domingo, 27 de septiembre de 2015

El arte románico

La expansión militar y económica de los reinos cristianos se vio acompañada de un florecimiento artístico de primera magnitud. A partir del siglo XI, desde Cataluña hasta Galicia, se levantan impresionantes edificios, que contrastan con las modestas y rústicas iglesias de épocas anteriores. Las manifestaciones artísticas de los siglos XI y XII se adaptan al estilo vigente en la Cristiandad europea, el Románico, y están básicamente al servicio de la Iglesia. El elevado costo de las construcciones y la necesidad de utilizar una abundante mano de obra explican que estas empresas sólo pueden realizarlas los grandes señores laicos y eclesiásticos, es decir, la clase feudal. El Camino de Santiago desempeñó un papel fundamental en la penetración del arte románico en tierras hispanas, pero la ruta jacobea fue también una vía de difusión hacia Europa de elementos artísticos peninsulares, cristianos o musulmanes.

1. La arquitectura
Las técnicas constructivas desarrolladas en la Península desde la época visigoda hasta el siglo X habían aportado diversos elementos que preludiaban las soluciones de la arquitectura románica. La fusión de aquellas aportaciones con las que procedían de Europa dio como resultado la arquitectura románica peninsular. Los elementos constructivos básicos son bien conocidos: bóveda de cañón o de arista, reforzada por arcos perpiaños; poderosos muros; gruesos pilares de sustentación, con columnas adosadas; en ocasiones realce del crucero a base de una cúpula, que puede montarse sobre trompas o sobre pechinas. Los monasterios y las catedrales ofrecen un aspecto macizo, sin apenas vanos, pero al mismo tiempo opulento y majestuoso.
Ábside central con las bandas
lombardas decorativas en el Monasterio de Sª Mª de Ripoll
La principal manifestación importante de la arquitectura románica peninsular se dio en Cataluña en torno al año 1000. Es el llamado primer arte románico. Los edificios son de una gran austeridad y denotan una clara influencia de la arquitectura lombarda, perceptible en las bandas lombardas, fajas lisas de carácter decorativo. Dos buenos ejemplos del Románico catalán son San Martín de Canigó y Santa María de Ripoll.
Desde mediados del siglo XI las principales muestras del arte románico se localizan en el Camino de Santiago. Predominan las iglesias de peregrinación, con girola, aunque no hay uniformidad a lo largo de la ruta. Monumentos notables son la Catedral de Jaca, la iglesia navarra de Leyre, San Martín de Frómista, San Isidoro de León y, como remate del camino de peregrinación, la Catedral de Santiago.
En el siglo XII las principales edificaciones se encuentran en la zona situada al sur del Duero, de reciente repoblación. Destacan el grupo occidental, con la Catedral de Zamora y la Catedral Vieja de Salamanca, notables por su cúpula, el segoviano, de iglesias con pórtico, el abulense y el soriano.

2. La escultura
La escultura románica, si exceptuamos algunas obras exentas, generalmente de marfil (crucifijo de Fernando I, arca de San Millán, etc.), está íntimamente ligada a la arquitectura, a cuyo marco se adapta. Los lugares más idóneos para la colocación de las esculturas son las portadas (jambas, tímpanos y arquivoltas) y los claustros. La escultura no tiene sentido decorativo, sino que desempeña una función religiosa, pues sirve para ilustrar a los fieles acerca de las verdades eternas. La escultura románica no se preocupa lo más mínimo por copiar la realidad, de ahí su alejamiento de toda tentación naturalista. Su carácter es simbólico y su preocupación escatológica (habla de la lucha entre el bien y el mal, del juicio final...).
De la copiosa escultura románica monumental podríamos destacar las portadas de Santa María de Ripoll, Santa María la Real de Sangüesa, San Isidoro de León o la Puerta de las Platerías de Santiago, así como el claustro del Monasterio de Silos.

El claustro del Monasterio de Silos ofrece un repertorio muy completo de la escultura románica. En esta fotografía se ven los relieves de uno de los ángulos, en los que se representa el entierro de Cristo. Corresponde al período más primitivo, como se ve en la rigidez de las figuras.
3. La pintura
La pintura románica, al igual que la escultura, cumple una función religiosa. Es de carácter narrativo y de una gran expresividad, pero está totalmente alejada de los cánones de la belleza clásica. Las pinturas murales (grupo de Tahull, San Isidoro de León, Maderuelo...) tienen como tema básico la representación de Cristo en majestad, pero también aparece la Virgen e incluso escenas profanas. No hay que olvidar los frontales, en su mayor parte catalanes, con representaciones de idéntico signo. Otro capítulo importante es el de las miniaturas. En ellas el autor goza de mayor libertad para ilustrar los textos, lo que le permite dibujar escenas más variadas (Beato de San Isidoro de León, Biblia Farfa, Liber Feudorum Maior...).

Escena popular que representa a unos pastores en San Isidoro de León. Se trata de un ejemplo espléndido de pintura románica, en este caso con una tendencia naturalista poco frecuente.
4. El románico-mudéjar
El arte mudéjar, originalidad de las tierras hispanas, procede de la fusión de elementos artísticos musulmanes y cristianos. Rasgos básicos del mismo son la utilización de materiales pobres (mampostería o ladrillo), el empleo del yeso para la búsqueda de efectos decorativos y el predominio de la cubierta de madera. El románico-mudéjar combina los elementos citados con estructuras románicas. Las iglesias más representativas del románico-mudéjar se encuentran en tierras castellano-leonesas (Ermita de la Lugareja en Arévalo o San Lorenzo en Sahagún).