domingo, 29 de diciembre de 2013

El crecimiento demográfico y económico en los reinos cristianos

La expansión militar de los cristianos era simplemente un aspecto más del progreso general que los mismos estaban experimentando en los más variados órdenes. Entre los siglos XI y XIII se observa en los núcleos de la España cristiana un crecimiento de la población, pero también un notable impulso de las actividades productivas. Esto trajo como consecuencia un desarrollo de la división del trabajo, lo que se tradujo de forma inmediata en un resurgimiento de las ciudades, núcleos orientados básicamente a las actividades artesanales y al comercio.

1. El crecimiento demográfico
En el período que se extiende entre los siglos XI al XIII la población de los reinos cristianos conoció un importante crecimiento. Este incremento de la población parece atestiguado tanto por la regularidad de las campañas militares como por la intensidad del proceso repoblador en las zonas de incorporación reciente y por el desarrollo de los núcleos urbanos. Es cierto que en las tierras de Al-Andalus conquistadas por los cristianos permanecieron muchos de sus antiguos habitantes. Por otra parte acudieron a la Península gentes de más allá de los Pirineos, sobre todo de Francia. Pero el factor esencial del crecimiento demográfico fue probablemente el crecimiento vegetativo de la población. Pese a todo, la población global de los reinos cristianos, una vez realizadas las grandes conquistas del siglo XIII, era escasa (se habla de unos 4.000.000 de habitantes para el reino castellano-leonés y de unos 500.000 para Cataluña a mediados del siglo XIII), lo que explica que la densidad fuera baja, aunque estuviera muy desigualmente repartida.

Calendario agrícola en
la Real Colegiata de San Isidoro de León
(segunda mitad del siglo XII)
2. Las actividades básicas: agricultura y ganadería
El campo era la fuente básica de la producción y de la riqueza y a su cultivo se dedicaba la mayoría de la población. Los cultivos básicos en los núcleos cristianos eran los destinados a la alimentación: los cereales, el viñedo y el olivo. Las grandes innovaciones de la agricultura europea de la época (arado de ruedas y vertedera, rotación trienal...) penetraron muy tardíamente en tierras hispanas, pues aún en el siglo XIII era típico en éstas el uso del buey para las faenas agrícolas, el empleo de los viejos arados romanos y la necesidad de largos períodos de barbecho para las tierras. No obstante, el progreso militar cristiano permitió la incorporación sucesivas de tierras muy fértiles desde el punto de vista agrícola: el valle del Ebro, la huerta de Valencia y el valle del Guadalquivir.
En estos siglos, especialmente en el reino castellano-leonés, alcanzó un notable desarrollo la ganadería. La mayor facilidad para la defensa del ganado, en caso de ataque del enemigo, y la poca exigencia de mano de obra, estimularon el desarrollo de la ganadería. La aclimatación en la Península de la oveja merina, productora de lana de excelente calidad, fue un factor muy importante en la expansión de la ganadería ovina. Los rebaños tenían que realizar largos recorridos en busca de pastos. Era la trashumancia, que en Aragón se efectuaba desde el valle hasta las montañas pirenaicas, pero en el reino castellano-leonés desde la cuenca del Duero hasta la meseta sur. Los ganaderos se asociaron formando mestas de carácter local que, finalmente, en 1273, desembocaron en el Honrado Concejo de la Mesta, institución creada por Alfonso X. Existían tres grandes cañadas (leonesa, segoviana y manchega) y una serie de oficiales, el más importante el alcalde entregador. En la práctica, la Mesta estaba controlada por los propietarios de los grandes rebaños, es decir, los nobles y las instituciones eclesiásticas.

3. Las ciudades, la artesanía y el comercio
La producción de objetos manufacturados, elaborados toscamente en el medio rural, era insuficiente para atender las exigencias de una sociedad en expansión. Al mismo tiempo se intensificaron los intercambios de productos entre unas regiones y otras. Para atender estas necesidades artesanales y mercantiles se potenciaron antiguos núcleos de población o surgieron otros nuevos. Son los burgos o ciudades, que conocieron un desarrollo espectacular en los siglos XII y XIII. Hubo un importante desarrollo urbano a lo largo del Camino de Santiago (Logroño, Burgos, Sahagún...), pero también en toda la costa septentrional (las villas, que se desarrollaron desde Galicia hasta el País Vasco). Los progresos de la reconquista permitieron la incorporación al dominio cristiano de muchas importantes ciudades de Al-Andalus (Toledo, Zaragoza, Mallorca, Córdoba, Valencia, Sevilla...).

Miniaturas de las Cantigas de Santa María, donde se
representa con murallas la importancia del medio urbano.
Las actividades artesanales en estos siglos fueron de escasa importancia. Únicamente cabe destacar, ya avanzado el siglo XIII, la fabricación de tejidos en Cataluña y la construcción de barcos en las atarazanas de Sevilla. El comercio se vio favorecido por la creciente circulación de monedas, la mejora de los caminos y de los puentes y la concesión de ferias por los poderes públicos (las primeras conocidas son de principios del siglo XII, en Belorado, Valladolid y Sahagún). Pero el comercio de estos siglos, por lo general, no pasaba de un ámbito regional.