viernes, 28 de diciembre de 2012

Los filósofos presocráticos

Conocemos con el nombre de presocráticos a todos aquellos filósofos anteriores a Sócrates cuya actividad científica se prolongó desde finales del siglo VII a principios del V a.C.
Desde el punto de vista histórico, Sócrates aparece como la figura central en el nacimiento y en la posterior evolución de los problemas filosóficos, en él culminó la primera etapa de la filosofía griega y de él comenzaron a surgir los nuevos planteamientos que dieron cauce a las grandes concepciones del siglo IV a.C. en las obras de Platón y de Aristóteles.
Como características generales comunes a todos los filósofos presocráticos podemos señalas las siguientes.
  • Casi todos ellos provenían de la periferia del mundo helénico, predominantemente de las costas del Asia Menor y de las colonias de Sicilia y la Magna Grecia. El primer filósofo ateniense del que tenemos noticia es Archelaos, discípulo de Anaxágoras y maestro de Sócrates, aunque desde el punto de vista de sus aportaciones posee un escaso relieve.
  • Sabemos, en la mayor parte de los casos, cuál es su localidad de origen, pero nos resultan imprecisas las fechas de su nacimiento y de su muerte.
  • Se ha perdido casi la totalidad de su obra escrita, de tal modo que sus realizaciones y sus opiniones nos han llegado, con grandes lagunas, a través de fuentes indirectas citadas por diversos autores del siglo IV a.C., entre los que destacan Platón, Aristóteles y otros muy posteriores, los doxógrafos: Sexto Empírico, Diógenes Laercio, Simplicio, etc., muchos de los cuales, sobre todo Platón y Aristóteles, tienden a interpretar los pensamientos que nos transmiten desde sus propias posiciones intelectuales; por consiguiente, con frecuencia, resulta muy difícil determinar el auténtico significado de sus textos.
1. Los problemas principales

La mayoría de los filósofos primitivos creyeron que los únicos principios de todas las cosas eran los de índole material, pues aquello de lo que constan todos los entes y es el primer origen de su generación y el término de su corrupción es, según ellos, el elemento y el principio de los entes. Y por eso creen que ni se genera ni se destruye nada, pensando que tal naturaleza se conserva siempre.
Pero cuanto al número y a la especie de tal principio, no todos dicen lo mismo.
Aristóteles, Metafísica

El problema principal planteado por los pensadores presocráticos fue el del arjé. Se trataba de investigar el principio fundamental de la realidad, aquello de lo que todo brota y a lo que todo vuelve. De la nada nada puede surgir, en consecuencia, tiene que existir una realidad primera, arjé, de la cual se deriven todas las demás. En este sentido, los filósofos presocráticos entendieron por arjé:
  • Lo primero en el orden del ser, es decir, la primera realidad, aquello de lo que cualquier otra deriva o procede.
  • El sustrato o fundamento que se encuentra presente (y permanece invariable) en el curso de todos los cambios, esto es, lo que en último término toda otra realidad es.
  • La fuerza rectora o naturaleza (physis) que gobierna y explica (o posee la razón de) cualquier otro género de realidad, sus estructuras, sus cambios, sus propiedades y su actividad.
De acuerdo con las características enunciadas, nada se engendra ni nada se corrompe, ya que el arjé, en tanto en cuanto realidad primera como principio y sustrato de todas las cosas, se encuentra presente en todos los cambios, permanece inmutable a lo largo de todos ellos y regula su actividad.
Junto con este problema, destaca el de las facultades cognoscitivas humanas. En este aspecto, los primeros filósofos griegos propendieron a contraponer el conocimiento sensible a la razón y, en general, opinaron que los sentidos eran fuente de error, que por medio de ellos no podíamos llegar a la verdad, sino que ésta sólo podía alcanzarse en virtud del conocimiento intelectual, gracias a la razón.

2. Los pensadores más destacados

En este apartado vamos a exponer las principales corrientes filosóficas que precedieron a Sócrates.

 A  - Los milesios
Según la tradición histórica occidental, la Filosofía tiene su inicio en Mileto, colonia griega del Asia Menor, y Tales de Mileto pasa por ser el primer filósofo de nombre conocido. Según Tales, el arjé es el agua, puesto que de ella todo procede y a ella todas las cosas vuelven y, asimismo, dicho elemento se encuentra presente en todas las cosas.
Posteriormente, Anaximandro indicó que el principio fundamental de la naturaleza es el ápeiron (lo indeterminado, lo ilimitado, sin distinguir el aire, el agua o cualquier otra cosa), y según Anaxímenes, el aire.

 B  - Los eléatas
Hacia finales del siglo VI a.C., en Elea, colonia en la Magna Grecia, al sur de la península itálica, floreció una escuela cuyas figuras principales fueron Parménides y Zenón. Según estos filósofos, la realidad es el Ser, lo que es, lo único que plenamente es.
Parménides distinguió dos vías de conocimiento: la vía de la opinión (dóxa) y la vía de la verdad (epistéme); según él, la vía de la opinión significa la actitud cognoscitiva espontánea, el testimonio de los sentidos, es la vía que siguen los "vulgares mortales" y conduce a la ilusión, a las apariencias, al error. Parménides sitúa en esta vía las teorías cosmológicas de los milesios. En cambio, la vía de la verdad se corresponde con la auténtica vía de investigación y, por ella, se llega al verdadero conocimiento, ésta consiste en una deducción racional perfecta, mediante la cual se pone de relieve que el Ser es y es imposible que no sea y el No-Ser no es y ni siquiera puede ser pensado.
De este modo, intentó poner de relieve la coincidencia del pensar con el Ser (con la realidad). Los sentidos carecen de capacidad para suministrarnos la verdad y a ésta sólo podemos acceder mediante el ejercicio de la actividad lógico-racional que pone de manifiesto que la realidad, el Ser, siempre es. Entre el Ser y el No-Ser (la nada) no puede darse un término medio, en consecuencia, no puede haber diferencias dentro del Ser, pues sólo la nada es distinta al Ser; pero la nada nada es (es decir, no es) y, por tanto, no puede diferenciar. Se pone en evidencia, pues, que el Ser es uno, inengendrado, imperecedero, perfecto, inmóvil e indivisible, todo semejante a una esfera perfecta cuyos puntos son perfectamente equidistantes del centro: es Ser es siempre acabado y completo, esto es, perfecto.


Heráclito (535-484 a.C., aprox) 
 C  - Heráclito de Éfeso
Heráclito de Éfeso, coetáneo de Parménides, es conocido por ser el filósofo del movimiento, del devenir; según él, todo se encuentra perpetuamente en cambio (panta rei): "nadie puede bañarse dos veces en el mismo río"; las cosas se mudan en sus contrarios sin detenerse jamás; el mundo, la realidad, es semejante a un fuego que continuamente se enciende y se apaga de acuerdo con determinada medida, la cual viene dada por el Lógos.
De este modo, mediante el Lógos, Heráclito parece introducir un orden, una medida, una realidad estable que sirve de norma (o de orden y armonía) a la continua variación de la realidad, pues todo sucede de acuerdo con el Lógos. El Lógos constituye, así la ley del cambio.

 D  - Los pluralistas
Parménides y Heráclito influyeron de un modo notable en la orientación que los filósofos posteriores dieron a sus teorías. De Parménides quedó asentado su principio según el cual de la nada nada puede surgir (del No-Ser no puede surgir el Ser), por consiguiente, si algo existe ha debido existir siempre algo. Por otra parte, Heráclito había puesto de relieve la realidad del cambio y de la mutación: todo corre.
Podemos afirmar que, en cierta medida, los filósofos pluralistas, Anaxágoras, Empédocles y Demócrito intentaron conjugar ambas posiciones. Estos pensadores, por una parte, admitían la existencia de unas realidades primarias, inmutables, inengendradas e imperecederas, es decir, unas realidades que poseerían las cualidades del ser de Parménides, salvo la unicidad; mas, por otra, mediante la combinación y el intercambio de estas realidades originarias se explicaría el movimiento, la variación y el surgir de las diferentes cosas y objetos o, expresado de otra manera, de acuerdo con Heráclito, toda la realidad se encontraría en perpetua variación y cambio; pero en este movimiento existirían determinadas realidades que no sufrirían alteraciones, que permanecerían inmutables, siempre idénticas a sí mismas, y todas las modificaciones consistirían en el entremezclarse y combinarse de ellas de múltiples modos.
A estas realidades primarias, inmutables, inengendradas e imperecederas Anaxágoras las denominó homeomerías (partes semejantes). Según este autor, las homeomerías existirían desde siempre, serían cualitativamente diferentes unas de otras, constituirían las semillas de todas las cosas y, en consecuencia, combinándose de infinidad de modos darían lugar a todas las variedades de la realidad.
Empédocles, por su parte, se refirió a los cuatro elementos: fuego, aire, agua y tierra, como principios inengendrados y permanentes que difieren cualitativamente entre sí, y mediante cuya combinación se originaría la pluralidad de los seres. Mientras que Demócrito explicó la formación de la realidad recurriendo a los átomos (sin corte), que constituirían las partículas elementales, cuantitativamente distintas unas de otras, que, moviéndose en el vacío y combinándose entre sí, irían formando los diferentes objetos.

 E  - Los pitagóricos
Pitágoras (580-495 a.C.)
Los pitagóricos constituyeron una amplia escuela fundada por Pitágoras de Samos hacia mediados del siglo VI a.C. que, establecida preferentemente sobre diversas zonas de la Magna Grecia, duró hasta el siglo IV. Sus preocupaciones principales se referían a los números (las Matemáticas), la Astronomía y la Música, que según ellos guardaban una intrínseca relación entre sí.
Los números, en esta concepción, constituirían el principio (arjé) y el fundamento o suprema realidad de las cosas. En este sentido, toda la realidad sería proporción y armonía, y dicha proporción y armonía se pondría de relieve tanto en el orden del cosmos como en el movimiento y en la distancia de los cuerpos celestes entre sí o en las relaciones de las distintas notas que constituyen la escala musical.