En el marco de la educación personalizada lo importante es el trabajo del alumno en cuanto elemento de su perfección personal. La figura del profesor tiene sentido en la medida en que el escolar no puede trabajar solo y necesita el auxilio de los demás. La actividad educadora es simplemente estímulo, orientación y control de la actividad del alumno. El maestro es un intermediario entre el sujeto capaz de conocer y la verdad que puede ser conocida. El profesor tiene como misión provocar en cada alumno el encuentro objeto-sujeto propio del acto de conocer.
En tanto que partícipe de una verdad adquirida, el profesor es como depositario y servidor de una herencia cultural de una generación, pero en realidad llega a ser profesor cuando es capaz de servir para el enriquecimiento cultural de la generación siguiente. Y este servicio sólo puede prestarse cuando se es capaz de comprender la situación en que se halla el alumno y estimular en él la disposición más eficaz para, mediante su propio esfuerzo, adquirir conocimientos, destrezas, aptitudes y hábitos que tengan sentido en su vida y en la vida de la comunidad.
1. El hablar y el escuchar del maestro
En la idea tradicional al maestro le toca hablar y al estudiante escuchar. La educación personalizada otorga un particular relieve a la tarea de escuchar por parte del maestro. Para ayudar a un sujeto primero de todo necesita ser comprendido. La comprensión de los jóvenes viene a través de escuchar. A medida que el diálogo es más auténtico, la distancia maestro-alumno se acorta, la situación docente se ensambla en la disiente estableciéndose una interacción en la cual también el maestro aprende.
2. El maestro como aprendiz
En tanto que aprendiz el maestro tiene una primera y principal fuente de aprendizaje en sus mismos discípulos, quienes, a través de sus conductas (perturbaciones, desinterés, rendimiento mayor o menor de lo esperado...) ofrecen mucha información al maestro dispuesto a aprender. Los padres y la comunidad en general constituyen otro campo de aprendizaje para el profesor. Igualmente, no se puede olvidar la necesidad de estar en contacto permanente con los ambientes técnicos que pueden mejorar su actividad educativa.
Pero el motivo más evidente para esta formación permanente radica en el cambio social. Por ello, la educación se ha de estar reelaborando constantemente. La educación permanente implica sustituir ideas o aptitudes anticuadas por otras acordes con la nueva situación.
3. La enseñanza en cooperación. Departamentos y equipos docentes
El profesor no se ha de considerar educador único, sino miembro de un grupo de educadores. El equipo docente se especifica porque atiende a un determinado grupo de alumnos, y refleja con precisión y claridad la idea de que la actividad educativa de hoy se ha de organizar de tal suerte que dos o más maestros trabajen juntos, y compartan la responsabilidad en la educación del mismo grupo de estudiantes. El departamento está constituido por un grupo de profesores que atienden a una misma actividad o sector de contenidos.
En suma, departamento y equipo docente implican enseñanza cooperativa. El departamento es cooperación en una misma materia y equipo es cooperación en un mismo grupo de alumnos.
Estos conceptos organizativos implican otras aptitudes y disposiciones por parte del maestro. Así el equipo docente obliga a prestar atención a la flexibilidad del maestro disponiéndole para recibir las sugerencias de otros miembros del equipo.
4. Funciones del profesor
El maestro ha de ser considerado en primer lugar como persona. Después habrán de considerarse las actividades de un profesor dentro de la institución escolar, en cuyo ambiente hay a su vez dos situaciones fundamentales: la del maestro dentro del conjunto docente y la del maestro en relación con los alumnos. Por último se ha de ver aisladamente.
Como miembro de la comunidad el maestro ha de integrarse eficazmente en ella viviendo y participando en las actividades sociales. La participación del maestro en la vida social facilita la comunicación sociedad-escuela.
Como miembro de la institución escolar y de un conjunto docente, al profesor se le pueden asignar las siguientes funciones:
- Relacionarse con los otros elementos educadores, especialmente los demás profesores, tutores u orientador, los padres y los directivos escolares.
- Participar en el gobierno del colegio (la actividad de cualquier educador es una actividad directiva, puesto que influye en el quehacer de otros).
- Participar en la programación de los períodos medianos y largos de trabajo.
- Revisar y evaluar el trabajo escolar y la participación en el estudio y decisiones sobre los posibles cambios.
En el trabajo con los alumnos, la personalización educativa plantea el problema de si la comunicación del maestro ha de ir dirigida siempre hacia una clarificación lo más completa posible de los conocimientos o más bien esta comunicación debe suscitar dudas y problemas que sean un estímulo más fuerte al trabajo del aprendizaje de los escolares. También se ha de recordar que la comunicación entre profesores y alumnos no se establece solamente como transmisión de ideas u orientaciones para que los escolares realicen los trabajos previamente programados, sino que el alumno ha de participar en la programación misma. Según estas consideraciones, las funciones del profesor en tanto que trabajo con sus alumnos son:
- Programación del trabajo diario en el que profesores y alumnos ejercitarán su autonomía y aceptarán sus responsabilidades tomando las decisiones adecuadas para la realización concreta del trabajo.
- Establecimiento de relaciones con los alumnos a fin de conocer sus necesidades, intereses, dificultades y aptitudes con el fin de organizar el trabajo de acuerdo con las condiciones personales de cada estudiante.
- Motivación de los alumnos e información, no sólo sobre contenidos (ideas y problemas), sino además de técnicas de trabajo.
- Ayuda individual, orientación personal para la realización más eficaz de sus trabajos.
- Control del rendimiento de cada escolar y del grupo en conjunto.
- Replanteamiento del trabajo de tal suerte que los alumnos más capaces puedan seguir ampliando o profundizando su aprendizaje mientas que los que no hayan alcanzado los objetivos puedan volver sobre los mismos, aunque con materiales diferentes que eviten la rutina de la repetición.
Considerando al maestro en situación independiente, se le podría asignar la tarea de autocrítica y programación de su constante perfeccionamiento en el orden profesional.
5. El ciclo docente
Las funciones anteriores pueden ser ordenadas cronológicamente con lo cual tendríamos una descripción del ciclo docente en el marco de la educación personalizada.
En primer lugar, parece necesaria la concepción total de la tarea por realizar de donde surge el planeamiento y la programación a largo plazo como el primer quehacer del docente.
La exploración de los alumnos para tener una primera idea de la posición y la variabilidad de los escolares con quienes se ha de trabajar parece igualmente que debe constituir otra de las primeras etapas de la actividad escolar.
La programación inmediata, de períodos cortos, seguiría a continuación para dar entrada a la actividad conjunta de enseñanza y aprendizaje en la que se incluye la motivación, la información y la ayuda individual a los escolares.
Aparece después el control del rendimiento y en función de él la actividad de replanteamiento del profesor y una evaluación crítica de la actividad en función de su posible permanencia o modificación.
La programación y la evaluación son actividades que no requieren necesariamente la reunión física de profesores y alumnos. Por esta razón, en la medida en que la educación personalizada se va extendiendo, se va complicando también la tarea del profesor quien en muchas ocasiones tiene que apartarse de los alumnos para servirles mejor. Con estas tendencias no se disminuye la importancia del contacto personal entre el profesor y los alumnos, sino que ésta se reduce en el tiempo para aumentar su calidad.
Difícilmente se puede encontrar una situación más triste que la del maestro gastando su tiempo en aburrir a los estudiantes y también, por qué no, utilizando su personal capacidad para evitar a sus discípulos esfuerzos de autoaprendizaje que sería de un claro valor formativo. El tiempo dedicado a programar y evaluar correctamente las actividades escolares permite que los estudiantes hagan por sí mismos aquello que pueden hacer, sin la ayuda, que en este caso sería inoportuna, del profesor y permite que los contactos personales profesor-alumnos tengan una verdadera calidad humana y eficacia educativa.