La inclusión ocasional de cifras en el texto, en apoyo de ciertas afirmaciones, es sin duda algo muy antiguo, que encontramos ya en la obra de algunos historiadores griegos y romanos. Pero cuando, en los años 30 del siglo XX, ciertos historiadores de la economía, bajo la influencia de los estudios de la coyuntura económica hechos por economistas, introdujeron en sus trabajos la cuantificación sistemática, una mutación de inmensa importancia se estaba haciendo presente. Dichos historiadores -durante mucho tiempo una pequeña minoría, aun en países como Francia- simplemente transferían su centro principal de interés, del inefable "hecho individual" de los positivistas a los datos cuya integración en series homogéneas es posible; del episodio, a los elementos escogidos (o construidos) tomándose como criterio su carácter recurrente, que los hace comparables en el interior de un período dado de tiempo. Los cambios que en esa forma empezaban a penetrar lentamente la conciencia de los historiadores -la visión que tenían de su disciplina- eran primordiales.