La presencia de estos pueblos colonizadores, prácticamente limitada al sur y al este de la Península, es coetánea de las noticias acerca de Tartesos, primer estado hispánico de nombre conocido. Estos datos los sabemos por las fuentes escritas, pero también por los descubrimientos arqueológicos. De todas formas, tradicionalmente se han mezclado los datos reales con los legendarios.
1. Fenicios, griegos y cartagineses
La razón principal que explica la llegada de estos pueblos a la Península era su interés comercial. Ellos iban esencialmente en busca de metales. El sur de la península Ibérica tenía plata y cobre (Huelva, Sierra Morena, Almería), pero al mismo tiempo jugaba un papel decisivo en las rutas del estaño, que se dirigían luego hacia el noroeste y las Islas Británicas.
Los primeros que aparecieron en las costas meridionales de la Península fueron los fenicios. A base de una navegación de cabotaje y estableciendo factorías en lugares apropiados, los fenicios probablemente viajaron ya hacia el año 1000 a.C. No obstante, la fundación de Gadir (Cádiz), que se creía de esa fecha, parece posterior, pues los más antiguos restos conservados son el siglo VIII a.C. Quizás efectuaban inicialmente viajes de tanteo que luego eran seguidos del asentamiento definitivo.
Junto a Gadir los puntales básicos de los fenicios fueron Malaka (Málaga), Sexi (Almuñécar) y Abdera (Adra). La colonización fenicia fue sobre todo comercial. Ellos cambiaban mentales por manufacturas, al tiempo que hacían en sus factorías salazones de pescado.
La colonización griega fue contemporánea de la fenicia o ligeramente más tardía. Los rodios fundaron Rhode (Rodas, actual Roses, en Girona), al parecer hacia el siglo IX a.C. En el siglo VIII el comercio de los griegos con la Península ya era estable y del VII hay numerosas noticias sobre sus relaciones con los tartesios. Los foceos, que comerciaban con Argantonio, rey de Tartesos, fundaron por entonces Mainake, cerca de Málaga. Pero desde el siglo VI a.C. los griegos fueron desplazados del sur de la Península, centrando desde entonces su actuación en la costa oriental. Hacia el 600 a.C. fundaron Emporion (Ampurias) y Masalia (Marsella). Los griegos se quedaron con el control del norte del Mediterráneo, dejando el sur para los cartagineses, sucesores de los fenicios.
La ciudad costero-catalana de Emporion (Ampurias) está estrechamente ligada a la presencia de los griegos en la Península. |
Desde mediados del siglo VI a.C. el papel básico en el sur de la Península lo desempeñaron los cartagineses. En el 654 habían fundado Ibiza, importante lugar de paso y centro de ricas salinas. Después de derrotar a los griegos en Alalia, en la isla de Córcega (535 a.C.), monopolizaron las rutas del sur de la Península. Posteriormente, los cartagineses vieron en la Península una excelente base para su lucha contra Roma, pues podían encontrar en ella metales y hombres.
2. Tartesos
Es el primer estado peninsular del que se tienen noticias. De él se habla en la Biblia y en algunos autores griegos, que aluden al comercio de la ciudad fenicia de Tiro con Tarsis y al significado de Tartesos como centro comercial de metales. Los descubrimientos arqueológicos de los últimos años, en especial el llamado tesoro del Carambolo, y los materiales hallados del siglo VII a.C., permiten completar nuestra información sobre aquel reino.
Tesoro del Carambolo Museo Arqueológico de Sevilla |
3. Consecuencias de las colonizaciones
La presencia en la península Ibérica de los pueblos colonizadores tuvo una importancia excepcional. Gracias a ellos llegó el conocimiento del cultivo de ciertas plantas, como el olivo, traído por los griegos, o el esparto, aportación fenicia. También introdujeron estos pueblos nuevas técnicas: el torno del alfarero, conocido en la Península en el siglo V a.C.; mejoras en la extracción de minerales; acuñación de monedas; estímulo al establecimiento de ciudades, etc. Igualmente, la ampliación de la utilización del trabajo de los esclavos era una consecuencia de la llegada de estos pueblos, portadores de un modo de producción esclavista. En otro orden de cosas cabe recordar la aparición de sistemas de escritura, basados en los alfabetos fenicio y griego, así como la imitación de formas artísticas griegas y orientales. No obstante, estas influencias de los pueblos colonizadores quedaron limitadas en la práctica a las costas sur y este de la Península y al valle del Guadalquivir.
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