martes, 28 de agosto de 2018

Roma: El ocio

En Roma se celebraron diversos juegos y espectáculos, pero con un carácter distinto al de los griegos. Roma buscaba en ellos diversión y entretenimiento. Para los griegos, en cambio, los juegos eran una manifestación de honor y sentimiento religioso. En realidad, los gobernantes romanos procuraban ofrecer muchos espectáculos, llamados ludi, para que el pueblo se olvidara de las preocupaciones políticas. La frase satírica del poeta romano Juvenal panem et circenses expresaba muy bien el propósito de los juegos: "contentar al pueblo con pan y circo".

1. Los juegos circenses
Los espectáculos circenses incluían diversas clases de entretenimientos, como combates de gladiadores, cacerías, combates navales (que se celebraban en el anfiteatro) y carreras de carros (que se celebraban en el circo).

 El anfiteatro 
Era un teatro doble (como indica su nombre anfi, "dos"), con un espacio central llamado arena (recibía este nombre porque estaba cubierto de ese material). En el subsuelo había un complejo sistema de pasillos y habitaciones en el que se almacenaban los equipos escénicos y las jaulas de los animales. Todos estos objetos subían a la arena mediante un dispositivo mecánico muy curioso, similar a un montacargas.
En el exterior, un toldo enorme protegía del sol a los espectadores sentados en las gradas, debidamente diferenciadas según la categoría social. El anfiteatro más famoso de Roma fue el Coliseo, construido en el siglo I d.C., e inaugurado por el emperador Tito.


Los combates más usuales en el Coliseo eran los que enfrentaban a los gladiadores. Estos luchadores podían ser de varios tipos, según las armas y protección que llevaran.
Los samnitas iban armados con una espada corta y protegidos con un casco. Los tracios empuñaban un sable, llamado cimitarra, y se protegían con un escudo pequeño y redondo llamado rodela. La espada también era el arma de los mirmilones, que contaban con un gran escudo y un casco con el emblema de un pez. La frase piscem peto ("pido el pez") era la expresión habitual que empleaban para retarse.
El último tipo de gladiadores, los reciarios, se defendían con un tridente y una red enorme emplomada para envolver y derribar al adversario.
Los gladiadores eran prisioneros de guerra o condenados a muerte que recibían su castigo en el circo. De hecho, la pena capital se expresaba en muchas ocasiones con los términos ad harenam, "a la arena", gladio puniri, "ser castigado con la espada", o ad feras, "ser enviado a las fieras". Todos estos castigos se aplicaban sólo a los esclavos y ciudadanos de clase inferior. Los patricios podían ser castigados únicamente con la decapitación o con el destierro.
En el anfiteatro romano no sólo se celebraban luchas de gladiadores. Había otros espectáculos, como las cacerías con fieras salvajes (en ellas podían enfrentarse fieras entre sí o fieras con hombres armados con flechas y entrenados para este tipo de lucha) y las naumaquias, o combates navales (eran espectáculos especialmente sangrientos, porque reproducían con total realismo las batallas navales). La primera naumaquia la organizó Julio César.

 El circo 
Era una construcción rectangular. En el centro del circo estaba la pista o arena, dividida longitudinalmente por un muro llamado spina. A un lado de la pista estaba la línea de salida, y al otro lado, la meta.
Este espacio albergaba las carreras de caballos. Cada carrera consistía en completar siete vueltas a la pista. El contador de vueltas estaba situado en el muro central, y estaba formado por las figuras de siete delfines que iban señalando las vueltas realizadas.
Los carros empleados eran pequeños. Podían ser tirados por dos o por cuatro caballos (bigas o cuadrigas). El cochero, llamado auriga, iba de pie, con las riendas enrolladas en la cintura.
Los circos eran construcciones enormes, como es el caso del Circo Máximo, que acogía alrededor de 40.000 espectadores.

2. El teatro
Las representaciones teatrales eran otro de los espectáculos romanos. Al principio tenían lugar en el circo; pero en el siglo I a.C., Pompeyo construyó el primer teatro de piedra. Las primeras representaciones eran traducciones al latín de obras griegas, aunque más adelante se pusieron en escena obras de autores romanos. Los actores eran siempre hombres, incluso en los papeles de mujer; en este caso se colocaban máscaras.
El teatro romano nunca alcanzó la calidad del teatro griego. No son muchos los autores trágicos latinos. Quizás el más sobresaliente entre ellos sea Séneca, nacido en la Bética y con obras tan destacadas como Hércules furioso, Medea, Fedra y Edipo. Por el contrario, la comedia tuvo más éxito en Roma. Plauto y Terencio son los principales autores de este género, cuyos temas consisten, básicamente, en parodias de la sociedad y de quienes la forman.
Tanto la celebración de los juegos en el anfiteatro y en el circo como los espectáculos teatrales se hacían coincidir con festividades de carácter religioso, que eran muy abundantes, de tal forma que ocio y religión se fundían perfectamente. Por ejemplo, los Juegos Megalenses se celebraban en honor de la diosa Cibeles; los Juegos Apolinares, en honor del dios Apolo, etc.