lunes, 14 de septiembre de 2015

El origen de Roma

Loba Capitolina - Museos Capitolinos de Roma
1. La leyenda
Según la leyenda, Roma fue fundada por Rómulo en el año 753 a.C. Los hermanos Rómulo y Remo eran gemelos, hijos del dios Marte y de la vestal Rea Silvia. Recién nacidos, fueron abandonados en una cuna, en el río Tíber, por orden del rey etrusco Amulio, quien temía que los niños crecieran y le arrebataran el trono, y se repetiría así lo que él hiciera a su propio hermano Numitor, al que usurpó la corona.
Pero los gemelos lograron salvarse cuando la cuna, arrastrada por la corriente, alcanzó la orilla, donde fueron recogidos por una loba que los amamantó y crió. Años más tarde, Rómulo fundó la ciudad que lleva su nombre, Roma. Y la imagen de la loba amamantando a Rómulo y Remo sería, a partir de entonces, el símbolo de su ciudad.
Hemos visto cómo en los orígenes de Roma hay una participación divina. En la Antigüedad era normal recurrir a la intervención de los dioses para explicar el origen de una ciudad y ennoblecer con ello el espíritu de sus ciudadanos. En la historia de Roma intervinieron, según los mitos, los dioses Júpiter, Venus y Marte.
De la unión de Venus con el héroe Anquises nació Eneas, el primer gran héroe de la historia de Roma. Es el primer paso en una genealogía mítica que conduce directamente hasta el pueblo romano.
Rómulo, fundador de Roma, es a su vez hijo de un dios y una mortal, y descendiente de Eneas, el héroe al que los dioses encomendaron la misión de buscar una nueva ciudad una vez destruida Troya.

2. La realidad histórica
Lógicamente, los historiadores explican el origen de Roma sin recurrir a la intervención divina.
Los primeros habitantes que se asentaron en los alrededores del Tíber, en el Lacio, formaron diferentes tribus: los ramnes, los luceres y los ticios. Roma no surge repentinamente, sino que va creciendo poco a poco a medida que aumenta la población y los asentamientos de las diferentes tribus crecen. Su tierra es pobre; su emplazamiento, malsano; sus aguas, escasas. Pero tiene la ventaja de que el Lacio se extiende a ambas orillas del río hasta el mar. La desembocadura del Tíber fue un medio excelente para la comunicación comercial, y a su alrededor se pudo desarrollar un mercado común para todo el Lacio.
Roma empieza a surgir, pues, entre siete colinas. Las primeras en ser habilitadas fueron el Palatino y el Quirinal. Así que ésta es la situación de Roma: en el Lacio, sobre siete colinas, en un lugar estratégico y bañada por el río Tíber. Los nombres de las siete colinas son Palatino, Quirinal, Capitolio, Esquilino, Celio, Viminal y Aventino.