El método comparativo en el ámbito educativo no ha alcanzado todavía un nivel de desarrollo que podamos llamar concluyente. Sin embargo, algunos comparatistas se han ocupado ampliamente de los fundamentos teóricos del método comparativo en pedagogía, a fin de justificar su validez como método científico. El objetivo principal de esta fundamentación teórica es sobre todo aportar luz sobre la naturaleza de la comparación. El pedagogo alemán Franz Hilker apunta dos aspectos o formas de concebir la comparación.
Primeramente, la considera como una descripción en la que se unen diversas actividades de observación, de análisis y de coordinación. Todas ellas forman parte de un conjunto o sistema de interrelaciones, predominando unos u otros aspectos según sea el caso que nos ocupe.
El otro aspecto o forma de penetrar en la comparación es considerándola en su sentido dinámico, funcional; es decir, activo. En palabras del propio Hilker, la comparación sería una acción de "pensar en relación".
Este segundo aspecto o forma de concebir la comparación se corresponde con la filosofía y el espíritu de la "teoría de las corrientes educativas" del prestigioso Pedro Rosselló, el cual nos plantea en su obra el sentido de una educación comparada dinámica, entendiéndola como "el estudio de la vida de una corriente educativa, de su progreso evolutivo, de su tendencia al alza, a la estabilidad, o la baja". En este sentido, Rosselló nos indica el planteamiento descriptivo y explicativo de la educación comparada dinámica para llevar a cabo el estudio de las corrientes y el movimiento de las mismas.
La metodología comparativa viene definida por un amplio sistema de relaciones y de interrelaciones; y en educación, este sistema relacionante propio de la comparación se hace más complejo por las diversas variables que intervienen en el proceso educativo y en el análisis del hecho educacional.
El punto de partida de toda comparación presupone una concepción apriorística de desigualdad o diferencia. Es decir, en cualquier comparación se rechaza, o más bien no se admite, un planteamiento de mismidad.
Por otra parte, la comparación debe contar de forma indispensable con uno o más criterios, en función de los cuales sea posible ordenar y relacionar las diferentes variables que se pretenden estudiar. Por consiguiente, resulta absolutamente necesario conocer a fondo el término o criterio de la comparación, ya sea cuantitativo o cualitativo, o ambos al mismo tiempo.
La finalidad principal de la comparación educativa, además de afirmar la existencia de los sujetos de la comparación, es el descubrimiento de las semejanzas, diferencias y diversas relaciones que se pueden establecer. Por ello, cabe suponer una afinidad o proximidad geográfica e histórica para que sea posible la comparación educativa.
Otro aspecto de capital importancia en educación comparada es el conocimiento exhaustivo de la realidad social y cultural. Sería, pues, inimaginable un análisis comparativo de teorías pedagógicas, de planificación o programación, o de métodos de enseñanza, en el que no interviniera un juicio razonado de la realidad sociocultural en la que se pretende llevar a cabo el análisis comparativo.
En síntesis, podemos indicar que la educación comparada es por un lado y desde un punto de vista científico una metodología de trabajo de la pedagogía, a partir de la comparación de fuentes, situaciones, instituciones, etc.; y por otro lado, el estudio de los diferentes sistemas educativos en el mundo -teórica y prácticamente-, o parcelas o aspectos de los mismos.