Con frecuencia encontramos agudas críticas a la investigación educativa, críticas que ya fueron planteadas a comienzos del siglo XX y que pueden radicalizarse hasta negar la posibilidad y la utilidad de todo conocimiento que provenga de la experiencia. Si quisiéramos sistematizar estas dudas, podríamos expresarlas así:
- Posibilidad de afrontar las cuestiones clave de la educación desde una perspectiva empírica.
- Posibilidad de usar el método científico experimental en la resolución de dichas cuestiones.
- Posibilidad de una incidencia real en la transformación de la educación, a partir de la investigación educativa y, como consecuencia, posibilidad de incidir en la mejora del hombre y de la sociedad.
El primer punto nos remite al viejo problema del contenido de la pedagogía experimental. En efecto, existe la tendencia a tratar problemas de instrucción evitando investigar cuestiones propiamente educativas. ¿Nos hemos quedado, como señala Freeman, en la "cáscara" de la pedagogía? Sin embargo, en la actualidad se advierte una línea de investigación humanista que intenta plantear a fondo problemas tales como la educación en valores, la educación de los marginados sociales o minusválidos psíquicos o físicos, la incidencia de los cambios y variantes culturales en la educación, etc. Problemas que son más complejos, que exigen una labor paciente de largo alcance, la existencia de equipos e instrumentos. Es el precio que vale la pena pagar por una investigación educativa al servicio de la misma educación.
El segundo punto nos exige plantearnos cuestiones tales como la posibilidad de la medida en educación; el control experimental y sus implicaciones éticas; cómo llevar a cabo el análisis de datos sin deformar la realidad que subyace o los límites de la inferencia científica.
Finalmente, el último punto nos remite a una inquietante pregunta: ¿A quién sirve la investigación? Ella nos sugiere la importancia de la dimensión social y humana de toda investigación educativa. Y nos estimula a pensar que, si avanzamos por ese camino, la pedagogía experimental puede constituir un camino válido para ayudar a los educadores en su difícil tarea.