1.- De la educación de los “guardianes”
Platón, enfrentándose con el principio
democrático del servicio militar obligatorio para todos los ciudadanos, tal
como regía en los estados griegos, y consecuente con su tesis de que cada cual
debe ejercer sólo su propio oficio, preconiza la existencia de un estamento de
guerreros profesionales, los “guardianes”.
“Puesto que es
preciso escoger igualmente por jefes a los mejores guardadores del Estado,
escogeremos los que tienen en más alto grado las cualidades de excelentes
guardadores.” La República, Libro III
Platón destaca
con mayor vigor la importancia de una rigurosa selección para el mejor éxito
del propósito educativo. En el caso de los “guardianes”, esta selección no se
supedita a un procedimiento especial y complicado. Se deja más bien a cargo de
vista pedagógico. Las aptitudes físicas del buen “guardián” son la agudeza de
las percepciones de los sentidos, la presteza en apurar lo percibido y la
energía en la lucha para lograr su objetivo.
“Para esto es
preciso que, además de la prudencia y la energía necesaria, tengan mucho celo
por el bien público.” La República, Libro III
El alma del “guardián” debe de estar consagrada a la defensa de
los intereses del Estado, y ha de tener dos características principales:
dulzura para con los suyos y con sus colegas de oficio y combatividad frente a
los enemigos.
“Escojamos […]
aquellos que, previo un duro examen, nos parezca que, después de haber pasado
toda su vida consagrados a procurar el bien público, nunca han perjudicado los
intereses del Estado. […] Una buena educación les es necesaria, especialmente
en un punto muy importante que consiste en que tengan dulzura tanto los unos
respecto a los otros, como respecto de todos aquellos cuya defensa les está
encomendada.” La República, Libro III
Así mismo, los “guardianes” no deben poseer más de lo
absolutamente necesario. Están privados de todo objeto como propio: no tienen
casa, ni tierras, ni objetos de valor. De la misma forma, han de vivir en
comunidad, deben compartir el alimento y la vivienda. Éste es el único método
de conservación del Estado. Desde el momento en que un hombre entre en posesión
de bienes, se convertirá en enemigo ambicioso para la ciudad, y la república de
esta forma caería en la ruina.
“He aquí las
razones que me han obligado a formar este reglamento sobre la habitación y las
posesiones de nuestros guardianes.” La República, Libro III
2.- De la educación de la mujer y del niño
El intento
de poner al individuo permanentemente al servicio del Estado, tiene que
conducir necesariamente a una serie de conflictos con la vida familiar. La comunidad
de mujeres y niños se limita por tanto a la clase de los “guardianes”, que se
hallan al servicio directo del Estado, y no se hace extensiva a la masa de la
población trabajadora.
Platón coloca en
primer lugar el problema de la educación de las esposas de los “guardianes”.
Éstas no deben ser sólo mujeres, sino contribuir también con los hombres a su
función de “guardianes”. Platón
cree en la capacidad de la mujer para cooperar creadoramente en la vida de la
comunidad, pero no busca esta cooperación en la familia. No comparte la opinión
dominante en el país según la cual la mujer se halla destinada por naturaleza
exclusivamente a parir y criar hijos y a regentar la casa. Es cierto que
reconoce que la mujer en general es más débil que el hombre, pero no cree que
esto sea obstáculo para compartir las funciones y los deberes de la profesión
de “guardián”.
“¿Creemos que las
perras deben vigilar como los perros guardando el rebaño, ir a la caza con
ellos, y hacerlo todo en común, o bien que deben permanecer en casa, como si,
ocupadas en parir y alimentar perrillos, fuesen incapaces de hacer otra cosa
[…]?” La
República, Libro V
Por tanto, la mujer deberá ser educada en la música y en la
gimnasia, al igual que el hombre, y deberá formarse para la guerra lo mismo que
él.
La aplicación de este programa no es sólo conveniente para la
naturaleza de la mujer, sino que además fortalece la unidad del Estado, al
establecer una unidad completa entre la cultura del hombre y la de la mujer.
3.- De la educación de los guerreros
Al esbozar las
primeras características sobre la educación de los hijos, consistente en
infundir desde pequeños en ellos el miedo a la muerte y acostumbrarlos también
a las impresiones de la guerra, comienza Platón
directamente a hablar de la educación destinada a los guerreros y a exponer su
ética de la guerra.
Platón tiende a
hacer confluir en el sistema educativo de su estamento de guerrero las dos
corrientes de la educación tradicional: la gimnasia y la música.
“¿Qué educación
conviene darles? Es difícil a mi juicio darles otra mejor que la que está en
práctica entre nosotros, y que consiste en formar el cuerpo mediante la
gimnasia y el alma mediante la música.” La República, Libro II
Para Platón,
la habilidad en el manejo de las armas no es el problema primordial, sino
formar una contextura espiritual de la persona en su conjunto. Lo decisivo de
la formación musical es la interiorización del hombre. La finalidad perseguida
por Platón no es la pericia
técnica, sino el endurecimiento espiritual por el contacto directo con la
guerra.
4.- De la educación de los regentes
Los regentes,
llamados a velar por la conservación del espíritu de la verdadera educación en
el Estado perfecto, necesitan recibir una cultura especial. La meta de su
formación es producir la armonía del alma, estructurar y vigilar la educación,
y debe ser, por tanto, una formación filosófica. El filósofo puede ser regente
y educador al mismo tiempo.
“A tales hombres,
perfeccionados por la educación filosófica y por la experiencia, y sólo a
ellos, deberás confiar el gobierno del Estado.” La República, Libro VI
Platón exige
para el regente un carácter inamovible y firme, que debe ir aparejado a las
dotes espirituales más altas y requiere, además, el control del más exacto de
los conocimientos. No debe sentir miedo ante las dificultades del Estado.
La educación consiste en tomar las almas adecuada para ayudarlas a
ver la verdad, enfocando la visión interior hacia la luz de la verdad. Para
ello, el método más adecuado lo constituye el estudio de las matemáticas, y
luego de la dialéctica. La instrucción matemática obedecía al hecho de que se
trataba de una etapa preliminar necesaria para la ejercitación de la mente en
el pensamiento abstracto. Los cinco últimos años de preparación formal se
dedicaban al ejercicio del pensamiento puro, en el que el espíritu busca la
verdad con independencia de todo objeto sensible. El ámbito así investigado por
el espíritu constituye el nivel superior de lo inteligible; el proceso, por
otra parte, es dialéctico. En realidad este ámbito sólo es accesible por medio
del ejercicio del pensamiento puro.
5.- Del valor educativo de la música y de la poesía
En
todas las cosas, y especialmente en la educación, tienen gran importancia los
comienzos, pues la educación arranca de la fase más temprana y más tierna en la
evolución del hombre. En esta edad es más fácil moldear a éste y adquiere para
siempre el sello o el tipo que se le imprime.
“Todo depende del
comienzo, sobre todo tratándose de los niños, porque en esta edad su alma, aún
tierna, recibe fácilmente todas las impresiones que se quieran.” La República,
Libro II
Platón exige que
se comience con la formación del alma, es decir, por la música. Ésta no abarca
sólo lo referente al tono y al ritmo, sino también la palabra hablada, el
logos.
Platón no se
limita a censurar ocasionalmente la influencia negativa de la poesía sobre el
pensamiento del pueblo, sino que asume en La República el papel de un renovador de todo
el sistema de la paideia griega. La
poesía y la música habían sido consideradas siempre como las bases de la
formación del espíritu y englobaban también la educación religiosa y moral. Platón ve en esta concepción de la poesía
algo tan evidente, que no intenta explicar su esencia ni referir su definición.
Reputa la poesía como un medio importante de cultura y como expresión de una
verdad superior, pero esto le obliga, a su vez, a modificar o suprimir en ella
con todo rigor cuanto sea incompatible con el criterio filosófico.
El choque más violento de Platón
con la poesía se produce en lo tocante al concepto de la divinidad y de su
acción. Una de las características de la antigua poesía griega, desde Homero hasta la tragedia ética, consiste
en creer que el destino del hombre se halla supeditado a la acción de los
dioses.
“Conjuremos a
Homero y a los demás poetas a que no lleven a mal que borremos de sus obras
estos pasajes y otros semejantes. No es porque no sean muy poéticos y que no
halaguen agradablemente el oído público; pero cuanto más bellos son, tanto son
más peligrosos para los niños y para los hombres que, destinados a ser libres,
deben preferir la muerte a la servidumbre.” La República, Libro III
El conflicto entre este punto de vista religioso y la idea ética
de la responsabilidad del hombre actuante se mantiene latente a lo largo de
toda la obra de los griegos. El mundo de la areté
en el que Platón construye su nuevo
orden se funda en la premisa de la autodeterminación moral del propio yo sobre
la base del conocimiento del bien. La concepción del mundo de los poetas
griegos no es en realidad, según Platón,
el destino impuesto por los dioses: si la divinidad fuese tal que enredase al
hombre en las redes de la culpa, viviríamos todos en un mundo en que la paideia carecería de toda razón de ser.
La empresa de educar al hombre sólo puede tener una justificación
platónica y armonizarse con la ley del universo si tiene como fondo una imagen
totalmente nueva del mundo, de un verdadero cosmos tal como lo concibe Platón, gobernado por un principio bueno
que le trace una finalidad.
6.- Del valor educativo de la gimnasia
Platón erige al lado de la música, como la
otra mitad de la paideia, la
gimnasia. Aunque su verdadero interés versa sobre la educación musical, el
fortalecimiento físico tiene una gran importancia para la cultura de los
guardianes, por lo que ésta debe de practicarse desde la infancia. El hecho de Platón de considerar la música anterior a
la gimnasia no obedece a una relación temporal, sino a que, si un cuerpo apto
físicamente no es capaz de ayudar al alma para que se perfeccione, un espíritu
escogido puede, por el contrario, ayudar al cuerpo a perfeccionarse. Platón entiende que lo primero es formar
espiritualmente al hombre en su plenitud, encomendándole luego el cuidado de
velar individualmente por su cuerpo.
La finalidad de la gimnasia, por la que deben medirse en detalle
los ejercicios y los esfuerzos físicos, no es alcanzar la fuerza corporal de un
atleta, sino desarrollar el ánimo del guerrero. No es cierto que la gimnasia
tenga exclusivamente por misión educar el cuerpo y la música formar
exclusivamente el alma, sino que ambos educan primordialmente el alma. Quien se
someta a los esfuerzos de la gimnasia únicamente, cultiva con exceso la dureza
y el salvajismo del hombre, y una educación musical excesiva hace al hombre
demasiado delicado y blando.
7. Vigencia actual
El método de exposición de las ideas de Platón,
la dialéctica, el diálogo continuado, invita siempre a continuar la temática y
ramificarla hacia nuevos temas. En La República, se parte de la justicia, y tras
una ingeniosa argumentación, Platón
alcanza a explicar todo su idealismo pedagógico y todas sus doctrinas
educativas.
Es quizás por estos temas ilimitados por lo que Platón influye posteriormente en la
filosofía romana y en el cristianismo primitivo. Sus ideas sobre la divinidad y
sobre un estado inmortal del alma se desarrollan posteriormente en el
cristianismo antiguo, para introducirse más tarde, ya totalmente asimiladas, en
la Edad Media. San Agustín escribió Ciudad de Dios
basándose en La
República de Platón.
Con el Renacimiento de la cultura clásica, Platón
resurgió, pero ya vinculado a la tradición escolar cristiana. A medida que la
cultura moderna tendía hacia el racionalismo y el positivismo científico, la
influencia de Platón fue reduciéndose más
y más a los movimientos teleológicos y pedagógicos.
Platón es
considerado como reformador de la paideia
de su tiempo. En el momento de decadencia del sistema educativo democrático, su
Estado ideal transforma ciertas premisas del estado democrático, a pesar de
continuar con viejas tradiciones educativas, como son la música, la poesía y la
gimnasia. Y al mismo tiempo, en otros aspectos, Platón
puede considerarse un reaccionario, que vuelve a valorar algunas ideas de la
educación espartana, sobre todo en la formación de los “guardianes” y de los
guerreros.