martes, 5 de noviembre de 2013

La península italiana en el siglo VIII a.C.

Roma nació con una misión, la cumplió y con ella acabó. Esa misión fue la de reunir las civilizaciones que la habían precedido (la griega, la oriental, la egipcia, la cartaginesa), fusionándolas y difundiéndolas por toda Europa y por la cuenca del Mediterráneo. Señaló los caminos para su circulación, creó ejércitos para defenderlas, un formidable complejo de leyes para garantizar su desarrollo dentro de un orden, y una lengua para hacerlas universales.
Indro Montanelli, Historia de Roma (adaptado)

Roma, ciudad que durante varios siglos dominó a la mayor parte de los pueblos ribereños del Mediterráneo, está situada a orillas del río Tíber, en el centro de la península italiana.
Esta península se localiza en la zona central del Mediterráneo. Su relieve es predominantemente montañoso: la cordillera de los Alpes, al norte, y los montes Apeninos, que la recorren de norte a sur. La única gran llanura es la del río Po. Junto a esta península existen islas, como Sicilia, Córcega y Cerdeña.
En el siglo VIII a.C., época en la que se funda la ciudad de Roma, la península italiana estaba habitada por diversos pueblos:
  • Etruscos: Ocupaban la zona situada entre los ríos Tíber y Arno.
  • Latinos: Estaban asentados en el Lacio, región del centro de la península.
  • Griegos: Habían creado colonias en el sur de la península y en Sicilia, territorios que se conocían como Magna Grecia.