Al noreste del Macizo Central se desarrolla la depresión del Ebro; al sur, la del Guadalquivir; en el oeste, aunque con distinto significado, se extiende la del Sado-Tajo o Ribatejo; y en el este los llanos de Valencia al pie de una escalera de fallas de las sierras Ibérico-levantinas. Presentan caracteres comunes pero también diferencias que las singularizan:
Vista del Valle del Guadalquivir, desde las almenas del castillo de Almodóvar del Río (Córdoba) |
- Las depresiones subalpinas.- Son las del Ebro y Guadalquivir. Ambas tienen forma triangular aunque con la base contrapuesta en la orientación. Las dos se van formando al tiempo que se levantaban las cordilleras alpinas; el zócalo se hundió a gran profundidad entre el Macizo Central y las nuevas cordilleras, al producirse movimientos isostáticos de compensación. No obstante, existen diferencias entre ambas: la del Ebro ha sido colmatada por depósitos continentales detríticos, que cementados han dado origen a formaciones de conglomerados resistentes a la erosión; por el contrario, la depresión Bética fue colmada por materiales más finos, de origen marino (margas y arcillas), de ahí un relieve en lomas, menos pronunciado. Por último cabe señalar que la del Ebro está a mayor altitud (300-400 metros) y es más seca que la Bética (200 metros).
- La depresión del Sado-Tajo.- No es una depresión subalpina sino un basculamiento del Macizo Central. Es, por tanto, una fosa limitada por un escarpe de falla en su sector septentrional y por un basculamiento del Alentejo en el sector meridional y oriental. Colmatada en el Terciario por sedimentos marinos deleznables (arcillas y arenas) ha sido modelada en bajas colinas con altitud inferior a los 100 metros.
- Los llanos de Valencia.- Limitada hacia el interior por las sierras Ibérico-levantinas en una escalera de fallas, es el resto de una antigua depresión, más extensa, hundida en el Mediterráneo. Recubierta de depósitos miocenos en el oeste y cuaternarios en el oriental, ofrece formas de erosión semejantes a las llanuras castellanas, a menos de 150 metros, con gran desarrollo de la llanura aluvial.
2. Las montañas exteriores
Están representadas por los Pirineos, las Montañas béticas y las Cordilleras costero-catalanas. Los dos primeras son cadenas típicamente alpinas; la Catalana tiene un significado distinto. Las alpinas se caracterizan por:
a) Son montañas jóvenes, formadas por la orogenia alpina y levantadas en conjunto a fines del Terciario. Alcanzan grandes altitudes, superiores a los 3.000 metros, y los desniveles son fuertes. Relieves bravíos y juveniles.
b) Son cadenas de fondo.
c) Son cordilleras con una estructura doble y compleja. En ellas se distingue una zona axial, y una zona de cadenas alpinas a ambos lados.
La Penibética de Málaga, cubierta de manchones de olivar. |
Las montañas Costero-Catalanas no son cadenas alpinas. Son restos de un macizo antiguo (catalano-balear), con orientación noreste-sudoeste, rejuvenecido y fallado. Una fosa (Vallés-Penedés) interna, separa las dos alineaciones.