jueves, 26 de julio de 2018

Epicureísmo

La corriente filosófica del epicureísmo no conoció en Grecia más que un filósofo de gran talla, el propio maestro y fundador de dicha corriente, Epicuro, pues sus discípulos se limitaron a seguir fielmente los principios establecidos por el maestro sin llevar a cabo aportación alguna relevante, hasta tal extremo que su seguidor más notable fue el poeta latino del siglo I a.C. Tito Lucrecio Caro.


1. Vida de Epicuro
Epicuro (342-270 a.C.) nació en Samos (o quizá en Atenas), pero en todo caso fue ciudadano ateniense. Después de viajar por diversos lugares del mar Egeo, a partir del año 306 se estableció en Atenas, donde adquirió una residencia, el Jardín, su escuela, verdadera comunidad de filósofos, que vivían para el cultivo de la amistad y casi totalmente apartados del mundo exterior.
Según el doxógrafo Diógenes Laercio (siglo III), Epicuro escribió unas 300 obras, de las cuales nos quedan tres cartas: Carta a Herodoto, Carta a Pitocles y Carta a Meneceo, y una colección de 44 sentencias denominadas Máximas capitales (o Doctrinas capitales). El conjunto de estos escritos aparece recopilado en el libro X de la obra de Diógenes Laercio Vidas de los más ilustres filósofos griegos. Además, en el siglo XIX se descubrió en el Vaticano un manuscrito de otra colección de 80 sentencias, Sentencias del Vaticano. Conocemos el resto de la obra de Epicuro parcialmente gracias a diversas citas de autores posteriores y al encuentro en el siglo XVIII, en una villa de Herculano, de los restos de una obra titulada Sobre la naturaleza.
La filosofía de Epicuro ha sido objeto de multitud de interpretaciones arbitrarias y sesgadas, que han contribuido a desacreditarla, de tal modo que se ha tendido a presentar al maestro y a sus discípulos como personajes groseros y hundidos en una vida licenciosa y libertina, de ahí que frecuentemente se refieran a ellos con expresiones como la de "puercos de Epicuro" y otras análogas; sin embargo, dicha doctrina enseñaba una teoría y una praxis significativamente ascética.

2. Las partes de la filosofía según Epicuro  
Para Epicuro, la Filosofía posee una función útil: liberarnos de las pasiones y de los dolores que turban nuestra alma para conseguir la felicidad. En este sentido, la Ética intenta decirnos en qué consiste nuestro bien, qué caminos es conveniente seguir, qué comportamientos debemos evitar y, al mismo tiempo, establecer las adecuadas normas de conducta.
Pero para poder llevar a cabo dicha tarea, es necesario el cultivo de la ciencia Física, con el fin de adquirir un conocimiento adecuado del mundo y de la naturaleza humana, y de la ciencia Lógica, Epistemología o Canónica, que nos muestra el valor de nuestras capacidades cognoscitivas y la metodología adecuada que permite distinguir lo cierto de lo erróneo. En consecuencia, en el pensamiento de Epicuro encontramos tres partes, a saber: la Canónica (o Epistemología), la Física y la Ética.

3. La teoría epicúrea del conocimiento
Según Epicuro disponemos de tres modos (o tres criterios) de conocimiento: las sensaciones, las anticipaciones (o prolepsis) y las afecciones (o pasiones). Las sensaciones son el fundamento de todos los demás conocimientos; pues constituyen el principal medio para captar la realidad y la única garantía que nos asegura la certeza de los contenidos cognoscitivos: la sensación nunca se equivoca, mientras que la memoria y el razonamiento conducen frecuentemente al error.
Epicuro dio una explicación mecanicista del conocimiento sensible, según la cual las sensaciones surgen por contacto de los órganos sensitivos con los objetos exteriores. Dicha explicación parece fácil en el caso del tacto y del gusto, pero resulta complicada cuando la referimos a otros sentidos: vista, oído y olfato. En estas situaciones, los epicúreos aludían a imágenes que, emanando de los objetos, llegan hasta los órganos de los sentidos, por ejemplo, en el caso de la vista, determinados ídolos o imágenes fluyen de las cosas y moviéndose con rapidez llegan hasta la "retina" en la que producen la sensación adecuada.
En cuanto a las anticipaciones (o prolepsis) son como opiniones o ideas generales que se dan en nosotros; se forman a causa de sensaciones anteriores y nos ayudan a percibir la realidad a partir de algún signo o de algún indicio, que nos presentan; por ejemplo, observando determinados rasgos que se me aparecen en la lejanía veo que viene un caballo, cuando oigo la palabra "vaso" en mi mente se dibuja tal objeto, etc.
Por lo que a las afecciones se refiere, se trata de sentimientos o estados de ánimo causados por las sensaciones y pueden ser solamente de dos clases: placenteras y dolorosas. Las primeras resultan positivas, las segundas negativas, y gracias a ellas distinguimos los objetos útiles de los perjudiciales.
Así pues, tanto las anticipaciones como las afecciones y, en último término, todos nuestros estados y conocimientos dependen de la sensación; ésta constituye la única garantía de nuestro conocimiento: sólo aquello que haya sido registrado, bien por una sensación pasada, bien por una sensación actual, puede ser admitido como real.