sábado, 9 de mayo de 2015

Antecedentes históricos de Roma

Cuando hablamos de Roma, debemos situarnos inmediatamente en el centro de Italia. Pero conviene saber qué era la Península Itálica antes de que existiera Roma.
En la época neolítica (alrededor del siglo XIII a.C.), Italia estaba ocupada por los ligures. Este pueblo, que habitaba también en la Galia y en Hispania, no era propiamente "italiano".
En la Edad del Bronce, los ligures fueron desplazados por los ítalos o itálicos, pueblo procedente de la Europa Central, que se asentó en la franja central de la península.
Hacia el año 1000 a.C. aparecieron los etruscos, que vinieron desde Asia Menor para ocupar parte del territorio "itálico" de la costa occidental.
A partir del siglo VIII a.C., los colonos griegos se asentaron en el sur de la actual Italia, y luego en Sicilia, donde fundaron importantes ciudades.
Pero de los pueblos primitivos que poblaron Italia nos interesan los latinos, una de las ramas de los ítalos, que se establecieron en el Latium (Lacio), cerca del río Tíber.

La Península Itálica alrededor del siglo VIII a.C.
Al asentarse sobre el territorio del Lacio, los primitivos latinos repartieron el terreno ocupado entre las familias que componían el pueblo. Estas primeras familias serán luego las "gentes patricias", las nobles, las más ricas y poderosas de Roma.
A pesar de que cada una de estas familias tenía su pequeño territorio y sus propiedades, no eran independientes entre sí, sino que todas conformaban una sola entidad política conocida como populus latinus, en la que la moral, la lengua, las costumbres, las leyes y los dioses eran comunes. Estaban obligados a ayudarse mutuamente y a defenderse como un solo pueblo frente a los extraños. En esta entidad, el individuo desaparece en bien de la comunidad. Ya se empieza a forjar aquella idea que, siglos después, un escritor latino expuso en un famoso verso: Dulce et decorum est pro patria mori, "es dulce y honroso morir por la patria". La idea de Estado fue una característica propia de Roma que nació ya en la conciencia de los primeros pobladores de Italia.
La primara ciudad fundada por estos ciudadanos latinos fue Alba, que unió a todos en un pacto de eterna alianza. Todos los años celebraban una fiesta solemne llamada Feria Latina, en la cual los ciudadanos se congregaban en el templo de Júpiter y le ofrecían un toro en sacrificio. En el transcurso de esa fiesta, los representantes de cada aldea trataban los asuntos de interés común. Si bien los ciudadanos, los miembros de las diversas gentes o familias, habitaban en sus respectivas aldeas, sus jefes, los cabezas de familia, se reunían en una plaza para tratar los asuntos comunes y administrar justicia. Este punto de encuentro estaba situado en una altura segura y protegida, llamada capitolium.