viernes, 23 de noviembre de 2018

La cultura clásica: Grecia, Alejandría y Roma

Los sabios, Calicles, afirman que el cielo y la tierra, los dioses y los hombres están todos unidos por la amistad, el respeto al orden, la moderación y la justicia, y por esta razón llaman universo al orden de las cosas, camarada, no al desorden ni al desenfreno. Tú no les prestabas atención, creo, a pesar de toda tu ciencia, y olvidas que la igualdad geométrica reina, todopoderosa, entre los dioses como entre los hombres. Piensas que hay que esforzarse en dominar a los demás: porque desdeñas la geometría.
Platón, Gorgias

Los descubrimientos sobre las antiguas civilizaciones apenas datan de un par de siglos; han sido demasiado tardíos para que haya existido una influencia directa sobre el pensamiento, la ciencia y la técnica occidentales. Sin embargo, mucho de cuanto descubrieron y avanzaron en el conocimiento de la naturaleza y de las técnicas arquitectónicas, agrícolas, ganaderas, matemáticas, etc., nos ha llegado a través de su recepción  por los griegos. Si bien la ciencia y la tecnología actuales poco tienen que ver con la visión griega, es indudable que el pensamiento griego marcará para siempre todo el pensamiento occidental, la forma de entender el mundo y la actividad científica y técnica.
Al pensamiento griego se le deben muchos de los supuestos sobre los que ha trabajado la ciencia occidental; destacan, entre otros, los siguientes:
  • El mundo constituye un todo ordenado, regido por leyes racionales y, por tanto, puede ser explicado racionalmente. La existencia de una razón única y univeral que rige las leyes del universo y de la que todos los seres humanos participan por naturaleza. El universo es, por tanto, cosmos, no caos.
  • Las apariencias engañan y se ha de buscar más allá de los sentidos para establecer la verdad de las cosas.
  • La realidad puede explicarse en términos matemáticos.
  • La importancia de la lógica y de la deducción en la elaboración científica.
  • El conocimiento implica la existencia de un sujeto que conoce y un objeto que es conocido. Y el sujeto es un actor pasivo que no interviene ni altera para nada el contenido del conocimiento, es un mero observador neutral.
Aunque sólo fuera por esto, los griegos merecerían figurar entre los más importantes genios de la humanidad y como los grandes precursores de la ciencia moderna.
La sociedad griega estaba constituida por pequeñas repúblicas o ciudades estado que desplegaron una intensa actividad comercial y colonizadora del mediterráneo occidental. Su organización social estaba basada en pequeñas monarquías tradicionales, con cuatro capas sociales: la aristocracia, los pequeños agricultores, artesanos y comerciantes, los metecos o extranjeros sin derechos de propiedad ni políticos, y los esclavos.
La existencia de una abundante mano de obra esclava ha sido señalada como la causa de la tendencia de los griegos hacia el saber especulativo de carácter contemplativo más que hacia técnicas y los saberes prácticos. Los ciudadanos libres, que tenían plenos derechos políticos y sociales y gozaban de una desahogada posición económica, favorecieron el desarrollo  de una multiplicidad de elementos técnicos que les facilitaran la vida diaria.
Debido a su situación geográfica y a sus necesidades económicas, los griegos entraron en contacto con otras civilizaciones más antiguas: así, a través de Creta, tomaron como referente de Babilonia la astronomía y la geometría, y de Egipto, la medicina.
Desde el punto de vista científico, los griegos retomaron muchos de los hallazgos de los egipcios y babilonios y los reformularon desde los supuestos de la filosofía. Con ello, la ciencia se volvió más racional y abstracta, más sistemática y formal. También retomaron las ideas de una geometría deductiva y el estudio sistemático de la naturaleza.

1. Aportaciones de los griegos
Las aportaciones más importantes son las siguientes:
  • De entre los filósofos jonios cabe destacar a Tales de Mileto, que vivió en el siglo VI a.C. y fue comerciante, estadista, ingeniero, matemático y astrónomo, y a Anaximandro, que hizo una propuesta cosmogónica de carácter mecanicista frente a las propuestas mitológicas. La importancia de estos filósofos estriba en que fueron los primeros en concebir el universo como una totalidad de carácter natural que podía explicarse mediante la investigación racional. A Tales se le debe la incorporación de la matemática y la geometría empírica egipcia al pensamiento occidental, reformulándolas en clave deductiva, y la formulación de algunos principios básicos que posteriormente fueron completados por Euclides.
  • Los pitagóricos fueron los primeros en insistir en la idea de que el mundo es descifrable en términos de números y, por ello, la realidad es matematizable. Hicieron grandes aportaciones en matemáticas y ampliaron de forma notable la geometría deductiva. A Pitágoras se le debe la formulación y demostración deductiva del teorema que lleva su nombre, el cual si bien se aplicaba ya de modo práctico en Egipto y Babilonia, sólo con él adquiere una demostración deductiva y una formulación abstracta.
  • A las especulaciones de Heráclito debemos la idea de que el mundo está en permanente cambio, regido por una ley racional, por el logos o el nous. Parménides, sin embargo, insiste en la idea de que el cambio es sólo aparente y que la verdad debe establecerse desde una reflexión racional que vaya más allá de las apariencias.
  • En los atomistas se encuentran las primeras especulaciones sobre la composición de la materia y los antecedentes de las teorías atómicas actuales. Leucipo formuló por primera vez el principio de causalidad.
  • La ciencia griega hizo notables avances en medicina, en la que cabe destacar a Hipócrates.
  • Los dos mayores filósofos griegos, Platón y Aristóteles, contribuyeron también de forma importante a la ciencia de su época.

2. La época helenística
Desde el siglo IV a.C. y hasta la expansión del Imperio romano se abrió una época radicalmente nueva. El Imperio de Alejandro Magno supuso la unificación griega y la expansión del dominio griego desde Italia hasta el valle del Indo, produciendo una intensa unificación cultural y lingüística que hizo posible un florecimiento del pensamiento y de la ciencia. 
En torno al año 300 a.C., Euclides recogió, desarrolló y sistematizó los conocimientos existentes sobre geometría. Partiendo de una serie de axiomas que él consideraba autoevidentes, sentó las bases de la geometría que sólo en el siglo XX se ha visto complementada por el desarrollo de nuevas geometrías no euclidianas.
Los orígenes de la mecánica y de la hidrostática han de buscarse en las artes aplicadas a la navegación y a la producción agrícola o ganadera, pero sólo se formularon con rigor teórico cuando se articuló la observación experimental con las formulaciones teóricas de la geometría y de la matemática. El primero que realizó esto fue Arquímedes, que formuló el principio que lleva su nombre, estableciendo conceptos como los de las densidades relativas de los cuerpos. También estudió el principio teórico de la palanca y sus aplicaciones estableciendo sus principales leyes. A él se deben, asimismo, la aportación de ingenios mecánicos, como el "tornillo de Arquímedes" o tornillo hidráulico para elevar el agua, la polea compuesta y diversas máquinas de guerra.
Mosaico que representa a Arquímedes
Aristarco fijó las medidas de las dimensiones de la Luna y del Sol y parece ser que formuló la hipótesis de que las estrellas fijas permanecían quietas, mientras que la Tierra giraba en torno al Sol describiendo un círculo. Además propuso, como explicación de la fijeza de las estrellas, la idea de que su distancia a la Tierra debía de ser enorme en comparación con el diámetro de la órbita terrestre.
Las tesis de Aristarco representan una de las formulaciones más antiguas de la época heliocéntrica; sin embargo, estas ideas chocaban con la "evidencia del sentido común", por lo que siguió prevaleciendo la teoría geocéntrica desarrollada por Hiparco y recopilada por Tolomeo, que fue la que se mantuvo hasta el Renacimiento.

3. La escuela de Alejandría
A finales del siglo IV a.C. o comienzos del III, Atenas cedió el testigo como capital intelectual a Alejandría (Egipto), lugar en encuentro de culturas, donde el saber se especializó en múltiples campos y se realizaron diferentes investigaciones.
Hacia mediados del siglo III a.C. se fundó el Museo (o lugar de las musas) con las secciones de literatura, matemáticas, astronomía y medicina, desarrollándose una intensa labor de investigación y trabajo intelectual. A disposición de los sabios se hallaba la famosa Biblioteca, la mayor del mundo antiguo, con 400.000 volúmenes o rollos (se habla de hasta 700.000).
Algunos de los principales personajes de la escuela de Alejandría fueron:  
  • Apolonio de Perga: Realizó avances muy importantes para las matemáticas. Recopiló los conocimientos sobre secciones cónicas de los matemáticos anteriores e introdujo las nociones de parábola, hipérbola y elipse. También consiguió solucionar ecuaciones de segundo grado.
  • Hiparco: Hizo grandes aportaciones como geógrafo y matemático, tanto en la trigonometría plana y esférica como en la determinación de la posición de un punto cualquiera del planeta indicando la longitud y la latitud.
  • Herón, el mecánico: Matemático, físico e inventor, hizo aportaciones importantes para la resolución de las ecuaciones de segundo grado. Su aportación fundamental fueron grandes ingenios mecánicos, como el sifón, el termoscopio, la bomba impelente y la primera máquina de vapor.
  • Tolomeo: Astrónomo, reunió en su obra llamada Almagesto todos los saberes astronómicos de su tiempo, recopilando y presentando la obra de Hiparco que se impondría como obra fundamental de astronomía hasta los tiempos de Copérnico y Kepler. A él se debe también la formulación del principio, muy usado en los orígenes de la ciencia moderna, según el cual la hipótesis mejor es aquella que presenta de la forma más completa y sencilla la relación entre los fenómenos.

4. La época romana
El Imperio romano, que sucedió a los griegos en su presencia por toda la Hélade, fue eminentemente urbano, basado en la explotación extensiva de vastas colonias. Dos son los grandes pilares sobre los que se asentó el Imperio: el poderío militar y la mano de obra esclava. 
Los esclavos procedían fundamentalmente de los prisioneros hechos en las conquistas de nuevos pueblos. El ejército tenía también un papel fundamental en el mantenimiento de la pax romana y en la seguridad en las fronteras y en el interior del Imperio. El nivel de vida de las ciudades, centro sobre el que se sustentaba todo el Imperio, se basaba en la posibilidad de movilizar rápidamente los recursos de un lado a otro y en un intenso tráfico comercial que hacía accesibles los productos de los latifundios a los habitantes de la ciudad. Como soporte de esta intensa actividad económica y militar fue necesario una completa infraestructura de comunicaciones terrestres y marítimas, por lo que los romanos brillaron mucho más por sus realizaciones prácticas y organizativas que por sus obras especulativas o científicas.
Desde el punto de vista del saber científico, los romanos fueron claramente deudores de la aportación de los griegos, siendo su propia reflexión escasamente original. Sin embargo, se les deben algunas importantes aportaciones a la historia de la ciencia y la técnica:
  • La romanización permitió extender a los países de Europa occidental una lengua común y los principales contenidos culturales griegos.
  • La mentalidad jurídica y organizativa de los romanos generó brillantes aportaciones al ámbito de la política y de la administración. Un legado indiscutible es el Derecho Romano, base jurídica sobre la que aún hoy está construido todo el derecho occidental.
  • Los romanos destacaron también por sus aportaciones al arte de la construcción y de los ingenios militares. La construcción de ciudades, la red de servicios (escuelas, hospitales, baños, red de alcantarillado, agua corriente) y los espacios de ocio (estadios, circos, etc.) sólo son comparables a lo que ha conocido Occidente recientemente.
  • El nivel de vida de las ciudades romanas supuso también una auténtica industria de los objetos ornamentales y de las técnicas a ellos vinculadas: fundición, labrado, forja, etc.
El pragmatismo romano hizo que se interesasen por la ciencia sólo cuando era un medio para realizar obras prácticas en medicina, arquitectura, agricultura e ingeniería. Especial mención merece Posidonio, explorador, astrónomo, geógrafo y antropólogo, que explicó las mareas atribuyéndolas a la acción conjunta del Sol y de la Luna.
Un poco más tarde, en el siglo I a.C., los romanos conquistaron el mundo y Cicerón realizó una gran tarea de difusión cultural popularizando la filosofía griega y escribiendo De natura deorum, obra cosmológica en la que recogió los conocimientos científicos de su tiempo.
Hay que destacar también la figura de Julio César (año 100 a.C.), que con el asesoramiento de Sosígenes estableció el calendario juliano reformado, que asigna al año un valor de 365 días y 1/4. Este calendario permaneció en vigor en Europa hasta 1582 (cuando ya había un error de 10 días), momento en el que el Papa Gregorio XIII mandó corregirlo añadiendo un día más cada cuatro años (año bisiesto) y quedando así hasta la actualidad.

Cuando el arte se complica con la ingeniería, resulta más original, más propiamente romano. Entre los griegos, los caminos solían adaptarse a la naturaleza del terreno sin ahorrar curvas, pero los romanos seguían invariablemente la línea recta con tal de hacer el camino más breve, a pesar de cuanto se les opusiera, y así horadaban túneles, saneaban los terrenos pantanosos, salvaban las depresiones mediante la construcción de viaductos. Cuando se encontraban ante un río caudoloso, volteaban atrevidos arcos de medio punto sobre robustos pilares. Todavía hoy aquellos puentes soberbios coinciden con nuestras carreteras y sirven como medio de tránsito, a pesar de que vienen rompiendo durante dos mil años la corriente de agua con sus poderosos tajamares.
De milla en milla, la piedra miliaria anuncia la distancia recorrida y por ella se calculaba lo que faltaba por recorrer. Aún hoy persisten estos indicadores de piedra al borde de algunas calzadas, contando distancias en caminos por donde ya nadie transita. Llevan el nombre de un emperador y una cifra romana, seguida de las iniciales M.P.: mil pasos, milia passum.
F. Esteve Barba, Historia de la cultura