viernes, 8 de marzo de 2019

El diagnóstico evaluativo en la educación especial

Las tipologías de excepcionalidad son meramente indicativas, ya que detrás de cada una de ellas y de cada sujeto concreto exite una gran amalgama de matizaciones. Y los objetivos educativos asociados a cada excepcionalidad han de acomodarse realísticamente a las potencialidades y necesidades de cada sujeto.
La consecución de los objetivos particulares trazados para cada sujeto estarán en gran medida mediatizados por la objetiva y oportuna programación de actividades, que únicamente podrán ser elaboradas y llevadas a cabo a partir de un correcto y minucioso diagnóstico que evalúe la configuración real del sujeto.
Pero el diagnóstico en educación especial no debe caer bajo ningún concepto en el error de la etiquetación, porque de nada nos sirve saber que un niño, por ejemplo, está retrasado mentalmente, o que tiene parálisis cerebral, o que un adolescente es inadaptado o está emocionalmente perturbado, porque todo ello no nos aporta absolutamente nada, ni para el conocimiento de las necesidades educativas, ni tampoco para el establecimiento de un programa educativo.
El diagnóstico debe aportarnos un análisis, y por lo mismo un conocimiento lo más minucioso posible, sobre la configuración y funcionamiento del sujeto en cuestión, de sus características personales, de su nivel de adaptación personal y social.
Quizá se ha abusado en exceso de los instrumentos diagnósticos estandarizados referidos a una norma -léase tests- y en los que se compara al sujeto con otros sujetos. A nuestro entender, el proceso diagnóstico utilizará pruebas basadas no en criterios comparativos con otros sujetos, sino en la "comparación" del sujeto consigo mismo y con los criterios establecidos sobre lo que el sujeto debería poder hacer. Las pruebas informales nos facilitan en este contexto mucha información que escapa a las pruebas estandarizadas.
También la observación sistemática contribuirá indudablemente a dibujar la realidad de cada sujeto.
Sólo, pues, a partir de un minucioso e ilustrativo diagnóstico es posible el establecimiento de tareas y el análisis pormenorizado de las mismas que permita al sujeto llevar su propio ritmo personal. Sólo con un diagnóstico como el propuesto podrán establecerse los programas adecuados sin tener que depender de etiquetas diagnósticas.