La pedagogía comparada se nos presenta como una de las diversas ciencias de la educación que, al igual que otras, experimentó un inusitado desarrollo desde mediados del siglo XX. Su implantación como disciplina en los curricula de ciencias de la educación de las universidades de los cinco continentes resulta evidente en la actualidad.
El crecimiento y desarrollo de esta materia se debe a factores de diversa índole, que podríamos agrupar en tres tipos:
a) Encontramos, por una parte, unas causas extrínsecas que podemos sintetizar en el desarrollo más o menos paralelo de otras disciplinas o materias afines, que, desde puntos de vista netamente externos a la pedagogía comparada, inciden, presionan y, en última instancia, favoceren su desarrollo. Sería el caso de materias como la sociología de la educación, la psicología de la educación, la filosofía de la educación, etc., y en un sentido más amplio, el propio desarrollo de las ciencias sociales y humanas.
b) En segundo lugar, unas causas intrínsecas, que se corresponden con el propio crecimiento interno de la pedagogía comparada, que a través de sus cátedras e institutos universitarios, de sus conferencias, congresos y seminarios, y de sus múltiples investigaciones, revistas especializadas y publicaciones diversas, ha dado lugar al desenvolvimiento de la propia disciplina.
c) Finalment, un conjunto de factores difíciles de enmarcar por su complejidad han estimulado asimismo, desde los inicios de la segunda mitad del siglo XX, el progreso de la pedagogía comparada. Se trata de causas diversas, como las innovaciones y reformas de los sistemas educativos, las nuevas formulaciones de política educativa, la vocación hacia la educación informal y la educación permanente, las nuevas perspectivas de educación internacionalista y mundialista, y un largo etcétera que quizá podríamos aglutinar en una relación de factores que diversamente vinculados con los organismos internaciones de educación -UNESCO, OCDE, Consejo de Europa-, y potenciados por ellos, ejercen una decisiva influencia, no ya sólo en los sistemas educativos nacionales, sino también en la propia trayectoria y estructura de la pedagogía comparada.
Quienes se inician en el estudio de la pedagogía comparada se ven sorprendidos generalmente por la falta de claridad de los planteamientos conceptuales básicos de la disciplina, lo cual constituye una importante dificultad para los estudiantes y nos impone la necesidad de presentar una didáctica de la materia lo más clarificadora posible. Esta necesidad nos conduce a precisar su naturaleza, delimitar su campo o áreas de estudio, establecer sus relaciones con otras materias o ciencias afines y, sobre todo, fundamentar y sistematizar debidamente el método comparativo para su aplicación en el campo educativo.
Los problemas conceptuales se inician con la propia denominación de la disciplina: pedagogía comparada, educación comparada, pedagogía comparativa, educación comparativa, ciencia comparada de la educación, etc. Pero no debe concederse excesiva importancia a estas diferenciaciones terminológicas: a veces son debidas meramente al resultado de la raís germánica o anglosajona del término, y en otros casos es simplemente el deseo de valorar o acentuar el carácter teórico o práctico de la disciplina.
La pedagogía comparada se está elaborando y constituyendo como una disciplina autónoma de características peculiares. Nos encontramos ante una multitud de estudios dispersos de libros, revistas y materiales diversos. A la pedagogía comparada le falta una unidad de criterios; es decir, de alguna manera, cada comparatista ha dado su propio enfoque individual, sobre todo en lo que a la metodología comparativa se refiere. De ahí la absoluta necesidad de complementación y de búsqueda para unificar los diferentes puntos de vista que se han dado en esta disciplina. Esta falta de unidad está ocasionada en gran parte por la diversa procedencia académica de quienes han estudiado e investigado en educación comparada; es decir, nos encontramos ante el hecho de que muchos comparatistas no proceden previamente del campo pedagógico, sino que desde ámbitos tan diversos como la economía, filosofía, historia, sociología, política, psicología, etc., aparecen estudiosos e investigadores de la educación comparada. Esta situación puede perfectamente explicarnos las importantes diferencias que se ciernen sobre la metodología comparativa y sobre la propia pedagogía comparada.
Por otra parte, existen muchos conocimientos y métodos que guardan una estrecha relación con esta disciplina. Así, el planeamiento de la educación o planificación educativa, la política educativa, la economía, la psicología, la antropología y, especialmente, la sociología, son materias o disciplinas afines que nos justificarán el indiscutible carácter interdisciplinar de la pedagogía comparada.
Además de los problemas que hemos señalado, los intentos de definición de la pedagogía comparada pueden atribuirse a su falta de madurez. Otras disciplinas como la sociología, pedagogía o psicología también han experimentado estas dificultades de autocomprensión.
Así, Bereday nos indica que "la pedagogía comparada se propone examinar la significación de las semejanzas y diferencias que existen entre los diversos sistemas educativos". Tusquets la define así: "Pedagogía comparada es, a mi entender, la ciencia que plantea e intenta resolver los problemas educativos, valiéndose del método comparativo, aplicado científicamente y acomodado a la naturaleza de dichos problemas en general y de cada rama de ellos en particular". Vexliard, por su parte, al tratar acerca de las controversias sobre la pedagogía comparada, la define en los términos siguientes: "La pedagogía comparada es una disciplina que investiga y tiende a extraer conocimientos nuevos, de orden teórico y práctico, por medio de la confrontación de dos o más sistemas de educación en uso en diversos países, regiones o en distintas épocas históricas", y añade: "la comparación consiste en descubrir y analizar las similitudes y diferencias entre distintos sistemas de educación, entendiendo por eso la organización, la estructura y la administración de la enseñanza, como así también los programas, los métodos pedagógicos, didácticos y de control que se usan en los diversos niveles y especialidades de la enseñanza". Finalmente, para no extendernos en un elenco de definiciones, presentamos la de Márquez, quien afirma: "la educación comparada procura analizar y comparar las fuerzas que generan las diferencias entre los diversos sistemas nacionales de educación, ayuda a esclarecer las semejanzas y diferencias entre los diversos sistemas, al mismo tiempo que genera cierta sensibilidad para los problemas comunes y para las diferentes formas en que son resueltos bajo distintas condiciones nacionales".
Bastan estas cuatro definiciones, de entre otras muchas. Sin duda, la gran diversidad de planteamientos de los diferentes comparatistas es básicamente consecuencia de la pluralidad de enfoques teóricos y metodológicos.
Un breve análisis de éstas y otras definiciones de la pedagogía comparada, nos induce a afirmar que tiene su propio método comparativo y su objeto de estudio más o menos limitado. En un sentido estricto y más bien tradicional, el objeto serían los sistemas educativos nacionales. En un sentido más amplio, la comparación, es decir, las semejanzas, diferencias y relaciones, pueden establecerse ya no solamente entre sistemas educativos, sino entre múltiples aspectos teóricos y prácticos del campo educativo: teorías educativas, planes y programas, construcciones escolares y un largo etcétera, referido siempre naturalmente a lo pedagógico o educativo.
Sin embargo, muchas son las discrepancias que se pueden observar entre los comparatistas sobre el objeto y el enfoque de la pedagogía comparada. Mientras Schneider se interesa sobre todo por los factores configurativos endógenos y exógenos y, en general, por los aspectos teóricos de la educación, King entiende la educación comparada como estudio comparado del proceso educativo, y prácticamente excluye todos los problemas de la educación comparada que no tengan un carácter práctico. Otros, como Villalpando y García Hoz, niegan la existencia de un campo propio de la educación comparada, reduciéndola a un método.
El crecimiento y desarrollo de esta materia se debe a factores de diversa índole, que podríamos agrupar en tres tipos:
a) Encontramos, por una parte, unas causas extrínsecas que podemos sintetizar en el desarrollo más o menos paralelo de otras disciplinas o materias afines, que, desde puntos de vista netamente externos a la pedagogía comparada, inciden, presionan y, en última instancia, favoceren su desarrollo. Sería el caso de materias como la sociología de la educación, la psicología de la educación, la filosofía de la educación, etc., y en un sentido más amplio, el propio desarrollo de las ciencias sociales y humanas.
b) En segundo lugar, unas causas intrínsecas, que se corresponden con el propio crecimiento interno de la pedagogía comparada, que a través de sus cátedras e institutos universitarios, de sus conferencias, congresos y seminarios, y de sus múltiples investigaciones, revistas especializadas y publicaciones diversas, ha dado lugar al desenvolvimiento de la propia disciplina.
c) Finalment, un conjunto de factores difíciles de enmarcar por su complejidad han estimulado asimismo, desde los inicios de la segunda mitad del siglo XX, el progreso de la pedagogía comparada. Se trata de causas diversas, como las innovaciones y reformas de los sistemas educativos, las nuevas formulaciones de política educativa, la vocación hacia la educación informal y la educación permanente, las nuevas perspectivas de educación internacionalista y mundialista, y un largo etcétera que quizá podríamos aglutinar en una relación de factores que diversamente vinculados con los organismos internaciones de educación -UNESCO, OCDE, Consejo de Europa-, y potenciados por ellos, ejercen una decisiva influencia, no ya sólo en los sistemas educativos nacionales, sino también en la propia trayectoria y estructura de la pedagogía comparada.
Quienes se inician en el estudio de la pedagogía comparada se ven sorprendidos generalmente por la falta de claridad de los planteamientos conceptuales básicos de la disciplina, lo cual constituye una importante dificultad para los estudiantes y nos impone la necesidad de presentar una didáctica de la materia lo más clarificadora posible. Esta necesidad nos conduce a precisar su naturaleza, delimitar su campo o áreas de estudio, establecer sus relaciones con otras materias o ciencias afines y, sobre todo, fundamentar y sistematizar debidamente el método comparativo para su aplicación en el campo educativo.
Los problemas conceptuales se inician con la propia denominación de la disciplina: pedagogía comparada, educación comparada, pedagogía comparativa, educación comparativa, ciencia comparada de la educación, etc. Pero no debe concederse excesiva importancia a estas diferenciaciones terminológicas: a veces son debidas meramente al resultado de la raís germánica o anglosajona del término, y en otros casos es simplemente el deseo de valorar o acentuar el carácter teórico o práctico de la disciplina.
La pedagogía comparada se está elaborando y constituyendo como una disciplina autónoma de características peculiares. Nos encontramos ante una multitud de estudios dispersos de libros, revistas y materiales diversos. A la pedagogía comparada le falta una unidad de criterios; es decir, de alguna manera, cada comparatista ha dado su propio enfoque individual, sobre todo en lo que a la metodología comparativa se refiere. De ahí la absoluta necesidad de complementación y de búsqueda para unificar los diferentes puntos de vista que se han dado en esta disciplina. Esta falta de unidad está ocasionada en gran parte por la diversa procedencia académica de quienes han estudiado e investigado en educación comparada; es decir, nos encontramos ante el hecho de que muchos comparatistas no proceden previamente del campo pedagógico, sino que desde ámbitos tan diversos como la economía, filosofía, historia, sociología, política, psicología, etc., aparecen estudiosos e investigadores de la educación comparada. Esta situación puede perfectamente explicarnos las importantes diferencias que se ciernen sobre la metodología comparativa y sobre la propia pedagogía comparada.
Por otra parte, existen muchos conocimientos y métodos que guardan una estrecha relación con esta disciplina. Así, el planeamiento de la educación o planificación educativa, la política educativa, la economía, la psicología, la antropología y, especialmente, la sociología, son materias o disciplinas afines que nos justificarán el indiscutible carácter interdisciplinar de la pedagogía comparada.
Además de los problemas que hemos señalado, los intentos de definición de la pedagogía comparada pueden atribuirse a su falta de madurez. Otras disciplinas como la sociología, pedagogía o psicología también han experimentado estas dificultades de autocomprensión.
Así, Bereday nos indica que "la pedagogía comparada se propone examinar la significación de las semejanzas y diferencias que existen entre los diversos sistemas educativos". Tusquets la define así: "Pedagogía comparada es, a mi entender, la ciencia que plantea e intenta resolver los problemas educativos, valiéndose del método comparativo, aplicado científicamente y acomodado a la naturaleza de dichos problemas en general y de cada rama de ellos en particular". Vexliard, por su parte, al tratar acerca de las controversias sobre la pedagogía comparada, la define en los términos siguientes: "La pedagogía comparada es una disciplina que investiga y tiende a extraer conocimientos nuevos, de orden teórico y práctico, por medio de la confrontación de dos o más sistemas de educación en uso en diversos países, regiones o en distintas épocas históricas", y añade: "la comparación consiste en descubrir y analizar las similitudes y diferencias entre distintos sistemas de educación, entendiendo por eso la organización, la estructura y la administración de la enseñanza, como así también los programas, los métodos pedagógicos, didácticos y de control que se usan en los diversos niveles y especialidades de la enseñanza". Finalmente, para no extendernos en un elenco de definiciones, presentamos la de Márquez, quien afirma: "la educación comparada procura analizar y comparar las fuerzas que generan las diferencias entre los diversos sistemas nacionales de educación, ayuda a esclarecer las semejanzas y diferencias entre los diversos sistemas, al mismo tiempo que genera cierta sensibilidad para los problemas comunes y para las diferentes formas en que son resueltos bajo distintas condiciones nacionales".
Bastan estas cuatro definiciones, de entre otras muchas. Sin duda, la gran diversidad de planteamientos de los diferentes comparatistas es básicamente consecuencia de la pluralidad de enfoques teóricos y metodológicos.
Un breve análisis de éstas y otras definiciones de la pedagogía comparada, nos induce a afirmar que tiene su propio método comparativo y su objeto de estudio más o menos limitado. En un sentido estricto y más bien tradicional, el objeto serían los sistemas educativos nacionales. En un sentido más amplio, la comparación, es decir, las semejanzas, diferencias y relaciones, pueden establecerse ya no solamente entre sistemas educativos, sino entre múltiples aspectos teóricos y prácticos del campo educativo: teorías educativas, planes y programas, construcciones escolares y un largo etcétera, referido siempre naturalmente a lo pedagógico o educativo.
Sin embargo, muchas son las discrepancias que se pueden observar entre los comparatistas sobre el objeto y el enfoque de la pedagogía comparada. Mientras Schneider se interesa sobre todo por los factores configurativos endógenos y exógenos y, en general, por los aspectos teóricos de la educación, King entiende la educación comparada como estudio comparado del proceso educativo, y prácticamente excluye todos los problemas de la educación comparada que no tengan un carácter práctico. Otros, como Villalpando y García Hoz, niegan la existencia de un campo propio de la educación comparada, reduciéndola a un método.