Orientar es, fundamentalmente, guiar, conducir, indicar de manera progresiva para ayudar a las personas a conocerse a sí mismas y a conocer el mundo que las rodea; es auxiliar a un individuo a clarificar la esencia de su vida, a comprender que él es una unidad con significado, capaz de y con derecho a usar su libertad, su dignidad personal, dentro de un clima de igualdad de oportunidades y actuando en calidad de ciudadano responsable, tanto en su actividad laboral como en su tiempo libre.
Muchas son las definiciones que a lo largo de un siglo se han dado de la orientación y, ya sea estudiando la orientación como concepto (ayuda), ya sea analizándola como constructo educativo (proporcionar experiencias que ayuden a las personas a conocerse a sí mismas), casi todos los autores coinciden, a grandes rasgos, en caracterizar a la orientación como un proceso de ayuda profesionalizada hacia la consecución de promoción personal y de madurez social.
También la mayoría de las aproximaciones teóricas coinciden en admitir que la labor orientadora abarca, como mínimo, una gama de funciones; por ejemplo, ayudar a los educandos a valorar y conocer sus propias habilidades, aptitudes, intereses y necesidades educativas; aumentar su conocimiento de los requisitos y oportunidades tanto educativas como profesionales; ayudar a que los jóvenes hagan el mejor uso posible de esas oportunidades mediante la formulación y logro de objetivos realistas; ayudar al alumno a conseguir adaptaciones y ajustes más o menos satisfactorios en los ámbitos personal y social; proporcionar información útil, tanto a los adolescentes como a sus profesores y padres, para planificar los programas educativos y escolares como proyectos integrales, etc. Así, la función orientadora deviene una parte del proceso educativo total y da continuidad -completándolas- a las facetas instructivas y organizativas de los curricula educativos.
En principio, la actividad orientadora va dirigida a todos los sujetos y los ha de respetar como unidades integrales, únicas, singulares y altamente personalizadas.
Los factores que han influido, desde principios del siglo XX, en el desarrollo de la orientación educativa y vocacional son variados y comprenden, fundamentalmente, los socioeconómicos, técnicos y económicos -industrialización, desarrollo del maquinismo, descubrimientos tecnológicos, uso de nuevas fuentes de energía, explosión demográfica, urbanización, progresiva demanda de cualificación profesional, etc.-, los sociopolíticos y socioculturales -nuevo orden social capitalista, procesos de cambio, conflictos de clase y grupo, progreso, movilización de escalas socioprofesionales, aparición de diferentes formas y grados educativos, etc.-, los científicos -desarrollo de las ciencias, expansión de los conocimientos, enfoque científico de los hechos, etc.-, y, por fin, el claro avance del propio planteamiento de dar o proporcionar ayuda, consejo, asesoría, preferentemente ante la elección profesional y el desarrollo vocacional
Estas circunstancias, unidas a ciertas características incipientes en este siglo, como la filantropía, el humanitarismo, la religión, el movimiento en pro de la higiene mental, la crisis de los cambios sociales, etc., hicieron que se solicitara la ayuda de personas especializadas y preparadas al efecto (profesionales de la ayuda) y, a la vez, que nacieran instituciones nacionales e internacionales que planificaran sistemáticamente cómo y con qué medios divulgar esta ayuda.
A finales del siglo XX, observamos un auténtico interés por fundamentar científica y filosóficamente las diversas teorías de la orientación. No obstante, de esa diversidad de enfoques se pueden sintetizar unos principios generales de todo proceso orientador:
1 La orientación se preocupa sistemáticamente del desarrollo de la persona, intentanco conseguir el funcionamiento al máximo de sus potencialidades (lo que está en potencia) del estudiante o del adulto.
2 Los procedimientos de la orientación descansan en procesos de la conducta individual; enseñan a la persona a conocerse a sí misma, a desarrollarse direccionalmente más que a ubicarse en un final previsto; se centra en las posibilidades, tratando de resolver carencias, flaquezas, debilidades.
3 La orientación se centra en un proceso continuo de encuentro y confrontación consigo mismo, con la propia responsabilidad y con la toma de decisiones personal, en un ensayo hacia la acción progresiva, hacia adelante, hacia la reintegración y el futuro.
4 La orientación es, primordialmente, estimulante, alentadora, animadora e incentivadora, centrada en el objeto o propósito e incidente en la toma de decisiones responsable, enseñando a usar y procesar la información y a clarificar las propias experiencias.
5 Es cooperativa, nunca aislada ni obligatoria. El orientador es otro colaborador del sistema educativo, un especialista e incluso un consultos -asesor- de la plantilla docente. El maestro, por ejemplo, se beneficia de los hallazgos del orientador y le proporciona los resultados de la observación del proceso de aprendizaje o de otras situaciones discentes. Tarea docente y orientadora se complementan.
6 La orientación es un proceso de ayuda en estadios críticos y momentos clave del desarrollo, pero también continua y progresiva, tratando de asesorar periódica e intermitentemente.
7 Reconoce la dignidad y la valía de las personas y su derecho a elegir. Incluye a todos los niños y adultos con su problemática específica y que tengan deseos de acrecentar su desarrollo escolar y/o laboral.