Genéricamente, sería guiar el aprendizaje, conocer a los alumnos más individualmente y controlar las dificultades de las disciplinas académicas y de las actividades formativas. Requiere una filosofía funcional y una comprensión teórica de los principios y objetivos de la instrucción de tal manera que el orientador pueda guiar al maestro sobre qué hacer y cómo hacerlo.
Los aspectos básicos podrían resumirse, sintetizando demasiado, en que el orientador debe reconocer las dificultades individuales en el aprendizaje y recurrir a los métodos de enseñanza individualizados y personalizados, que, a su vez, exigen un alto grado de eficacia instructiva. Ésta trata, entre otras cosas, de:
a) Analizar los procesos de aprendizaje específicos de cada materia (lectura, escritura, cálculo, por ejemplo, en los grados elementales).
b) Programar las lecciones en función de unos objetivos previos muy bien diseñados.
c) Delimitar las prioridades de los contenidos a enseñar y los hábitos de estudio y pensamiento que hay que conseguir.
d) Prever las dificultades que el alumno "medio" habrá de superar.
El trabajo del orientador está dirigido preferentemente al grupo y se coordina con el del resto de la plantilla de profesionales. Sin esta aquiescencia no se podría progresar con eficacia.
En cuanto a la preocupación por los niños con necesidades específicas, se tienen en cuenta aquellos con carencias físicas, emotivas, sociales e intelectuales, y los superdotados, con puntuaciones intelectuales superiores a la media. Se tratará de equilibrar las necesidades de toda la población estudiantil, apreciando el hecho de que todo ser humano precisa ser reconocido por los demás, triunfar, gozar de independencia y ser aceptado por y por encima de sus características diferenciales.
En el marco de la orientación escolar son indispensables el diagnóstico pedagógico y el psicológico. Toda una gama de técnicas de medida, evaluación e interpretación del progreso o maduración natural que recoja datos tempranos detectores de posibles atrasos u obstáculos son del dominio de un buen equipo orientador.
El diagnóstico discurre a través de un minucioso análisis de las condiciones físicas, sensoriomotrices, neurológicas e incluso de personalidad de un niño, que aporta infinidad de datos de su desarrollo evolutivo, comparándolos con los estándares admitidos en las ciencias de la educación y de la conducta. No olvida, tampoco, lo referente a la madurez social y ambiental, intentando traducir los rasgos relacionales del sujeto estudiado con la familia, la escuela y la sociedad entorno. Algunas tendencias se centran en diagnosis más generalistas que analíticas; a otras les parece más apropiado el diagnóstico individual que el del grupo, etc.; pero, de hecho, la acción preventiva es el interés prioritario de todas ellas.
Al orientar se tienen en cuenta las distintas fases del desarrollo personal, escolar y social del alumnado en sus distintos grados y se comparan con el conjunto de objetivos o metas programadas previamente para cada nivel de escolarización. Si tras una cuidadosa comprobación de los niveles de rendimiento se empiezan a detectar anomalías evolutivas, se intentará averiguar la etiología de las mismas para un posterior y urgente tratamiento pedagógico o psicológico.
Dado que en la mayoría de los casos el diagnóstico usa instrumentos -estandarizados y no estandarizados-, ha sido, y es, pábulo de continuadas críticas y discusiones. Las estrategias argumentadoras, los diagnósticos implícitos y explícitos, sus problemas fundamentales referidos al tratamiento y a la conducta, su entidad de mediador para la toma de decisiones, la precisión de diagnosticar estatus o procesos, la incidencia de estas técnicas en la modificación de conducta, etc., son tópicos actualmente muy discutidos y barajados sin que se haya llegado a acuerdos definitivos entre pedagogos y psicólogos.
A pesar de todo, las metodologías del diagnóstico en las etapas escolares pueden ser altamente atractivas y esclarecedoras para maestros, padres, tutores y alumnos, ya que lectura, escritura y cálculo son las materias instrumentales básicas que se benefician del estudio diagnóstico y pronóstico y de los posteriores tratamientos, campos éstos reservados específicamente a la orientación. Numerosas prescripciones metodológicas, corrientes pedagógicas revolucionarias y baterías instrumentales han nacido para la pedagogía precisamente a raíz de este afán preventivo de la orientación escolar.
2. La orientación vocacional
La orientación vocacional deviene actualmente una auténtica educación e intenta formar al individuo en el proceso madurativo para tomar -comprometidamente- decisiones profesionales y ocupacionales. Países avanzados y con previsión sociolaboral a medio plazo se esfuerzan a mantener bien informada a la población escolar y a las familias. Todas las cuestiones relacionadas con la profesiografía, la exploración de las aptitudes profesionales, la información ocupacional y profesional, la selección del personal de empresas, la política de empleo, la formación profesional y los problemas laborales componen, a grandes rasgos, el ámbito de estudio de la orientación vocacional.
En la adolescencia conviene hacer reflexionar al educando sobre sí mismo y el mundo profesional, sobre quién es él y hacia dónde va. Y así, son críticas estas preguntas: ¿dónde estoy?, ¿quién soy?, ¿qué voy a hacer?, ¿cómo lo haré?, que implican un paralelismo en el ámbito educativo con las siguientes respuestas: conocer las oportunidades, conocerse a sí mismo, formar la decisión y prepararse para las épocas de transición. El equipo orientador se esfuerza en conocer y desbrozar los factores que influyen en la decisión vocacional y que podríamos sintetizar en el listado siguiente:
- Nivel intelectual
- Aptitudes
- Escolarización
- Familia
- Personalidad, autoconcepto y autoestima
- Valores y sistemas axiológicos
- Estereotipos y expectativas
- Intereses, realismo, aficiones
- Diferencias sexuales e influencia del medio
- Grupos de presión y percepción del papel que se desempeña en la sociedad
La información profesional y ocupacional con un tratamiento de representación profesional y de confrontación de uno mismo con el mundo laboral es el nudo gordiano de la orientación vocacional. Sin la información, el individuo no puede elegir; sin la elección libre, el individuo no puede tomar decisiones responsables. Los sistemas de información profesional gozan en algunos países de prioridad en los sistemas orientadores y proporcionan al ciudadano todo tipo de referencias, fuentes y recursos. Sin este paso previo sería improductivo el desarrollo de un programa orientador realista.
La información profesional es compleja, y no todas las organizaciones pueden prestarla sin más. Para iniciarla en la escuela se propone una metodología mínima que juega con tres dimensiones elementales: 1) el conocimiento estricto del mundo laboral; 2) el conocimiento del propio yo, modo de ser y estilo de vida; 3) la confrontación de esos dos elementos previos, sociológico e individual.
3. La orientación personal
La orientación personal o consejo es un proceso por el cual una persona con problemas -que no le incapaciten para poder reflexionar sobre sí mismo- es auxiliada por el orientador -o consejero- para sentir y actuar de un modo personalmente más satisfactorio. Esta ayuda se centra en la relación o comunicación dual, cara a cara, mediatizada por la entrevista y con objetivos tendentes a la adaptación, la autonomía psicológica, el ajuste a las responsabilidades sociales y la salud emocional del orientado, entre otros.
Las actuaciones del consejero pueden estar condicionadas por su adscripción a teorías comúnmente aceptadas, tales como la de rasgos y factores, psicoanalítica, perceptivo-fenomenológica, del aprendizaje, de la terapia existencial o ecléctica, entre otras. La herramienta fundamental de esta relación de ayuda es la entrevista, que pretende establecer una comunicación positiva con el orientado proporcionándole un marco de referencia estructural donde acogerse, ayudándole a expresar sus emociones, sentimientos o inquietudes de tal manera que aprenda a estar alerta ante sus reacciones emocionales y sus necesidades vitales.
El consejo es la clase de orientación más elaborada debido a su carácter de aplicación individual, y en nuestro país estamos muy lejos de conseguir cotas que nos iguales a los más adelantados. A pesar de ello, se hacen esfuerzos respecto al asesoramiento a padres de alumnos problema, a adolescentes, y en ciertos tipos de tutoría, tanto en la enseñanza primaria como en la secundaria.