sábado, 14 de septiembre de 2013

La complejidad climática de la Península Ibérica

Del variado tipo de masas y frentes que afectan a la Península, y de su peculiar configuración fisiográfica y situación entre mares de características distintas, se desprende la complejidad climática de ésta. Existe una Iberia húmeda y una Iberia seca. Y en ésta última, la diversidad de situaciones hídricas, pero sobre todo térmicas, obligan a diferenciar el dominio de varios subconjuntos.

1. La Iberia húmeda
Comprende el litoral cantábrico y atlántico. Las características fundamentales que le definen como un conjunto biogeográfico son: no existe a lo largo del año ningún mes seco (menos de 30 mm); las precipitaciones son superiores a los 800 mm e inclusive 1.000 mm; el número de días de lluvia asciende a más de 150 y la humedad y nubosidad abundante. Elevadas precipitaciones y regularmente distribuidas dotan a este conjunto de una fuerte personalidad en una península mediterránea.
La moderación de las temperaturas es otra de sus características. La influencia marina y las borrascas estivales explican que en verano no se superen los 20º de media, aunque las masas tropicales, sobre todo las continentales, puedan elevar el termómetro hasta los 38º (Bilbao). El invierno es suave, con precipitaciones a veces níveas, y alguna helada.
El litoral portugués presenta características semejantes. Las únicas diferencias estriban en precipitaciones menores (500-750 mm) y en la existencia de meses secos (dos en el norte, tres en Lisboa). También las temperaturas son más elevadas.

Paisajes de Cantabria
2. La España interior
Se caracteriza, fundamentalmente, por los fuertes contrastes térmicos determinados por la existencia de un invierno riguroso y largo y de un verano continentalizado. Las precipitaciones, equinocciales, oscilan entre 300 y 500 mm; existe un mínimo estival muy acentuado con tres o cuatro meses secos. Dentro de este conjunto existen matices lo suficientemente importantes a tener en cuenta en el aprovechamiento agrícola. Así se pueden diferenciar:

a) Castilla - León: Con inviernos rigurosos en los que las temperaturas medias oscilan entre 2º y 4º (enero), pero donde son posibles hasta -18º. Invierno, por otra parte, largo ya que la mitad del año tiene temperaturas inferiores a los 10º y tres meses inferiores a 5º. Las situaciones anticiclónicas con cielos cubiertos, o de un azul claro y despejado, o nieblas persistentes, son los tiempos invernales.
b) Castilla - La Mancha: El rasgo diferenciador son los calurosos veranos. Bajo la influencia del anticiclón de las Azores, a menos altitud que Castilla-León, continentalizada, y sin la influencia de los frentes fríos estivales, presenta unos veranos en los que el termómetro alcanza de media los 23º-26º (julio); la temperatura se eleva a 38º por el día y puede alcanzar hasta los 52º (Mora de Toledo). La diferencia con los andaluces es que es un verano más corto, de dos o tres meses.
c) La depresión del Ebro: Se distingue por una aridez más acentuada. Las precipitaciones oscilan entre 300 y 400 mm y el número de meses secos alcanza los 8 o los 9 (Lérida, Zaragoza).

El pino piñonero abunda en el sur y el este de la
península, ya que se adapta muy bien a las
condiciones de aridez estival mediterránea.
3. La España del Sur y Levantina
Se distingue por el caluroso, seco y prolongado verano. A latitudes meridionales y bajo la influencia del Mediterráneo, las temperaturas medias oscilan entre 23º y 28º. Son veranos, por otra parte secos, con más de tres e incluso cinco meses con precipitaciones inferiores a 30 mm (en julio y agosto se reciben menos de 5 mm). Existen también diferencias dentro del conjunto que obligan a hacer una triple distinción:

a) La España del Sur: Presenta un verano largo (seis meses con más de 20º) en que las temperaturas medias ascienden hasta 26º pero en el que las máximas alcanzan los 38º y los 55º, en la sombra, en la sartén andaluza (Écija, Sevilla, Córdoba). En la costa, los rigores son menos acusados por influencia del mar. Los inviernos son templados y húmedos; más de las tres cuartas partes de las precipitaciones se reciben en el semestre de otoño-invierno.
b) El Levante: Desde Barcelona hasta el cabo de La Nao, se diferencia del conjunto anterior en que el verano es menos riguroso y en que las precipitaciones son menores y con distinto régimen: los índices no superan los 500 mm y son lluvias equinocciales, sobre todo de otoño; la aridez aumenta hacia el sur (dos meses secos en Cataluña; siete en el Levante valenciano y murciano).
c) El Sureste árido: Destaca no sólo por el escaso índice de precipitaciones, sino porque éstas se reciben en muy pocos aguaceros; son lluvias torrenciales. Por ello los meses secos son superiores a nueve y el número de días de lluvia, inferior a 50. Las situaciones térmicas son similares a las levantinas o andaluzas.