viernes, 5 de diciembre de 2014

Sistemas de individualización de la enseñanza mediante grupos heterogéneos

El grave problema de establecer criterios de clasificación válidos y las agrupaciones más idóneas a cada situación de aprendizaje y, por otra parte, la imposibilidad de conciliar disparidades  tan radicales, y aun a veces cambiantes  en el alumnado de cada grupo, obliga a intentar nuevas soluciones en la organización escolar, en el curriculum o en la tecnología educativa, para que el inevitable trabajo con grupos heterogéneos sea eficaz y aun permita a cada uno progresar, en cierto modo, a su ritmo y medida.

1. El Plan Dalton
En 1922, Elena Parkhurst publicaba su obra La Educación en el Plan Dalton. La idea fundamental que movió a Parkhurst a publicar su obra es que el aprendizaje es un proceso rigurosamente individual y que hay que respetar el ritmo personal para que sea eficaz.
El proceso dentro de esta institución Dalton sigue el siguiente proceso: Tras la breve asamblea general, en la que se pueden debatir asuntos de común interés, cada uno tiene que realizar su primera decisión personal; elige la materia que prefiere. El centro no está distribuido por cursos de niveles pedagógicos, sino por laboratorios, correspondientes cada uno a una disciplina o área de conocimientos. En cada laboratorio, los alumnos encuentran compañeros de diferentes edades, pertenecientes a niveles distintos. El profesor no explica. Es un consejero y orientador. Tras diagnosticar el nivel preciso de conocimientos que posee el alumno, le entrega una ficha en la que figuran todas las tareas asignadas para el mes. Es el clásico contrato. El alumno es libre de seguir su personal ritmo de aprendizaje. En la hoja que recibe tras una motivación inicial, se le indican las cuestiones más interesantes que le conviene saber, se le dan las fuentes de información precisas para que consulte en la biblioteca, se le ordenan los trabajos correspondientes, y se le entrega la hoja con las cuestiones que le permiten autoevaluar su propio trabajo. Cuando cree que determinada materia está suficientemente asimilada, se presenta al profesor, quien lo acompaña mediante pruebas objetivas, y consigna en la ficha correspondiente el número de contenidos cuyo aprendizaje está superado. Si se siente interesado por otro tipo de materia, se trasladará libremente a ese laboratorio. El profesor le entregará aquí la hoja de información y trabajo correspondiente al estado en que se encuentra. Puede consultar a cualquier compañero y, si tiene dudas, recurrir al profesor.
El único límite a este aprendizaje, cuyo contenido y ritmo responde a sus intereses, es el de que no puede pasar a ninguna materia correspondiente al mes siguiente, mientras no haya sobrepasado cuanto se comprometió a realizar en el mes en curso. En el sistema no tiene sentido el fracaso escolar. Cada cual avanza a su ritmo. La promoción no se realiza a saltos bruscos, sino de una manera continua, según vaya accediendo cada alumno a los correspondientes niveles.
Se ha objetado al plan Dalton que dedica tiempo excesivo al trabajo escrito, con el consiguiente escaso ejercicio oral. Asimismo, que la individualización se refería exclusivamente al método de trabajo, pero no al contenido, que era sencillamente el programa oficial. También se le ha reprochado ser una enseñanza cara, sólo instalable en grandes ciudades y adaptada a los presupuestos de los países ricos, ya que requiere una abundancia de materiales, pues todos los alumnos de un cierto nivel pueden estar consultando los mismos libros y los mismos materiales.
La influencia actual del sistema Dalton como tal es ciertamente limitada, pero hay que reconocer que fue un paso muy valioso hacia la individualización de la enseñanza.

2. Las Escuelas de Winnetka (Chicago)
Su fundador, Carleton Washburne, partió de presupuestos similares a los del plan Dalton: enseñanza individual en las materias fundamentales, completada con actividades artístico-sociales. Las ideas centrales de su proyecto aparecen formuladas en su obra La Filosofía del Curriculum Winnetka. En el plan Winnetka no se acepta el programa oficial. Las materias se ajustan exactamente a lo que la sociedad va a reclamar a los alumnos. Pero más importante que esto es precisar lo que el alumno puede aprender. Lo que sobrepase su capacidad, por muy deseable que sea, es inútil y contraproducente. Así lo expresa en su obra Adaptando la escuela al niño.
Estableció un programa mínimo, que comprendía las técnicas de lectura, escritura y cálculo, y las materias de Geografía, Historia y Fórmación Cívico-Social. Para el aprendizaje de estas disciplinas se permite que cada alumno pase con libertad de una materia a otra. Pero el esfuerzo individualizador alcanzaba sus mejores logros en la cuidadosa programación de los contenidos. Para cada uno de ellos se establece la edad más oportuna en que puede ser asimilado por el 80% de la población escolar. A la vez se exige un diagnóstico preciso de las diversas capacidades de cada cual. Cada tipo de conocimientos viene precisado por las edades mentales mínima y óptima requerida para su aprendizaje.
El plan Winnetka se ha mantenido apartado de todo exclusivismo de escuela y ha estado siempre dispuesto a aceptar modificaciones perfectivas. Desde elaborar los programas sólo con lo que, pragmáticamente, el medio reclamaba, hasta incluir contenidos más formativos y que abren más amplias perspectivas culturales, el cambio ha sido notable. Así como se ha ido dando progresivamente más importancia a los aspectos creativos y socializadores.
Hay que reconocer al sistema Winnetka positivas conquistas para individualizar la enseñanza, partiendo de un profundo conocimiento del sujeto y facilitando materiales cuya adaptación ha sido comprobada estadística, experimentalmente.

3. La enseñanza por medio de fichas
La ficha no consiste en recoger la información del libro de texto en páginas desencuadernadas. En primer lugar presenta la ventaja sobre el libro tradicional de la menor cantidad de información dada en cada ficha, con lo que el alumno se siente seguro ante su manejo, no aplastado por la ingente información que aparece habitualmente en los manuales. La ficha puede cumplir múltiples funciones difícilmente asignables a los textos escolares. Las hay que motivan e incitan al alumno al autoaprendizaje, o presentan una información breve; algunas ofrecen las referencias bibliográficas precisas para que el alumno estudie por su cuenta; otras tienen un carácter diagnóstico para poder determinar el nivel de aprendizaje del que partimos. Son indispensables las que indican los trabajos que hay que realizar tras haber asimilado la información correspondiente, tales como problemas, manualizaciones u operaciones de laboratorio. Las hay que están programadas para evaluar cada uno de los momentos o períodos de aprendizaje. Se llaman de recuperación aquellas que intentan subsanar alguna deficiencia específica. Y las que ofrecen material complementario para que sigan trabajando los alumnos cuando ya se superaron las tareas normales, se llaman fichas de desarrollo.
Robert Dottrens piensa que la lección del profesor sigue siendo esencial y la evaluación no debe correr a cargo del alumno. Pero con estas dos limitaciones, que no todos establecen para el uso de las fichas, su trabajo ha sido modélico. El profesor debe estar atento a cada una de las dificultades que se producen en la marcha de las clases. Estudia cuidadosamente el problema y prepara las fichas correspondientes, a las que remitirá a todo alumno que lo necesite. Por eso, aunque muchas pueden ser estandarizadas, publicadas con carácter general, es el profesor en su aula, teniendo en cuenta las condiciones especiales de su alumnado, quien tendrá que elaborar todos los tipos necesarios, para responder a las exigencias de su nivel escolar. Con frecuencia, en las fichas de Dottrens aparecen dibujos con un alto valor didáctico. El profesor cuida de consignar las fichas que va manejando cada alumno, con lo cual tiene un indicador preciso de su nivel de aprendizaje.
La ventaja de la ficha reside en que puede enlazarse con cualquier otro sistema de enseñanza, y permite comenzar por una materia o área determinada. Con ella se puede llegar a la perfecta individualización y encierra no pocas virtualidades de la enseñanza programada.

4. La Enseñanza Programada
Skinner y la máquina de aprender
La Enseñanza Programada es el intento más logrado, en el plano metodológico, de individualizar la enseñanza. Aunque los primeros ensayos pueden fecharse hacia 1926, cuando Sidney L. Pressey divulgaba una pequeña máquina que enseñaba y examinaba; sin embargo, la enseñanza programada no empezó a delimitarse como tal hasta aproximadamente la mitad del siglo. En 1945, B. F. Skinner publicaba su artículo La ciencia del aprendizaje y el arte de la enseñanza, que tal vez pueda considerarse como el verdadero comienzo de la enseñanza programada. Sin embargo, el artículo más conocido de Skinner y el que alcanzó un mayor eco internacional, Máquinas de enseñar, no se publicaría hasta 1958.

 Principios de la Enseñanza Programada 
1) La enseñanza programada quiere ser un autoaprendizaje. Es como un profesor particular que conociera de antemano sus dificultades y hubiera previsto las soluciones para que el aprendizaje pueda ser hecho de modo independiente, sin extrínsecas ayudas.
2) La microdivisión de la materia: Se procura ofrecer una información separada, independiente, de cada regla, cada ejemplo, cada ley, cada idea.
3) La ordenación secuencial de los contenidos: Debe haber tan perfecta concatenación de unas partes con otras, que el paso sea insensible. Avanzar de una ideas a otras sin la debida conexión, es la negación misma de la enseñanza programada. Se trata de graduar las dificultades, e ir pasando tan suavemente de unas a otras, que todos pueden alcanzar el paso siguiente sólo con haber asimilado suficientemente el anterior.
4) Repeticiones suficientes, para que la curva del olvido no haga mella en los conocimientos que se van asimilando. Por ello, el programador tiene que ir reiterando las informaciones claves.
5) La adaptación a cada uno de los sujetos: Para que cada cual pueda aprender por su cuenta es preciso que el programa se dirija a él como un profesor particular. No existen programas que se adapten a todos. Al redactarlos se ha de tener en cuenta al alumnado posible, para ceñirse a las necesidades de todos y cada uno de los sujetos a los que teóricamente va dirigido.
6) El control permanente: Cada uno de los pasos, cada ítem ha de ser evaluado, autoevaluado. El alumno tiene que comprobar si el aprendizaje ha sido o no eficaz.  Este autoexamen incesante y poder comprobar automáticamente el acierto o el error de la respuesta, es el incentivo mayor que ejerce sobre el sujeto la enseñanza programada.
7) La continua experimentación: Todo ha de ser comprobado y evaluado. Cuando se producen desajustes, cuando se multiplican los errores, siempre registrados estadísticamente, no hay más que una solución: rectificar el programa hasta que puedan seguirlo todos sin mayores tropiezos.

 Tipos de enseñanza programada 
Tipo lineal, de B. F. Skinner: Todas las respuestas han de ser dadas por todos los sujetos. Se pasa de una cuestión a otra, en una secuencia lineal.
Tipo ramificado, de Norman A. Crowder: La información es mucho más amplia, aproximadamente media página. El resto se dedica a la pregunta correspondiente y a enumerar varias respuestas posibles. El error no sólo no invalida el programa, sino que queda integrado en él. Cuando hay una respuesta falsa, se envía al sujeto a un programa especial en el que se le explica por qué se equivocó y se le adiestra. Según el tipo de respuesta elegida, el texto remite a una página determinada. Este modo salteado de seguir el aprendizaje ha dado lugar a la ya clásica designación del modo crowderiano como de libro revuelto o ramificado.

 Requisitos para establecer un nuevo programa 
1) La población a que va dirigido debe ser lo más homogénea posible en cuanto al nivel de conocimientos. Téngase en cuenta que el programa debe adaptarse perfectamente a todos los probables usuarios, aunque el ritmo de avance es personalísimo.
2) La determinación de los objetivos debe ser formulada con toda precisión. El programa responde a las precisas necesidades de aquellos a los que se dirige y a sus particulares objetivos.
3) Las cuestiones no deben ser excesivamente fáciles, pues carecerían de interés, ni excesivamente difíciles, pues producirían desaliento.
4) Se ha hecho clásico el modelo de Homme y Glaser (1960), designado universalmente como Ruleg. Se utilizan reglas y ejemplos, completos o incompletos, y en ocasiones se colocan deliberadamente algunos que son falsos.
5) El programa, para ajustarlo perfectamente a la población a que va destinado, necesita de una validación cuidadosa, de la que forman parte las opiniones de los profesores y de los alumnos, pero sobre todo los análisis de rendimiento y los estudios comparativos con otros métodos que permiten medir su eficacia.

 Enseñanza Programada y máquinas de enseñar 
La frecuencia con que los programas son impartidos a través de dispositivos mecánicos ha hecho que se confundan los términos de enseñanza programada y máquinas de enseñar. Sin embargo, la máquina de enseñar es sólo el artificio que permite pasar el programa. A veces se llega a complicados sistemas electrónicos que registran los errores, gradúan el ritmo de presentación según su número, van contabilizando los aciertos y reenvían al sujeto a los programas parciales correspondientes, para superar las deficiencias formativas causantes de los errores.
La enseñanza programada no necesita de estos ingenios mecánicos. Puede ser impartida perfectamente en libros o en fichas.

5. Instrucción Prescrita Individualmente (IPI), Universidad de Pittsburgh, 1963
Los dos elementos claves de este programa son el diagnóstico cuidadoso y constante, y la minuciosa programación de las actividades por objetivos operativos.
El diagnóstico es la condición y el punto de partida de una instrucción que pretende adaptarse a las posibilidades de cada sujeto. El programa emplea cuatro clases de instrumentos de diagnóstico: Se comienza por instrumentos que evalúen la situación del discente. Se utiliza una variada gama de tests y de pruebas para delimitar, con la mayor precisión posible, las capacidades y los niveles de aprendizaje del sujeto, en relación con las tareas que va a emprender.
En segundo lugar se recurre a los pretests, que permiten delimitar los contenidos y actividades más convenientes. Al terminar cada unidad de aprendizaje se aplican los correspondientes postests, que revelan hasta qué punto cada estudiante ha logrado los objetivos trazados.
Por último, se utilizan tests incorporados al programa, que, integrados con las actividades, van indicando al sujeto sus progresos, respecto al área en que está trabajando, e incluso le permiten detectar su capacidad para iniciar los contenidos posteriores.
Los objetivos son motivo de una elaboración detallada y secuencial. Indican lo que es capaz de realizar el alumno al final de un breve período de aprendizaje. Son expresados en verbos activos y evitan los términos generales, tales como conocer o estimar. Los objetivos son explicitados para cada materia y en cada uno de sus sectores. Es decisiva la presentación ordenada, secuencial, de los objetivos. Cada uno debe apoyarse en el anterior y preparar el siguiente de un modo tan natural y orgánico que el aprendizaje se presente como un continuum que evite sobresaltos y fracasos.
El papel del profesor varía respecto al que desempeña en la enseñanza tradicional. Su trabajo se centra en el diagnóstico, en la preparación de los objetivos y actividades que ha de cumplimentar el alumno, así como en evaluar sus logros. La enseñanza colectiva es escasa. Las reuniones de los profesores tienen como motivo fundamental la preparación de los materiales y el estudio de cada alumno en particular. Lo importante es que el alumno se sienta protagonista de su aprendizaje y que sepa que el éxito depende exclusivamente de su empeño y compromiso personal.

6. La Educación Personalizada
Este movimiento pretende fundir y superar conjuntamente la educación individual y la social. Víctor García Hoz y el Instituto Véritas de Madrid son los impulsores en España e Hispanoamérica, con su Sistema Somosaguas.

 Sistema Somosaguas 
Para la personalización del trabajo, el Sistema Somosaguas recurre a dos instrumentos fundamentales: los planes de trabajo y las fichas directivas o guías. Las disciplinas o asignaturas que comprende el curso se dividen según la periodicidad del plan (anuales, trimestrales, mensuales, quincenales o semanales), procurando establecer relaciones interdisciplinares entre las diversas materias que inciden en la misma unidad temporal. En cada una de ellas se especifican los contenidos, los objetivos y las actividades mínimas u obligatorias, y las libres, que han de realizar los alumnos.
Las fichas directivas indican al alumno de una manera pormenorizada todas las actividades, así como los materiales de que ha de echar mano y que están en el aula a su disposición. Las fichas correctivas permiten realizar las tareas de recuperación en áreas de rendimiento deficitario.
El alumno goza de una libertad considerable, lo que compromete su responsabilidad. Todo cobra un acento personal.
El profesor normalmente no explica, ayuda a los alumnos, resuelve sus dudas, especialmente cuando se le pide.
La conjugación del trabajo individual y del grupo se logra, sobre todo, mediante la puesta en común, donde se alcanza una mayor comunicación no sólo interpersonal, sino también colectiva. Así, se cultiva la expresión, el respeto y el valor del otro. Más que de competitividad, se trata de cooperación y enriquecimiento mutuo.


Víctor García Hoz
1911 - 1998
 Educación Personalizada 
En 1970, Víctor García Hoz publica su obra Educación Personalizada. Se trata de un auténtico sistema educativo centrado en torno a la persona. Su pensamiento arranca de la noción de persona, que delimita, en orden a la educación, en tres parejas de rasgos capitales:
  • Singularidad - Creatividad
  • Autonomía - Libertad
  • Apertura - Comunicación
Como principio unificante del quehacer escolar, alienta su concepción de la cultura y del trabajo escolar como actividad expresiva, de donde arrancará una taxonomía de los objetivos, centrada en las cuatro áreas de expresión: verbal, matemática, plástica y dinámica.
Desde el punto de vista organizativo destaca la estructuración del centro docente por departamentos, en los que se integran los profesores por razón de los contenidos que imparten, y los equipos que agrupan a todos los profesores de los mismos alumnos. Aquí lo importante no es la materia, sino cada sujeto, con sus problemas de aprendizaje.
De los departamentos cobra singular interés el de orientación. Todo el profesorado está implicado en esta función. Lo fundamental es la ayuda que se presta al alumno en sus problemas académicos, o en las técnicas de trabajo intelectual, y desde el punto de vista vocacional. Pero lo decisivo es la orientación personal, humana, en la que se contemplan sus relaciones con las cosas, con los compañeros. Lo importante es que adquiera una imagen de sí mismo veraz, sin complejos, que le permita insertarse eficazmente en la sociedad y la cultura de su tiempo y participar crítica, creadoramente, en su desarrollo.
Tarea clave es la programación de las actividades escolares y las diversas situaciones de aprendizaje, entre los que destacan las agrupaciones flexibles (el gran grupo expositivo, el grupo medio coloquial, el pequeño grupo de trabajo y el estudio individual), así como los materiales más adecuados.