Fundamentalmente, existen dos tipos de lagos: los de origen endógeno, es decir, originados por agentes geológicos internos, como por ejemplo los volcanes; y los lagos de origen exógeno, cuya formación depende únicamente de agentes exteriores, como la erosión del viento, el agua, el hielo, etc.
Los lagos más importantes y profundos de la Tierra son, sin lugar a dudas, de tipo endógeno, debidos a plegamientos o roturas de la corteza terrestre, que han hundido algunas dovelas continentales en las que posteriormente se ha acumulado el agua, tal como sucede en los grandes lagos de Suiza o de Canadá.
Mucho más abundantes son los lagos de tipo exógeno, que según el agente generador pueden ser glaciares (producidos por la acción de los glaciares) o cársticos (excavados por disolución del agua en rocas solubles).
El lago de Sanabria (Zamora) es el lago glaciar más grande de la Península Ibérica. |