domingo, 29 de abril de 2018

La revolución neolítica

En el Paleolítico (aproximadamente 2000000-10000 a.C.), los instrumentos más utilizados eran las hachas de mano que se fueron haciendo de forma progresiva más ligeras y cortantes. Se utilizaban para la caza y para cortar plantas silvestres comestibles. Con el paso del tiempo adoptaron forma de "hoja" con filo cortante que permitió a los hombres de Neandertal trabajar el hueso para hacer arpones y otros instrumentos. De esta época procede el primer descubrimiento químico: el fuego, al frotar deliberadamente pedernales y minerales.
El hombre del paleolítico, perteneciente a la línea directa de la evolución humana, mejoró de forma considerable el trabajo del pedernal, dando lugar a una verdadera industria de huesos con los que se fabricaban objetos para uso doméstico, como las agujas perforadas.
En el Mesolítico (10000-7000 a.C.) se produjo un cambio climático, retirándose paulatinamente los hielos. Se produjeron grandes desecaciones que originaron movimientos migratorios hacia los valles fluviales ubicados en la mitad norte del planeta, donde se desarrollaron nuevas culturas como producto de la fusión entre las anteriores, por lo que se dieron focos de gran creatividad.
En el Neolítico (7000-3000 a.C.) tuvieron lugar grandes avances culturales. En zonas cercanas al Cáucaso, hacia el año 4000 a.C., el hombre neolítico comenzó a trabajar el cobre. Al mezclarlo con el estaño, obtuvo un metal más resistente: el bronce. El uso generalizado del metal permitió un mayor desarrollo de esta civilización que perfiló las hachas, las lanzas, las espadas y todo tipo de utensilios.
La escasez de cobre y estaño agotó pronto el uso del bronce, dando paso a la utilización de un nuevo mineral, el hierro, más abundante, muy resistente e idóneo para fabricar utensilios y armas para la caza y la guerra.
Entre los años 4000 y 2000 a.C. surgieron las primeras grandes civilizaciones. Los intercambios culturales dieron lugar a un sincretismo* que ocasionó una gran capacidad innovadora. Así fueron desarrollándose culturas como la mesopotámica, entre los ríos Tigris y Éufrates (en el cuarto milenio antes de Cristo), la egipcia, en el valle del Nilo (hacia el año 3000 a.C.), la cultura india, en las orillas de los ríos Ganges e Indo, y la cultura china, en el río Amarillo (ambas hacia el año 1500 a.C.).
En estas culturas se desarrolló de forma considerable la agricultura, llegando a cultivar el trigo y el arroz. Se domesticó el ganado, dando origen a la vida sedentaria, en la que, además de la agricultura y la ganadería, se controló el fuego, de manera que surgió la alfarería.
De la conjunción de todos estos factores surgieron las ciudades organizadas con comerciantes, así como con guerreros para defenderlas. Conforme el pueblo dejó de ser nómada, también la religión pasó a ser sedentaria, dando lugar a la religión organizada con templos, sacerdotes, etc. Estas infraestructuras hicieron necesario el surgimiento del Estado para encargarse de su organización.
Siguiendo este proceso, nacieron las civilizaciones más antiguas de la humanidad que permiten hablar del fin de la prehistoria y del comienzo de una historia que, desde muy pronto, se desarrolló por el Este, llegando, mediante invasiones sucesivas, a Europa.

Bronislaw Malinowski (1884-1942). Antropólogo
Malinowski, por su parte, estima que los pueblos primitivos sabían distinguir entre los fenómenos simples asequibles a la observación científica empírica o a la tradición, y los cambios misteriosos e imprevisibles que escapan a su comprensión y a su control. Los primeros condujeron a la ciencia, los segundos, a la magia, los mitos y los ritos. Sostiene, en concreto, Malinowski que el origen de la religión primitiva debe buscarse en la actitud que adoptó el hombre ante la muerte, en su esperanza de una supervivencia y en su creencia en una providencia ética.

Otros, en cambio, indican que la magia supone la existencia de leyes naturales que el hombre puede utilizar con actos apropiados para controlar sus efectos; así, desde este punto de vista, la magia es un sistema bastardo de la ley natural. La magia imitativa se basaba en la creencia de que la semejanza engendra semejanza. El hombre primitivo representa de muchas maneras el drama del año, pensando infundir con ello fecundidad a sus granos, ganados y rebaños. De aquí salen los ritos y, posteriormente, el dogma y la mitología para explicarlos. 

W. C. Dampier, Historia de la ciencia

* Sincretismo: Tendencia a conjuntar y armonizar corrientes de pensamiento o ideas opuestas.