domingo, 5 de mayo de 2013

La cultura y el proceso de socialización

¿Cómo se integran los hombres a una cultura? ¿De qué manera se convierten en sujetos actuados y actuantes dentro de determinado marco cultural?
Durkheim afirmaba que el individuo no es la persona, y es precisamente este tránsito de individuo hasta persona, o con más precisión, hasta miembro de la sociedad, lo que se consigue mediante lo que los científicos sociales definen como proceso de socialización o de aprendizaje. Mediante este proceso se adquirirán paulatinamente aquellos aspectos que hemos considerado anteriormente como componentes de la cultura; o sea, la posesión de unas creencias y unos valores, la aceptación de determinadas instituciones, el uso de los respectivos materiales y la adopción de unas técnicas específicas.

El proceso de socialización tiene lugar a través de toda la vida de las personas; las experiencias acumuladas y el influjo de la sociedad se hacen sentir en todo momento. Sin embargo, no en todas las etapas de la vida los humanos sufren con la misma intensidad este proceso; es en la infancia y la adolescencia donde el aprendizaje ejerce un mayor peso, es en estos períodos de la vida donde la personalidad se conforma de acuerdo con las pautas dominantes en su medio social.
En la sociedad urbana e industrial, el proceso de socialización tiene una mayor continuidad en edades y en épocas no comprendidas en la infancia o en la adolescencia. La característica de continuo cambio y la consiguiente necesidad de adaptación a tales cambios por sus integrantes, se juntan a la gran división del trabajo, especialización de funciones y creciente tecnificación, ocasionando una mayor prolongación del proceso de aprendizaje y de la socialización hacia edades más bien alejadas de la infancia y de la adolescencia.

Sigmund Freud (1856-1939)
La influencia de uno de los mayores atlantes del pensamiento científico occidental, Sigmund Freud, se ha dejado sentir en el campo del estudio de la cultura y mucho más en el relativo al proceso de socialización, puesto que éste está íntimamente ligado a la formación de la personalidad, y al papel desempeñado por los progenitores, y por lo básico de las experiencias que soporta el niño durante sus primeros años de vida. Sin embargo, las proposiciones freudianas no tienen carácter universal y no pueden ser entendidas en los mismos términos de relación en sociedades diferentes. No actúa de la misma manera el complejo de Edipo, en el medio social burgués de Viena, donde trabajó Freud, que en los pueblos en los que el papel del padre biológico está desempeñado por el hermano mayor de la madre, como es el caso de una buena parte de las sociedades africanas, de la polinesia o entre muchas tribus de indios en Norteamérica.
La importancia en el proceso de socialización de los grupos primarios, o sea aquellos cuyas relaciones son estrechas, íntimas y en los que el principal vínculo de unión es de carácter afectivo (grupos de amistad, juego, familiares, pandilla, etc.), fue puesto de manifiesto por el sociólogo norteamericano Ch. H. Cooley. Por ser estos grupos aquellos con los que más frecuentemente se encuentra el niño durante un período en el que las presiones externas se insertan en la formación de la personalidad, tienen que ejercer una fuerza más poderosa en el proceso de socialización.
Los problemas de adaptación del individuo al grupo son también observados desde la perspectiva sociológica, aunque lo frecuente es que los sociólogos, en este proceso, pongan más el acento en la estructura social que en la cultura, con olvido de la estrecha interrelación que existe entre cultura y estructura social.
El estudio de la personalidad se suele encontrar dentro del repertorio de las materias atribuidas a los psicólogos. Sin embargo, las diversas disciplinas o ciencias parciales de las Ciencias Sociales no pueden ser consideradas como departamentos estancos, como tampoco el que exista entre ellas fronteras y campos nítidamente definidos.
Por personalidad entendemos la estructuración de los elementos psicológicos de la persona, su exteriorización y proyección frecuente a los demás. La formación de la personalidad es otra de las manifestaciones del proceso de socialización.
La personalidad, por lo tanto, viene a ser un resultado del impacto de la cultura sobre el individuo. Pero esta afirmación no quiere decir ni mucho menos que se asigne exclusividad a la cultura en la formación de la personalidad. Junto a la cultura hay otra serie de factores que inciden en la formación de la personalidad.
En primer lugar, tenemos el factor constituido por el medio ambiente; las condiciones físicas del terreno, el clima, etc.
Las características biológicas del propio individuo es otro factor a tener en cuenta. En cuanto a la personalidad, es evidente cómo influye en el carácter y el tipo de la estructura física del individuo, o los aspectos relacionados con su salud y con las condiciones en los que se desenvolvió su crecimiento y desarrollo físico.
Las influencias recibidas en la edad temprana son esenciales y de ellas depende mucha de la trayectoria del niño.
Y, por último, la acción social o las influencias del medio en el que se vive; la cultura de su sociedad y las variantes que esta lleva implícitas en el subsector social en el que se encuentre inmerso el individuo.
Entre todos estos factores hay una estrecha relación e influencia mutua. La acción social tiene trascendencia en el tipo de influencias que el niño sufre en sus primeros años de vida. El tipo de familia, el carácter de las relaciones, la mayor o menor posibilidad de que se creen grupos primarios en su contorno, son instrumentos a través de los cuales se ejercen las influencias sobre los primeros años de la vida del individuo. Por otro lado, las condiciones físicas son condicionantes del tipo de cultura que se da en ese mismo medio ambiente. Como también el medio ambiente es un factor de las características físico-biológicas pertenecientes a los individuos allí criados.
El tipo de cultura de una sociedad también influye sobre las condiciones físicas sobre las que se orienta. Se puede transformar el terreno, modificar el clima, etc. Sobre todo, esto sucede en lo que respecta a la sociedad industrial, en la que la lucha contra las fuerzas de la naturaleza ha ganado mucho terreno en su favor, haciendo posible la vida por medio de la tecnología en todos los ambientes.