domingo, 9 de febrero de 2014

La formación de la personalidad

1. Características de la personalidad
1ª) La personalidad es única. Ésta implica el concepto de individualidad.
2ª) La personalidad es una integración. Supone una organización, una integración de funciones diferentes. Ahora bien, los factores que integran la personalidad (constitucionales y socioculturales) no actúan siempre armoniosamente.
3ª) La personalidad es una organización dinámica y temporal. Es dinámica, porque esta organización está en constante cambio y desarrollo; es temporal, porque es propia de un individuo concreto que vive históricamente.
4ª) La personalidad se afirma como un estilo a través de la conducta y por medio de ella.

Filloux define la personalidad como la configuración única que toma, en el transcurso de la historia de un individuo, el conjunto de los sistemas responsables de su conducta.
Esta definición es semejante a la de Allport: "La personalidad es la organización dinámica, dentro del individuo, de aquellos sistemas psicofísicos que determinan sus ajustes únicos a su ambiente".

2. Los elementos individuales y socioculturales
La personalidad supone la individualidad; pero es también el producto de múltiples fuerzas que provienen del medio sociocultural. La estructura de la personalidad supone la constante interacción que existe entre los elementos constitucionales dados y los adquiridos en función del medio.
La antropología cultural parte del principio de que todo individuo sufre en su desarrollo un proceso de endoculturación, es decir, de integración a una cultura. Kardiner desarrolló sobre esta idea su concepto de personalidad básica, que designa una configuración psicológica particular común a todos los miembros de un grupo sociocultural determinado, que se exterioriza en un cierto estilo de vida, sobre el cual los individuos bordan sus características individuales. Cada cultura da un sello específico a la personalidad de sus miembros, que difiere de una cultura a otra.

3. El educador y la formación de la personalidad
Toda personalidad se desarrolla de forma continua, desde que el hombre nace hasta que muere, y se afirma a través de la conducta. La personalidad se forma a través de la conducta, pero, a su vez, por medio de la conducta se expresa la personalidad.
El papel del educador en la formación de la personalidad ha de consistir en ayudar al ser joven a mantener la coherencia y la estabilidad de los factores que la integran, evitando que la diversidad de éstos altere su unidad. El educador ha de observar atentamente la aparición de las características personales, procurando afianzar lo que encuentre en ellas de valioso y de reprimir o rectificar lo que considere nocivo. El maestro tratará de estimular la formación del ser joven rodeándolo con los valores y bienes superiores del mundo de la cultura, pero irá limitando paulatinamente su gravitación personal para ceder el paso a la personalidad que brota. No ha de olvidar nunca que la educación tiene, como objetivo último, la formación del ser libre y responsable, portador de valores acatados conscientemente.