desplazamientos fueron muy importantes, pues con ellos dichos pueblos transmitían sus técnicas y costumbres a los lugares a los que llegaban.
El metal introdujo diferencias sociales entre las personas de este período, ya que los más ricos poseían más y mejores armas, adornos y otros utensilios. La metalurgia dio lugar a una especialización del trabajo que se plasmó en la fabricación de hachas, azadas, puñales, espadas, etc., así como adornos y joyas. Otras personas se dedicaban a actividades diferentes, como la cerámica, el comercio, la guerra, la religión, etc.
Los poblados más avanzados sometieron por la fuerza a los más atrasados. La sociedad de esta época es, por tanto, muy belicosa. La necesidad de defenderse hizo que amurallasen sus poblados e inventasen nuevas tácticas de guerra, como el combate en carros tirados por caballos.


2. La religión y el arte
Durante esta etapa histórica, las formas de enterramiento se van haciendo cada vez más complejas y variadas: unos pueblos sepultaban a sus muertos de forma colectiva, mientras que otros lo hacían en tumbas individuales.
Cista en forma de caja, con su ajuar correspondiente
Cultura argárica, yacimiento de Cuevas de Almanzora (Almería)
En los enterramientos individuales, los fallecidos eran sepultados de forma independiente en lugares muy diversos, según cada pueblo, como cistas (urnas) o grandes vasijas de cerámica.
Entre las sepulturas colectivas destacan las megalíticas, tumbas construidas con piedras de gran tamaño, como el dolmen o los sepulcros de corredor.
También se realizaban construcciones megalíticas que tal vez no tenían un sentido funerario, sino religioso, como el menhir o el crónlech.
Entre ellos, destaca el Crónlech de Stonehenge, conjunto monumental localizado en Inglaterra. Está compuesto por hileras concéntricas de menhires de unos cuatro metros de altura que rodean una piedra altar. Los expertos han calculado que se necesitaron diez millones de horas de trabajo para su construcción. Probablemente se trataba de un santuario religioso relacionado con la observación de los astros.


Crónlech de Stonehenge
Pectoral del Tesoro del Carambolo
Museo Arqueológico de Sevilla
Otras manifestaciones artísticas fueron, por último, los objetos de adorno realizados en metal (collares, brazaletes, estatuilas, etc.) y la cerámica, que presenta diversas formas y estilos de decoración.


3. La Edad de los Metales en la península Ibérica
En la península Ibérica existieron varias culturas de la Edad de los Metales, entre ellas destacan las localizadas en Andalucía:

  • Edad del Cobre: Se dieron las siguientes culturas:
    • Cultura megalítica: Se caracteriza por grandes construcciones de piedra que servían para realizar enterramientos colectivos.
    • Cultura de Los Millares: Los Millares era un gran poblado, en la actual provincia de Almería, rodeado por una muralla, fuera de la cual existía un cementerio con tumbas megalíticas y varios fortines de defensa. Se han encontrado gran cantidad de adornos, collares, brazaletes y amuletos.
    • Cultura del vaso campaniforme: La cerámica que caracteriza esta cultura se distingue por su abundante decoración de motivos geométricos y estaba extendida por toda la península.
  • Edad del Bronce: Destacan:
    • Cultura de El Argar: Localizada en la zona de Almería, se extendió por el sureste de la península. Los poblados estaban fortificados y situados en lugares altos para su defensa. Sus habitantes enterraban a los muertos de forma individual en el suelo de las viviendas dentro de grandes vasijas, los hombres con armas y las mujeres con joyas. Poseían objetos de plata, cobre y bronce, así como vasijas de pasta fina coloreada y lisa.
    • Construcciones megalíticas: Aparecen en las islas Baleares y son las siguientes: naveta (tiene forma de nave invertida), taula (dos piedras gigantescas en forma de mesa) y talayot (torre de piedra circular o elíptica).
    • Tartessos: Este pueblo, que ocupaba una amplia zona de las actuales provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz, fue famoso por la abundancia de metales y por los tesoros encontrados. El más importante es el de El Carambolo. Su forma de gobierno era, probablemente, la monarquía. Tartessos mantenía un importante comercio, que se realizaba incluso por mar. Esta cultura desapareció cuando la zona fue ocupada por los cartagineses. 
  • Edad del Hierro coincide en la península con una época de colonizaciones, sobre todo de pueblos celtas, que llegaron en el primer milenio a.C. a través de los Pirineos. Eran ganaderos y nómadas, incineraban a sus muertos y dominaban la metalurgia del hierro. Se mezclaron con las poblaciones de la mitad norte de la península. Otro pueblo que habitaba en la península eran los íberos, que también se fusionaron con pueblos comerciantes del Mediterráneo, como los fenicios y los griegos, que llegaban en busca de riquezas mineras. Durante la Edad de Hierro, Andalucía pasó de la Prehistoria a la Historia, pues diversos pueblos colonizadores (fenicios, griegos y cartagineses), que fundaron colonias en sus costas, como Gadir, Malaca, Sexi y Abdera, trajeron consigo la escritura a estas tierras.

domingo, 22 de abril de 2012

La península Ibérica en la órbita romana

La península Ibérica, al igual que el resto de las tierras de la cuenca del Mediterráneo, fue conquistada por los ejércitos romanos, siendo incluida en el vasto espacio territorial dominado políticamente por Roma. La ocupación de la Península fue un proceso de larga duración, iniciado a finales del siglo III a.C., cuando los romanos vinieron a la Península en función de su pugna con los cartagineses, y concluido en tiempos de Augusto, a fines del siglo I a.C. Hispania permaneció bajo el dominio romano hasta la caída del Imperio, en el siglo V d.C., si bien desde principios de este último siglo el poder efectivo había sido transferido en la práctica a los pueblos germanos que habían invadido la Península. La historia hispánica de esta etapa no es sino la historia de las provincias romanas de Hispania como parte del Imperio Romano.


1. La conquista de Hispania
Se ha dicho muchas veces que Roma tardó 200 años en someter a los diversos pueblos prerromanos asentados en la Península Ibérica. Esto es cierto pero hay que tener en cuenta que, en realidad, el proceso de conquista de la Península se efectuó a lo largo de varias etapas, interrumpidas por períodos de tregua. La presencia militar de los romanos en la Península obedeció a su conflicto con los cartagineses (las llamadas guerras púnicas). Pero los romanos no se limitaron a cortar las bases de aprovisionamiento cartaginés, sino que decidieron incorporar a su dominio unas tierras que podían suministrarles ricos productos, metales en primer lugar, pero también esclavos y productos agrícolas.
La resistencia de los pueblos prerromanos a la dominación de Roma
puede simbolizarse en los celtíberos de Numancia, en las
proximidades de la actual Soria.
La primera etapa de la ocupación militar de la Península por los romanos, sin duda la más importante, se inició hacia el año 218 a.C. y duró hasta el 133 a.C. En ella Roma conquistó inicialmente el sur y el este de la Península, las zonas más en contacto con las culturas mediterráneas y en las que le resultó más fácil su implantación. Más tarde, la actividad militar se orientó hacia el centro y el oeste de la Península. Roma tuvo muchas dificultades en su lucha contra los lusitanos, entre quienes se hizo célebre Viriato, y más tarde contra los celtíberos, cuyo espíritu independentista puede ser ejemplificado en la ciudad de Numancia, que resistió tenazmente el cerco romano hasta su caída el 133 a.C. Durante el siglo siguiente puede decirse que no hubo campañas militares romanas de expansión en la Península, aunque Hispania fue escenario de conflictos bélicos que obedecían a las guerras civiles iniciadas en Roma con motivo de la crisis de la República. La última fase de la conquista de la Península se desarrolló ya en tiempos de Augusto, entre los años 29 y 19 a.C. Fue la época de las guerras cántabro-astúricas, en las que el propio Augusto tuvo que intervenir, y que tenían como finalidad incorporar a los belicosos pueblos que habitaban en las regiones septentrionales.


2. La romanización
En un principio, los romanos buscaban en la Península la explotación de todos aquellos recursos que les interesaban. Pero Roma no se limitó a incorporar militarmente a la Península en su dominio, sino que introdujo en ella numerosos elementos de carácter económico, jurídico, administrativo, cultural, etc., que permitieran el funcionamiento de Hispania en el ámbito del Imperio. A la larga, esto produjo cambios fundamentales en las sociedades indígenas, que no pudieron resistir el choque con los elementos propios de la sociedad romana. El proceso se ha denominado romanización, término que alude a la amplia penetración de los rasgos peculiares del mundo romano en tierras peninsulares. Los vehículos para esa romanización fueron numerosos, desde la propia lengua de los conquistadores, el latín, hasta la misma presencia de las unidades militares. Roma impulsó notablemente la vida urbana (hay que tener en cuenta el papel fundamental de la ciudad en la sociedad romana), creando colonias o facilitando el desarrollo de las embrionarias ciudades de los pueblos indígenas. Sólo algunas regiones donde la romanización apenas llegó, particularmente en el norte de la Península, pudieron preservar sus viejas costumbres.
La influencia de Roma supuso, salvo las excepciones señaladas, un cambio radical en las comunidades prerromanas asentadas en la península Ibérica. He aquí algunos de los aspectos, de carácter social y económico, establecidos en tierras hispánicas a raíz de la presencia de Roma: el significado de la ciudad como eje de la vida de la comunidad, la aparición de la propiedad privada de la tierra, la introducción de la esclavitud como base de la utilización de la fuerza de trabajo, la expansión de la familia de tipo patriarcal y el desarrollo de un comercio basado en el uso de la moneda. Pero también penetraron las normas jurídicas vigentes en el mundo romano, así como la ideología propia de sus clases dirigentes, sus concepciones religiosas, su pensamiento, sus sistemas de educación, etc.

lunes, 16 de abril de 2012

La Revolución neolítica

En torno al año 7000 a.C., comenzó el Neolítico, la nueva edad de piedra o Edad de la Piedra Pulimentada, que duró hasta aproximadamente el 3000 a.C., fecha en la que se considera que empieza la Historia, con la aparición de los primeros documentos escritos. Los cambios económicos y sociales que se produjeron en estos años fueron tan importantes que se ha denominado a esta etapa "Revolución neolítica".

1. El medio natural
Entre el final del Paleolítico y el principio del Neolítico se produjo un cambio climático que hizo aumentar la temperatura de la Tierra y derritió parte de los hielos de Europa, Asia y América del Norte. La flora y la fauna se transformaron: las grandes extensiones de tundra se convirtieron en bosques, los animales herbívoros, hasta entonces muy abundantes, se fueron retirando hacia el norte en busca de temperaturas más frías, lo que hizo que la caza y, por tanto, el alimento de las personas escasearan.
Sin embargo, se produjo un aumento de especies vegetales, como la cebada y el trigo silvestre en el Próximo Oriente y Europa, el mijo y el arroz en Asia y el maíz en el continente americano.
El cambio climático permitió a los seres humanos salir de las cuevas, vivir al aire libre e iniciar poco a poco el proceso de sedentarización, es decir, el establecimiento durante largas temporadas en el mismo lugar.

2. El nacimiento de la agricultura
La escasez de caza obligó a los seres humanos a buscar otras fuentes de alimento. Durante mucho tiempo se alimentaron de especies vegetales y observaron cómo nacían las plantas. Probablemente intentaron sin éxito realizar cultivos antes de descubrir la agricultura. Esta fue uno de los mayores logros de la historia de la humanidad, ya que hizo posible que las personas dejaran de ser depredadoras para convertirse en productoras: ya no se limitaban a recoger y consumir los frutos directamente de la naturaleza, sino que intervenían en ella, reponiéndolos.
Junto con la agricultura se desarrolló la ganadería. Poco a poco, los hombres fueron domesticando especies animales, como ovejas, cabras, cerdos, bueyes y asnos, que recogían y alimentaban. De los animales obtenían carne, leche, pieles y estiércol que utilizaban como abono para las tierras de cultivo.
Con el descubrimiento de la agricultura y la domesticación, los seres humanos tenían asegurado el alimento en un mismo lugar y no necesitaban ser nómadas. Así, en el Neolítico se convirtieron en sedentarios, construyeron viviendas y formaron los primeros poblados. Este proceso tuvo lugar en una zona con forma de media luna localizada entre los ríos Tigris y Éufrates; allí el clima era suave y abundaban los cereales silvestres. En estas fértiles tierras nació la agricultura. Esta zona se conoce como Creciente Fértil.

3. Técnicas e inventos
Entre las técnicas e inventos del Neolítico tienen especial importancia las siguientes:
Es la época de la piedra pulimentada: los filos son
más duraderos y permiten el trabajo sobre materiales
más duros. El pulimento se realizaba frotando
la piedra con arena o con otra piedra rugosa.
  • El trabajo de la piedra: El descubrimiento de la agricultura produjo el desarrollo de herramientas de piedra pulimentada para trabajar la tierra, a las que se añadían mangos de madera: arados para abrir surcos, hoces para la siega de las cosechas, mazos, hachas y molinos de mano.
  • Los tejidos: Después de utilizar fibras vegetales para hacer cestas, se empezó a elaborar tejidos de lino, algodón, esparto y lana, con los que se fabricaba ropa. Primero se hilaba la lana con el huso y después se crearon los telares, de los cuales se han encontrado numerosas pesas de cerámica que servían para tensar el hilo.
  • La cerámica: Permitió fabricar recipientes impermeables en los que almacenar y transportar líquidos y alimentos. La cerámica se trabajaba a mano y se cocía directamente en el fuego; más tarde se ideó una especie de horno enterrado en el suelo, donde se colocaban brasas y la pieza de cerámica que se quería cocer. Las vasijas de cerámica se modelaban primero y después se decoraban. En ocasiones, esta decoración consistía en la realización de incisiones o relieves con un punzón. Otras veces, las piezas se pintaban.
Molino de mano
Consistía en una piedra grande y lisa, a veces cóncava, sobre la que se hacía rodar otra piedra
más pequeña para moler el grano.

4. La vida en los primeros poblados
Los primeros poblados surgieron al lado de los ríos, pues estos proporcionaban agua a sus habitantes, riego a los cultivos agrícolas y, además, constituían una importante fuente de alimentos gracias a la pesca.
Se cree que fueron las mujeres del Neolítico
las que introdujeron las nuevas técnicas
agrícolas, la domesticación de animales,
la cestería, el hilado y el tejido de lana.
Estos poblados se construyeron con ladrillos de arcilla mezclada con paja y piedras para darle mayor consistencia. Las viviendas tenían forma circular o rectangular, y su interior se dividía en una zona con esteras para dormir, cocina con vasijas, despensa y horno. La mayoría de las casas eran de planta baja; también existían viviendas excavadas en el suelo y palafitos, viviendas elevadas sobre troncos de madera en zonas pantanosas. Los poblados del Creciente Fértil tenían, por lo general, una estructura ordenada, con las casas alineadas.
Se produjo una clara división del trabajo dentro del poblado: había oficios relacionados con la agricultura, la ganadería, la construcción de viviendas, la elaboración de cestas, la cerámica, los tejidos, la defensa, etc. Apareció, además, el trueque o intercambio de productos, incluso entre diferentes poblados. Se llevaba a cabo a través de los ríos y de caminos por los que se transportaban las cargas de una especie de trineo arrastrado por personas o animales, ya que la rueda se empezó a utilizar a finales del Neolítico.

Poblado neolítico
5. La religión y el arte
Los seres humanos del Neolítico creían en la existencia de espíritus. Para que éstos les fueran favorables, celebraban ritos religiosos. Se rendía culto a los muertos, a los que se enterraba con su ajuar debajo de las viviendas, en los muros de las casas o en cementerios.
La pintura fue también una manifestación del arte del Neolítico. Se localiza al aire libre o en abrigos rocosos poco profundos y se caracteriza por su esquematismo (sólo se dibujaban los rasgos generales de los seres humanos con una línea vertical, a veces bifurcada, que simbolizaba las piernas). Se abandonó, por tanto, el realismo del Paleolítico.

Pintura rupestre levantina que representa una escena de caza
(Els Cavalls, Valltorta, en Castellón)
Ídolo funerario de forma cilíndrica
Las vasijas de cerámica se convirtieron en obras artísticas gracias a una decoración hecha con dibujos geométricos. También se realizaban ídolos funerarios con diversos materiales, como piedra o hueso, que se caracterizaban por unos grandes ojos circulares y adornos en forma de triángulos y líneas partidas.
El arte rupestre estuvo muy presente en la península Ibérica, sobre todo en las actuales comunidades de Andalucía, Cataluña y Valencia. Entre el final del Paleolítico y principios del Neolítico, destacan las pinturas localizadas en la zona del Levante, que representan escenas de danza y de caza, con animales de animales y guerreros. Los colores más utilizados eran el negro y el rojo.
También se han hallado numerosas vasijas de cerámica. La cerámica más antigua es la cardial; su decoración se realizaba imprimiendo en ella conchas marinas. Otros tipos de cerámica eran las decoradas con incisiones y la cerámica almagra, caracterizada por su color rojizo.


6. El Neolítico andaluz
El clima favorable permitió en Andalucía el desarrollo de la agricultura y la ganadería (ovejas, cabras, bóvidos). Algunas costumbres del período prehistórico anterior, como la de vivir en cueva y enterrar en ellas a los muertos (en los lugares más profundos), se mantuvieron también en el Neolítico.
Los dos tipos de cerámica que más se utilizaron fueron la cardial y la almagra. Algunos de los yacimientos más importantes son las cuevas de los Murciélagos, de la Mujer, del Tesoro y de la Carigüela.
A finales del Neolítico andaluz floreció, en la zona de Almería, entre los ríos Almanzora y Antas, una cultura traída por colonizadores procedentes del Mediterráneo oriental y cuyas características más importantes son las siguientes:
  • Vivían en poblados o pequeñas aldeas construidos con lugares estratégicamente situados.
  • Fabricaban vasijas de cerámica lisa que carecían de todo tipo de decoración.
  • Enterraban a sus muertos de forma colectiva, con ricos ajuares funerarios.
  • Hicieron avanzar mucho la práctica de la agricultura, como se ha podido comprobar por los restos de útiles encontrados (molinos de mano, por ejemplo).

Cerámica cardial con forma de garrafa, con rayas hechas con
conchas sobre el barro húmedo
 (Museo de Prehistoria de Valencia)

sábado, 14 de abril de 2012

El arte prehistórico

Del largo periodo que media entre los primeros pasos de los grupos humanos asentados en la península Ibérica y las vísperas de la conquista romana, hay numerosos testimonios de carácter artístico, que van desde las pinturas rupestres del Paleolítico Superior hasta la esculturas ibéricas de mediados del primer milenio a.C.


1. La pintura rupestre
La manifestación artística más importante de todo el Paleolítico es sin lugar a dudas la pintura rupestre, realizada por los hombres de aquella época en cuevas y abrigos naturales. Sigue siendo un misterio la interpretación de estas pinturas, aunque se supone que tenían un sentido mágico, ante todo en relación con la caza, fuente esencial de obtención de alimentos para el hombre del Paleolítico. En tierras hispanas se habla de dos regiones, Cantábrica y Levantina, bien diferenciadas no sólo geográficamente, sino también en los caracteres de la pintura rupestre de cada una de ellas.
En la zona cantábrica se han conservado pinturas, fechadas en el Paleolítico superior, en numerosas cuevas: S. Román de Candamo, El Castillo, La Pasiega, Pindal, etc. No obstante, las más destacadas son las de Altamira, en las proximidades de Santillana del Mar. En general se representan animales aislados (caballos, bisontes, ciervos...), aunque a veces aparecen figuras superpuestas. Las pinturas son policromas (especialmente rojo, negro y ocre), y de un pleno carácter naturalista. Para obtener los colores se disolvían materias colorantes en grasa de animal. Las irregularidades de las rocas eran hábilmente utilizadas para crear sensación de volumen.
Pinturas de la cueva de Cogul, Lleida
Algo posterior en el tiempo, pues parece corresponder a un periodo en el que la caza ya no jugaba un papel tan decisivo, es el desarrollo de la pintura de la región levantina, encontrada en abrigos naturales (Alpera, Cogul, cueva de la Araña...). Se trata de una pintura de carácter narrativo, con escenas de caza, guerra o danzas rituales. La pintura levantina no es policroma y destaca por su carácter estilizado.








2. Los monumentos megalíticos
A partir de la revolución neolítica se produjeron grandes transformaciones de tipo material y espiritual, entre las cuales cabe destacar la aparición de la arquitectura, una de cuyas manifestaciones más antiguas fueron los monumentos megalíticos. Estas edificaciones, erigidas a base de grandes bloques de piedra, estaban en estrecha relación con el desarrollo de las creencias religiosas y solían tener un sentido funerario. El megalito más común es el dolmen, formado por piedras verticales que sustentan a otras horizontales. Sobre la base de este sencillo esquema arquitectónico se crearon las llamadas cuevas de corredor (por ejemplo, las de Menga y Romeral, en Antequera).


Cueva de la Menga, Antequera
Naveta de Es Tudons, en Menorca
Muy importantes son también los megalitos de las Islas Baleares, de cronología algo posterior (corresponden a la Edad del Bronce) y que ofrecen un rico muestrario de formas: los talayots o torres defensivas; las navetas, sepulcros colectivos en forma de nave invertida; las taulas, enormes mesas de piedra que se encuentran en Menorca.




3. El arte ibérico
Se aplica este nombre a la producción artística de los pueblos que, en el primer milenio a.C., habitaban el sur y el este de la península Ibérica y mantuvieron un contacto muy directo con los pueblos colonizadores del Mediterráneo oriental. Fenicios y griegos dejaron en tierras hispanas algunas muestras peculiares de su arte. De los primeros son dignos de recuerdo el famoso sarcófago en forma humana hallado en Cádiz (entrada del pasado 5 de abril de 2012) y el conjunto de joyas que integran el tesoro de Aliseda (Cáceres). De los griegos se conservan interesantes esculturas y abundantes muestras de cerámica, especialmente gracias a las excavaciones llevadas a cabo en Ampurias. Para referirse a las manifestaciones artísticas de los pueblos del centro y oeste de la Península, mucho más modestas y de clara influencia europea, se habla de arte celta.


Exvoto ibérico que representa a un jinete
El arte ibérico es de clara inspiración religiosa y tiene su más brillante expresión en la escultura. En los santuarios (Castellar de Santisteban en Jaén, Cerro de los Santos en Albacete...) se han encontrado numerosos exvotos, de bronce u otro material. Suelen representar guerreros, jinetes o personajes en oración, muy toscos, pero con un gran sentido del movimiento.
Dama Oferente
Museo Arqueológico Nacional
de Madrid
Es famosa la Dama Oferente, que porta en sus manos un vaso y denota influjo griego, pero también un acentuado hieratismo.
Son notables los animales fantásticos, como la denominada Bicha de Balazote, toro tumbado con cabeza humana, de rasgos orientales.


Bicha de Balazote










No obstante, la escultura más conocida del arte ibérico es la Dama de Elche. Fechada en el siglo V a.C. y de indudable influencia artística helénica, representa al parecer a la diosa fenicia Astarté.


Dama de Elche
Museo Arqueológico Nacional de Madrid
En el año 1971 se ha descubierto otra escultura importante, la Dama de Baza. Probablemente es de fecha algo posterior (siglo IV a.C.) y aunque tiene similitudes con la Dama de Elche, es menos delicada de formas.


Dama de Baza
Museo Arqueológico Nacional de Madrid

lunes, 9 de abril de 2012

Del pictograma al alfabeto

1. La escritura
La escritura es un sistema de representación de palabras. Gracias a la escritura logramos algo importantísimo: cualquier idea o pensamiento puede ser recogido y conservado para la posteridad. Antes, los conocimientos se transmitían por vía oral, pero con la llegada de la escritura la tradición oral fue perdiendo cada vez más importancia.
La escritura fonológica es la que muestra una relación entre los signos escritos y los sonidos pronunciados. Nuestra escritura es fonológica, porque cada signo tiene su sonido correspondiente.
La escritura no fonológica no tiene relación entre los signos escritos y sus sonidos. Los jeroglíficos son un tipo de escritura no fonológica.


2. Los pictogramas
Los jeroglíficos eran representados con signos y dibujos. Cada dibujo, llamado pictograma, significaba el objeto representado. Un pictograma que representara un ojo significaba "ojo". Un pictograma que representara una mano significaba "mano". Poco a poco, los pictogramas empezaron a tener más significados que el representado por el propio dibujo. Por ejemplo, un pictograma de una estrella significaba "estrella", pero también podía significar "cielo" y "dios". Un pictograma de un sol podía significar "sol", pero también "calor" y "día".
Al principio, la escritura con pictogramas era suficiente para representar las cosas básicas de la vida cotidiana. Pero, a medida que la civilización se fue desarrollando, aparecieron nuevos conceptos y nuevas ideas, y con ello el número de dibujos se multiplicó hasta el infinito.
La palabra jeroglífico significa "escritura sagrada". Y es que en un principio eran signos sagrados, utilizados para representar la palabra de los dioses. Los jeroglíficos eran grabados en las paredes de los templos.


Detalle de un bajorrelieve con escritura jeroglífica egipcia.
La escritura y la lectura de los jeroglíficos eran tareas muy difíciles. Por esta razón, nació la profesión de los escribas, sacerdotes que enseñaban a leer y a escribir.
Para escribir, los egipcios utilizaban superficies muy diversas: papiros, pedazos de piedra, omóplatos de animales, tablas de madera y pergaminos. De todas ellas, el papiro fue el más empleado. Escribían encima del papiro con una caña, llamada cálamo, en la que se ponía tinta de color negro y de color rojo. Para escribir sobre una superficie dura, se utilizaba un estilete de madera.
Las escuelas donde los niños aprendían se llamaban "casas de las tabletas", y las escuelas superiores, del tipo de la universidad, se llamaban "casas de la sabiduría".
Solamente los hijos de las clases acomodadas iban a la escuela y entendían los complicados signos de los jeroglíficos.


3. Los ideogramas
Una evolución posterior en el camino de la escritura lo constituyen los ideogramas. En este caso, los dibujos ya no representan objetos concretos o enunciados globales, como en el caso anterior, sino que pasan a representar palabras.
Dentro de este tipo de escritura empiezan a aparecer signos a los que se les da un valor fonético independiente del sentido de las palabras. El signo fonético representa un sonido, no una idea. En algunos casos, estos símbolos sólo tienen valor consonántico, mientras que en otros adquieren un valor silábico. Este paso implica ya una atenta observación del mecanismo de la palabra y un minucioso análisis de los sonidos.
Tanto en China como en Japón existen en la actualidad sistemas de escritura ideográfica. Esto hace que el aprendizaje de estas lenguas requiera mucho tiempo, no solo para el extranjero sino para sus propios hablantes, que emplean muchos años en lograr un nivel aceptable y mucho más en conseguir un nivel alto en el manejo de su lengua.


Ejemplo de escritura china, realizada mediante ideogramas.
El chino contabiliza hasta 50.000 caracteres diferentes, aunque algunos de ellos son muy especializados o arcaicos. Se considera el nivel básico de conocimiento saber usar alrededor de 2.000. El caso japonés es comparativamente más fácil. El Ministerio de Educación japonés prescribe 1.850 caracteres como los esenciales para el uso diario. En los seis primeros años de la educación primaria se aprenden 881.

domingo, 8 de abril de 2012

La vida en el Paleolítico

Los seres humanos del Paleolítico lograron subsistir gracias a que vivían en grupo y a que poseían un grado de inteligencia que les permitió fabricar instrumentos y dominar el fuego.


Los cazadores del Paleolítico desarrollaron técnicas de
caza en grupo: acorralaban a los animales, y los empujaban
de modo que cayesen en trampas o se precipitasen
en barrancos.
1. Economía y sociedad
Estas comunidades humanas se dedicaban a la caza y a la recolección, pues no conocían aún la agricultura ni la ganadería. También pescaban peces, crustáceos y moluscos. Eran depredadores, es decir, consumían lo que les ofrecía la naturaleza sin preocuparse de reponer los recursos o alimentos: frutas silvestres, huevos, miel, insectos... Cuando los recursos se agotaban en un lugar, se desplazaban a otro en busca de comida; por lo tanto, eran nómadas. De los animales que cazaban para comer aprovechaban todo: carne, grasa, leche, huesos, sangre y piel.
Los grupos humanos estaban formados por unos 20 ó 30 individuos (ya que si eran demasiados, resultaba difícil conseguir alimentos para todos) que vivían en el mismo espacio: una cueva, algún lugar protegido o un campamento. Estas comunidades, cuyos miembros estaban unidos entre sí por lazos familiares, reciben el nombre de hordas. La esperanza de vida era de entre 20 y 40 años. En ocasiones, varias hordas se reunían en un lugar determinado para cazar. Esta asociación de hordas se conoce como tribu.
Dentro del grupo, el trabajo fue especializándose poco a poco según las necesidades: la mujer se encargaba del cuidado de los hijos, la recolección de frutos y la captura de animales pequeños, el mantenimiento del fuego y el curtido de pieles, mientras que el hombre se dedicaba a la caza, a la fabricación de útiles y a la defensa del campamento.
Existía una cierta jerarquía dentro de cada grupo, es decir, algunos individuos tenían más importancia que otros: el guerrero más fuerte, el anciano más sabio y el hechicero o curandero.
El hechicero conocía las propiedades medicinales y curativas de ciertas plantas: algunas eran hervidas, otras se aplicaban directamente sobre las heridas y otras se masticaban. El hechicero no salía de caza, sino que permanecía en la cueva o campamento, donde mantenía el fuego, recogía plantas y cortezas de árboles, y cuidaba de los enfermos.


2. Técnicas
Durante la Prehistoria se produjeron varias técnicas e innovaciones, algunas de las cuales fueron las siguientes:
  • El trabajo de la piedra: Los primeros homínidos utilizaron materiales que encontraban en la naturaleza, como piedras, palos y huesos, para cavar, golpear o arrojar. Desarrollaron técnicas para hacer útiles de piedra; así, eran capaces de tallar un tosco filo en una piedra golpeándola con otra para emplearla como un hacha de mano. Usaban las piezas desprendidas o lascas como cuchillas para cortar y limpiar las pieles de los animales.
  • El control del fuego: Era indispensable para la supervivencia de los seres del Paleolítico. Al principio sólo eran capaces de mantenerlo; posteriormente aprendieron a producirlo por percusión (golpeando una piedra contra otra hasta hacer saltar una chispa) y por fricción (frotando un palo contra otro). El fuego lo utilizaban para iluminar y calentarse, asar la carne, reblandecer las pieles, cocer verduras, ahuyentar e incluso acorralar a animales de gran tamaño para cazarlos.
  • La generalización y uso del fuego, con lo que ello
    supone (protección, calor, luz) se produjo
    hace algo menos de 200.000 años. En ese momento,
    los humanos que viven en Europa, los autores
    del fuego, son los neanderthales.
  • El trabajo de las pieles: Constituía una de las técnicas más destacadas y exigía cierta destreza para que no se estropearan. Las pieles de los animales se utilizaron para hacer vestidos, calzado, bolsas, cubiertas de cabañas, correas, etc. Servían, además, para dormir sobre ellas y, puesto que los grupos humanos se desplazaban con frecuencia, las empleaban como recipientes para transportar alimentos, agua, hierbas medicinales y armas para cazar, etc. Por todo ello, el cuidado de las pieles era muy importante: tenían que engrasarlas a menudo para mantener su flexibilidad e impermeabilidad.




3. La religión y el arte

Los animales se representaban de manera individual
(no formaban una escena)
 y eran dibujados con gran realismo.
Los individuos del Paleolítico tenían un concepto mágico de la vida y ciertas creencias religiosas, como demuestra el hecho de que enterraran a sus muertos. Divinizaban las fuerzas de la naturaleza, ante las que sentían temor, como el trueno, la lluvia o el Sol. Dibujaban animales en las paredes y el techo de las cuevas o cavernas; son las llamadas pinturas rupestres. Se puede decir, por tanto, que el arte empezó en el Paleolítico.
Pintaban los animales que pretendían cazar, como mamuts, bisontes, ciervos, linces, jabalíes y caballos; se cree que pensaban que así tendrían éxito en la caza. Es probable que el hechicero recitara fórmulas mágicas delante de las pinturas y que el ritual terminase con la simulación de una cacería.
El conjunto más importante de la cueva de Altamira
es el de los bisontes, que parecen estar vivos.
Algunos animales están grabados en la pared de la
cueva aprovechando los relieves de las rocas.
Entre las pinturas rupestres más destacadas se encuentran las de la cueva de Altamira, en Santillana del Mar (Cantabria), donde aparecen numerosas representaciones de ciervos, bisontes, cabras, jabalíes y caballos.

Obtenían los colores de diversas formas: para el rojo
empleaban mineral de hierro o sangre; para el negro, carbón,
y para el ocre y el amarillo, tierra y distintas plantas. Extendían
la pintura sobre la pared utilizando pinceles (hechos con pelos
de animales), espátulas o los propios dedos.




















Venus de Lespugue
Está hecha de colmillo de mamut
y simboliza la maternidad.
Otras manifestaciones artísticas de este período son las llamadas venus: pequeñas estatuas hechas de marfil, piedra o hueso, que representan a la mujer con formas femeninas muy exageradas y voluminosas. Se han hallado algunas en diversas zonas europeas, como la venus de Lespugue (Francia) y la de Willendorf (Austria). Se cree que están relacionadas con el culto a la fecundidad y a la vida. También realizaban bastones y piezas de pequeño tamaño talladas con forma de cabeza de caballo y de ciervo.


4. El Paleolítico en Andalucía
Los seres humanos del Paleolítico andaluz vivían en cuevas, como se ha podido comprobar por la gran cantidad de yacimientos encontrados en distintas localizaciones: cueva de la Carigüela del Piñar, en Granada; cueva de la Pileta y cueva de Nerja, en Málaga, entre otras.
También se instalaban cerca de los valles fluviales, como el del río Guadiamar.
Su forma de vida era igual que la que hemos descrito para el resto de los seres humanos del Paleolítico, aunque se aprecian diferencias en el arte, ya que las pinturas rupestres son más esquemáticas y representaban figuras humanas y escenas rituales, así como animales: caballos, toros, cabras, etc. Los colores empleados son el rojo, el negro y el amarillo.


Pinturas rupestres de la cueva de La Pileta (Benaoján, Málaga)

sábado, 7 de abril de 2012

Los pueblos prerromanos

En la península Ibérica, en el período coetáneo a las colonizaciones, había una gran diversidad de pueblos. De ellos se han conservado muy escasas fuentes, por lo que su conocimiento ha de basarse ante todo en testimonios más tardíos, de época romana, y en los datos suministrados por la Arqueología, la Epigrafía y la Lingüística. Sobre estos pueblos se ejerció una doble influencia: por un lado la de fenicios y griegos, muy acusada en el sur y el este de la Península; por otro la de los celtas, visible en el norte y centro.
La penetración de los celtas, que tuvo lugar en la primera mitad del primer milenio a.C., se produjo a través de los Pirineos, pasando inicialmente a Cataluña y el valle del Ebro y continuando más tarde hacia la Meseta. Eran pueblos ganaderos y agricultores de carácter nómada. También conocían la metalurgia, por lo que se les asocia con los orígenes de la Edad del Hierro en la Península.




1. Los pueblos del sur
El sur era la zona más poblada de la Península, la que había tenido culturas prehistóricas más importantes y la que vio nacer Tartesos. Los principales pueblos allí asentados eran los turdetanos, los bastetanos, los oretanos y los libio-fenicios. Se dedicaban a la agricultura y la ganadería en el valle del Guadalquivir, a la minería y la salazón del pescado en las zonas costeras. El contacto con los pueblos del Mediterráneo oriental les permitió exportar sus metales y salazones a cambio de importar joyas y objetos de marfil y vidrio. Utilizaban el trabajo de esclavos en las minas y en el campo. En cuanto a su estructura social había una clase dominante, una masa popular, mal conocida, y esclavos, que no eran idénticos a los del tipo romano. Era relativamente importante el papel de las ciudades, auténticas ciudades-estado, que podían localizarse cerca de los ríos (caso de Híspalis, Sevilla) o en la costa (Cádiz).


2. Los pueblos del este
Estos pueblos tenían muchos caracteres idénticos a los del sur, aunque era más fuerte en ellos la influencia griega. Destacan los edetanos, los ilergetes, los iacetanos y los indigetes. Se dedicaban a la agricultura, cultivando el olivo, la vid y los cereales, y a la minería, en la zona de Cartagena. También tenían algunos industrias de tejidos de lino, localizadas en Saitabi (Játiva). En sus territorios se han encontrado muchas monedas griegas, lo que prueba el comercio de la región con los helenos. En general, estos pueblos utilizaban el trabajo de los esclavos. Desde el punto de vista social los pueblos de la costa tenían una clase dirigente y unos grupos dominados, de carácter libre o esclavo, mientras que en los del interior, más arcaicos, existía una aristocracia de carácter gentilicio. Había ciudades-estado, con asambleas, senados y magistrados. También se conocen reyes en territorios amplios, aunque quizá sólo eran jefes guerreros nombrados para una acción bélica determinada.


3. Los pueblos del centro y del oeste
Plato de los peces, procedente de la ciudad de Numancia (Soria),
cabeza de los celtíberos (fotografía de Julio Asunción).
Son de origen celta y procedían de oleadas que entraron por los Pirineos. Entre estos pueblos se hallaban los lusitanos, los celtíberos, los arevacos, los lusones, los pelendones, los vacceos, los vettones y los carpetones. En general estaban organizados en tribus y clanes. Las tribus se asentaban en territorios amplios, en los que había fortificaciones, como Numancia. Se dedicaban a la agricultura (por ejemplo, los vacceos, cultivadores de cereales) o la ganadería (especialmente los lusitanos y los celtíberos, pastores de ovejas y cabras). Tenían un régimen comunal de la propiedad y de la explotación de la tierra, pero la aristocracia gentilicia concentraba cada día más riqueza en sus manos. Practicaban el comercio de trueque, sin uso de la moneda. La cohesión social se basaba en los lazos de sangre, pero se estaba iniciando una ruptura, debido ante todo al papel de la aristocracia gentilicia. Desde el punto de vista político tenían estos pueblos asambleas populares, senados aristocráticos y magistrados, y a veces reyes y jefes militares elegidos.


4. Los pueblos del norte
Son los galaicos, astures, cántabros, vascones, autrigones, caristios, várdulos, etc. En éstos también se observa la influencia de los celtas. Vivían de la recolección de alimentos, especialmente bellotas, y de la ganadería, de cabras y cerdos. Estaban organizados en tribus y en clanes. Practicaban el seminomadismo, pero también había castros, poblados fortificados en los que habitaban los miembros de un clan. Las mujeres, que ocupaban un papel fundamental en la sociedad (ellas eran las que heredaban), se dedicaban a los trabajos del campo, en tanto que los hombres iban a la guerra y practicaban el pillaje. Poseían unas costumbres muy arcaicas, por ejemplo, la comida en común o la expulsión de los parricidas fuera del territorio. En general, los pueblos del norte sorprendieron a los escritores por su primitivismo y su salvajismo.