La estuctura vertical del Cosmos tiene dos polos. El superior, ocupado por los dioses, y el inferior, por el ser humano. De hecho, una parte importante del relato mitológico se ocupa de describir el nacimiento del ser humano. En la mitología encontramos dos versiones que explican el nacimiento del ser humano.
1. La primera versión
El ser humano nació de la tierra como si fuera grano. Y hubo cinco generaciones, conocidas como edades de la humanidad.
La primera generación fue la Edad de Oro. Los humanos vivían en paz y armonía y nadie conocía el trabajo, la fatiga, la enfermedad o la vejez. Los seres humanos morían, pero, más que una muerte, su final era una especie de sueño: pasaban a convertirse en ángeles guardianes de la humanidad. En la Edad de Oro, todos vivían en armonía con los dioses, incluso a veces compartían la misma mesa. Y fue en uno de esos banquetes cuando se produjo el hecho que desencadenaría la primera rivalidad entre dioses y humanos.
Prometeo decidió engañar a Zeus. Mientras se preparaba la mesa, Prometeo mató un buey y lo dividió en dos partes. Los dioses debían escoger primero la parte que prefiriesen. En una de las partes estaba la mejor carne, pero Prometeo la cubrió con la piel del buey para que pareciese la peor. En la otra parte sólo había huesos, pero Prometeo la cubrió de grasa para que tuviese el aspecto de ser la más sabrosa. De esta manera, Prometeo quería dar la mejor parte a los humanos.
Cuando Zeus descubrió el engaño, montó en cólera y castigó a los hombres con todo tipo de sufrimientos. Les quitó el fuego, privándoles así de cocinar sus alimentos. Los castigó a trabajar y a ganarse el pan con el sudor de su frente; a partir de entonces, el ser humano tuvo que sembrar los campos para obtener los frutos que antes brotaban en la tierra sin necesidad de trabajarla.
Es interesante señalar aquí el paralelismo entre la versión mitológica griega y la cristiana. En ambos casos, el ser humano disfruta de una etapa inicial en la que la Tierra le ofrece generosamente sus frutos. Y es sólo después de haber contravenido una disposición divina cuando el ser humano se ha de enfrentar a la lucha por la subsistencia.
Prometeo se sintió culpable de los males que amenazaban a la humanidad. Decidió volar hasta el Sol para robar un poco de fuego y devolverlo a los hombres. Pero este fuego ya no era como el de antes; había que cuidarlo, porque, de lo contrario, se apagaría.
Cuando Zeus supo que Prometeo había robado el fuego, le envió un castigo terrible: lo encadenó a una roca en las montañas del Cáucaso, donde cada día un águila voraz abría brutalmente su vientre y le devoraba el hígado.
2. La segunda versión
Hemos visto hasta aquí la primera versión mitológica de la creación del hombre, que nacía de la tierra igual que el trigo, sin necesidad de procreación por medio de la mujer. Veamos ahora la segunda versión acerca de cómo nació el ser humano.
Tenemos que mencionar otra vez a Prometeo, pero también a su hermano Epimeteo, que tiene un importante papel.
Los dos hermanos eran completamente opuestos. Prometeo, cuyo nombre en griego significa "previsor" era sensato y juicioso; mientras que Epimeteo, cuyo nombre significa "no previsor", era muy descuidado. Se encomendó a Prometeo y a Epimeteo la tarea de crear a los habitantes de la Tierra y dotarlos de todos los atributos necesarios. Epimeteo actuó el primero y, sin pensar, creó los animales y todo lo necesario para que éstos pudieran sobrevivir en climas difíciles: pieles, alas, velocidad, fuerza, etc. Y no se le ocurrió dejar nada para proteger al hombre. Entonces pidió ayuda a su hermano Prometeo.
Prometeo creó al hombre con barro y agua y le enseñó a utilizar el fuego. A partir de entonces, el fuego ha sido considerado como el origen de la cultura y de la civilización.
3. El castigo del hombre
Es en la mitología clásica donde nace la idea discriminatoria, fuertemente arraigada en nuestra cultura, de la mujer como origen de todos los males y perdición del hombre.
Después de castigar a Prometeo, Zeus castigó también al hombre. Hasta entonces, el hombre había vivido sin mujeres. Los humanos no nacían de las mujeres, sino directamente de la tierra, igual que nacía el trigo. Y dijo Zeus: "Por este robo del fuego enviaré al hombre un regalo con el que se alegrará, y acariciará con cariño su propia desgracia".
Zeus encargó al dios del fuego, Hefesto (Vulcano para los romanos), que modelase con barro la figura de una mujer a imagen de las diosas. Afrodita (Venus para los romanos) le dio la belleza, las Gracias la adornaron con joyas, las Horas la cubrieron de flores y Hermes le dotó de la maldad. Fue después cuando Zeus le insufló la vida y la envió como regalo a Epimeteo. De esta manera explica la mitología todas las características que han acompañado a la mujer en la tradición occidental.
Eva prima Pandora, obra de Jean Cousin (1549). Resalta la belleza frente a la mortalidad. Se encuentra en el Museo del Louvre. |
Esta primera mujer recibió el nombre de Pandora, que en griego significa "todas las cualidades". Y una de ellas era la curiosidad, que la llevó, contraviniendo la prohibición de su marido, a abrir la caja en la que estaban encerrados todos los males. Así fue como éstos se volvieron a esparcir por la Tierra. Dentro de la caja sólo quedó la Esperanza, que, con sus consejos y sus consuelos, hace que el ser humano se sobreponga a las dificultades de la vida y siga adelante. Y en efecto, todavía hoy, la esperanza es lo último que se pierde.
He aquí, pues, el mito de Pandora, que pretende justificar la desgracia del ser humano atribuyendo sus males a la desobediencia y curiosidad de una mujer. Siglos después, el cristianismo heredó esta misma tradición, y fue también una mujer, Eva, la que trajo a este mundo la tentación y el pecado; y con ellos, la desgracia a la humanidad.
El fin de la Edad de Oro supuso el inicio de un proceso de democratización de la humanidad, cuyos pasos se identifican míticamente con las edades de Plata, Latón, Bronce y Hierro.
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