domingo, 10 de septiembre de 2017

Los conflictos sociales en los siglos XIV y XV

Desde el punto de vista social, la nota dominante de los siglos XIV y XV fue la acentuación de la conflictividad. La crisis demográfica y económica tuvo importantes repercusiones sociales. Las clases dominantes salieron en última instancia fortalecidas, pero la tensión provocó luchas muy violentas, entre los campesinos y los señores feudales por una parte, entre la masa popular de las ciudades y el patriciado urbano por otra. Simultáneamente se aceleró la hostilidad contra los judíos, que fueron víctimas de furiosas persecuciones.

1. El reino castellano-leonés: auge de la nobleza y reacción popular
La alta nobleza sufrió con cierta dureza las consecuencias de la crisis, al ver disminuidas sus rentas. Para mantener sus posiciones de privilegio tuvo que sostener una lucha encarnizada, de la cual salió considerablemente reforzada. Un reducido grupo de linajes (pertenecientes a viejas familias nobiliarias unos, otros recién ascendidos) recibió cuantiosas donaciones de villas y derechos señoriales en tiempos de los Trastámaras, particularmente con Enrique II en el siglo XIV y con Enrique IV en el XV. Gracias al sistema del mayorazgo conseguían transmitir íntegros sus patrimonios a sus descendientes. Son esas familias los Mendoza, Guzmán, Velasco, Estúñiga, etc. El poder de la alta nobleza no tenía contrapeso, debido a la escasa fuerza de la burguesía en el reino castellano-leonés. En buena parte, los negocios eran obra de judíos o de genoveses. Sólo en algunas ciudades existía una capa de mercaderes de cierta importancia, por ejemplo en Burgos.
La reacción popular contra la ofensiva nobiliaria no se hizo esperar, pero revistió caracteres muy diferentes de unas regiones a otras. Hubo en algunos casos resistencia a la entrada del señor feudal de la villa, pero sólo en Galicia estalló una revuelta general. El campesinado y las masas populares de las ciudades, secundados por algunos nobles de segunda fila, se levantaron contra los señores feudales de la región en tiempos de Enrique IV (revuelta hermandiña). Después de destruir numerosas fortalezas, los hermandiños fueron finalmente derrotados. En el País Vasco se desarrolló en los siglos XIV y XV una encarnizada lucha de bandos nobiliarios, de la cual los principales perjudicados eran los labriegos y los habitantes de las villas, que tuvieron que constituir hermandades para defenderse.

La tensión social tuvo una válvula de escape en el antijudaísmo. Alentado por las predicaciones de clérigos demagogos, el antisemitismo llegó a su punto culminante en 1391. En ese año hubo violentas persecuciones (pogroms) en Andalucía, que rápidamente se extendieron por el resto de la Península. Muchos judíos se convirtieron precipitadamente al cristianismo. Pero la hostilidad contra los conversos (los cristianos nuevos) fue creciendo a lo largo del siglo XV.

2. La Corona de Aragón: revueltas campesinas y conflictos urbanos
En la Corona de Aragón, la alta nobleza, propietaria de tierras y detentora de cuatiosas rentass y derechos jurisdiccionales, ocupaba el primer plano de la estructura social. En Aragón los linajes de los Urrea, Luna, Jordán de Urríes, etc., que habías convertido sus honores en hereditarios, constituían el grupo social dominante. En Cataluña, este sector estaba representado por los Cardona, Prades, Pallars, Rocaberti, etc. Pero la alta nobleza tenía en Cataluña el contrapeso de una poderosa burguesía, especialmente importante en Barcelona. Allí el control de la riqueza y la vida municipal estaba en manos de un grupo de patricios.
En los siglos XIV y XV se agudizaron los conflictos sociales. Los campesinos de la Cataluña Vieja, los payeses de remensa, sujetos a condiciones más duras que los de las tierras de repoblación posterior, se sublevaron desde fines del siglo XIV contra sus señores. Se quejaban, entre otras razones, de que los nobles intentaban implantar los "malos usos". El conflicto tuvo diversas etapas, pero de hecho se prolongó hasta finales del siglo XV, cuando se dictó la sentencia arbitral de Guadalupe, en la cual se reconocían en parte las aspiraciones de los payeses. Por su parte la tensión social en el interior de las ciudades enfrentó a las masas populares contra las oligarquías urbanas. El conflicto más agudo estalló en Barcelona, en donde se formaron dos bandos, la Biga, que aglutinaba a los patricios, a los "ciudadanos honrados", y la Busca, el partido popular, formado por menestrales y pequeños mercaderes.
También Mallorca fue escenario de un violento conflicto social en tiempos de Alfonso V. Fue la revuelta de los forans, campesinos sujertos al pago de foros. El problema se complicó cuando los artesanos se sumaron a los campesinos, todos dirigidos contra la oligarquía de Mallorca. La sublevación fue sofocada por las tropas de Alfonso V.
La Corona de Aragón conoció igualmente la violencia antijudía. Los pogroms estallaron a raíz de la difusión de la Peste Negra y se repitieron en 1391.