sábado, 3 de noviembre de 2012

Las primeras civilizaciones urbanas: Religión y cultura

1.- La religión
En Mesopotamia se adoraba a distintos dioses, en honor a los cuales se realizaban largas ceremonias. Los mesopotámicos pensaban que los dioses dominaban el mundo y que los seres humanos habían sido creados para servirles; creían también en la existencia de otra vida después de la muerte.
Combinaban las creencias religiosas con la magia, la brujería y la adivinación: los sacerdotes se encargaban de revelar lo que estaba oculto y predecir el futuro, así como de interpretar los mensajes de los dioses.


En el Imperio Antiguo se instauró el
 culto al dios Ra.
Los antiguos egipcios también eran politeístas, es decir, rendían culto a numerosos dioses. Asimismo, creían que cada uno de ellos tenía una función determinada: por ejemplo, Ra era el dios del Sol, señor del cielo y origen de la vida; Osiris era el dios de los muertos, y Thot era el inventor de la escritura y señor del tiempo.
Las imágenes de los dioses egipcios eran una mezcla de persona y animal con la que se expresaba su naturaleza sobrenatural. Por ejemplo, el dios Horus, protector de la monarquía, tenía cabeza de halcón y cuerpo de hombre, y Hathor, diosa del amor y la alegría, era una mujer con cuernos de vaca y el disco solar en la cabeza.


Diosa Hathor
Dios Horus





















Según los egipcios, existía otra vida después de la muerte, y el espíritu necesitaba el cuerpo para seguir existiendo en la otra vida. Para ellos se realizaba la momificación, cuya finalidad era conservar al muerto con la misma apariencia que tenía en vida.

2.- La cultura
En Mesopotamia eran muy numerosas las bibliotecas. En ellas se ordenaban y almacenaban las tablillas de barro, que contenían todos los conocimientos que se iban adquiriendo. Se han encontrado bibliotecas en templos y palacios e incluso en algunas viviendas.
Las obras más importantes de la literatura babilónica son la epopeya de La creación del mundo y El poema de Gilgamesh.
El Código de Hammurabi, la más famosa de las estelas mesopotámicas, es la primera gran recopilación de leyes de la Antigüedad. En ella se representa al rey recibiendo las leyes directamente del dios Sol y se explica cómo debía aplicarse la justicia bajo la ley del talión, según la cual el culpable debe sufrir un daño igual al que causó.
El Antiguo Egipto destaca por su enorme aportación cultural. Hasta nosotros han llegado numerosos textos escritos, la mayoría de ellos de carácter religioso (como el Libro de los muertos, del que existen diversas versiones), pero también obras literarias (la Historia de Sinuhé, por ejemplo) y tratados científicos y técnicos.
Los textos se escribían en papiros, aunque pueden leerse, igualmente, auténticos "libros de piedra" en las paredes de numerosos templos y tumbas, sobre todo en las pirámides de Gizeh.


En esta escena del Libro de los Muertos, se describe la entrada en la Sala de la Verdad Absoluta y el juicio del hombre en presencia de Osiris, mientras Thot toma nota en su paleta de escriba.

3.- La ciencia
Tanto los mesopotámicos como los egipcios dieron un gran impulso a las matemáticas (tenían un complicado sistema de pesos y medidas) y a la astronomía. Los egipcios elaboraron un calendario bastante exacto: el año constaba de tres estaciones (inundación, invierno y sequía) de cuatro meses cada una. Cada uno de los doce meses constaba de 30 días, con lo que sumaban un total de 360 días. A estos, los egipcios añadían otros 5 días fuera de mes y de estación.
En Mesopotamia se ampliaron los conocimientos de geografía; se han encontrado numerosos listados con nombres de regiones, países, ciudades, montañas, ríos, canales, etc., así como planos de ciudades y sus alrededores.
La medicina fue la ciencia en la que más destacaron los egipcios. Se sabe que practicaron la cirugía y que tenían gran conocimiento de fracturas de huesos y otras dolencias, como demuestran los numerosos y antiquísimos papiros en los que se recogen diversos tratamientos para enfermedades del oído, del estómago, del corazón, del hígado, etc.

4. El arte en Mesopotamia
La arquitectura se caracteriza por el uso de ladrillos de adobe (barro cocido o secado al sol) de pequeño tamaño, del arco de medio punto y de la bóveda (techo curvo entre dos muros o apoyado en varios pilares o arcos).


La Puerta de Ishtar (Babilonia, siglo VII a.C.),
 actualmente en el Museo de Pérgamo de Berlín, 
  era originalmente una de las puertas de
acceso al recinto amurallado de la ciudad.
Destaca el uso del arco de medio punto y el
revestimiento de azulejos.
El barro no podía quedar al descubierto, por ser un material muy pobre y porque se deshacía, lo que obligó a revestir las construcciones con materiales más ricos, como el mármol, el alabastro o el azulejo. Las paredes interiores también se decoraban con relieves y pinturas.
Los principales edificios eran los palacios y los templos, que tenían numerosas dependencias. Al lado se solía construir una torre escalonada de varios cuerpos de gran altura, llamado zigurat, en la que se encontraba el santuario del dios y que también era utilizada como observatorio astronómico.
Los mesopotámicos llegaron a tener un gran dominio del arte de la cerámica, con la que hacían vasijas, sellos cilíndricos y tablillas. También realizaron mosaicos vidriados (pequeñas planchas de arcilla recubiertas de un barniz vítreo que proporciona un aspecto brillante). Los más famosos son La estela de los buitres y El estandarte de Ur, hecho de lapislázuli y conchas.

5.- El arte en Egipto
La arquitectura egipcia se caracteriza por los siguientes rasgos:
  • El tamaño colosal de sus construcciones.
  • El uso de enormes sillares, que son bloques de piedra rectangulares utilizados para la construcción de muros.
  • Las construcciones adinteladas, un tipo de arquitectura realizada con soportes verticales sobre los que se coloca una pieza horizontal o dintel.
  • La utilización de la columna como elemento sustentante.
Las construcciones más importantes fueron las de carácter religioso, como los templos, y funerario, como las tumbas.

Templo de Luxor. Desde este patio sin techo y con
columnas se accedía a la parte cubierta del templo.
Los templos se dedicaban a los dioses, y aquí vivían los sacerdotes. En la entrada de los templos se construía una avenida de esfinges, enormes estatuas de piedra que representaban animales fabulosos con cuerpo de león y cabeza humana. Esta avenida conducía a un patio sin techo y con columnas. Desde el patio se accedía a una sala cubierta, también con columnas, hasta donde pasaban los fieles; al fondo estaba el santuario del dios, sólo permitido a los sacerdotes.

Avenida de las Esfinges, en el templo de Amón, en Luxor

Para los egipcios, que creían en la vida más allá de la muerte, la tumba era tan importante como el templo.
Las tumbas podían tener forma de pirámide, como las de Keops, Kefrén y Micerinos, construidas en el siglo XXVII a.C.; de pirámide truncada (cortada por el extremo superior), también llamadas mastabas; o de pirámide escalonada, como la del faraón Zoser, en Saqqqra. Dentro de las pirámides existen gran cantidad de salas y pasillos que tenían la finalidad de camuflar el camino que conducía a la cámara mortuoria del faraón, donde se escondían fabulosos tesoros. La construcción de las pirámides era dirigida por grandes arquitectos y en ellas trabajaban miles de esclavos.


Pirámide escalonada de Saqqara
Se calcula que, para construir la pirámide de Keops, se emplearon unos 6 millones de toneladas de piedra y trabajaron en torno a unos 100.000 hombres durante 20 años.

Pirámide de Keops
Se trata de una construcción gigantesca para albergar el sarcófago del faraón, situado en una cámara subterránea. Dispone de un complejo sistema de pasadizos que estaba destinado a desorientar a los posibles saqueadores.
Para mover los gigantescos sillares, se valían de un instrumento singular y abundante en Egipto: la arena.
Los egipcios también construyeron tumbas excavadas en la roca, como la de la zona conocida como el Valle de los Reyes.
Estas grandes tumbas estaban reservadas al faraón, su familia y los altos funcionarios. El resto de la población era enterrada bajo arena del desierto.
Tumba de Ramsés II en Abu Simbel,
Valle de los Reyes - Siglo XIII a.C.
Otras artes relevantes en la cultura egipcia son la escultura y la pintura. En ambos casos, las figuras humanas se presentan en posición estática, rígidas, sin movimiento y con rostros inexpresivos. Se realizaron para dar sensación de eternidad, lo que explica su gravedad e inmovilidad.
La escultura es diferente según represente al faraón o a nobles y funcionarios. Las esculturas del faraón y su familia son figuras idealizadas, eternamente jóvenes y de grandes proporciones, como la estatua sedente de Kefrén o la de Ramsés II. En cambio, las de los nobles y funcionarios son mucho más realistas, con una clara tendencia a la naturalidad, como se refleja en la escultura de El Alcalde, tallada en madera, y en otras figuras de escribas sentados en el suelo, con las piernas cruzadas y escribiendo sobre una tablilla.

El Alcalde,
Museo de El Cairo
(entre 2500 y 2350 a.C.)

Pinturas en la tumba de Nefertari,
 esposa de Ramsés II.
 Nefertari aparece acompañada
de Ra (dios del Sol) y de Horus (dios del Cielo).
La pintura servía para dar culto a los dioses, acompañar a los muertos o decorar el interior de los palacios, templos y pirámides. La figura humana se representa con las piernas y la cabeza de perfil y el torso de frente. Los colores son planos, sin volumen, y los temas muy variados, como escenas de guerra, de la vida cotidiana o maravillosas representaciones de animales. Las pinturas solían estar destinadas a las paredes de las salas mortuorias, pero también adornaban los papiros de carácter funerario.

Los egipcios también destacaron en orfebrería: realizaron diademas, collares, coronas y todo tipo de adornos de cobre, bronce, oro y plata.
También trabajaron la cerámica. Destacan las técnicas del barro cocido y la cerámica vidriada para vasijas, mosaicos y amuletos.