viernes, 18 de mayo de 2012

Las primeras civilizaciones urbanas

Hace unos 6000 años a.C., algunos pueblos se asentaron a orillas de grandes ríos. Estos experimentaban cada año crecidas que inundaban los valles y depositaban luego en ellos, cuando el caudal volvía a disminuir, un limo que fertilizaba la tierra; de este modo, se obtenían grandes cosechas a ambos lados de los ríos.
Este hecho motivó el aumento de la población y una serie de cambios económicos y sociales que hicieron que, poco a poco, las pequeñas comunidades agrícolas se fueran desarrollando y dieran paso a las primeras civilizaciones urbanas.
Así surgieron dos grandes civilizaciones: la mesopotámica, en torno a los ríos Tigris y Éufrates, y la egipcia, alrededor del Nilo.


1. Cambios económicos y sociales
Los grandes excedentes agrícolas que se producían favorecieron la aparición del comercio para intercambiar los productos sobrantes por otras que escaseaban en la zona. Esto hizo necesaria la creación de un sistema de comunicaciones a través de ríos y canales y de una red de caminos.
Puesto que no todas las personas tenían que dedicarse a la producción directa de alimentos, surgieron nuevos oficios como la alfarería, la cantería y la orfebrería, entre otros, y con ellos, diversos grupos sociales, ya que, con el tiempo, cada oficio adquirió un determinado rango en la escala social.


2. Cambios políticos
Código de Hammurabi, primera
recopilación de leyes de la Antigüedad.
Hammurabi, rey de Mesopotamia,
vivió entre los años 1728 y 1630 a.C.
Los pequeños poblados agrícolas crecieron y se transformaron en ciudades. Estas estaban constituidas por diversos elementos urbanos: viviendas, palacios, templos, almacenes, tiendas, etc.
La necesidad de organizar la ciudad, de administrar y almacenar las riquezas, de construir canales, etc., provocó el nacimiento de la administración del Estado. Así, reyes y sacerdotes fijaban las normas de convivencia (leyes) y ejercían la función de gobierno.
Los gobernantes exigían el pago de impuestos a los campesinos por cultivar la tierra y a los artesanos y comerciantes por desempeñar su oficio. Estos impuestos eran, a veces, excesivos, con lo que el caudillo o rey, así como los funcionarios dirigentes, acumulaban una gran riqueza que era utilizada para asegurarse el poder. Con ella se construyeron también grandes monumentos que engrandecían las ciudades y se formaron enormes ejércitos. De este modo, algunas ciudades se hicieron muy poderosas y pudieron extender su dominio sobre otros territorios cercanos.


3. La aparición de la escritura
La escritura nació en Mesopotamia y en Egipto casi al mismo tiempo (alrededor del 3000 a.C.), debido a las necesidades de la administración y el comercio. Es este un acontecimiento de extraordinaria importancia, pues marca el comienzo de la historia.
En Mesopotamia se escribía sobre arcilla blanda y húmeda, que luego se dejaba secar al sol o se cocía en un horno. Tanto el instrumento empleado como los trazos que se grababan tenían forma de cuña; por eso, esta escritura se conoce como cuneiforme.
En Egipto, se solía escribir sobre papiros o piedra. La escritura, que recibe el nombre de jeroglífica, se plasmaba en signos que eran dibujos esquemáticos de elementos de la vida cotidiana, de la fauna y de la flora.
Con la escritura surgió también la escuela y la ciencia, pues ahora era posible la acumulación y la transmisión del saber, dependientes hasta ese momento solo de la tradición oral. Además, numerosos papiros y tablillas empezaron a guardarse en las primeras bibliotecas de la historia.