martes, 28 de agosto de 2012

Las lenguas no indoeuropeas

El origen del euskera se remonta a una época anterior a la llegada de los romanos a la Península Ibérica. Es también anterior a las lenguas indoeuropeas, y quizá tenga alguna relación con las lenguas caucásicas. Es, por tanto, la única lengua superviviente entre las que se hablaban en el suroeste europeo antes de las invasiones indoeuropeas y, desde luego, la única de origen prerromano entre las que se hablan en la Península Ibérica. La romanización ejerció también, aunque de manera más difusa que en otras regiones peninsulares, cierta influencia, y así el euskera terminó incorporando términos procedentes del latín. A su vez, de manera inversa, ciertas lenguas derivadas del latín adoptaron también algunas voces vascas, por ejemplo, izquierda, mus u órdago.
El euskera constituye un interesante ejemplo de supervivencia entre las lenguas actuales, y ha logrado mantenerse vivo a pesar de los muchos obstáculos encontrados a lo largo de su historia, sobre todo debido a la enorme presión que sobre él han ejercido sus dos vecinos, el castellano y el francés.


Datos del año 2010
El número actual de euskaldunes (personas que hablan euskera) es difícil de establecer, pero en cualquier caso se localizan mayoritariamente en el actual País Vasco, en los departamentos vascofranceses y en la Comunidad Foral de Navarra. Existen igualmente comunidades vascoparlantes en otros países, debido a la emigración.

En Europa, pero ya fuera de la Península Ibérica, encontramos otras lenguas que no pertenecen al tronco común de las lenguas indoeuropeas, como el estón, el húngaro, el finlandés y el turco.

lunes, 27 de agosto de 2012

Familias de lenguas del indoeuropeo

Lenguas itálicas
Sin duda, el principal miembro de esta familia es el latín. El latín era el dialecto del Lacio, una región de la Italia central en donde fue fundada Roma. Más tarde, el latín predominó sobre los demás dialectos de la Península Itálica, como el osco, hablado en Lucania y Campania, y el umbro, hablado en Umbría, junto al Adriático.
El latín se convirtió en la lengua oficial del Imperio Romano. Los primeros ejemplos de textos escritos en latín datan del siglo V a.C., y el primer autor literario del que sabemos que escribió su obra en latín es Plauto, a fines del siglo III a.C.

Lenguas helénicas
Esta rama del indoeuropeo consta de una única lengua, representada en multitud de dialectos hablados en el territorio de la actual Grecia continental y las islas del Egeo.
En su evolución podemos distinguir cuatro fases claramente diferenciadas. Los documentos escritos en griego datan del siglo XV a.C., y son unas tablillas de arcilla con escritura silábica, de unos 150 símbolos, descifrados en 1953 por el arquitecto inglés Michael Ventris y el helenista John Chadwik. Esta escritura recibe el nombre de Lineal B. En las tablillas se registra la actividad burocrática y económica de los palacios cretenses. Esta forma de griego antiguo se denomina griego micénico, para distinguirlo del griego posterior, llamado griego clásico, en el que están escritas las principales obras épicas y teatrales, históricas y filosóficas hasta el siglo IV a.C.
Una variedad posterior del griego se conoció como griego común, y se habló durante más de mil años en toda la zona del Mediterráneo oriental. El griego moderno actual procede de esta última versión del griego común.

Lenguas germánicas
Todas las ramas que conforman esta familia de lenguas proceden de las tribus germanas que se asentaron por el norte de Europa durante el primer milenio anterior al cristianismo.
En la actualidad hay más de quinientos millones de personas que hablan alguna de estas lenguas, debido principalmente a la importancia del inglés.
Las lenguas germánicas del norte, también llamadas escandinavas, incluyen el sueco, el danés, el noruego y el islandés. Las sagas islandesas constituyen un ejemplo literario de gran importancia, redactadas en una versión antigua del islandés.
Dentro de las lenguas germánicas occidentales, distinguimos dos variedades principales: el alto y el bajo alemán. El alto alemán abarca el alemán de Baviera, el de Austria, el de la Suiza alemana y el de Alsacia. El bajo alemán se extendió por Bélgica (produciendo el flamenco) y los Países Bajos (holandés).
La conquista de Gran Bretaña por anglos y sajones dio origen al anglosajón, que antecedió al inglés actual.

Lenguas célticas
Los celtas fueron el primer pueblo indoeuropeo que se extendió por toda Europa. En torno al siglo XV a.C., llegaron al centro y sur del viejo continente, y en series de oleadas posteriores se extendieron hasta el occidente europeo y el Mar Negro, en el extremo oriental.
Los principales núcleos celtas se localizan en Francia y el norte de Italia, con una lengua conocida como celta continental, y en las islas británicas, cuya lengua se ha denominado celta insular.

Lenguas indoiranias
Esta rama indoeuropea comprende el hindi y el persa. El hindi o antiguo indio cuenta con más de quinientas lenguas diferentes y unos quinientos millones de hablantes. Las formas más antiguas de este grupo datan del año 1000 a.C., y son conocidas como sánscrito, lengua en la que están redactadas los vedas, que son los textos sagrados más antiguos.
El grupo de lenguas iranias comprende numerosos idiomas y dialectos, con unos setenta millones de hablantes. La lengua principal de este grupo es el persa.

Lenguas baltoeslavas
El propio nombre de esta familia de lenguas indica sus dos grandes núcleos de influencia: la región báltica, que engloba las lenguas letona y lituana y que hablan unos cinco millones de personas, y la región eslava, con un número mayor de lenguas y unos trescientos millones de hablantes, de entre los que más de la mitad corresponden al ruso. Este idioma, por la influencia política de la desparecida Unión Soviética, se convirtió en la lengua común de los países del este europeo.

lunes, 20 de agosto de 2012

Las montañas circundantes del Macizo Central

1.- Montañas constituidas por un gran accidente tectónico
Se han formado al hundirse un sector del zócalo y quedar éste en resalto. El escarpe constituye un auténtico murallón visto desde el bloque hundido. Pertenecen a este tipo las Sierras de Gralheira y Caramulo, impresionante escarpe rectilíneo desde Coimbra a Finisterre, y Sierra Morena, en el borde meridional del Macizo. Constituye ésta una gigantesca flexión de 400 kms. de longitud, con fallas locales (La Carolina, Linares), que introduce desde la Sierra de Alcaraz hasta Huelva un desnivel de más de 500 m. El Macizo en el Valle del Guadalquivir ha sido fosilizado por depósitos terciarios. El gran desnivel ha originado un rejuvenecimiento de la erosión que se ha encajado en el basamento de una estructura plegada, desenmascarando uno de los más claros ejemplos de relieve apalachense de la Península: depresiones en pizarras y crestones paralelos en cuarcitas.
Dehesas en la Sierra Morena
2.- Montañas formadas por el levantamiento de los bordes del Macizo
Están representadas en el sector occidental de la Cordillera Cantábrica, por el denominado Macizo Asturiano, que se extiende hasta los Picos de Europa. Como consecuencia de la tectónica alpina se formó en este sector un gran abombamiento del macizo desde Castilla hasta el mar; y como consecuencia de los empujes el sector septentrional se hundió en el Océano. El sector meridional se fracturó en tres alineaciones: una hundida, a modo de fosa tectónica prelitoral que se extiende desde Oviedo hasta Santander; al norte una alineación a 600-900 m. (Sierras del Naranco y Cuera); al sur otra con las mayores altitudes que superan los 2.500 m. en los Picos de Europa. El relieve, no obstante, depende más de la acción erosiva que de la estructura tectónica, aunque ambas se relacionen. El desnivel que tiene que salvar la red hidrográfica en pocos kilómetros ha originado un relieve apalachense al oeste del Narcea y fuertes desniveles y profundas foces (Hermida) en los materiales del sector oriental. Formas glaciares y periglaciares y bellos relieves cársticos en las calizas completan la imagen.


Desfiladero y pueblo de La Hermida (Cantabria)
3.- Los bordes con cobertera plegada
Pueden ser de dos tipos: en los sectores en los que la cobertera era lo suficientemente espesa se formaron estructuras plegadas; por el contrario; en los que la cobertera era menor, el estilo predominante es el mixto de pliegue y fractura. Pertenecen al primer tipo la Cordillera Cantábrica, al este de los Picos de Europa, y las Montañas Vascas; al segundo, el Sistema Ibérico, la Orla Mesozoica portuguesa, al norte de Lisboa, y las Montañas del Algarve.

a) Las Montañas Cantábricas y los Montes Vascos, aún con diferencias notables, pueden ser incluidos en una misma unidad. Se diferencian del Macizo Asturiano por los materiales y la altura. Los depósitos son progresivamente más modernos hacia el este y de características distintas. Por otra parte, si la tectónica predominante en el Macizo Asturiano es germánica, en la Cantábrica predominan las estructuras plegadas.
b) El Sistema Ibérico es complejo. Es un conjunto en donde la variedad litológica y tectónica es acentuada. En algunas sierras (Demanda, Urbión) afloran los materiales primarios; en otras (Ibérico-levantinas) los materiales de fines del Secundario. La tectónica es de pliegue y fractura. El conjunto se encuentra afectado por la superficie de erosión finipotiense retocada. El Sistema comprende varios conjuntos: macizos levantados de la Demanda, Urbión y el Moncayo (2.313 m.); extensas superficies de erosión a 1.100-1.200 m., con relieves residuales (Plataforma soriana, parameras de Sigüenza y Molina de Aragón, Serranía de Cuenca); superficies de erosión fuertemente levantadas (Albarracín); fosa de Jiloca-Turia; relieve estructural plegado (Maestrazgo).

Serranía de Cuenca

lunes, 13 de agosto de 2012

Las primeras civilizaciones urbanas: Economía

La principal fuente de sustento de la población egipcia y mesopotámica era la agricultura. Ésta era posible gracias a las obras de canalización de las aguas, con diques de contención y canales que distribuían las crecidas periódicas. Además, a pesar de que las lluvias eran muy escasas, disponían de agua durante todo el año gracias a la construcción de pozos y sistemas de riego.
La ganadería, sobre todo la cría de vacas y cabras, y la pesca eran el complemento de la agricultura.
La artesanía también desempeñó un papel muy importante. La cerámica, la metalurgia o la cestería, así como la elaboración de tejidos, esmaltes y joyas, y el tallado de sellos en Mesopotamia, eran ocupaciones bastante frecuentes.

Los sellos mesopotámicos eran piezas cilíndricas de barro cocido
donde se imprimía una firma que quedaba grabada.
Luego, la pieza se hacía rodar sobre arcilla blanda y dejaba
impresa una imagen continua. Se utilizaban para firmar contratos.

Pero de todas las actividades económicas, la más importante fue el comercio. Al no existir la moneda, los excedentes agrícolas y artesanales se intercambiaban por productos que escaseaban en la zona, y, en ocasiones, se realizaban los pagos en cereales o plata.
La Administración del Estado se encargaba de almacenar el grano de un año para otro. El grano servía para pagar los salarios de los trabajadores y acumular reservas con las que alimentar a la población en épocas de sequía o escasez.

lunes, 6 de agosto de 2012

El reino visigodo

Los pueblos germánicos que se establecieron en la península Ibérica se insertaron plenamente en las estructuras de la época romana, especialmente los visigodos. Sólo hubo un cambio decisivo en el ámbito político, pues el poder, antes ejercido desde Roma, estaba ahora establecido en Toledo y se extendía sobre un territorio que prácticamente coincidía con los límites de la Península. No obstante, en tiempos visigodos se acentuaron las transformaciones iniciadas en el Bajo Imperio, que preludiaban la sociedad feudal: ruralización aplastante y papel creciente de las relaciones personales. En otro orden de cosas se pusieron los cimientos de una cultura fuertemente impregnada por lo eclesial.


Iglesia de San Pedro de la Nave (Zamora), construida entre 680-711
en pleno dominio visigodo.
A lo largo de los siglos IV y V d.C., tuvieron lugar las grandes invasiones protagonizadas por los llamados pueblos bárbaros, los cuales irrumpieron en el Imperio Romano, acelerando de esa forma su caída. La península Ibérica no escapó a las invasiones. Pero de los diversos pueblos que llegaron a Hispania sólo los visigodos pudieron erigir una construcción política sólida, que fue capaz de perdurar hasta principios del siglo VIII, en que fue barrida por los musulmanes.


1.- Las invasiones germánicas en Hispania
Durante los siglos III y IV d.C. ya se detectó en Hispania la presencia de bandas de pueblos germánicos. No obstante, la gran invasión tuvo lugar a principios del siglo V. En el año 409 cruzaron los Pirineos, en dirección hacia el sur, entre otros pueblos, los suevos, los vándalos y los alanos. Tradicionalmente se habla de invasiones germánicas, aunque en realidad uno de esos pueblos, concretamente los alanos, eran de origen asiático. Los cronistas de la época nos han transmitido un cuadro patético de las invasiones, atribuyendo a los bárbaros todo género de atropellos.
Los vándalos se dirigieron hacia el sur de la Península, donde permanecieron algún tiempo, hasta que más tarde, hacia el 429, pasaron al norte de África. Los alanos, instalados en el centro y este de la Península, fueron en realidad absorbidos por la población hispanorromana. Los suevos se establecieron en el noroeste, consiguiendo fundar un reino que mantuvo su independencia hasta finales del siglo VI.


2.- Los visigodos en Hispania
Los visigodos, una de las ramas del pueblo godo, eran sin lugar a dudas, de todos los pueblos que llegaron a la Península en el siglo V, los más romanizados y los que tenían una mayor experiencia política. Aparecieron en la Tarraconense en el año 415, con el propósito de combatir a los otros pueblos invasores. Pero después de firmar el año 418 un pacto o "foedus" con Roma abandonaron la Península, estableciéndose en las Galias. A mediados del siglo V retornaron a Hispania, como aliados de Roma, con la finalidad de combatir a los suevos. A partir de ese momento se acentúan las incursiones de visigodos a la Península. No obstante, el centro de su asentamiento continuaba estando el sur de las Galias, con capital en Tolosa. Sólo después de ser derrotados por los francos en Vouillé (507), los visigodos abandonaron las Galias, trasladándose definitivamente a tierras hispanas, en donde fundaron un reino con capital en Toledo.


3.- El reino visigodo de Toledo
Estatua del rey Recaredo,
en la balaustrada
del Palacio Real de Madrid
El vacío de poder creado por la desaparición del Imperio Romano de Occidente (476) fue ocupado por los diversos pueblos bárbaros establecidos en su territorio. En Hispania, el poder político más importante correspondía a los visigodos. No obstante, éstos no controlaban ni mucho menos el conjunto de las tierras de Hispania. En Galicia subsistía el reino de los suevos. Al norte de la cordillera Cantábrica los vascones conservaban de hecho su independencia. A mediados del siglo VI los bizantinos, en su intento de restaurar el Imperio Romano, ocuparon el sureste de la Península. Pero había también otros factores, religiosos y jurídicos, que dificultaban la creación de un estado unificado en Hispania. Existía una separación tajante entre los visigodos y la mayoría de las población hispanorromana, pues mientras los primeros eran arrianos (el arrianismo era una interpretación herética del cristianismo), los hispanorromanos eran católicos. Por otra parte, visigodos e hispanorromanos se regían por normas jurídicas diferentes. En la segunda mitad del siglo VI la monarquía visigoda se fortaleció considerablemente. El rey Leovigildo (573-586) hizo retroceder a los bizantinos, castigó duramente a los vascones y liquidó el reino suevo, incorporando el territorio a sus dominios. Pero fracasó ruidosamente en su intento de lograr la unificación del reino a base del arrianismo, lo que motivó un conflicto violento con su propio hijo Hermenegildo, adicto al catolicismo. El hijo y sucesor de Leovigildo, Recaredo (586-601), dando muestras de una gran inteligencia política, terminó con las diferencias religiosas al aceptar el catolicismo en el III Concilio de Toledo (589).
En el siglo VII se eliminaron algunos de los más importantes obstáculos con que había tropezado la monarquía visigoda. En tiempos de Suintila (621-631) se terminó con la presencia bizantina en Hispania. Algunos años después Recesvinto (649-672), al promulgar el "Liber Iudiciorum" o "Fuero Juzgo", ponía fin a las barreras jurídicas que habían separado a los visigodos de los hispanorromanos. Pero al mismo tiempo, la monarquía visigoda se debilitaba por la supeditación a los intereses de las capas altas de la sociedad, la nobleza y los prelados. La monarquía, de carácter electivo, no podía imponerse a los poderosos. Los últimos tiempos del reino visigodo fueron una pugna continua entre las facciones nobiliarias en lucha por el poder, que podemos ejemplificar en el enfrentamiento, ya en el siglo VIII, del rey Rodrigo y los hijos de su antecesor Vitiza. Este estado de cosas facilitó la invasión de la Península por los musulmanes.

jueves, 2 de agosto de 2012

La Antropología en el contexto de las ciencias sociales

Para delimitar el concepto de la Antropología Social, sobre todo considerando que el antropólogo también tiene un lugar en el estudio y análisis de determinados aspectos de la Sociedad Industrial, tenemos que proceder a ver cuál es el límite entre Antropología, Sociología y otras Ciencias Sociales, y estudiar cuál es el tipo de relaciones existentes entre estas disciplinas y si es que tienen algo de diferencial.
La comunicación activa entre antropólogos y economistas aumenta de continuo, especialmente desde que se han convencido los primeros de la conveniencia de registrar tanto como sea posible los mecanismos económicos de las sociedades que se estudian.
Ralph Linton, antropólogo
estadounidense (1893-1953)

Ralph Linton, para diferenciar los límites de Antropología, Sociología y Psicología, aseguraba a cada una de estas disciplinas tres campos de estudio: a la Sociología el estudio de la sociedad; a la Antropología el de la cultura y a la Psicología el del individuo.
Como este mismo autor reconoce, cada vez se torna más evidente que existen ciertos problemas cuya solución no puede darla una sola de estas disciplinas.
Las sociedades están compuestas de individuos y toda sociedad tiene una cultura, como toda cultura pertenece a una específica sociedad. Los individuos son producto tanto de las características de la sociedad como de las de su cultura. Entonces, por lo que vemos, entre estos aspectos existe una estrecha interrelación que nos imposibilita la aceptación de los campos antes asignados por Linton, aún cuando tengamos que agradecerle el habernos lanzado una señal guía. Además, no sólo es necesario el diferenciar a unas disciplinas de otras sino también el ensamblarlas en un compuesto coherente.
La Antropología, al centrar su atención en el hombre, tiene en cuenta tanto los aspectos de la existencia humana, biológica y cultural; pasada y presente, combinando estos materiales diversos en un abordamiento íntegro del problema de la experiencia humana. Esto hace que tengamos también que ver la interdependencia que existe entre la Antropología y otras ciencias diferentes de las consideradas como sociales, lo que en cierto modo nos complica algo nuestra intención de obtener los límites de la disciplina pero, por otro lado, nos amplia la visión de su contenido.
Herskovits considera que la Antropología acude a las ciencias exactas y naturales, en tanto que, en relación con las humanidades y las ciencias sociales, actúa esencialmente como agente sintetizador. La Antropología proporciona a estas disciplinas un marco de referencia mucho más amplio, dentro del cual pueden establecerse más seguras generalizaciones. Así, menciona este autor que hay tres disciplinas que guardan una estrecha relación con la Antropología. Esta disciplina como campo dinámico de investigación que comprende el total desarrollo del hombre y estudia las variedades de la cultura, resultado de los cambios a lo largo de dilatados períodos de tiempo, es histórica. Como ciencia que trata de comprender los resortes de la conducta social y el papel que la cultura desempeña en la adaptación humana es psicológica. Por último, como disciplina que considera la naturaleza y amplitud de los sistemas de valor a cuyo amparo viven los hombres, el significado de las metas que sirven de guía a sus actividades, sus explicaciones del universo, y las relaciones entre las instituciones y los que viven de acuerdo con ellas, es filosófica.

Claude Lévi-Strauss, antropólogo
francés (1908-2009)
Pero es siempre la autoridad de Levi-Strauss quien nos da una visión más correcta y aceptable de las relaciones de la Antropología con las otras ciencias. Este autor concebía a la Antropología como una última etapa de la síntesis que toma como base las conclusiones obtenidas a través de los datos y materiales recogidos por la Etnografía y las primeras síntesis y conclusiones de la Etnología.
Por lo tanto, la Antropología, Etnología y Etnografía son, en realidad, tres etapas o momentos de la misma investigación, y la preferencia de uno u otro de estos términos sólo expresa que la atención está dirigida en forma predominante hacia un tipo de investigación que nunca puede excluir los otros dos.
Los mecanismos y las formas de adaptación humana al medio ambiente, las maneras de utilizarlo y explotarlo, tienen que ver fundamentalmente con la tecnología, la economía y la organización social y política. Desde este punto de vista, es decir, de la estructura sociocultural considerada como un mecanismo de adaptación y control del ambiente, la ecología humana es una disciplina montada a la vez sobre la Antropología Física, las ciencias biológicas, la Antropología Social y Cultural y las ciencias naturales. En este sentido, la ecología no sólo tiene una serie de contactos con las ciencias sociales y, por lo tanto, con la Antropología Social, sino que también es vinculante entre las diversas ramas de la Antropología y sirve de nexo de unión con las ciencias físicas y naturales.
Las relaciones de la Antropología, así a secas sin más calificativos, con la Historia han constituido una parte muy apreciable de las discusiones referentes a los contactos con otras ciencias o disciplinas. Inicialmente, la Antropología nació con una indudable vocación histórica. Precisamente, el hecho de que los cimientos antropológicos se fraguaran en la segunda mitad del siglo XIX tuvo como consecuencia que el evolucionismo marcara la pauta que informaría a los iniciadores de la Antropología.
Bosquimanos, pueblo
 primitivo del sur de África
El querer prescindir de una perspectiva temporal tendría el mismo significado, en la actualidad, que castrar a las conclusiones de los antropólogos de todo contenido científico. Todos los pueblos son producto de su pasado, y aun aquellas sociedades que erróneamente, o inicialmente, fueron atribuidas a etnólogos y antropólogos, para su estudio, y que fueron definidas como “sin historia” la tienen, y ello ha quedado evidenciado en el sinfín de leyendas y mitos que existen en estos pueblos mal llamados “primitivos”.
Margaret Mead estima que las diferencias metodológicas entre los historiadores y los antropólogos pueden ser sintetizadas en dos palabras: “documento” e “informe”. El historiador emplea material escrito. En contraste, el antropólogo encuentra informantes cuyo lugar en su sociedad él examina con mucho cuidado, de modo que de estos seres humanos vivientes puede extraer elementos sobre la cultura que tradicionalmente registra sobre el lugar.
La Historia puede ser una guía para el antropólogo, como también la Antropología puede ser uno de los instrumentos para interpretar la Historia. Durkheim afirmaba que a la Sociología había que estudiarla históricamente, y que la Historia se tenía que estudiar sociológicamente.
Por lo tanto, los fenómenos de la Sociedad Industrial, como los problemas de las sociedades primitivas, pueden ser enfocados desde una variada perspectiva, entre cuyos muchos enfoques podemos mencionar el económico, sociológico, psicológico y el socio-antropológico, sin que el hecho de que nos encontremos en uno de ellos quiera decir que estemos en un compartimento estanco aislado de los otros enfoques que, en cualquier caso, pueden ser complementarios al mismo fin específico que constituye nuestra meta.
La sociología se ocupa más bien de estudios más globales y amplios, en tanto que los antropólogos sociales tienen tendencia a realizar análisis más detallados: monografías familiares, estudios culturales, dado que la cultura ha sido y sigue siendo la piedra angular sobre la que se han asentado la mayoría de las aportaciones de los antropólogos. En lo que respecta a las técnicas, los sociólogos usan preponderantemente técnicas cuantitativas, en tanto que los antropólogos utilizan métodos mucho más intensivos y cualitativos, hasta el punto de que hay una técnica que es conocida como “método antropológico”, la observación participante, que es típica, aunque no la única ni exclusiva de las usadas por etnólogos y antropólogos.
Como consecuencia de esto, las ciencias auxiliares de uno u otro enfoque variarán; así, la estadística necesariamente tendrá que ser un instrumento imprescindible para el sociólogo, y de bastante menor utilidad en el caso del antropólogo. En otro orden de cosas, no se puede concebir el caso de un sociólogo que desconozca al menos unos rudimentos de economía política moderna, no interesándole lo más mínimo, aunque no le sobren, los conocimientos de lingüística. Puede hacer magníficos estudios sociológicos sin conocer el idioma de la realidad nacional sobre la que investiga, cosa que constituiría un “handicap” de gran envergadura para el antropólogo, quien no solo tiene que conocer la lengua sino también poseer los instrumentos de la lingüística, incluso algunas veces de la ágrafa, y sin embargo no necesita absolutamente saber lo que es propensión marginal al consumo o la elasticidad de la demanda, aunque como en el caso del sociólogo, estos conocimientos no le vengan mal del todo y enriquezcan el carácter científico de su propia perspectiva.