sábado, 25 de abril de 2015

El trabajo y la técnica

Durante miles de años, la única energía con la que el hombre pudo contar fue su propia fuerza muscular. Has ta que empezó a desarrollar ingenios mecánicos que le permitieron utilizar la fuerza de los animales que consiguió domesticar o la energía de los elementos naturales, como el agua o el viento. El desarrollo posterior de múltiples artilugios le permitió aumentar los rendimientos de sus fuentes primitivas de energía.
La utilización de fuentes de energía diferentes de su propia musculatura comenzó con el descubrimiento del fuego y la utilización como combustible de la madera y restos vegetales. Esto pudo suceder hace sólo cien mil años. Fue un salto cualitativo extraordinario: sustituyó la combustión de recursos energéticos internos por la combustión de productos energéticos externos. Pero, además, supuso un cambio cualitativo por la enorme cantidad de energía que tuvo a su disposición a partir de entonces. Por primera vez, el hombre dispuso de una fuente de energía térmica inagotable para su escala de necesidades. Ello le permitió desarrollar todas las tecnologías que requerían de una fuente térmica: la alfarería, la metalurgia...; además le permitió extender su dominio sobre áreas del globo en las que la dureza del clima le habría impedido vivir.
A. Moreno González, La energía

El trabajo es la actividad mediante la cual el ser humano modifica su entorno, transforma lo que la naturaleza le ofrece o aquello que ya otros han trabajado y modificado para hacerlo capaz de satisfacer sus necesidades, sean éstas materiales (nutrición, cobijo, vestido...), psicológicas (seguridad, afecto...) o simbólicas (reconocimiento social, prestigio, placer estético...). En este sentido puede decirse que toda actividad propiamente humana es trabajo. Cuando los homínidos vivían en la sabana y se limitaban a alimentarse de lo que la naturaleza les ofrecía, todavía no había trabajo en su sentido más propio; sin embargo, cuando los primeros grupos humanos se organizaron para llevar a cabo la recolección o la caza, se puede hablar de una actividad proyectada para satisfacer unas necesidades, a la que es posible llamar trabajo. En este sentido, el trabajo es una actividad exclusivamente humana. Se puede discutir si las actividades de las abejas, las hormigas o las de recolección de algunos animales son trabajo; tal como lo definimos aquí quedan fuera de esta consideración, pues se trata de una actividad instintiva, pero no es reflexiva, proyectada y organizada para un fin.
El trabajo es energía aplicada a la transformación del medio o de otros bienes para producir bienes susceptibles de satisfacer necesidades. La fuente de energía más antigua que los humanos emplearon fue su propia fuerza muscular; después, con el descubrimiento y el dominio del fuego, adquirió importancia la energía térmica obtenida por la combustión de sólidos, como la madera, que le permitirá al hombre realizar transformaciones importantes de sus alimentos y aplicarla a la producción de técnicas e instrumentos, como la alfarería o el tratamiento de los metales, que son fundamentales en la evolución de las sociedades. Con la domesticación de animales, el hombre utilizó en su provecho la energía animal, a la que sacó provecho con la ayuda de nuevos inventos técnicos, como, por ejemplo, el arado, el yugo, etc.


Con el impulso que vivieron la ciencia y la tecnología, partiendo del Renacimiento se inició una transformación importante en el uso de la energía, desde un aprovechamiento más eficiente de energías tradicionales, como la eólica y la hidráulica, hasta el uso de combustibles sólidos de forma intensiva, como el carbón, el petróleo, etc., a partir de la revolución industrial. Más recientemente, el desarrollo de nuevas tecnologías permite el aprovechamiento de otras fuentes de energía: nuclear, solar, etc.