domingo, 31 de mayo de 2020

La tradición hedonista

1. El placer como meta
Epicuro de Samos, al responder a la pregunta "¿cómo podemos ser felices?", inició la tradición ética hedonista (de hedoné, placer). Esta tradición se asienta sobre tres puntos que ya Epicuro señaló:

  • Todos los seres vivos buscan el placer y huyen del dolor. Por tanto, el móvil del comportamiento animal y humano es el placer.
  • La felicidad consiste en organizar de tal modo nuestra vida que logremos el máximo de placer y el mínimo de dolor.
  • Precisamente porque se trata de alcanzar un máximo, la razón moral será una razón calculadora.

Y por esto decimos que el placer es principio y culminación de la vida feliz. Al placer, en efecto, reconocemos como el bien primero, connatural a nosotros, de él partimos para toda elección y rechazo, y a él llegamos juzgando todo bien, con la sensación como norma.
Epicuro, Carta a Meneceo

Epicuro (341 - 270 a.C.)
2. Hedonismo individual y social
El hedonismo epicúreo es individualista (se trata de lograr el mayor placer individual). Sin embargo, en la Modernidad, el hedonismo se convertirá en social y recibirá el nombre de utilitarismo.
El utilitarismo considera que los seres humanos estamos dotados de unos sentimientos sociales, cuya satisfacción es fuente de placer. Entre ellos cuenta el de simpatía (capacidad de ponerse en el lugar del otro, sufriendo con su sufrimiento, disfrutando con su alegría), que nos lleva a extender a los demás nuestro deseo de obtener la felicidad. El principio de la moralidad es entonces "la mayor felicidad (el mayor placer) para el mayor número posible de seres vivos" y funciona a la vez como criterio para tomar decisiones racionales.

CRITERIO DE RACIONALIDAD UTILITARISTA
Ante dos cursos de acción obra moralmente el que elige aquel cuyas consecuencias proporcionan el máximo placer para el mayor número posible de seres vivos.


3. La razón calculadora
Ahora bien, para calcular placeres es indispensable saber si los hay de distinto tipo:
  • Epicuro distingue entre los que son estables y consisten en la armonía producida por ausencia de dolor en el cuerpo y de turbación en el alma, y los placeres positivos, como la alegría. Le parecen superiores los primeros porque, si tenemos hambre y la calmamos, se produce el placer de suprimir ese dolor; pero si seguimos comiendo, no aumentamos el placer. Por eso, la razón ha de hacer un cálculo, ponderando qué placeres son más intensos y duraderos, y cuáles producen menos dolor, para obtener así el máximo placer posible.
  • Jeremy Bentham introduce una aritmética de los placeres, siguiendo esta línea del cálculo de placeres. Cree que el placer puede medirse, porque todos los placeres son iguales en cualidad. Por tanto, según la intensidad, duración, proximidad y seguridad, se podrá calcular la mayor cantidad de placer para el mayor número de seres sentientes.
  • Sin embargo, John Stuart Mill considera, frente a Bentham, que los placeres se diferencian por la cualidad (no por la cantidad), de suerte que hay placeres superiores y placeres inferiores. El problema que se presenta entonces es el de determinar quiénes están legitimados para decidir qué placeres son superiores y cuáles inferiores. Mill cree que deben ser aquellas personas que han experimentado a lo largo de su vida ambos tipos de placeres, y considera que estas personas tienen por placeres superiores los intelectuales y morales, mientras que desdeñan como inferiores los que más nos asemejan a los animales. Por eso llega a afirmar que es mejor "ser Sócrates insatisfecho que loco satisfecho": los seres humanos, cual más conscientes y cultos, necesitamos más para ser felices; cuanto más inconscientes y menos cultivados, más fácil es contentarnos con placeres como la comida y la bebida. Sin embargo, más vale no estar plenamente satisfecho que contentarse con los placeres que nos asemejan a los animales.
Los utilitaristas clásicos son fundamentalmente Jeremy Bentham (1748-1832), John Stuart Mill (1806-1876) y Henry Sigdwick (1838-1900). Posteriormente, el utilitarismo ha seguido potente en la obra de autores como Urmson, Smart, Brandt, Lyons, en las teorías económicas de la democracia y ha tenido una gran influencia en el denominado "Estado del bienestar".

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