La sistematización técnica y científica de la pedagogía fue preparándose a lo largo de la edad moderna, culminando en la denominada época contemporánea, justamente a principios del siglo XIX. Podemos destacar algunos nombres muy significativos de pedagogos célebres que contribuyeron a esta sistematización: Ratke (1571-1635), Comenio (1592-1671), Locke (1632-1704), Rousseau (1712-1778) y, especialmente, Pestalozzi (1746-1827) y Herbart (1776-1841).
Herbart 1776-1841 |
Después de Herbart, el cultivo y la sistematización de la pedagogía siguió varios derroteros, según la influencia -además de los factores sociopolíticos y culturales- de la praxis educativa, de su metodología y técnicas y de la teoría pedagógica. Desde la preocupación por las necesidades y tendencias del niño, en Froebel (1782-1852), la organización educativa de Mann (1796-1859), la instrucción popular de Sarmiento (1811-1888), la fundamentación evolucionista de Spencer (1820-1903) y la cientificista de Bain (1818-1903), la educación popular y libertaria de Tolstoi (1828-1910), el sistematismo historicista y vitalista de Dilthey (1833-1911), el reformismo liberal de Giner de los Ríos (1839-1915), la pedagogía científica y ética de Paulsen (1846-1908), el respeto a la infancia de Ellen Key (1849-1926), la pedagogía social de Natorp (1854-1924) y la pedagogía de Durkheim (1858-1917), la pedagogía experimental de Meumann (1865-1915) y de Lay (1862-1926), el pragmatismo e instrumentalismo de Dewey (1859-1952) -learning by doing (aprender haciendo)-, la escuela del trabajo de Kerschensteiner (1854-1932), el método de proyectos de Kilpatrick (1871-1965), el método individualista y autodidáctico de Montessori (1870-1952), el globalismo de Decroly (1871-1932), la educación funcional de Claparède (1873-1940), la comunidad libre escolar de Wyneken (1875-1964), la escuela nueva de Ferrière (1879-1960), el idealismo actualista de Gentile (1875-1944) y la didáctica idealista de Lombardo-Radice (1879-1938), la escuela-familia de Petersen (1884-1952), el sistema Winnetka de Washburne (1889-1968), el culturalismo axiológico de Spranger (1882-1963), el trabajo por equipos de Cousinet (1881-1973) y la educación por el trabajo de Freinet (1896-1966), entre otras aportaciones, hasta el conductismo de Watson (1878-1958) y neoconductismo de Hull (1884-1952), Tolman (1886-1959), Skinner (1904-1990) y otros representantes, la epistemología genética y el constructivismo de Piaget (1896-1980), la psicología pedagógica de Walon (1879-1962), la pedagogía socialista de Krúpskaia (1869-1939), Makarenko (1888-1939) y otros autores, la pedagogía comparada [Julien de París (1775-1848), Sadler (1861-1943), Kandel (1881-1965), Roselló (1897-1970)], la pedagogía cibernética (Frank, Landa, Couffignal, Von Cube), las experiencias de SummerHill (Neill) y de Barbiana (Milani), las aplicaciones del sociodrama y el psicodrama (Moreno), la pedagogía como iniciación (Peters), la microenseñanza (Ryan), la sociología educativa... y, en fin, las corrientes de la pedagogía tecnológica, programada, no-directiva, psicoanalítica, operativa, tecnocional, sociologista, personalista, de grupo, corporativista, progresista, liberadora y autogestionaria, ambiental, ecológica, cognoscitiva, comprensiva, creativista, investigadora, internacional, prospectiva, etc.
La pedagogía, como estudio y tratamiento de la educación, ofrece dos importantes dimensiones: la dimensión empírica y científica, que arranca de la observación, de la experiencia y de la experimentación, y la dimensión racional o filosófica, que parte de la consideración discursiva, procurando justificar recionalmente el basamento, el sentido y los fines de la educación. Estas dos líneas de tratamiento no se contraponen, sino más bien se complementan, contribuyendo a una concepción integrada y armónica del proceso educativo.
En otra forma diríamos que los dos grandes métodos de las pedagogía, en tanto que estudio y disciplina teórico-práctica del saber y del hacer humanos, son el método empírico-experimental, basado en la observación y comprobación -experiencial o experimental- de los hechos, y el método discursivo-racional, apoyado en el pensamiento y en el discurso de la razón acerca de los principios y de los fines de la educación. En su investigación pueden servir de apoyo métodos matemáticos, lógicos, lingüísticos, antropológicos y psicosociológicos, etc.
La teoría general de los sitemas y otros estudios contemporáneos (cibernética, teoría de modelos, técnicas de simulación, estudios comparativistas...) han abierto también las puertas en la metodología científica (y ello tiene aplicación en las ciencias humanas) a los métodos analógicos, basados en la semejanza y en la proporcionalidad que ofrecen diversos sistemas y modelos, permitiendo complementar y precisar aspectos y relaciones entre distintas ciencias o diferentes sectores de las mismas. La pedagogía puede beneficiarse de tales aportaciones, junto con la clásica metodología inductiva y la hipotético-deductiva. No hay que decir que, por referirse a un hecho y una actividad espaciotemporal, debe recurrir a métodos situacionales y sincrónicos y a métodos procesuales, diacrónicos e históricos.
Todo ello va unido al carácter interdisciplinar que la pedagogía ofrece, que no sólo no limita el ámbito de su objeto y de su tratamiento (comprehensivo de diferentes aspectos y diversos métodos), sino que se relaciona con otros estudios y actividades que apoyan y complementan -interralacionándose adecuadamente- al saber pedagógico y la actividad educativa.
El sentido teórico-práctico que caracteriza a la pedagogía se manifiesta principalmente en tres aspectos: el de su fundamentación teórica, el de su parte descriptiva y de búsqueda de comprobación científica, y el de su carácter normativo, como saber praxiológico que trata de establecer normativas y de regular, en una medida justa, la actividad educativa, en sus varios aspectos, dimensiones y aplicaciones. Dicho en otras palabras, siguiento el orden teórico-explicativo, normativo-técnico y normativo-práctico, lo resumiríamos diciendo que la pedagogía tiene una dimensión científico-filosófica (fundamentalmente), una dimensión tecnológica (mediadora) y una dimensión praxiológica (aplicativa).
Se discute si la pedagogía es o no una ciencia, cuestión ésta que afecta a la mayoría si no a todas las ciencias humanas. En un sentido muy estricto, reduciendo la ciencia a un ámbito puramente formal o a una investigación empírico-estadística, de carácter exclusivamente cuantitativo y experimental, sería poco propio calificar de científico al saber pedagógico, que incluye aspectos descriptivos, discursivos y normativos. Pero en un sentido amplio, abarcando metódica y sistemáticamente ámbitos cuantitativos y cualitativos, empíricos y racionales, descriptivos y discursivos, tratando de justificar sus fundamentos y aplicaciones, puede aceptarse que la pedagogía es, como saber, una ciencia humana de carácter teórico-práctico y normativo-conductivo, con un objeto de estudio (la educación), con una metodología interdisciplinar y con una sistematización tendente a conseguir resultados prácticos y de desarrollo evolutivo en el campo humano, social y de la cultura. Por esta razón, por su entronque con el tratamiento de la comunicación humana y, en definitiva, por su implicación antropológica y sociocultural, la podemos considerar, tanto en su dimensión teórica como en su dimensión praxiológica y conductiva, como una ciencia humana y, también, como una ciencia social y una ciencia cultural.