1. Generalidades
Los historiadores Marc Bloch y Lucien Febvre tuvieron una significación especial en torno a la Revista Annales, fundada en 1929, y en la renovación del concepto de historia, en la apertura de nuevos horizontes, en el llamado a la colaboración entre las distintas ciencias del hombre. Y también se dieron algunos problemas acerca de la concepción de la historia en los fundadores de los Annales y sus principales seguidores.
Marc Bloch y Lucien Febvre |
Es importante reconocer como uno de los méritos de Bloch y Febvre su amplitud de visión, su incansable curiosidad, su apertura a las otras ciencias del hombre. Los Annales se convirtieron desde el principio en un lugar de diálogo, y las ambiciones de sus fundadores dieron resultados enormemente positivos. Al explicar por qué habían elegido una palabra tan vaga como "social" para titular los Annales en su primera fase, Febvre indicó que era precisamente para no "rodearse de murallas".
En realidad, las ideas de Bloch y Febvre no eran nuevas. Desde principios de siglo, Henri Berr había esbozado la crítica a la historia positivista. El gran mérito de Bloch y Febvre es no sólo haber retomado dicha crítica, llevándola hasta sus últimas consecuencias, sino y sobre todo haber desarrollado un nuevo tipo de historia; haber mostrado que era posible una alternativa práctica a la historia positivista. Como el acento fue puesto en los problemas metodológicos, la obra de Bloch y Febvre fue continuada por sus discípulos en una gama muy variada de direcciones. Como lo indica Barraclough:
El punto esencial acerca de la nueva historia, la característica que la hizo tan ampliamente aceptable, fue que no buscó dar fuerza a un nuevo dogma o filosofía sino que suscitó una nueva actitud y nuevos métodos; no ató al historiador a un rígido lecho de teoría, sino que abrió nuevos horizontes.
Bloch y Febvre creían mucho más en la práctica que en el discurso teórico como elemento renovador de la historia. Así, por ejemplo, no debe buscarse en ambos autores una teoría elaborada acerca de la sociedad. Por esto es hasta cierto punto incorrecto hablar de "escuela de los Annales", en el sentido de una escuela que provee respuestas a una serie de cuestiones sustantivas. La actitud de Bloch y Febvre fue esencialmente metodológica, volcada hacia la práctica de la historia.
2. Orientaciones básicas
En la nueva historia hubo tres campos de interés delimitados: 1) los estudios de estructura; 2) los estudios de coyuntura; 3) los estudios regionales.
Las grandes obras de Ernest Labrousse sacaron a la luz, en los años 30, la estructura y coyuntura de la economía de ancien régime, integrando al análisis de las crisis los aspectos demográficos y sociales. Jean Meuvret, en 1946, analizó explícitamente el rol de los factores demográficos, abriendo el camino a un estudio más profundo de las crisis de subsistencia que el advenimiento de la demografía histórica confirmó plenamente, completando así lo que podríamos llamar un modelo de la economía de ancien régime, comúnmente opuesto al de la economía industrial capitalista.
Desde los años 1920, obras como la de Gaston Roupnel sobre la campaña de Dijon, o la admirable síntesis de Marc Bloch, prestaron gran atención a la evolución a largo plazo de las estructuras rurales, las condiciones técnicas, los sistemas agrarios, las relaciones entre el hombre y el medio natural. En los años 1940, la obra de Fernand Braudel eligió un horizonte aún más amplio, integrando los aspectos demográficos y la permanente interacción entre el grupo social y el medio natural al mayor legado de Labrousse: el estudio de las consecuencias sociales de la coyuntura económica. El medio natural, la geografía, una aburrida constante en los estudios históricos, se convirtió desde entonces en un punto de reflexión, cuando nuevos estudios mostraron sus variaciones en el tiempo largo. La mutua interrelación entre las estructuras geográficas, económicas, sociales y políticas, planteadas en sus dimensiones temporales, pasó a ser el centro de atención de los historiadores.
Fue muy marcado también el interés por los estudios regionales. La limitación del marco de análisis a la región se justifica por diversas razones:
3. La historia serial y sus diversas dimensiones
A partir de la segunda guerra mundial, la escuela francesa se ha movida, sin abandonar las tres direcciones básicas ya mencionadas, en campos de interés cada vez más amplios.
Una primera apertura es la continuación de la obra de Labrousse sobre el ancien régime francés. La tesis de Pierre Goubert, publicada en 1956, confirmó ampliamente los aspectos demográficos de las crisis de subsistencia y reveló la riqueza de los archivos parroquiales. Por la misma época, los estudios de demografía histórica de Louis Henry y sus discípulos agregaban nuevos instrumentos metodológicos al ya considerable bagaje del historiador.
Los estudios de historia serial se ampliaron considerablemente y superaron pronto la mera historia de precios. Se pasó a estudiar también el movimiento de los puertos, las rutas y en general el tráfico comercial. Deben destacarse las obras de Pierre Chaunu, Frédéric Mauro, Pierre Jeannin, entre otros. Es de notar que esta historia de puertos, rutas y tráficos, que en ciertos casos incluye también la historia de empresas, utiliza por lo general el marco teórico del "capitalismo comercial", idea bien conocida en Francia por las obras de Henri Pirenne y Henri Sée.
La novedad más reciente ha sido sin duda los estudios regionales que analizan la coyuntura de un período comparando sistemáticamente la evolución a lo largo de diferentes variables: población, producción, precios y salarios, construyendo a partir de ahí un modelo dinámico. Es el caso de las grandes tesis de Baehrel, Vilar y Le Roy Ladurie.
No podemos dejar de mencionar también otros campos de interés más recientes: las mentalidades colectivas, el estudio de las estructuras sociales con métodos cuantitativos, finalmente la historia climática, en los límites de la preocupación del historiador.
Bloch y Febvre fueron precursores en casi todos los aspectos y campos de investigación que acabamos de mencionar.
4. La construcción de modelos
Bajo la influencia manifiesta de la economía, algunos historiadores se han preocupado por la construcción de modelos históricos. Resulta importante mencionar aquí, por sus vinculaciones estrechas con la escuela de los Annales, la obra de Witold Kula, en la que se intenta construir un modelo económico global para explicar el funcionamiento de la economía polaca en los siglos XVI a XVIII.
Kula considera que la construcción de modelos de sistemas económicos debe efectuarse según los siguientes criterios:
Sin llegar a explicitar su modelo como lo hace Kula, en las posteriores tesis de historia regional francesa encontramos muchas veces lo que podríamos llamar modelos implícitos que nos dan el funcionamiento de las sociedades estudiadas en todos sus niveles, o por lo menos gran parte de ellos: tal es el caso de las obras ya mencionadas de Goubert, Vilar y Le Roy Ladurie.
5. Conclusión
Hemos subrayado la riqueza y variedad de la aportación de la escuela de los Annales. Conviene reflexionar ahora sobre algunos aspectos, posiblemente menos positivos. En primer lugar, la historia política quedó, frente a la historia económica y social, relegada a un plano demasiado secundario. Hoy parece indispensable emprender una renovación de la concepción y la manera de hacer la historia política; no cabe duda de que el enfoque seguirá siendo esencialmente estructural y planteará entonces la historia política en términos de una historia de las estructuras del poder.
Por otra parte, el énfasis en los estudios de estructura acostumbró a los historiadores a moverse en un cierto marco de referencia que hacía difícil reflexionar sobre el pasaje de una estructura a otra. Como lo ha notado Le Roy Ladurie esto lleva a recurrir, de una forma inesperada, al acontecimiento como factor explicativo para dar cuenta del problema del cambio de estructura. Evidentemente ello ocurre por carecerse de una teoría adecuada. Sin embargo, no seamos injustos con Bloch y Febvre. En sus trabajos sustantivos resolvieron satisfactoriamente el problema, pero no legaron ninguna receta sobre cómo hacerlo. Hubiera ido contra sus principios más caros.
Finalmente, es necesario notar que para Bloch y Febvre el oficio de historiador implicaba una responsabilidad social, muy típica de quienes vivieron las crisis profundas de las dos guerras mundiales, pero que sus discípulos no siempre siguieron. Para Bloch y Febvre la historia debía de plantear problemas, respondiendo a las inquietudes de cada momento histórico.
En 1946, en el manifiesto de los nuevos Annales, Lucien Febvre indicaba que una historia problemática es una forma de conciencia que "permitirá a sus contemporáneos [los del historiador], a sus conciudadanos, comprender mejor los dramas de que van a ser, de que ya son, todos juntos, actores y espectadores". La historia aparece entonces como iluminación del presente y "deja de aparecer como una necrópolis dormida por la que sólo pasan sombras despojadas de sustancia".
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