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lunes, 16 de abril de 2012

La Revolución neolítica

En torno al año 7000 a.C., comenzó el Neolítico, la nueva edad de piedra o Edad de la Piedra Pulimentada, que duró hasta aproximadamente el 3000 a.C., fecha en la que se considera que empieza la Historia, con la aparición de los primeros documentos escritos. Los cambios económicos y sociales que se produjeron en estos años fueron tan importantes que se ha denominado a esta etapa "Revolución neolítica".

1. El medio natural
Entre el final del Paleolítico y el principio del Neolítico se produjo un cambio climático que hizo aumentar la temperatura de la Tierra y derritió parte de los hielos de Europa, Asia y América del Norte. La flora y la fauna se transformaron: las grandes extensiones de tundra se convirtieron en bosques, los animales herbívoros, hasta entonces muy abundantes, se fueron retirando hacia el norte en busca de temperaturas más frías, lo que hizo que la caza y, por tanto, el alimento de las personas escasearan.
Sin embargo, se produjo un aumento de especies vegetales, como la cebada y el trigo silvestre en el Próximo Oriente y Europa, el mijo y el arroz en Asia y el maíz en el continente americano.
El cambio climático permitió a los seres humanos salir de las cuevas, vivir al aire libre e iniciar poco a poco el proceso de sedentarización, es decir, el establecimiento durante largas temporadas en el mismo lugar.

2. El nacimiento de la agricultura
La escasez de caza obligó a los seres humanos a buscar otras fuentes de alimento. Durante mucho tiempo se alimentaron de especies vegetales y observaron cómo nacían las plantas. Probablemente intentaron sin éxito realizar cultivos antes de descubrir la agricultura. Esta fue uno de los mayores logros de la historia de la humanidad, ya que hizo posible que las personas dejaran de ser depredadoras para convertirse en productoras: ya no se limitaban a recoger y consumir los frutos directamente de la naturaleza, sino que intervenían en ella, reponiéndolos.
Junto con la agricultura se desarrolló la ganadería. Poco a poco, los hombres fueron domesticando especies animales, como ovejas, cabras, cerdos, bueyes y asnos, que recogían y alimentaban. De los animales obtenían carne, leche, pieles y estiércol que utilizaban como abono para las tierras de cultivo.
Con el descubrimiento de la agricultura y la domesticación, los seres humanos tenían asegurado el alimento en un mismo lugar y no necesitaban ser nómadas. Así, en el Neolítico se convirtieron en sedentarios, construyeron viviendas y formaron los primeros poblados. Este proceso tuvo lugar en una zona con forma de media luna localizada entre los ríos Tigris y Éufrates; allí el clima era suave y abundaban los cereales silvestres. En estas fértiles tierras nació la agricultura. Esta zona se conoce como Creciente Fértil.

3. Técnicas e inventos
Entre las técnicas e inventos del Neolítico tienen especial importancia las siguientes:
Es la época de la piedra pulimentada: los filos son
más duraderos y permiten el trabajo sobre materiales
más duros. El pulimento se realizaba frotando
la piedra con arena o con otra piedra rugosa.
  • El trabajo de la piedra: El descubrimiento de la agricultura produjo el desarrollo de herramientas de piedra pulimentada para trabajar la tierra, a las que se añadían mangos de madera: arados para abrir surcos, hoces para la siega de las cosechas, mazos, hachas y molinos de mano.
  • Los tejidos: Después de utilizar fibras vegetales para hacer cestas, se empezó a elaborar tejidos de lino, algodón, esparto y lana, con los que se fabricaba ropa. Primero se hilaba la lana con el huso y después se crearon los telares, de los cuales se han encontrado numerosas pesas de cerámica que servían para tensar el hilo.
  • La cerámica: Permitió fabricar recipientes impermeables en los que almacenar y transportar líquidos y alimentos. La cerámica se trabajaba a mano y se cocía directamente en el fuego; más tarde se ideó una especie de horno enterrado en el suelo, donde se colocaban brasas y la pieza de cerámica que se quería cocer. Las vasijas de cerámica se modelaban primero y después se decoraban. En ocasiones, esta decoración consistía en la realización de incisiones o relieves con un punzón. Otras veces, las piezas se pintaban.
Molino de mano
Consistía en una piedra grande y lisa, a veces cóncava, sobre la que se hacía rodar otra piedra
más pequeña para moler el grano.

4. La vida en los primeros poblados
Los primeros poblados surgieron al lado de los ríos, pues estos proporcionaban agua a sus habitantes, riego a los cultivos agrícolas y, además, constituían una importante fuente de alimentos gracias a la pesca.
Se cree que fueron las mujeres del Neolítico
las que introdujeron las nuevas técnicas
agrícolas, la domesticación de animales,
la cestería, el hilado y el tejido de lana.
Estos poblados se construyeron con ladrillos de arcilla mezclada con paja y piedras para darle mayor consistencia. Las viviendas tenían forma circular o rectangular, y su interior se dividía en una zona con esteras para dormir, cocina con vasijas, despensa y horno. La mayoría de las casas eran de planta baja; también existían viviendas excavadas en el suelo y palafitos, viviendas elevadas sobre troncos de madera en zonas pantanosas. Los poblados del Creciente Fértil tenían, por lo general, una estructura ordenada, con las casas alineadas.
Se produjo una clara división del trabajo dentro del poblado: había oficios relacionados con la agricultura, la ganadería, la construcción de viviendas, la elaboración de cestas, la cerámica, los tejidos, la defensa, etc. Apareció, además, el trueque o intercambio de productos, incluso entre diferentes poblados. Se llevaba a cabo a través de los ríos y de caminos por los que se transportaban las cargas de una especie de trineo arrastrado por personas o animales, ya que la rueda se empezó a utilizar a finales del Neolítico.

Poblado neolítico
5. La religión y el arte
Los seres humanos del Neolítico creían en la existencia de espíritus. Para que éstos les fueran favorables, celebraban ritos religiosos. Se rendía culto a los muertos, a los que se enterraba con su ajuar debajo de las viviendas, en los muros de las casas o en cementerios.
La pintura fue también una manifestación del arte del Neolítico. Se localiza al aire libre o en abrigos rocosos poco profundos y se caracteriza por su esquematismo (sólo se dibujaban los rasgos generales de los seres humanos con una línea vertical, a veces bifurcada, que simbolizaba las piernas). Se abandonó, por tanto, el realismo del Paleolítico.

Pintura rupestre levantina que representa una escena de caza
(Els Cavalls, Valltorta, en Castellón)
Ídolo funerario de forma cilíndrica
Las vasijas de cerámica se convirtieron en obras artísticas gracias a una decoración hecha con dibujos geométricos. También se realizaban ídolos funerarios con diversos materiales, como piedra o hueso, que se caracterizaban por unos grandes ojos circulares y adornos en forma de triángulos y líneas partidas.
El arte rupestre estuvo muy presente en la península Ibérica, sobre todo en las actuales comunidades de Andalucía, Cataluña y Valencia. Entre el final del Paleolítico y principios del Neolítico, destacan las pinturas localizadas en la zona del Levante, que representan escenas de danza y de caza, con animales de animales y guerreros. Los colores más utilizados eran el negro y el rojo.
También se han hallado numerosas vasijas de cerámica. La cerámica más antigua es la cardial; su decoración se realizaba imprimiendo en ella conchas marinas. Otros tipos de cerámica eran las decoradas con incisiones y la cerámica almagra, caracterizada por su color rojizo.


6. El Neolítico andaluz
El clima favorable permitió en Andalucía el desarrollo de la agricultura y la ganadería (ovejas, cabras, bóvidos). Algunas costumbres del período prehistórico anterior, como la de vivir en cueva y enterrar en ellas a los muertos (en los lugares más profundos), se mantuvieron también en el Neolítico.
Los dos tipos de cerámica que más se utilizaron fueron la cardial y la almagra. Algunos de los yacimientos más importantes son las cuevas de los Murciélagos, de la Mujer, del Tesoro y de la Carigüela.
A finales del Neolítico andaluz floreció, en la zona de Almería, entre los ríos Almanzora y Antas, una cultura traída por colonizadores procedentes del Mediterráneo oriental y cuyas características más importantes son las siguientes:
  • Vivían en poblados o pequeñas aldeas construidos con lugares estratégicamente situados.
  • Fabricaban vasijas de cerámica lisa que carecían de todo tipo de decoración.
  • Enterraban a sus muertos de forma colectiva, con ricos ajuares funerarios.
  • Hicieron avanzar mucho la práctica de la agricultura, como se ha podido comprobar por los restos de útiles encontrados (molinos de mano, por ejemplo).

Cerámica cardial con forma de garrafa, con rayas hechas con
conchas sobre el barro húmedo
 (Museo de Prehistoria de Valencia)

sábado, 14 de abril de 2012

El arte prehistórico

Del largo periodo que media entre los primeros pasos de los grupos humanos asentados en la península Ibérica y las vísperas de la conquista romana, hay numerosos testimonios de carácter artístico, que van desde las pinturas rupestres del Paleolítico Superior hasta la esculturas ibéricas de mediados del primer milenio a.C.


1. La pintura rupestre
La manifestación artística más importante de todo el Paleolítico es sin lugar a dudas la pintura rupestre, realizada por los hombres de aquella época en cuevas y abrigos naturales. Sigue siendo un misterio la interpretación de estas pinturas, aunque se supone que tenían un sentido mágico, ante todo en relación con la caza, fuente esencial de obtención de alimentos para el hombre del Paleolítico. En tierras hispanas se habla de dos regiones, Cantábrica y Levantina, bien diferenciadas no sólo geográficamente, sino también en los caracteres de la pintura rupestre de cada una de ellas.
En la zona cantábrica se han conservado pinturas, fechadas en el Paleolítico superior, en numerosas cuevas: S. Román de Candamo, El Castillo, La Pasiega, Pindal, etc. No obstante, las más destacadas son las de Altamira, en las proximidades de Santillana del Mar. En general se representan animales aislados (caballos, bisontes, ciervos...), aunque a veces aparecen figuras superpuestas. Las pinturas son policromas (especialmente rojo, negro y ocre), y de un pleno carácter naturalista. Para obtener los colores se disolvían materias colorantes en grasa de animal. Las irregularidades de las rocas eran hábilmente utilizadas para crear sensación de volumen.
Pinturas de la cueva de Cogul, Lleida
Algo posterior en el tiempo, pues parece corresponder a un periodo en el que la caza ya no jugaba un papel tan decisivo, es el desarrollo de la pintura de la región levantina, encontrada en abrigos naturales (Alpera, Cogul, cueva de la Araña...). Se trata de una pintura de carácter narrativo, con escenas de caza, guerra o danzas rituales. La pintura levantina no es policroma y destaca por su carácter estilizado.








2. Los monumentos megalíticos
A partir de la revolución neolítica se produjeron grandes transformaciones de tipo material y espiritual, entre las cuales cabe destacar la aparición de la arquitectura, una de cuyas manifestaciones más antiguas fueron los monumentos megalíticos. Estas edificaciones, erigidas a base de grandes bloques de piedra, estaban en estrecha relación con el desarrollo de las creencias religiosas y solían tener un sentido funerario. El megalito más común es el dolmen, formado por piedras verticales que sustentan a otras horizontales. Sobre la base de este sencillo esquema arquitectónico se crearon las llamadas cuevas de corredor (por ejemplo, las de Menga y Romeral, en Antequera).


Cueva de la Menga, Antequera
Naveta de Es Tudons, en Menorca
Muy importantes son también los megalitos de las Islas Baleares, de cronología algo posterior (corresponden a la Edad del Bronce) y que ofrecen un rico muestrario de formas: los talayots o torres defensivas; las navetas, sepulcros colectivos en forma de nave invertida; las taulas, enormes mesas de piedra que se encuentran en Menorca.




3. El arte ibérico
Se aplica este nombre a la producción artística de los pueblos que, en el primer milenio a.C., habitaban el sur y el este de la península Ibérica y mantuvieron un contacto muy directo con los pueblos colonizadores del Mediterráneo oriental. Fenicios y griegos dejaron en tierras hispanas algunas muestras peculiares de su arte. De los primeros son dignos de recuerdo el famoso sarcófago en forma humana hallado en Cádiz (entrada del pasado 5 de abril de 2012) y el conjunto de joyas que integran el tesoro de Aliseda (Cáceres). De los griegos se conservan interesantes esculturas y abundantes muestras de cerámica, especialmente gracias a las excavaciones llevadas a cabo en Ampurias. Para referirse a las manifestaciones artísticas de los pueblos del centro y oeste de la Península, mucho más modestas y de clara influencia europea, se habla de arte celta.


Exvoto ibérico que representa a un jinete
El arte ibérico es de clara inspiración religiosa y tiene su más brillante expresión en la escultura. En los santuarios (Castellar de Santisteban en Jaén, Cerro de los Santos en Albacete...) se han encontrado numerosos exvotos, de bronce u otro material. Suelen representar guerreros, jinetes o personajes en oración, muy toscos, pero con un gran sentido del movimiento.
Dama Oferente
Museo Arqueológico Nacional
de Madrid
Es famosa la Dama Oferente, que porta en sus manos un vaso y denota influjo griego, pero también un acentuado hieratismo.
Son notables los animales fantásticos, como la denominada Bicha de Balazote, toro tumbado con cabeza humana, de rasgos orientales.


Bicha de Balazote










No obstante, la escultura más conocida del arte ibérico es la Dama de Elche. Fechada en el siglo V a.C. y de indudable influencia artística helénica, representa al parecer a la diosa fenicia Astarté.


Dama de Elche
Museo Arqueológico Nacional de Madrid
En el año 1971 se ha descubierto otra escultura importante, la Dama de Baza. Probablemente es de fecha algo posterior (siglo IV a.C.) y aunque tiene similitudes con la Dama de Elche, es menos delicada de formas.


Dama de Baza
Museo Arqueológico Nacional de Madrid

domingo, 8 de abril de 2012

La vida en el Paleolítico

Los seres humanos del Paleolítico lograron subsistir gracias a que vivían en grupo y a que poseían un grado de inteligencia que les permitió fabricar instrumentos y dominar el fuego.


Los cazadores del Paleolítico desarrollaron técnicas de
caza en grupo: acorralaban a los animales, y los empujaban
de modo que cayesen en trampas o se precipitasen
en barrancos.
1. Economía y sociedad
Estas comunidades humanas se dedicaban a la caza y a la recolección, pues no conocían aún la agricultura ni la ganadería. También pescaban peces, crustáceos y moluscos. Eran depredadores, es decir, consumían lo que les ofrecía la naturaleza sin preocuparse de reponer los recursos o alimentos: frutas silvestres, huevos, miel, insectos... Cuando los recursos se agotaban en un lugar, se desplazaban a otro en busca de comida; por lo tanto, eran nómadas. De los animales que cazaban para comer aprovechaban todo: carne, grasa, leche, huesos, sangre y piel.
Los grupos humanos estaban formados por unos 20 ó 30 individuos (ya que si eran demasiados, resultaba difícil conseguir alimentos para todos) que vivían en el mismo espacio: una cueva, algún lugar protegido o un campamento. Estas comunidades, cuyos miembros estaban unidos entre sí por lazos familiares, reciben el nombre de hordas. La esperanza de vida era de entre 20 y 40 años. En ocasiones, varias hordas se reunían en un lugar determinado para cazar. Esta asociación de hordas se conoce como tribu.
Dentro del grupo, el trabajo fue especializándose poco a poco según las necesidades: la mujer se encargaba del cuidado de los hijos, la recolección de frutos y la captura de animales pequeños, el mantenimiento del fuego y el curtido de pieles, mientras que el hombre se dedicaba a la caza, a la fabricación de útiles y a la defensa del campamento.
Existía una cierta jerarquía dentro de cada grupo, es decir, algunos individuos tenían más importancia que otros: el guerrero más fuerte, el anciano más sabio y el hechicero o curandero.
El hechicero conocía las propiedades medicinales y curativas de ciertas plantas: algunas eran hervidas, otras se aplicaban directamente sobre las heridas y otras se masticaban. El hechicero no salía de caza, sino que permanecía en la cueva o campamento, donde mantenía el fuego, recogía plantas y cortezas de árboles, y cuidaba de los enfermos.


2. Técnicas
Durante la Prehistoria se produjeron varias técnicas e innovaciones, algunas de las cuales fueron las siguientes:
  • El trabajo de la piedra: Los primeros homínidos utilizaron materiales que encontraban en la naturaleza, como piedras, palos y huesos, para cavar, golpear o arrojar. Desarrollaron técnicas para hacer útiles de piedra; así, eran capaces de tallar un tosco filo en una piedra golpeándola con otra para emplearla como un hacha de mano. Usaban las piezas desprendidas o lascas como cuchillas para cortar y limpiar las pieles de los animales.
  • El control del fuego: Era indispensable para la supervivencia de los seres del Paleolítico. Al principio sólo eran capaces de mantenerlo; posteriormente aprendieron a producirlo por percusión (golpeando una piedra contra otra hasta hacer saltar una chispa) y por fricción (frotando un palo contra otro). El fuego lo utilizaban para iluminar y calentarse, asar la carne, reblandecer las pieles, cocer verduras, ahuyentar e incluso acorralar a animales de gran tamaño para cazarlos.
  • La generalización y uso del fuego, con lo que ello
    supone (protección, calor, luz) se produjo
    hace algo menos de 200.000 años. En ese momento,
    los humanos que viven en Europa, los autores
    del fuego, son los neanderthales.
  • El trabajo de las pieles: Constituía una de las técnicas más destacadas y exigía cierta destreza para que no se estropearan. Las pieles de los animales se utilizaron para hacer vestidos, calzado, bolsas, cubiertas de cabañas, correas, etc. Servían, además, para dormir sobre ellas y, puesto que los grupos humanos se desplazaban con frecuencia, las empleaban como recipientes para transportar alimentos, agua, hierbas medicinales y armas para cazar, etc. Por todo ello, el cuidado de las pieles era muy importante: tenían que engrasarlas a menudo para mantener su flexibilidad e impermeabilidad.




3. La religión y el arte

Los animales se representaban de manera individual
(no formaban una escena)
 y eran dibujados con gran realismo.
Los individuos del Paleolítico tenían un concepto mágico de la vida y ciertas creencias religiosas, como demuestra el hecho de que enterraran a sus muertos. Divinizaban las fuerzas de la naturaleza, ante las que sentían temor, como el trueno, la lluvia o el Sol. Dibujaban animales en las paredes y el techo de las cuevas o cavernas; son las llamadas pinturas rupestres. Se puede decir, por tanto, que el arte empezó en el Paleolítico.
Pintaban los animales que pretendían cazar, como mamuts, bisontes, ciervos, linces, jabalíes y caballos; se cree que pensaban que así tendrían éxito en la caza. Es probable que el hechicero recitara fórmulas mágicas delante de las pinturas y que el ritual terminase con la simulación de una cacería.
El conjunto más importante de la cueva de Altamira
es el de los bisontes, que parecen estar vivos.
Algunos animales están grabados en la pared de la
cueva aprovechando los relieves de las rocas.
Entre las pinturas rupestres más destacadas se encuentran las de la cueva de Altamira, en Santillana del Mar (Cantabria), donde aparecen numerosas representaciones de ciervos, bisontes, cabras, jabalíes y caballos.

Obtenían los colores de diversas formas: para el rojo
empleaban mineral de hierro o sangre; para el negro, carbón,
y para el ocre y el amarillo, tierra y distintas plantas. Extendían
la pintura sobre la pared utilizando pinceles (hechos con pelos
de animales), espátulas o los propios dedos.




















Venus de Lespugue
Está hecha de colmillo de mamut
y simboliza la maternidad.
Otras manifestaciones artísticas de este período son las llamadas venus: pequeñas estatuas hechas de marfil, piedra o hueso, que representan a la mujer con formas femeninas muy exageradas y voluminosas. Se han hallado algunas en diversas zonas europeas, como la venus de Lespugue (Francia) y la de Willendorf (Austria). Se cree que están relacionadas con el culto a la fecundidad y a la vida. También realizaban bastones y piezas de pequeño tamaño talladas con forma de cabeza de caballo y de ciervo.


4. El Paleolítico en Andalucía
Los seres humanos del Paleolítico andaluz vivían en cuevas, como se ha podido comprobar por la gran cantidad de yacimientos encontrados en distintas localizaciones: cueva de la Carigüela del Piñar, en Granada; cueva de la Pileta y cueva de Nerja, en Málaga, entre otras.
También se instalaban cerca de los valles fluviales, como el del río Guadiamar.
Su forma de vida era igual que la que hemos descrito para el resto de los seres humanos del Paleolítico, aunque se aprecian diferencias en el arte, ya que las pinturas rupestres son más esquemáticas y representaban figuras humanas y escenas rituales, así como animales: caballos, toros, cabras, etc. Los colores empleados son el rojo, el negro y el amarillo.


Pinturas rupestres de la cueva de La Pileta (Benaoján, Málaga)

viernes, 6 de abril de 2012

La Prehistoria

La Prehistoria es un larguísimo período de tiempo que comprende desde la aparición de los primeros seres humanos hasta el descubrimiento de la escritura.
De esta época sólo conocemos los restos materiales que se han encontrado: esqueletos, diversas herramientas, utensilios, armas y manifestaciones artísticas como las pinturas rupestres.
Según el material con el que se fabricaban los útiles, se distinguen dos etapas en la Prehistoria:
  • Edad de Piedra: Se divide a su vez en:
    • Paleolítico (término que significa "piedra antigua"): También se conoce como Edad de la piedra tallada, en alusión a la forma en que trabajaba el material de las herramientas fabricadas. Esta etapa prehistórica comprende aproximadamente desde hace más de dos millones de años hasta el Neolítico, divididos en:
      • Paleolítico Inferior: 2,5 millones de años - 100.000 a.C.
      • Paleolítico Medio: 100.000 - 40.000 a.C.
      • Paleolítico Superior: 40.000 - 10.000 a.C.
    • Mesolítico: 10.000 - 7.000 a.C.
    • Neolítico (término que significa "piedra nueva"): Llamado también Edad de la piedra pulimentada, se extiende desde el 7.000 a.C. hasta el 3.000 a.C. aproximadamente. Durante este periodo se produjeron importantes cambios económicos, sociales y culturales que mejoraron las condiciones de vida de las personas.
  • Edad de los Metales: A finales del Neolítico, el ser humano empieza a trabajar los metales; primero el cobre, después el bronce, y por último el hierro. En esta época había algunos pueblos que conocían la escritura, por tanto, la Edad de los Metales es prehistoria sólo en parte.

Hacha de piedra pulimentada

martes, 3 de abril de 2012

Origen y evolución del ser humano

Lucy
Es quizá el fósil más famoso. Se trata de un esqueleto muy
completo de una hembra de Australopithecus que caminaba
erguida. Se estima que vivió hace unos tres millones de años
en Etiopía (África). Fue bautizada con el nombre de Lucy
porque en el momento en que fue descubierta (1974) los
escavadores escuchaban en la radio una canción de moda
de los Beatles: Lucy in the Sky with Diamonds.
El ser humano es un mamífero que pertenece a los primates. Esto no quiere decir exactamente que las personas descendemos de los monos. Lo que ocurre es que tanto ellos como nosotros hemos evolucionado a partir de antepasados comunes.
Los primates superiores que caminaban erguidos y todos sus descendientes hasta llegar a los seres humanos actuales se denominan homínidos. Estos seres experimentaron un proceso de evolución, llamado hominización, hasta adquirir los rasgos típicos que diferencian a las personas de los animales: un mayor desarrollo del cerebro, el lenguaje y la habilidad de fabricar utensilios. Los primeros fósiles de homínidos encontrados tienen más de cuatro millones de años.



  • Australopitecus: Estos primates eran de baja estatura, tenían un cerebro poco desarrollado y probablemente caminaban sobre dos piernas. Algunos de ellos evolucionaron hacia el género Homo.
  • Homo habilis: Es el primer Homo; apareció hace unos dos millones de años. Desarrollaron su inteligencia y fabricaron los primeros utensilios, así como las primeras armas de caza. Deben su nombre precisamente a esta habilidad para crear herramientas.
  • Homo erectus: Tiene una antigüedad de 1,5 millones de años. Utilizaba el fuego, fabricaba hachas de mano, raspadores, cuchillas y diversas puntas de piedra, y se cubría con pieles de animales. Se llama erectus porque se pensaba que era la primera especie que caminaba erguida.
  • Hombre de Neanderthal: Era de complexión muy robusta y musculosa. Vivió en una época de intenso frío, lo que le llevó a elaborar vestidos con pieles y a buscar refugio en cuevas y abrigos rocosos, cerca de valles fluviales, donde era fácil obtener agua y comida. Era capaz de fabricar varios instrumentos a partir de una misma piedra, utilizaba el fuego y enterraba a sus muertos.
  • Homo sapiens sapiens: Los humanos actuales procedemos de una pequeña población de Homo sapiens que vivió en África hace unos 100.000 ó 200.000 años. El hombre de Cro-Magnon es el Homo sapiens sapiens más representativo, llamado así porque los fósiles más antiguos se encontraron en el yacimiento de Cro-Magnon (Francia). Fue el que más desarrolló los útiles de piedra: llegó a producir hachas, punzones, arpones, raederas, buriles y puntas de flecha. Sabía también encender el fuego. Utilizó otros materiales: huesos de animales, tendones, cuernos, esqueletos de moluscos, caparazones, etc. Inventó la aguja de hueso y aprendió a coser las pieles. Construía cabañas con una estructura de troncos de árboles y huesos de grandes animales, que después recubría con pieles.

Los primeros homínidos que poblaron Andalucía llegaron desde África a través del estrecho de Gibraltar (en aquella época, el continente africano y el europeo estaban unidos). Los restos más antiguos que se han hallado pertenecen al Homo erectus, pero también se han encontrado restos de neanderthales y de Homo sapiens sapiens. De estos últimos procede la raza mediterránea.


Hachas de piedra del Paleolítico

La Prehistoria peninsular

La prehistoria peninsular se refiere a la vida en la península Ibérica de las distintas comunidades allí asentadas antes del inicio de los denominados tiempos históricos, de los cuales ya se conservan testimonios escritos. El término de prehistoria puede resultar equívoco, pues en esa etapa de la vida de la humanidad también hubo cambios, es decir, movimiento histórico.


1. El Paleolítico
Durante el período denominado Paleolítico, el más extenso de la Prehistoria, la vida humana era muy difícil. La influencia de las condiciones naturales sobre el hombre fue muy acusada, siendo de destacar el papel de las glaciaciones. Los escasos grupos de habitantes asentados en la península Ibérica vivían de la recolección, la caza y la pesca. Eran nómadas, que se alojaban en campamentos o cuevas y se desplazaban en función de la búsqueda de alimentos. Lo que recogían pertenecía a la comunidad, dentro de la cual no había división del trabajo ni diferencia de riquezas de unos individuos a otros. En las comunidades, las relaciones de parentesco eran muy estrechas y el papel de las mujeres muy destacado. En cuanto al mundo espiritual todo quedaba reducido a ciertas prácticas de tipo mágico.
A lo largo del Paleolítico se pueden distinguir tres periodos bien diferenciados: inferior, medio y superior. El Paleolítico inferior, el más antiguo, estuvo protagonizado desde el punto de vista humano por los Pitecantrópidos, siendo una etapa de contacto con el norte de África. El Paleolítico medio, o Musteriense, se caracteriza por una relación estrecha con Europa. El tipo humano de la época es el hombre de Neanderthal, del que se han conservado restos óseos en Gibraltar y Bañolas (Girona). En el Paleolítico superior, época del Homo Sapiens, hubo en la península Ibérica una mayor diversidad de culturas, destacando la llamada Magdaleniense, que se extendió por la zona cantábrica.


2. El Neolítico
Este período fue una auténtica revolución en las condiciones de vida de las comunidades prehistóricas. La actividad agrícola suponía un aumento de los excedentes, lo que a su vez posibilitaba el crecimiento de la población, el desarrollo del comercio, la división del trabajo y la aparición de la propiedad privada. Todo este conjunto de transformaciones dio paso a su vez a la aparición de las ciudades y del poder político propiamente dicho. No obstante, en la península Ibérica este proceso fue mucho menos espectacular que en otras regiones del globo.
El vaso campaniforme, pieza de cerámica
correspondiente al Neolítico peninsular, tuvo una
enorme difusión por todo el occidente
de Europa.
Las primeras comunidades peninsulares con caracteres neolíticos se fechan hacia el año 4500 a.C. y se localizan en la costa oriental, lo que revela su origen exterior. En el sureste de la Península se ha podido señalar la existencia sucesiva de tres importantes culturas, denominadas de Almería, de los Millares y del Argar. La cultura de Almería, la más antigua, fue testigo de la llegada a la Península de la agricultura y de la ganadería. La cultura de los Millares, desarrollada entre el 2700 y el 2500 a.C. aproximadamente, tenía estrechos contactos con el Mediterráneo oriental y destaca por las construcciones megalíticas y el famoso vaso campaniforme. Esta pieza de cerámica, en forma de campana invertida, tuvo una enorme difusión por el resto de la Península y buena parte de Europa. La cultura del Algar, que se fecha hacia el 1700 a.C., es época de grandes cambios, siendo el principal el uso de los metales, lo que explica que se llame también cultura del Bronce pleno.
En el período Neolítico, que conoció un importante aumento de la población, la base de la economía era la actividad pastoril y una agricultura incipiente. En general se practicaba la agricultura de azada. Los cultivos principales eran el trigo, la cebada, las habas, el mijo y el lino, mientras que la vid y el olivo crecían silvestres. En cuanto a los animales domésticos figuran el cerdo, las vacas, las ovejas y las cabras, pero no el caballo. Un importante paso adelante fue el trabajo del cobre, que se extraía fundamentalmente en la zona suroriental y en la suroccidental, y del que hay numerosos testimonios arqueológicos. Al parecer hay una estrecha relación entre la difusión del cobre, que se efectuaba por vía marítima, y los monumentos megalíticos.
Poblado de los Millares (Almería)
Las excavaciones arqueológicas han permitido entrar en
contacto con viejos núcleos de asentamientos prehistóricos
que florecieron en el tercer milenio a.C.
Por lo que respecta a la organización social se pasó en esta etapa de la vida en cuevas a poblados fortificados, con cabañas circulares u ovales, como las de los Millares. El estudio de las necrópolis y del ajuar de las tumbas demuestra que en un principio se practicaban los enterramientos colectivos y que no había diferencias sociales dentro de la comunidad.
Pero desde la época del Bronce pleno, los enterramientos son individuales y las diferencias sociales notorias. En el Neolítico peninsular no había auténticas ciudades, aunque algunos poblados (por ejemplo, los Millares, habitado por unas 2.000 personas) fueron más tarde activados por la presencia de los pueblos colonizadores. Desde el punto de vista espiritual, en el Neolítico había prácticas y ritos relacionados con la fecundidad y la fertilidad. Las construcciones megalíticas eran la expresión de concepciones religiosas.