sábado, 29 de mayo de 2021

Educación institucional de la Grecia clásica: Atenas (Siglo V)

En Atenas, la vida griega, la cultura y la educación exhiben ante todo un carácter civil. Parece que la preocupación por preparar directamente al ciudadano para sus futuros deberes de combatiente, dejó de desempeñar un papel importante en la educación del joven griego. Las instituciones atenienses conocerán un día, bajo el nombre de efebía, un notable sistema de formación militar obligatoria: se impondrá entonces a los ciudadanos la obligación de prestar dos años de servicio, desde los dieciocho hasta los veinte años. Pero tal sistema no está bien documentado y no parece haber alcanzado su pleno desarrollo sino hacia fines del siglo IV. Lo que otorga al combatiente verdadera superioridad es su fortaleza física, su agilidad corporal. Por tanto, la única preparación eficaz es la práctica del atletismo y de la gimnasia.

Toda la educación aristocrática se convierte en la educación-tipo de todo joven griego. La democratización de la educación, al exigir una enseñanza necesariamente colectiva, destinada al conjunto de los hombres libres, implica la creación y el desarrollo de la escuela; la presión de esta necesidad social hizo nacer la institución de la escuela.

La educación física es la que ocupa el lugar de preeminencia en la educación. Se trata de preparar al joven para que dispute las pruebas atléticas con sujeción a las reglas: carrera pedestre, lanzamiento de disco y de jabalina, salto en largo, lucha y boxeo. Arte completo y delicado, que exige un maestro capaz, el paidotriba, que imparte sus enseñanzas en un campo de deporte, la palestra, que es para los jóvenes lo que el gimnasio para los adultos.


Esta educación comprendía dos aspectos: la gimnasia para el cuerpo y la música para el alma. La educación griega incluye, junto con el deporte, un elemento espiritual, intelectual y artístico a la vez, y su arte era musical, vocal e instrumental, antes que literario o plástico. De esta forma, el canto sirve de vehículo a la enseñanza doctrinal y a la poesía. La vida cultural es el coloquio. El joven que aspirase a ser capaz de ocupar un día honorablemente su lugar en los banquetes y pasar por un hombre culto, debía preocuparse esencialmente por aprender un repertorio de poesías líricas, aparte de cierto conocimiento de los poemas homéricos, que sin duda desde una época muy temprana se habían convertido en clásicos.

El uso de la escritura se fue introduciendo poco a poco, luego extendiéndose, acabando por ser tan común en la vida cotidiana que la educación no pudo continuar ignorándola. El joven frecuenta no dos, sino tres maestros: al lado del paidotriba y del citarista, figura el grammatistés, el que enseña las letras, que un día se convertirá en el didáskalos, el maestro por excelencia. El lugar o institución donde imparte sus enseñanzas es la didascaleia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario