martes, 31 de agosto de 2021

La serie vital y sus elementos instrumentales

El análisis funcional de la cultura se infiere desde el concepto de la serie vital, esto es, de la relación entre el impulso, su consumación fisiológica y el estado de satisfacción orgánica.

Diagrama de la serie instrumental

Este diagrama de la serie instrumental representa el equivalente que la serie vital tiene en la cultura. Se refiere a la fase de la conducta humana que es típica de todas y cada una de las actividades conectadas con la satisfacción de las necesidades.

El impulso (1), que influye en la iniciación de todo conocimiento animal, en la conducta, después de la adquisición del hábito, y en todas las actividades culturales humanas, conduce, no directamente al objetivo, sino a los instrumentos a través de los cuales ese objetivo puede ser alcanzado. El impulso (2) representa la circunstancia de que, después de haber sido adecuadamente cumplida la fase intermedia, el impulso inmediato de apetito alimentario o sexual, de alivio de la incomodidad o de las condiciones nocivas para el organismo, conduce directamente al acto fisiológico (sea negativo o positivo), a la satisfacción placentera o a la eliminación de un dolor. Resulta claro también que el refuerzo se refiere, además, a la situación en la cual el impulso 2º puede ser efectivamente satisfecho. Desde que la ejecución instrumental es una parte integrante de la serie, el refuerzo, o como los psicólogos lo llaman, el refuerzo secundario, se aplica a la ejecución instrumental en su totalidad y a todas sus partes componentes: los artefactos, la técnica, las reglas de cooperación y el contexto situacional. Todos estos elementos llegan a estar penetrados por el tono placentero de la determinación psicológica. Ellos se convierten en objetos de deseo derivada o secundariamente, y llegan a impregnarse con una plácida tonalidad característica de una lograda ejecución de la serie vital. El organismo reacciona con respecto a los elementos instrumentales con la misma, o al menos con semejante, fuerza apetitiva con que lo hace en relación con los objetos que lo compensan efectivamente por medio del placer fisiológico. Se define este fuerte e inevitable apego del organismo a ciertos objetivos, normas o personas que son instrumentales con respecto a la satisfacción de la necesidad orgánica, mediante el término valor, en el más amplio significado de la palabra. Es interesante notar que, en gran medida, estamos prefigurando los principales elementos del simbolismo en la cultura. Porque el simbolismo, aun en el sentido más superficial en que a menudo es definido, significa que una cosa representa otra; o que el signo o símbolo contiene en él una idea, una emoción o cierto elemento de la sustancia "conciencia", introspectivamente conocida.

Estas definiciones son tentativas metafísicas y, en realidad, el simbolismo se funda, no en una misteriosa relación entre el signo y el contenido del espíritu humano, sino entre un objeto, un gesto o una acción y su influencia sobre el organismo receptivo. Ya hemos visto cómo, a través de los elementos instrumentales de la serie vital, un objeto, un acto, la presencia de otra persona y su modo de actuar, obran como reclamos o sugerencias para el cumplimiento de una actividad instrumental —por ejemplo, la visión de un fuego a lo lejos para el hombre aterido—.

Ahora, nos falta demostrar cómo el simbolismo inherente a la acción instrumental se hace público, adecuado, permanente y transmisible. Antes de ello, será interesante establecer que nuestro análisis instrumental de la conducta corresponde estrechamente a nuestro concepto de institución y a sus partes componentes. El anterior diagrama alude, como una definición del acto instrumental, a los objetos, técnicas, cooperación y transmisión, así como a la situación. En el análisis concreto esto significa que los seres humanos logran sus fines usando instrumentos dentro de un definido ambiente físico, por cooperación directa o tradicional; y evidentemente, en todo esto, los individuos siguen las técnicas de su cultura, tradicionalmente aprendidas. Detallando el diagrama vemos que:

  • El equipo material corresponde directamente a las condiciones del medio y de los objetos usados.
  • Las técnicas y reglas cooperativas podrían mencionarse bajo el encabezamiento de normas.
  • El concepto de cooperación se refiere al elemento humano, así como el saber tradicional, y éste sólo puede obtenerse gracias al hecho de la organización.
La división del impulso en dos componentes es un necesario recurso de abstracción. Ilustra el hecho de que el impulso es un presupuesto indispensable del elemento instrumental, tanto como de cualquier serie vital. En realidad, debemos recordar siempre que el impulso actúa integralmente y en forma directa a través de la serie, gobernando todas sus fases y conduciendo invariablemente a la última etapa, que es la satisfacción. Nuestro recurso de dividirlo, sin embargo, aclara el hecho de que todos los elementos de la ejecución instrumental reciben su valor, debido a que las etapas iniciales del impulso conducen al organismo condicionado hacia el equipo instrumental, dotando así a éste de valor en la cultura. El impulso 2º, basado directamente sobre la tendencia orgánica y reforzado por la satisfacción, fortalece, a su vez, los elementos instrumentales por estar inseparablemente ligado con el impulso 1º.

Los valores, normas, programas y principios de la conducta organizada, tradicionalmente establecidos, corresponden, plena y directamente, a nuestro concepto de impulso en la medida en que éste sea culturalmente interpretado. Esto significa, a su vez, que el impulso opera de manera duplicada, primero por el establecimiento del valor del equipo material y su participación en el acto, y luego por la reaparición como impulso determinado por la cultura, el cual a su turno conduce a la consumación también culturalmente interpretada. Al título "actividades" corresponde claramente la serie instrumental en su conjunto, tal como se observa en la ejecución efectiva y no aisladamente en los factores que la constituyen.

El concepto de la función es evidentemente el lazo entre la satisfacción y el impulso. Desde que nuestro diagrama de la institución se refiere, no a un acto aislado, sino a la suma total de elementos instrumentales relacionados con todos los impulsos de un cierto tipo, la función significaría, más comprensivamente, la serie de elementos instrumentales que deben ponerse en contribución con referencia a los impulsos complejos y a las múltiples satisfacciones de una necesidad.

El concepto de impulso no puede ser nunca eliminado de ningún acto cultural, simple o complejo. La razón por la que un utensilio, un hábito, una idea o una creencia llegan a incorporarse permanentemente a una cultura, civilizada o primitiva, reside en que, en una u otra etapa, ellos ingresan en una serie instrumental y permanecen luego como parte integrante de ésta.

Los psicólogos nos enseñan un hecho importante: un hábito que no es reforzado llega a olvidarse, a extinguirse y desaparecer. Esto mismo podemos aplicarlo plenamente a la cultura. Ningún sistema importante de actividades puede persistir sin estar conectado, directa o indirectamente, con las necesidades humanas y su satisfacción. La inteligencia de cualquier elemento cultural deberá implicar, entre otras cosas, la constancia de su relación, instrumental o directa, con la satisfacción de necesidades esenciales, sean ellas básicas, es decir, biológicas, o derivadas, esto es, culturales. Cuando un hábito deja de ser estimulado, reforzado o sencillamente deja de ser útil, desaparece.

Una vez formalmente establecida, la serie vital, instrumentalmente dotada, se hace imperativa. Toda incorporación de un organismo individual a una serie instrumental lleva con ella un elemento jurídico. Las fallas en la actividad técnica, la desobediencia a las reglas de cooperación y el mal manejo de las cosas o las personas, provocan finalmente el castigo del individuo a causa de que perturba la serie instrumental. El correctivo recibido por quien interfiere en ella es, probablemente, la primera y más efectiva medida disciplinaria que todas las actividades culturales aplican a fin de regular la conducta del hombre.

El complejo y engorroso patrimonio, fundamentado tanto material como socialmente, constituye el medio a través del cual los seres satisfacen sus constantes necesidades básicas. Este patrimonio les permite también desarrollar nuevas necesidades y conduce hacia la creación de nuevos impulsos y deseos. Este patrimonio debe ser mantenido como un todo, para beneficio del grupo que lo disfruta conjuntamente. Debe ser conservado con la mayor eficiencia, pues de lo contrario no podría sobrevivir el grupo, cuyas necesidades no lograrían ser satisfechas por la simple subsistencia animal en el medio.

En la evolución biológica, el concepto de supervivencia del más apto y de la lucha por la vida, conserva su fundamental importancia, a despecho de ciertas correcciones hechas por Darwin y sus continuadores. Peter Kropotkin estaba en lo cierto al señalar que la ayuda mutua entre los miembros de una comunidad cooperativa es el concepto dominante, en tanto que la lucha entre los individuos por la supervivencia no puede ser referida a las sociedades humanas en su conjunto. No podríamos aplicar inteligentemente, y con posibilidades de evidencia documental, el concepto de lucha por la vida a las sociedades primitivas, y de ninguna manera por cierto, en el sentido de un estado perpetuo de guerra, de exterminio de los grupos de trabajadores y de expansión de los más fuertes a expensas de los derrotados o destruidos. Podemos, sin embargo, aplicar a las culturas el concepto de valor superviviente. No armonizará tal vez con la idea de lucha, sino más bien con la de competencia dentro de las culturas y entre ellas. Podríamos afirmar que la falla de eficiencia instrumental, del equipo de artefactos, de la cooperación o de la exactitud del simbolismo dentro de una cultura, llevaría inevitablemente a su extinción gradual.

Podríamos agregar que el concepto de difusión por contacto es muy útil aquí. Una cultura decadente significaría reducción en el número de miembros, incapacidad de adaptación y un papel retorno del estado cultural al zoológico. Desde que, sin embargo, la cultura se ha desarrollado simultáneamente entre varios grupos, cabe suponer que la deficiencia de uno podrá ser remediada, ya por la incorporación del grupo decadente a una cultura más integrada, y por el cambio o adopción, en una palabra, por la difusión, de ciertos elementos desde los más altos a los más bajos niveles culturales. Sea lo que fuere, el principio de que ciertos elementos del patrimonio pueden considerarse como factores determinantes de su estabilidad, vigor, cambios de organización y desarrollo, debe tenerse en cuenta como base del estudio funcional de la cultura; la cual consiste en un sistema gradualmente desarrollado de adaptaciones adecuadas del organismo y de los grupos humanos para la satisfacción de las necesidades básicas y en el alza progresiva del nivel de vida dentro de un ambiente dado.

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