lunes, 23 de diciembre de 2013

Las clases sociales en Esparta y Atenas

La desigualdad social es un rasgo común en la sociedad antigua. La diferencia entre hombres libres y esclavos es una constante en los pueblos primitivos. Pero en el caso de Grecia también existían diferencias entre las personas libres: unos eran ciudadanos y otros no.
La «polis» era el ámbito natural en el que se desarrolla la vida de los griegos. De todas las polis, las más representativas fueron Esparta y Atenas; aquí las tomaremos como referencia para ilustrar las diferencias entre clases sociales en Grecia.

1. Esparta
En Esparta había tres clases sociales: espartanos, periecos e ilotas.
Los espartanos se llamaban entre ellos «los iguales», y tenían plenitud de derechos políticos. Eran la clase privilegiada, y recibían una disciplina militar y política. Los trabajos manuales los dejaban para las clases inferiores.
Para ser espartano, había que cumplir tres condiciones: ser hijo de padres espartanos; estar inscrito en un syssition, que era un grupo de personas que comían juntos y pagaban una contribución, y someterse a la educación y a la disciplina espartana, extremadamente severa. Otra característica del espartano era que no trabajaba: vivía entregado a la lucha y a los ejercicios físicos. El Estado le mantenía hasta los 30 años, y a partir de entonces vivía del lote de tierra que había recibido del Estado a cambio de sus servicios militares.
Los periecos eran los habitantes de la periferia. No tenían la ciudadanía, pero sí algunos derechos civiles; por ejemplo, podían poseer tierras y formar parte del ejército en tiempos de guerra. Se dedicaban al comercio y a la industria. Estaban organizados en corporaciones hereditarias. Los periecos no eran tratados duramente, ya que escapaban a la disciplina espartana, pero tampoco tenían ningún derecho político.
Los ilotas eran esclavos. Pertenecían al Estado espartano, que los concedía a los ciudadanos que necesitaran sus servicios. Podían realizar cualquier actividad laboral. No tenían ningún tipo de derechos.

2. Atenas
En Atenas había también tres clases sociales: ciudadanos, metecos y esclavos.
Los ciudadanos eran los hijos varones, mayores de dieciocho años, nacidos de matrimonio legítimo. Al cumplir la mayoría de edad, el ciudadano ateniense era inscrito en el demos (su lugar de origen). Los ciudadanos atenienses solían dedicarse a la artesanía y al cultivo de la tierra. Tenían plenitud de derechos políticos.
Los metecos eran hombres libres, extranjeros de nacimiento, que residían en Atenas. Como consecuencia de las ideas democráticas igualitarias se les concedieron ciertos derechos civiles. Cualquiera que quisiera instalarse en Atenas podía hacerlo, pero antes debía ser presentado a las autoridades por un padrino o prostátes, ya que, si no lo hacía, corría el riesgo de ser perseguido por la justicia y condenado a la esclavitud. El meteco no podía casarse con una ciudadana ateniense ni podía tener propiedades. Tampoco tenía ningún derecho político. Y quien matara a un meteco, solo era castigado con el destierro (porque tenía menos importancia que un ciudadano).
La palabra meteco significa en griego «que comparte casa», y por ello el meteco pagaba un impuesto de residencia, que ascendía a unos ocho dracmas. Tenía además la obligación de prestar servicio militar. Los metecos eran excelentes trabajadores, muy eficientes en los trabajos de la cerámica y la metalurgia; por eso gustaban a los atenienses. Muchos de ellos se dedicaron a actividades artísticas y hubo grandes figuras en el campo de la medicina, escultura, pintura y filosofía.
Los metecos estaban bajo la protección de los proxenes (patronos), que eran ciudadanos que habían recibido de otra ciudad el encargo de proteger y defender a estos extranjeros. El próxenos era un personaje influyente cuya esfera de acción abarcaba tanto el terreno político como el económico y el jurídico.
Los esclavos carecían por completo de derechos civiles y políticos. Podían ser esclavos por nacimiento (es decir, hijos de otros esclavos) o porque una sentencia los había condenado a esta situación por distintos motivos. También se convertían en esclavos los prisioneros de guerra. La condición jurídica del esclavo era tan precaria, que ni siquiera era reconocido como persona. Podía ser vendido, alquilado o azotado, y realizaba todo tipo de trabajos.