El tema de la transferencia aplicado a la psicología de la educación es un tema antiguo y nuevo a la vez. Antiguo porque es una creencia implícita y explícita de los educadores enseñantes: éstos, en general, creen que lo que el alumno aprende le servirá en una situación futura diferente; antiguo también porque gran parte de la bibliografía clásica datos de los años 1900 a 1950. Es también un tema nuevo dada la pluralidad de aportaciones surgidas a finales del siglo XX a diferentes campos de la psicología de la educación.
En la delimitación y concepto de la transferencia, en general, hay cierta unanimidad; será después, en la interpretación de la misma según las diversas teorías y puntos de vista, cuando se perfilarán diferencias y matices en la forma de entender e interpretar el proceso de la transferencia.
En general, decimos que hay transferencia cuando los conceptos, principios y destrezas adquiridas influyen en el aprendizaje de una nueva situación. En definitiva, se supone que se da la transferencia cuando los aprendizajes realizados por el sujeto influyen en acciones posteriores, cuando lo aprendido en una situación puede utilizarse en otra diferente. La transferencia implica, atendiendo a las revisiones de Clifford, una situación de aprendizaje inicial, aprendizaje primero, y otra situación de aprendizaje llamado aprendizaje segundo, que implica cierta novedad respecto a la primera situación.
Las diversas formas de transferir el aprendizaje a nuevas situaciones determina en parte la clasificación de la transferencia. Si consideramos los efectos que produce ésta, y atendemos a su cualidad, decimos que hay transferencia positiva si lo aprendido en una situación ayuda a aprender en otra o en nuevos aprendizajes. Otras veces lo que uno ha aprendido puede actuar como elemento inhibidor para otros aprendizajes, y en este caso estaremos ante una transferencia negativa. Klausmeier, Royer y Clifford, entre otros, además de la transferencia positiva y negativa, admiten la llamada o mal llamada transferencia nula, en la que el aprendizaje previo ni ayuda ni interfiere, por lo que difícilmente puede hablarse de transferencia. Si atendemos al proceso diacrónico, nos encontramos con la transferencia proactiva cuando el aprendizaje actual se transfiere facilitando o inhibiendo futuros aprendizajes, y éste es el caso más frecuente de transferencia; pero puede darse, también, la transferencia retroactiva, según la cual los aprendizajes afectan positiva o negativamente a aprendizajes anteriores; esto suele acaecer, por ejemplo, en los procesos de la memoria en que los nuevos aprendizajes alteran los esquemas de la memoria a largo plazo ya establecidos de antemano, aunque, lógicamente, produzcan después efectos proactivos. Atendiendo a la forma como se realiza la transferencia, suele darse la transferencia vertical, que se refiere a la capacidad de trasladar los conocimientos y destrezas adquiridos a otra unidad superior; así, por ejemplo, el aprendizaje de la suma puede ayudar al proceso de la sustracción o al de la multiplicación. Por el contrario, la transferencia lateral se da cuando de un aprendizaje se pasa a otro semejante dentro de la misma categoría. Royer introduce la clasificación de transferencia literal y figural en gran parte semejante a la transferencia vertical y lateral, pero aplicada al área del lenguaje. Atendiendo al tiempo transcurrido entre la primera situación de aprendizaje y la situación de transferencia, ésta se considera como cercana o lejana. Si contemplamos la semejanza entre las dos situaciones, podemos considerar la transferencia como cercana si los elementos de las dos situaciones son muy semejantes, y transferencia lejana cuando son dispares; este mismo concepto da lugar a otra distinción más popularizada en opinión de Royer y Travers: la transferencia específica y la no específica. En la situación de transferencia específica, los elementos de la primera situación son muy semejantes; en cambio, en la situación de transferencia no específica los estímulos son muy diferentes en las dos situaciones (tal sería el caso del proceso de "aprender a aprender"). Hay que advertir que la variedad de clasificaciones existentes implica en la práctica cierto solapamiento en el que no todas se excluyen, ya que los autores no realizan una clasificación teniendo en cuenta la literatura existente sobre el tema y añaden clasificaciones semejantes a las ya existentes con una terminología diferente.
Realizamos un intento de clasificar la transferencia según las diferentes formas de aprendizaje. Probablemente, al hablar de transferencia de los aprendizajes podemos considerar que ésta se adapta a los diferentes paradigmas y formas de aprendizaje, presentando diversas clases de transferencia. A pesar de las pocas aportaciones al respecto, autores como Ausubel y Travers describen la transferencia en relación con la memoria y el condicionamiento instrumental, respectivamente.
La transferencia en el condicionamiento clásico e instrumental en sus diversas modalidades ofrece un camino abierto a la transferencia. Así, la generalización de respuestas presenta cierto proceso de transferencia: el hecho de emitir respuestas semejantes ante un estímulo favorece la transferencia, y dentro de este proceso, el sujeto, con la generalización de respuestas, amplía la gama de respuestas que en otra situación facilitará incluso la discriminación. De forma parecida, la generalización de estímulos prepara la transferencia: al emitir la misma respuesta a estímulos semejantes el sujeto aprende a utilizar el mismo aprendizaje en una situación pacialmente diferente. En resumen, el proceso de generalización y discriminación de estímulos y de respuestas prepara al sujeto para dar la respuesta correcta en una situación diferente.
En lo que hace al aprendizaje asociativo, siguiendo las leyes de la asociación, se produce también la transferencia en las tres versiones, positiva, neutra y negativa. Esta transferencia es sumamente útil para el aprendizaje de idiomas. La familiaridad de las palabras y la relación lógica entre ellas son los elementos que facilitan la transferencia positiva. Conocer el nombre de las cosas en un idioma extranjero, enumerar la anatomía de un organismo, aprender el nombre de las piezas de una máquina, etc., son procesos que favorecen el aprendizaje asociativo y su correspondiente transferencia.
El aprendizaje de la memoria, íntimamente relacionado con el aprendizaje cognoscitivo y asociativo, tiene también una forma peculiar de transferencia: el material que llega a través del registro sensorial entra en la memoria a corto plazo, antes de integrarse en los almacenes o esquemas lógico-semánticos de la memoria a largo plazo
El aprendizaje por descubrimiento es una forma especial de transferencia; en él se ofrecen al sujeto las bases necesarias para que, de forma lógica, pueda deducir o descubrir un concepto nuevo. El aprendizaje por descubrimiento es, pues, una situación de transferencia en la que el primer y segundo aprendizajes están programados formando un solo proceso sin intervalo de tiempo.
Aunque la discriminación acompaña a los diferentes aprendizajes anteriomente enumerados, consideramos el proceso discriminativo por separado, puesto que incluye o implica por sí mismo una forma específica de transferencia. En general, se constata la transferencia en el aprendizaje discriminativo, y ya Graham en 1943 y Lawrence en 1949 comprueban que la discriminación obedece a criterios de utilidad. Dichos autores comprueban predominio del color sobre la forma y el tamaño en relación con la transferencia. Estudios más recientes confirman y matiza de forma específica dichas conclusiones. Nallan y Brown comprueban que hay mayor transferencia en la situación color-símbolo que la situación símbolo-color, pero de modo especial se constata una mayor transferencia cuando la segunda situación, la de la transferencia, está asociada a un refuerzo positivo, disminuyendo considerablemente dicha transferencia si la asociación se realiza con un estímulo aversivo. Se demuestra, pues, que la situación de la transferencia es susceptible de modificación también por el reforzamiento. En relación con el aprendizaje invertido, aprendizaje propio de los humanos, en el que se modifican los estímulos discriminativos que señalan la respuesta correcta, Duncan y Hogan comprueban: 1) la tendencia espontánea a regular nuestros gestos; 2) los niveles de dificultad de la tarea; 3) los mecanismos que implican capacidad perceptivo-motriz son los factores que determinan el nivel de transferencia en dicho aprendizaje. Atendiendo al proceso de aprender a aprender, los estudios de Brown y los de Clifford sugieren que el "aprender a aprender" implica de por sí un conjunto de estrategias que favorece un alto grado de transferencia; así, la utilización de principios, las estrategias de feedback y la comprensión de las actividades de uno mismo son factores altamente relacionados con la transferencia.
La transferencia se puede clasificar también atendiendo a la función de los diferentes receptores sensoriales. En relación con la transferencia intrasensorial, que incluye la capacidad discriminativa de diferentes receptores de una misma modalidad sensorial, Volkman en 1858, Dresslar en 1894 y Mukherjee en 1933, entre otros, constatan que este fenómeno sólo ocurre en zonas simétricas y depende del proceso de la percepción y de los centros corticales. Las pruebas realizadas con niños ciegos que aprendían a leer por el método Braille demuestran que la capacidad de discriminar y de codificar las diferentes formas táctiles se transfiere en un 88% de los sujetos. Dentro de esta misma línea de transferencia intrasensorial se demuestra que lo aprendido con un ojo se transfiere al otro en un proceso de discriminación de curvas. La transferencia intersensorial consiste en constatar si la actividad perceptiva de un sentido se transfiere a otro diferente. Oléron concluye que hay una transferencia positiva en un 74% si se pasa de la visión al tacto, y en un 84% si se pasa del tacto a la visión en discriminación de formas. Investigaciones posteriores obtienen resultados diferentes en cuanto a la proporción, pero se mantiene el predominio del tacto sobre la visión. Sin embargo, la unión del sonido con la visión aumenta la transferencia, y especialmente si se trata de sílabas o palabras sin sentido se constata un aumento de la transferencia de lo escrito al habla, pero no al contrario. La razón que se aduce es que tenemos más desarrollada el habla que la escritura. McNeil y colaboradores, dentro de la transferencia intersensorial en la solución de una tarea compleja, demuestran que en una situación de reconocimiento de palabras se produce una mayor transferencia visual-auditiva y viceversa siempre que el sujeto sepa relacionar los elementos integrados en la visión y la audición. Así, en la transferencia intersensorial habrá que tener en cuenta los procesos asociativos que faciliten la relación entre los sentidos. Decimos que hay transferencia bilateral cuando el aprendizaje debido a la actividad de un miembro (un pie, una mano, etc.) se transfiere a su respectivo miembro contralateral. De los diferentes estudios realizados se constata que en primer lugar se da la máxima transferencia entre miembros simétricos (mano - mano, pie - pie); en segundo lugar entre miembros homolaterales (mano derecha - pie derecho); finalmente, el menor grado de transferencia se da con los miembros cruzados (mano derecha - pie izquierdo, y viceversa). La frustración puede, sin embargo, modificar los resultados de la transferencia bilateral, y el grupo en estado de frustración creada por las críticas manifiesta una reacción de inhibición generalizada en el momento de ejecución de la nueva tarea.