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lunes, 12 de noviembre de 2012

Lengua, cultura e intercambio

1. Las lenguas no tienen fronteras
Desde siempre la lengua ha sido un instrumento, no solo de comunicación, sino también de cohesión cultural de un pueblo; cada comunidad posee una lengua que contribuye a forjar, entre otras cosas, su identidad cultural y su unidad. Sin embargo, los diferentes avatares históricos pueden llegar a provocar que desaparezcan o queden relegadas algunas lenguas, a la vez que favorecen el auge y la expansión de otras. Normalmente se imponen aquellas lenguas que permiten mayores posibilidades de comunicación con otros pueblos, facilitan el desarrollo del comercio, la importación de estructuras políticas y el intercambio cultural.

2. Las lenguas francas
Concretamente, las lenguas que se extienden por territorios más o menos amplios y son empleadas por diferentes grupos para comunicarse entre sí son las denominadas lenguas francas. En el transcurso de la historia ha habido muchas lenguas francas; en el ámbito europeo, encontramos dos ejemplos que nos han llegado del mundo antiguo: la koiné helenística y el latín. La koiné helenística es una variante del griego que contenía características de los dialectos griegos más importantes, y fue la lengua del imperio de Alejandro Magno; precisamente es a este griego al que se tradujo del arameo la Biblia. El latín, por su parte, fue una lengua franca no solo de todo el Imperio Romano, sino también la lengua científica y de cultura del occidente europeo.
En la actualidad nos encontramos con una situación que es consecuencia de determinadas circunstancias históricas. Durante la era de expansión colonial, las diferentes potencias (España, Portugal, Francia, Inglaterra, Holanda...) difundieron sus lenguas por las distintas áreas geográficas de su influencia. En algunos casos, esto provocó la desaparición de lenguas vernáculas y el auge de las lenguas de los colonizadores, tal y como había ocurrido ya en Europa con la romanización. Estas últimas se han ido sucediendo en orden de importancia como lenguas de prestigio, culturales o francas; por ejemplo, en los siglos XVI y XVII, la lengua franca fue el castellano: España era la potencia más poderosa en ese período. Después, la hegemonía lingüística pasó alternativamente al inglés y al francés. Esta última prevalece en dos momentos concretos: durante el reinado de Luis XIV de Francia, el Rey Sol, cuando su corte fue un modelo para el resto de las monarquías, y, posteriormente, durante la Revolución Francesa (1789).
La declaración de independencia de los colonos ingleses asentados en Norteamérica supuso el nacimiento de una joven nación. La posterior consolidación de estos Estados Unidos de América y su progresivo desarrollo hasta llegar a ser la primera potencia mundial, sumado al importante papel desempeñado por Inglaterra como última potencia colonial y principal motor de la Revolución Industrial explican el predominio de la lengua inglesa en los siglos XIX y XX. Esta lengua tiene además a su favor su concisión, precisión semántica y unas estructuras sintácticas relativamente sencillas en los niveles más básicos de su aprendizaje, lo que también contribuye a su rápida y sólida expansión.

3. Las lenguas del futuro
Sin embargo, esta situación puede cambiar, ya que algunas lenguas tiene un número mayor de hablantes y un potencial aún por descubrir, como es el caso del chino. Aunque las estructuras políticas, económicas y sociales de países como China están empezando a actualizarse, todavía es pronto para aventurar lo que el futuro puede traer. Por otro lado, hay que tener en cuenta que en organismos internacionales como la ONU, los documentos se redactan siempre en tres lenguas: el inglés, por las razones ya comentadas; el francés, por haber sido lengua diplomática y de prestigio en el pasado y porque sus antiguas colonias todavía lo usan, y el español, por idénticas razones que el francés, además de por el constante aumento de su número de hablantes en todo el mundo (incluso en países anglófonos como Estados Unidos).
Un mayor número de hablantes del castellano, el empuje social de la población hispana en Estados Unidos y las posibilidades de mercado que ofrece Iberoamérica hacen que el español pueda llegar a convertirse en una de las lenguas francas en un futuro no muy lejano.

domingo, 30 de septiembre de 2012

La Torre de Babel

La lengua constituye el vehículo de comunicación por excelencia. Con ella, los individuos y los pueblos se han relacionado y han intercambiado conocimientos y experiencias. Pero, de forma paradógica, la enorme diversidad lingüística existente es también un factor de disgregación, diferenciación y caos. Uno de los principales símbolos históricos del caos lingüístico es la imagen de la Torre de Babel.
La osadía que supuso la construcción de una torre de dimensiones ciclópeas, para alcanzar las alturas divinas, fue castigada por Dios con su destrucción y la condena de los seres humanos a la incomunicación, al hacer hablar a cada uno de ellos una lengua diferente. "Descendamos, dice el Señor, y confundamos su lenguaje, de modo que no comprenda cada cual el de su prójimo" (Gn 11, 7-9).


 Restos arqueológicos de la ciudad de Ur 
La legendaria Babel del relato bíblico ha sido identificada por los arqueólogos con la Babilonia mesopotámica; en esta ciudad se levantaban distintos templos cuya estructura culminante, una monumental pirámide escalonada llamada zigurat, ha servido de fuente de inspiración para las posteriores representaciones de la Torre de Babel.






 Zigurat de Ur tras la restauración 
 Reconstrucción a partir de los estudios arqueológicos 


 Torre de Babel, de Athanasius Kircher  














A lo largo de la historia del arte se suceden las interpretaciones de la Torre de Babel. El jesuita alemán Athanasius Kircher (1602-1680) realizó esta fantástica reconstrucción en plena época barroca.
Kircher fue un erudito interesado por todo tipo de saberes, desde la egiptología y la óptica, a la lingüística.



Actualmente, el globo terráqueo que preside el edificio del Palacio de la Sociedad de Naciones en Ginebra es uno de los símbolos modernos más representativos de la nueva sociedad multilingüe, donde se dan encuentro pueblos y culturas diferentes, y en donde, a pesar de las diversidades idiomáticas, el interés común de todos sus participantes es el entenderse por encima de políticas y naciones.


 Sociedad de Naciones, Ginebra 

martes, 28 de agosto de 2012

Las lenguas no indoeuropeas

El origen del euskera se remonta a una época anterior a la llegada de los romanos a la Península Ibérica. Es también anterior a las lenguas indoeuropeas, y quizá tenga alguna relación con las lenguas caucásicas. Es, por tanto, la única lengua superviviente entre las que se hablaban en el suroeste europeo antes de las invasiones indoeuropeas y, desde luego, la única de origen prerromano entre las que se hablan en la Península Ibérica. La romanización ejerció también, aunque de manera más difusa que en otras regiones peninsulares, cierta influencia, y así el euskera terminó incorporando términos procedentes del latín. A su vez, de manera inversa, ciertas lenguas derivadas del latín adoptaron también algunas voces vascas, por ejemplo, izquierda, mus u órdago.
El euskera constituye un interesante ejemplo de supervivencia entre las lenguas actuales, y ha logrado mantenerse vivo a pesar de los muchos obstáculos encontrados a lo largo de su historia, sobre todo debido a la enorme presión que sobre él han ejercido sus dos vecinos, el castellano y el francés.


Datos del año 2010
El número actual de euskaldunes (personas que hablan euskera) es difícil de establecer, pero en cualquier caso se localizan mayoritariamente en el actual País Vasco, en los departamentos vascofranceses y en la Comunidad Foral de Navarra. Existen igualmente comunidades vascoparlantes en otros países, debido a la emigración.

En Europa, pero ya fuera de la Península Ibérica, encontramos otras lenguas que no pertenecen al tronco común de las lenguas indoeuropeas, como el estón, el húngaro, el finlandés y el turco.

lunes, 27 de agosto de 2012

Familias de lenguas del indoeuropeo

Lenguas itálicas
Sin duda, el principal miembro de esta familia es el latín. El latín era el dialecto del Lacio, una región de la Italia central en donde fue fundada Roma. Más tarde, el latín predominó sobre los demás dialectos de la Península Itálica, como el osco, hablado en Lucania y Campania, y el umbro, hablado en Umbría, junto al Adriático.
El latín se convirtió en la lengua oficial del Imperio Romano. Los primeros ejemplos de textos escritos en latín datan del siglo V a.C., y el primer autor literario del que sabemos que escribió su obra en latín es Plauto, a fines del siglo III a.C.

Lenguas helénicas
Esta rama del indoeuropeo consta de una única lengua, representada en multitud de dialectos hablados en el territorio de la actual Grecia continental y las islas del Egeo.
En su evolución podemos distinguir cuatro fases claramente diferenciadas. Los documentos escritos en griego datan del siglo XV a.C., y son unas tablillas de arcilla con escritura silábica, de unos 150 símbolos, descifrados en 1953 por el arquitecto inglés Michael Ventris y el helenista John Chadwik. Esta escritura recibe el nombre de Lineal B. En las tablillas se registra la actividad burocrática y económica de los palacios cretenses. Esta forma de griego antiguo se denomina griego micénico, para distinguirlo del griego posterior, llamado griego clásico, en el que están escritas las principales obras épicas y teatrales, históricas y filosóficas hasta el siglo IV a.C.
Una variedad posterior del griego se conoció como griego común, y se habló durante más de mil años en toda la zona del Mediterráneo oriental. El griego moderno actual procede de esta última versión del griego común.

Lenguas germánicas
Todas las ramas que conforman esta familia de lenguas proceden de las tribus germanas que se asentaron por el norte de Europa durante el primer milenio anterior al cristianismo.
En la actualidad hay más de quinientos millones de personas que hablan alguna de estas lenguas, debido principalmente a la importancia del inglés.
Las lenguas germánicas del norte, también llamadas escandinavas, incluyen el sueco, el danés, el noruego y el islandés. Las sagas islandesas constituyen un ejemplo literario de gran importancia, redactadas en una versión antigua del islandés.
Dentro de las lenguas germánicas occidentales, distinguimos dos variedades principales: el alto y el bajo alemán. El alto alemán abarca el alemán de Baviera, el de Austria, el de la Suiza alemana y el de Alsacia. El bajo alemán se extendió por Bélgica (produciendo el flamenco) y los Países Bajos (holandés).
La conquista de Gran Bretaña por anglos y sajones dio origen al anglosajón, que antecedió al inglés actual.

Lenguas célticas
Los celtas fueron el primer pueblo indoeuropeo que se extendió por toda Europa. En torno al siglo XV a.C., llegaron al centro y sur del viejo continente, y en series de oleadas posteriores se extendieron hasta el occidente europeo y el Mar Negro, en el extremo oriental.
Los principales núcleos celtas se localizan en Francia y el norte de Italia, con una lengua conocida como celta continental, y en las islas británicas, cuya lengua se ha denominado celta insular.

Lenguas indoiranias
Esta rama indoeuropea comprende el hindi y el persa. El hindi o antiguo indio cuenta con más de quinientas lenguas diferentes y unos quinientos millones de hablantes. Las formas más antiguas de este grupo datan del año 1000 a.C., y son conocidas como sánscrito, lengua en la que están redactadas los vedas, que son los textos sagrados más antiguos.
El grupo de lenguas iranias comprende numerosos idiomas y dialectos, con unos setenta millones de hablantes. La lengua principal de este grupo es el persa.

Lenguas baltoeslavas
El propio nombre de esta familia de lenguas indica sus dos grandes núcleos de influencia: la región báltica, que engloba las lenguas letona y lituana y que hablan unos cinco millones de personas, y la región eslava, con un número mayor de lenguas y unos trescientos millones de hablantes, de entre los que más de la mitad corresponden al ruso. Este idioma, por la influencia política de la desparecida Unión Soviética, se convirtió en la lengua común de los países del este europeo.

lunes, 30 de julio de 2012

Las lenguas indoeuropeas

Los datos arqueológicos han permitido demostrar la existencia de un pueblo seminómada, al que se ha llamado indoeuropeo, asentado en las grandes estepas de Asia central, al sur de la actual Rusia, en un periodo en torno a 4000 a.C. Este pueblo inició una serie de migraciones desde esas regiones asiáticas hacia la gran península de Europa. Alrededor de 3500 a.C. pudieron haber llegado al Danubio y en 2000 a.C. habrían alcanzado la región adriática (actuales Italia, Albania, Bosnia, Croacia y Serbia).
Este pueblo pudo compartir en el inicio una lengua común, a la que se ha llamado protoindoeuropeo y de la que descenderían un gran número de lenguas actuales (las europeas y algunas de las regiones del subcontinente indio). Según el planteamiento del método comparativo, todas las lenguas derivadas del protoindoeuropeo pertenecerían a la familia de las lenguas indoeuropeas.




La existencia de esta lengua madre indoeuropea no fue establecida con garantía hasta el siglo XIX, cuando el método comparativo, aplicado a las diferentes lenguas europeas, estableció claramente la existencia de semejanzas sistemáticas entre ellas, por lo que se infirió su origen común. El hecho de que lenguas tan distintas como el hindi, el latín, el ruso o el alemán tengan semejanzas lingüísticas no permite pensar en una coincidencia casual, sino en semejanzas sistemáticas.
Por tanto, las lenguas indoeuropeas son aquellas lenguas europeas y asiáticas que presentan semejanzas, sobre todo morfológicas aunque también sintácticas, porque descienden de una lengua madre común, llamado protoindoeuropeo.
Este conjunto de lenguas constituye un capítulo importantísimo en el estudio de nuestra historia lingüística, ya que a ellas pertenecen casi la mitad de las lenguas que se hablan en el planeta. Por ser el indoeuropeo una lengua utilizada en un tiempo anterior a la escritura, no hay testimonios de sus sonidos ni de sus formas, así que solo podemos reconstruirlo a partir de las lenguas derivadas de esa hipotética protolengua.
Cada una de las familias surgidas de esa lengua madre han evolucionado y han dado lugar a otras familias y otras lenguas. De todas las familias que derivan del protoindoeuropeo nos interesan especialmente la itálica, por pertenecer a ella el latín (del que derivan las lenguas romances, entre ellas el castellano); la germánica, la céltica y la helénica, por su importante aportación de vocabulario al castellano.
Las principales lenguas romances (las que derivan del latín) se han extendido por casi todo el mundo, debido principalmente al colonialismo europeo de los siglos XVI al XX. Como resultado de este proceso, en la actualidad hay más de quinientos millones de personas que tienen como lengua madre alguna de estas lenguas romances, y alrededor de 2.000 millones de personas hablan alguna lengua de origen indoeuropeo.

lunes, 2 de julio de 2012

Clases de lenguas

Las lenguas del mundo son numerosísimas. En general, hay un acuerdo en establecer su número en torno a las 4.000. Pero lo cierto es que no resulta fácil saber con exactitud cuántas lenguas se hablan en el mundo.


La Torre de Babel, de Pieter Brueghel (1563)
Kunsthistorisches Museum (Viena)
Una de las cosas que más ha preocupado al ser humano es averiguar el origen del lenguaje. La mitología cuenta que su origen está en los dioses. Pero también es cierto que cada grupo humano tiene formas propias de comunicarse. Por eso el lenguaje es casi infinito. La Torre de Babel es una parábola acerca de la diversidad del lenguaje entre las personas y de la dificultad de entenderse.


1. Clasificación estructural
Para realizar un estudio de las diferentes lenguas, hay que observar su gramática, es decir, su funcionamiento. Estudiadas las lenguas según este método, se distinguen los siguientes tipos:

  • Lenguas monosilábicas: Las palabras son solamente raíces que nunca cambian. Una misma palabra puede ser verbo, adjetivo o nombre. Para formar una oración, se utiliza la yuxtaposición de palabras, que son invariables, de modo que una palabra tendrá una función u otra según el lugar que ocupe en la frase. Un ejemplo de lengua monosilábica es el chino.
  • Lenguas aglutinantes: En las lenguas aglutinantes, el método para formar un texto consiste en juntar las palabras-raíz, una al lado de otra, pero sin fundirlas entre sí. Por la unión de unas raíces con otras se forma la palabra-frase. Son lenguas aglutinantes el finlandés, el japonés, el coreano, etc.
  • Lenguas flexivas: Las lenguas flexivas son aquellas que tienen una parte fija (raíz) y otra variable (el morfema, o la terminación). Son lenguas flexivas todas las lenguas indoeuropeas.
2. Clasificación genética
Otra forma de estudiar las diferentes lenguas es clasificándolas por familias. Quienes así lo hacen opinan que las lenguas tienen un parecido entre sí, y que derivan de una misma lengua madre. Para averiguar la relación de parentesco que hay entre distintas lenguas, se utiliza el método comparativo, que consiste en comparar las semejanzas entre unas lenguas y otras. Este método trabaja con fonemas (unidad mínima de sonido) y monemas (unidad mínima dotada de significado). Su planteamiento básico consiste en el análisis de monemas emparentados en diferentes lenguas, es decir, el estudio de la diferencia o similitud que presentan.