miércoles, 25 de octubre de 2017

Interpretaciones constructivistas del aprendizaje

Frente a las posturas innatistas, que sostenían que las estructuras de la persona estaban predeterminadas en las estructuras elementales con las que nacía, y que tan escasa, por no decir nula, importancia concedían al medio, y frente a las posturas conexionistas tan opuestas a las anteriores, surge la perspectiva constructivista que representa Jean Piaget y que incluirá, a pesar de sus puntos de divergencia, también a Henri Wallon y a otros autores que, a partir del planteamiento piagetiano, han trabajado y trabajan en el marco de su planteamiento.
El planteamiento constructivista sostiene que el aprendizaje no se debe ni a la acción exclusiva del medio, ni a las predisposiciones innatas de la persona. El aprendizaje no es un proceso que conduzca a la formación de estructuras del mundo, como defenderían los conexionistas, ni tampoco puede explicarse tal formación como si se tratase de una formación semejante a la de las estructuras perceptivas, como defenderían los gestaltistas, ni siquiera semejante a la formación de las estructuras del lenguaje, como defenderían, entre otros, los positivistas lógicos. El aprendizaje permite la formación de las estructuras de conocimiento de la persona a través de construcciones sucesivas de creciente complejidad e integración. Para explicar tal formación, tal construcción, los constructivistas, y en especial el movimiento piagetiano, se basan en los conceptos de esquema, de asimilación y de acomodación, y en la existencia de una serie de factores que inciden en el desarrollo de los esquemas.
El concepto de esquema vendría indicado por la existencia de un conjunto de aspectos generalizables de la coordinación de acciones aplicables a situaciones análogas. Un esquema, como nos indica Koplowitz, es una forma general interna relativa a una actividad cognoscitiva específica; los esquemas, pues, son manufacturados en las acciones de las personas, no son conscientes en términos generales y permiten determinar cuándo dos situaciones son análogas para el sujeto que conoce y que aprende en función de su momento evolutivo. Así pues, los esquemas de una persona son el fundamento de sus estructuras de conocimiento. Gracias a los esquemas, asimilamos el mundo que nos rodea y aprendemos. La asimilación es, pues, el proceso que permite incluir algo en una estructura. Asimilar es, entonces, definir en función de los esquemas que se poseen. Gracias a la asimilación, incluimos la realidad que se nos presenta en nuestra interacción con el medio; pero siempre en función de nuestros esquemas. Sin embargo, estos esquemas no son fijos, sino que evolucionan y permiten así la construcción de otros nuevos y la progresiva construcción de nuestras estructuras y la explicación que, a partir del desarrollo que comentamos, sostiene el movimiento constructivista en torno al aprendizaje. Es la conjunción de los dos procesos, la asimilación y la acomodación y el carácter indisociable de la misma, lo que permite la creación de nuevos esquemas. Si a través de la asimilación la persona modifica las observaciones para ajustarlas a sus modelos internos o esquemas, a través de la acomodación va modificando esos modelos internos para adecuarlos a las observaciones. Así pues, el proceso de construcción del conocimiento y el aprendizaje humanos se sostiene desde esta perspectiva en las propias acciones del sujeto, en interacción con el medio, y no procede de estructuras externas. El entorno es, pues, una condición fundamental del aprendizaje, si bien no se considera como factor.
Junto a los procesos de asimilación y acomodación y el papel del entorno, hay que considerar otros factores que colaboran en el desarrollo de los esquemas y en el proceso de aprendizaje. Entre éstos, los dos fundamentales son la maduración y la equilibración. Se entiende desde esta perspectiva que la maduración es condición necesaria, pero no suficiente, para la aparición de determinados esquemas. En cambio, la equilibración se supone como necesaria y suficiente para la construcción definitiva de nuevas estructuras y aprendizajes. La equilibración es, pues, el factor que permite a la persona percatarse de sus contradicciones y proceder a la reducción de desequilibrios derivados de las inconsistencias internas y externas que, en su interacción con el medio, presentan sus esquemas, dando lugar, a través de la equilibración, a situaciones de mayor consistencia, de mayor validez cognoscitiva y de mayor comprejidad en cuanto a niveles de aprendizaje se refiere.