viernes, 4 de septiembre de 2020

La historia serial

En el sentido de designar a una tendencia ya relativamente antigua, la expresión "historia serial" fue creada en el calor de la polémica que, a mediados del siglo XX, opuso en Francia la "escuela de los Annales" -heredada ya entonces de más de treinta años de esfuerzos- a los importadores de la posición anglosajona (más específicamente, de la tendencia de Kuznets) a ese país, los cuales proclamaban su intención de escribir una historia enteramente cuantificada, una historia cuantitativa.

El rasgo distintivo más importante de la historia serial frente a las demás formas de historia cuantificada consiste en ser una actividad ejercida por historiadores formados en cuanto tales -o que aprendieron a serlo, como E. Labrousse, quien empezó por ser economista-, por lo tanto muy atentos a la necesidad de criticar la documentación que se utiliza -sobre todo tratándose de la constitución de series estadísticas relativas a períodos anteriores a la era plenamente estadística, que en ningún caso precedió al siglo XIX-; atentos también al gran peligro de cometer anacronismos, es decir, de no respetar debidamente el carácter diferencial de las diversas sociedades, de las distintas épocas. Al revés de la Escuela de Chicago, los historiadores de la "escuela de los Annales" creen que las teorías económicas son tantas como los sistemas económicos históricamente identificados: las leyes y constantes sólo lo son en el marco de un determinado sistema, y nada justifica la aplicación automática de la teoría económica actual -elaborada en función de un sistema económico bien definido- a épocas o sociedades caracterizadas por otros sistemas. Importa, pues, construir lentamente las distintas teorías histórico-económicas adaptadas al funcionamiento real de los diferentes sistemas económicos; de aquellos por lo menos para cuyo estudio cuantificado los datos existen o pueden ser reconstituidos en cantidad, calidad y continuidad suficientes. La teoría económica actual influye, por cierto, sobre esta escuela de historiadores de la economía; pero su validez para explicar total o parcialmente hechos económicos del pasado se ve como una hipótesis que hace falta demostrar, no como una verdad que debe ser aceptada a priori. El proceso de construcción teórica se realiza sólo muy lentamente, como el resultado de múltiples estudios regionales, monografías, análisis de empresas, etc.

Este último aspecto refleja una tendencia general de la historia en su fase actual: la insistencia en la necesidad de controlar siempre las hipótesis explicativas globales, relativas a grandes conjuntos, a través de una gran cantidad de estudios monográficos y regionales. Así, por ejemplo, en la historia del capitalismo, solamente el estudio concreto de empresas individuales puede permitir la evaluación de la validez de hipótesis generales sobre innovación, inversión, papel del empresario, etc. Los datos relativos a todo un país son agregados que se derivan de múltiples movimientos más pequeños, constituyen promedios de experiencias regionales o locales que pueden ser extremadamente variadas y heterogéneas en su comportamiento. La monografía o estudio regional, analizando la totalidad de las articulaciones concretas en determinada región, época y sector de la actividad, permite percibir la coexistencia, en un mismo país -o grupo de países- de ritmos coyunturales distintos, demostrando la existencia de procesos desfasados o, a veces, de diferencias estructurales más o menos profundas. Los historiadores serialistas, fragmentando la realidad estudiada en diversos niveles de análisis, ponen en tela de juicio la creencia heredada del siglo XIX, de que en cada período y sociedad, los diferentes niveles o elementos evolucionan simultáneamente, a un ritmo por lo menos grosso modo idéntico. La historia serial demuestra, al revés, la existencia de importantes diferencias de ritmo entre distintos sectores económicos; entre la evolución económica y las estructuras sociales; entre éstas, la vida política, las mentalidades; además de las mencionadas y a veces profundas divergencias regionales y sectoriales. Tal constatación se vuelve posible en la medida en que, con el progreso de la computación -que permite el análisis serial de cualquier corpus de datos cuya programación sea posible-, la historia serial, durante mucho tiempo exclusivamente económica e interesada en el estudio de los ciclos coyunturales a partir de diversas variables (precios, salarios, movimiento comercial, etc.), alcanza nuevos campos a los cuales puede dedicarse, y sirve al estudio de la estructura y los movimientos sociales; de la demografía, de ciertas variables políticas e ideológicas, etc.

Pero volvamos por un momento a la historia serial en el sentido que tuvo primero, es decir, vista como una cierta manera de concebir y hacer la historia económica. En su conjunto, los estudios de la escuela histórica francesa se caracterizan por un cierto empirismo, hipótesis de carácter operativo y síntesis de tipo cualitativo. Los fenómenos económicos son analizados en el marco de un determinado período, en su dimensión diacrónica, frecuentemente a través de indicadores. Durante mucho tiempo, los precios fueron tomados como indicadores o termómetros de la vida económica, a veces de manera demasiado exclusiva; se establecían, por ejemplo, identidades automáticas y burdas del tipo: baja de los precios = depresión; alza de los precios = prosperidad. En cuanto al procesamiento de los datos, raramente se iba más allá de las correlaciones simples entre las variables consideradas. El uso que hacen de la teoría económica y de los instrumentos de análisis estadístico-matemático los miembros de la "escuela de los Annales" es relativamente moderado. Si bien es cierto que ello puede resultar en parte de un entrenamiento insuficiente, no es ésta la razón principal, sino por un lado un alto sentido crítico frente a la calidad de la documentación, y por otro lado la voluntad de preservar la plena identidad histórica específica de los períodos estudiados. Este último factor conduce a la repugnancia en abordarlos todos a partir de una misma teoría ya elaborada, que se desarrolló en función del sistema económico capitalista a partir sobre todo del siglo XVIII.

François Furet (1927-1997)
La historia serial está lejos, en la actualidad, de ser exclusivamente económica, y se aplica a muy variados tipos de problemáticas y de documentos. En cuanto a las fuentes que pueden ser por ella utilizadas, François Furet distingue tres grupos según el grado creciente de dificultad respecto a a constitución de las series:

1º) Las fuentes estructuralmente numéricas, reunidas como tales, y utilizadas por el historiador para contestar a preguntas directamente ligadas a su campo original de investigación. Así, por ejemplo, los registros parroquiales para la historia demográfica; las estadísticas oficiales de la producción para el historiador de la economía de los siglos XIX y XX; los resultados electorales para la historia política, etc. Cuando tales fuentes necesitan que se les aplique procedimientos de estandarización, o cuando hay lagunas y es necesario extrapolar, dichas operaciones se pueden realizar de manera relativamente fácil y confiable.

2º) Las fuentes estructuralmente numéricas, mas utilizadas por el historiador de manera sustitutiva, para encontrar respuesta a cuestiones completamente extrañas a su campo original de investigación. Así, por ejemplo, la utilización de los precios como indicadores del crecimiento económico; el estudio de la estructura social a partir de documentos fiscales, etc. El historiador debe, en este caso, justificar la validez del empleo de sus fuentes en relación a su problemática; el manejo de los datos será más difícil y con frecuencia llevará a resultados más arbitrarios que en el primer caso.

3º) Las fuentes no estructuralmente numéricas, pero que el historiador busca utilizar de manera cuantitativa, a través de un procedimiento doblemente sustitutivo; es necesario que él les establezca una significación unívoca con relación a la cuestión que plantea, pero también que pueda reorganizarlas en series, es decir, en unidades cronológicas comparables, al precio de un trabajo de estandarización evidentemente todavía más complejo que en el caso precedente. Tendremos en esta categoría, por ejemplo, las fuentes notariales utilizadas para estudios de historia social; la utilización serial de ciertas fuentes administrativas o relativas a la justicia, etc.

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