lunes, 25 de marzo de 2013

Clases de cultura


Los dos primeros elementos de la cultura: las instituciones y los valores y creencias, constituyen, con una parte de las técnicas, el primer subgrupo de la primera clasificación, la de la cultura inmaterial, que se completa con la material, integrada por todo lo incluido en los materiales y todo aquello con realidad física, propio de la técnica.
Linton distingue dos tipos de cultura bastante operativos: la cultura manifiesta y la encubierta. La primera comprende todo aquello que es explícito y observable, por lo que todo lo incluido en la anteriormente llamada cultura material lo estará también en la manifiesta, aunque ésta es mucho más amplia que la material.
La cultura encubierta es aquella que sólo puede deducirse de la cultura manifiesta. Está formada, principalmente, por estados psicológicos y emana de los conocimientos, las actividades y los valores de que participan los miembros de una sociedad. Según Linton, los aspectos manifiestos y los encubiertos son igualmente reales e importantes para entender la conducta humana, pero para el investigador representan problemas diferentes. El aspecto manifiesto es concreto y tangible, está sujeto a la observación y registro directo y no ofrece conclusión alguna que no pueda corroborarse con la ayuda de medios mecánicos, como la fotografía o la grabación. Todo posible error en su campo no se deberá más que a una defectuosa observación, pero será fácil corregirlo.
Pero la información sobre la cultura encubierta presenta problemas de un tipo completamente distinto. El problema de descubrir las pautas encubiertas de una cultura, es el mismo que el de averiguar el contenido y la organización de la personalidad de un individuo, por lo que las investigaciones están sujetas a las mismas fuentes de error.
Como no es posible describir todas las formas de conducta que aparecen en la realidad dentro de una sociedad, los científicos sociales tienen que recurrir a describir aquellas que objetivamente son lo que vulgarmente se califica como más típicas. El investigador se ve precisado a presentar una construcción cultural, tanto para dar un cuadro comprensible de una cultura como para manejar los datos culturales. Se tiene que proceder a buscar la moda estadística –los valores que se dan en una serie con mayor frecuencia- dentro del conjunto de las diversas situaciones que se presentan en la cultura real.
Las pautas de conducta pueden también ser entendidas como diversos tipos de respuesta a determinadas conductas, pero esto, más que una definición es una consecuencia, o característica similar a la que ya vimos en la cultura.
Las pautas culturales las podemos dividir en tres tipos: pautas reales; pautas teóricas o pautas culturales construidas; y pautas ideales.
Una pauta cultural real representa una variabilidad limitada de las formas de conducta dentro de la que normalmente quedarán comprendidas las respuestas de los miembros de una sociedad a una situación determinada. Así, los individuos pueden comportarse de diferentes maneras sin salirse de la pauta cultural real.
Las pautas teóricas corresponden a las modas de las variaciones dentro de una norma cultural real. Por ejemplo, en la España urbana el horario de la cena puede variar entre las nueve y media de la noche y las once y media, si queremos apurar un poco más podemos ampliar este margen temporal a media hora por cada uno de los extremos antes fijados. Por lo tanto, las pautas reales con respecto a este aspecto vendrán dadas por las diversas situaciones en que la cena tiene lugar entre las nueve y media noche. Si se encuentra a alguien que tiene como norma hacerlo a las siete de la tarde o a las dos de la madrugada, ello se deberá a sus específicas circunstancias, por lo que no sería más que lo que antes hemos denominado anomalías. Sin embargo, la costumbre más usual es que se cene entre las diez y diez y media, por lo que en ese espacio de tiempo situaremos la pauta teórica con respecto a los hábitos horarios de cenar los españoles.
Por último, nos encontraremos con las pautas ideales. Son éstas puras abstracciones y radican, principalmente, en el acervo de la clase de cultura encubierta anteriormente descrita, como también tendremos que llegar hasta la cultura inmaterial para reconocerlas. Se trata de todo ese conjunto de opiniones que aparecen en todas las sociedades respecto, no a lo que son en sí las cosas, sino a cómo deberían ser.

En este orden de cosas, podemos distinguir diversas clasificaciones de la cultura. Así, se pueden hallar tantos tipos de cultura como clases de sociedades distingamos, y la misma clasificación que hayamos hecho de las diversas sociedades, será aplicable a las culturas. Por lo tanto podremos dividir a las culturas con los mismos criterios que a las sociedades como, por ejemplo, culturas ágrafas, o con escritura, si son poseedoras o no de este medio de comunicación; primitivas o modernas, de acuerdo con lo cercanas que se encuentren a nuestro paradigma de modernidad; animistas, politeístas, monoteístas, si tomamos como baremo clasificatorio a la religión, etc. Sin embargo, el intento de proceder a una clasificación de acuerdo con estos criterios nos puede llevar a un terreno bastante resbaladizo, por hacer entrar en juego una dosis de subjetivismo, difícilmente evitable, que nos lleva a clasificar las sociedades y las culturas de acuerdo con nuestro etnocentrismo y atribuirles un rango de acuerdo con el que esos criterios pueden tener en la sociedad desde la que parten las observaciones del clasificador, como considerar superior lo moderno a lo primitivo, el monoteísmo por encima del politeísmo, etc.