domingo, 16 de agosto de 2020

Las líneas de fuerza de la evolución de la ciencia histórica

El motor de la evolución reciente de la historia fue, pues, -y sigue siendo- el contacto con las demás ciencias del hombre; menos estructurada, la historia aparece también como más abierta, menos rígida y resistente al cambio que otras disciplinas. Pero las modalidades y la intensidad del contacto fueron variables. Hubo, por una parte, una verdadera importación de técnicas y métodos, además de vocabulario y problemática, en relación a la economía política, a la econometría (con la creación de una "econometría retrospectiva"), a la demografía; por otra parte, de la sociología, por ejemplo, la historia adoptó más bien una parte de la problemática y de la terminología que sus métodos; y el estructuralismo lingüístico y antropológico actuó sobre la historia principalmente en el sentido de provocar la reflexión de los historiadores respecto a ciertas nociones fundamentales, sin influir en forma directa en ningún punto -o casi ninguno- de la investigación histórica.

Un cierto número de términos resume lo esencial de la nueva problemática y metodología que la historia vino adoptando desde el primer tercio del siglo XX: cuantificación, coyuntura, estructura, modelo.

La cuantificación sistemática, inaugurada con los estudios de la coyuntura económica a través de series estadísticas (por eso el nombre de "historia serial"), representó un cambio cualitativo, no solamente a nivel de los métodos y técnicas, sino también a nivel epistemológico. Toda la concepción de la historia tradicional se derrumbó, pues su objeto, el "hecho singular", dejó de dominar el horizonte del historiador: éste se interesaba ahora en captar las pulsaciones, los ciclos de larga y corta duración de la vida económica, sus efectos sociales y otros. La naturaleza misma de la investigación lo obligaba a plantear muy claramente su teoría explicativa y sus hipótesis de trabajo, a especificar los criterios de selección o elaboración de los datos, el por qué de la elección de este o aquel procedimiento estadístico. Los acontecimientos no estaban del todo ausentes de sus preocupaciones, pues para explicar las fluctuaciones coyunturales hay que recurrir a ellos: una guerra, por ejemplo, puede tener una gran influencia sobre la coyuntura comercial; pero ya no se trataba de construir la historia saltando de hecho singular en hecho singular. Cuando se trabaja con curvas y series estadísticas, lo que importa es, en último análisis, mucho más la tendencia, el sentido de la evolución, que tal hecho o dato particular.

En los países anglosajones, la historia económica cuantificada evolucionó en forma y ritmo distintos a los de Francia, aunque con puntos de contacto e influencias recíprocas; pensemos, por ejemplo, en las polémicas de Hamilton con los historiadores franceses. Fue en los Estados Unidos donde, por vez primera, apareció lo que Pierre Vilar llamaría más tarde en Francia la econometría retrospectiva. La New Economic History no limita sus ambiciones al estudio de series estadísticas y, a lo mejor, a la correlación entre ellas, sino que intenta aplicar retrospectivamente la teoría y los métodos de la ciencia económica, y reconstruir así las economías pasadas a través de un sistema de ecuaciones. Se trata de una historia hecha por economistas de profesión, no por historiadores. En Francia, una "historia cuantitativa" análoga -aunque mucho menos rica- apareció en los años 60 del pasado siglo, igualmente hecha por economistas: la escuela de Jean Marczewski. En los Estados Unidos, como en Francia, los economistas historiadores que se dedican a la econometría retrospectiva manifiestan un cierto desprecio por lo que a veces llaman la "historia económica tradicional", escrita por historiadores-economistas, a la que no toman en cuenta.

Las técnicas y métodos cuantitativos, aplicados primero a la historia económica, luego a la historia demográfica y social, tienden a ganar siempre nuevos campos de trabajo; tal evolución es facilitada y acelerada por la difusión del uso de medios informáticos. Así, se desarrolla a partir del tercer tercio del siglo XX una semántica cuantitativa aplicada a la historia.

La noción de estructura apareció en los estudios históricos mucho antes que se desarrollara la antropología estructuralista de Claude Lévi-Strauss; el marxismo la utilizaba desde el siglo XIX, y en la primera mitad del siglo XX, varios historiadores se ocuparon de las estructuras sociales, aunque no siempre hayan utilizado explícitamente el término estructura (Jean Jaurès, Georges Lefebvre). Pero no cabe duda que el advenimiento del estructuralismo obligó a los historiadores a reflexionar sobre el concepto mismo de estructura, utilizado por ellos muchos veces con insuficiente rigor. En la pasada década, las oposiciones (antropología-historia, sincronía-diacronía, estructura-acontecimiento, etc.) parecían acaparar todas las atenciones. Mas se trataba de un debate fundamentalmente mal planteado, y por lo menos en parte falso en cuanto al fondo. La evolución posterior de la antropología y de la historia mostró que muchas de las supuestas incompatibilidades se ligaban al estadio de evolución de una historia todavía no enteramente comprometida en el estudio de las estructuras, y de una antropología que vacilaba en abordar el difícil problema de la génesis y evolución de las estructuras. Pero es cierto, sin embargo, que la preocupación primordial de la historia con la dinámica de la evolución, con el tiempo, la opone no solamente a la antropología estructural, sino también a las otras ciencias sociales. Ciertas divergencias, además, vienen de una diferencia de óptica y de objeto: el estructuralismo de Lévi-Strauss se ocupa prioritariamente de las estructuras mentales, que son las que más lentamente evolucionan, lo que condujo a la antropología estructural a acentuar la noción de "invariancia" de las estructuras, y los factores externos de evolución de éstas.

Fernand Braudel (1902-1985)
Los cambios en la concepción de la historia condujeron pues a superar el acontecimiento, a alcanzar, más allá de éste, las fluctuaciones coyunturales de duraciones variables, y en fun el nivel de las estructuras, que cambian muy lentamente. Fernand Braudel fue el historiador que supo percibir y sintetizar las implicaciones de tal evolución en cuanto al problema -esencial para el historiador- del tiempo, de la duración, al distinguir tres niveles: el nivel de los acontecimientos, de la historia episódica, que se mueve en el tiempo corto; el nivel intermedio de la historia coyuntural, con ritmos más lentos, aunque muy variables; en fin, el nivel profundo de la historia estructural, de la más larga duración. Las estructuras, "en el límite de los móvil y de lo inmóvil", son en el movimiento histórico "a la vez sostén y obstáculo de la historia", como lo dice Albert Soboul. Así la ciencia histórica, sin dejar de preocuparse prioritariamente por el cambio, por el movimiento, supo tomar conciencia igualmente de las persistencias, las supervivencias, las resistencias al cambio. Por otra parte, los historiadores se dan cuenta de que los varios niveles estructurales presentan ritmos de evolución diferentes, debido a la existencia de desfases en el seno de la estructura global: las estructuras económicas cambian más rápidamente que las sociales, y las estructuras mentales más lentamente que todas las otras.

A finales del siglo XX la noción de modelo se impone de forma creciente a los historiadores. Además de los modelos econométricos de la New Economic History y de la historia cuantitativa francesa, hay intentos, más interesantes y prometedores, de construir modelos que tomen en cuenta la especificidad de los distintos sistemas sociales y económicos: tal es el caso del modelo del sistema feudal polaco que elaboró Witold Kula (1970).

Para Henri-Irénée Marrou, el rasgo más importante de las transformaciones recientes de la ciencia histórica es la tendencia creciente de ésta a "aprehender del pasado del hombre en su totalidad, en toda su complejidad y su entera riqueza". Al lado de la historia política, diplomática y militar, cuyo predominio era antes absoluto, desarrolláronse nuevos y fértiles campos de estudio, los cuales ocupan hoy en día la vanguardia de las investigaciones históricas por sus brillantes éxitos, resultantes de los progresos ininterrumpidos de una metodología y una problemáticas en constante renovación y perfeccionamiento: historia económica, historia demográfica e historia social (incluyendo ésta el estudio de las mentalidades colectivas). En la actualidad, ya no aceptamos una narración histórica cuyo ritmo aparezca señalado sólo o principalmente por dinastías, batallas, ministerios, tratados, etc.; el cuadro que se percibe, luego de un estudio de este tipo, nos parece ya demasiado angosto. Además de los grandes personajes y los grandes acontecimientos políticos, aspiramos a conocer, para cada período y cada sociedad, el marco técnico, económico, social e institucional; las pulsaciones de la coyuntura; los movimientos de población; la vida de las grandes masas, y no solamente de los grupos dominantes; los movimientos y relaciones sociales; la psicología colectiva, y no solamente la de los personajes históricos. Más aún, aspiramos a comprender los mecanismos que explican las concordancias y discordancias existentes entre los distintos niveles de una sociedad dada, queremos tener de ésta una imagen tan integrada y global como sea posible.

Del acontecimiento a la estructura; de la corta a la larga duración; de lo individual a lo colectivo: en todos los planos que consideremos, será fácil constatar el proceso de ampliación y profundización que caracteriza a la visión actual de la historia.

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