Sobre los aspectos interdisciplinarios de la investigación histórico-pedagógica se podía abrir un largo capítulo. Pero aquí nos limitaremos a algunas observaciones de fondo, y la primera es que sin bibliotecas, sin archivos, sin institutos de pedagogía organizados en este sentido es materialmente imposible cualquier tipo de investigación.
Aprovechando las aportaciones de filósofos y estudiosos de la literatura, los pedagogos no se han preocupado mucho de catalogar los textos, de realizar ediciones críticas, de solicitar ediciones nacionales. La estrecha relación entre investigación histórico-filosófica e histórico-pedagógica ha condicionado ulteriormente el campo de investigación y la asunción de la documentación, dejando fuera áreas extremadamente interesante y significativas.
Bajo este aspecto hay que subrayar el intenso interés de Ferrière en constituir un archivo que documentase los orígenes, los desarrollos, los debates, los congresos, las convenciones sobre el movimiento de las escuelas nuevas y de las escuelas activas; documentación que, justo porque abraza sectores y experiencias no constreñidos en el ámbito puramente pedagógico, ofrece la posibilidad de recoger nexos y relaciones que se verifican en cada caso al producirse los fenómenos educativos y la investigación pedagógica.
Por tanto, la primera instancia es la de actualizar técnicas, materiales, instrumentos, que permitirán la documentación, la cosecha, el registro, la elaboración, la interpretación de los "objetos" pedagógicos indispensables o por lo menos suficientes para proceder a una visualización histórica. El planteamiento científico de la investigación corre aquí a la par con las elecciones de política general y cultural, en el sentido de que archivos, institutos, locales, herramientas y personal especializado requieren una programación científica, técnica, pero también precisas elecciones culturales. Estado, regiones, provincias, ayuntamientos, entidades, institutos escolásticos y universitarios no pueden proceder de forma informal y menos permitir que un patrimonio bibliográfico sea abandonado, mortificado, no archivado. Se necesita una obra de coligación para que se unifiquen los criterios de descubrimiento, de organización, de archivo del material, posiblemente con la institución de un organismo nacional de investigación histórico-pedagógica con funciones de estímulo, de orientación y con la responsabilidad precisa de constituir una banca de datos con la memorización de los extremos de los documentos referentes a problemas, cuestiones, autores, corrientes, períodos históricos, textos, revistas y publicaciones y fuentes que se refieren a la investigación histórico-pedagógica. Dados los distintos sectores en los cuales se realiza la investigación pedagógica es además útil que sean atraídos todos los tipos de escuela y de organización educativa, escolástica, de forma que el material no se disperse. La realización de un mecanismo bibliográfico según un códice nacional e internacional permitiría una mayor racionalización de investigación y de documentación.
Por poco que uno se adentre en la investigación histórico-pedagógica sabe cuánto cuesta la puesta a punto de una bibliografía actualizada; se trata, entonces, de repasar anualidades de revistas, catálogos de bibliotecas y si no es suficiente el mecanismo bibliográfico que cada estudioso se construye y tiene actualizado, por lo menos se dispondría del material más necesario.
La formación del personal especializado en este sector permitiría obviar muchos inconvenientes y límites. Basta entrar en cualquier biblioteca civil, universitaria y también nacional, y buscar en el catálogo de materias bajo las voces pedagogía, historia de la pedagogía, educación, escuela, niño, adolescente... para llevarse grandes sorpresas. Es la nuestra una disciplina todavía no asimilada, ya que parece reducirse a una ciencia normativa cuya incidencia en los fenómenos históricos ha sido captada solamente en estas últimas décadas.
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